martes, 14 de mayo de 2013

PARADOXAS Nº 182


PARADOXAS

REVISTA VIRTUAL DEL SURREALISMO NEOBARROCO


Año IX - N° 182


INDICE

ME ENCONTRÉ MEDITANDO - Beatriz Graciela Moyano
EN EL PAISAJE - Beatriz Graciela Moyano
ES… QUE ME CANSÉ - Beatriz Graciela Moyano
La Oscuridad. (Dedicado a mi Madre). - Francisco Antonio Ruiz Caballero.
DESCONCIERTOS DEL ESCRIBIENTE - F.S.R.Banda


EDITORIAL

Ficción versus realidad: la nueva discusión sobre las películas nominadas

A Hollywood lo llaman la "fábrica de sueños", pero esta temporada de premios parecen querer transformarlo en la "fábrica de la verdad". Algunos de sus competidores de mayor perfil -"Lincoln," "Argo," "La noche más oscura" y "Django sin cadenas"- se han visto sometidos a una inusual e insistente corrección de parte de periodistas, políticos e historiadores.
Entre las acusaciones: los congresistas de Connecticut no votaron contra la decimotercera enmienda en 1865, como se ve en "Lincoln". Los guardias revolucionarios iraníes no persiguieron un avión que llevaba a seis trabajadores de la embajada estadounidense por la pista de un aeropuerto de Teherán en 1980, como lo hacen en el clímax de "Argo". Y un esclavo liberado en 1858 no dejó una ola de muertos en una plantación de Mississippi para salvar a su esposa, como sugiere "Django sin cadenas".
Los debates sobre estas películas elevan preguntas familiares sobre el arte y sus usos: ¿Se supone que debe convertirnos en mejores personas, darnos instrucción moral, o existe solo para nuestro placer personal? Sobre todo, ¿tiene que ser cierto? En el caso de estas películas recientes, la discusión se ha visto intensificada por una aguda ansiedad contemporánea sobre la verdad.
Las nominadas a Mejor Película no son documentales, periodismo ni una clase de historia, aunque vengan -como "La noche más oscura"- con notas al pie virtuales y una apariencia de autenticidad visual. El filme sobre la caza de Osama bin Laden comienza con un audio de llamadas reales hechas desde el World Trade Center el 11 de septiembre de 2001. "Argo", además de meticulosas recreaciones de los atuendos y peinados de 1980, incluye imágenes de archivo del Presidente Carter y el ayatolá Jomeini.
Estas opciones avalan un "ethos documental" (todo real, todo el tiempo) que prevalece en cada esquina de la cultura -desde el "material encontrado" de películas de terror como "Actividad paranormal" hasta las varias formas de telerrealidad en la televisión-, y eso ha ayudado a borrar la ya nebulosa línea entre hecho y ficción.
¿Cómo se traza la línea entre la invención aceptable y la fabricación irresponsable? ¿Se pueden obviar los absurdos planteamientos de "Shakespeare apasionado" y juguetonas falsedades de "El discurso del rey", y aun así objetar la rebuscada paranoia de "JFK"? No hay un solo estándar que condene o excuse las libertades que Hollywood se toma al cubrir eventos históricos.
Una de las objeciones más fuertes a "Lincoln" ha sido que se centra en élites políticas en vez de la acción popular, negando el trabajo de los afroamericanos en su propia emancipación. Es un argumento sobre los eventos que Spielberg y el guionista Tony Kushner decidieron mostrar en su película. El que hayan ubicado a la delegación de Connecticut en el lado equivocado de la historia ha molestado a los residentes de ese estado, pero la queja más profunda contra "Lincoln" tiene que ver con la manera en que convierte la libertad afroamericana en la historia de un heroico hombre blanco.
Pero la controversia más seria esta temporada del Oscar ha sido la que ha rodeado a "La noche más oscura". Sus detractores han atacado sus saltos imaginativos y han inferido una agenda siniestra, acusando a la directora Kathryn Bigelow y al guionista Mark Boal de apoyar la tortura. En la cinta, estas técnicas llevan a encontrar a Bin Laden. El filme ha sido sometido a una condena más dura que otras películas y series que representan este tipo de violencia porque los realizadores insistieron en que lograron un acceso "periodístico" a miembros de los SEAL y la CIA. Aludieron a que estaban contando la verdad.
Dichos como estos son una de las razones por las que "La noche más oscura" y otras nominadas han entusiasmado a las audiencias: toman hechos históricos que se intersectan con debates contemporáneos. El público está habituado a leer la frase "basada en una historia real" como una protección en vez de una promesa, y a menudo no sabe qué fue cambiado u omitido. Pero los adultos son capaces de distinguir la diferencia entre una película de ficción y una de no ficción; detrás de tanta queja sobre estos filmes hay una desconfianza en el público, de que no es lo suficientemente inteligente o ilustrado como para entender la diferencia entre las mentiras en la pantalla y las que están fuera de ella.
La invención sigue siendo uno de los derechos del arte y es el trabajo de escritores, directores y actores inventar realidades falsas. Es injusto culpar a los cineastas si a veces se confunde el mundo real con sus representaciones. La audiencia ama las películas en parte por sus mentiras. Son los periodistas y los políticos los que le deben la verdad.

Pirateado del  The New York Times, escrito por Manhola Dargis y A. O. Scout. Vale.

El Editor


MI AMOR REAL
Ivonne Concha Alarcón

Mi gran amor en ti dibujé, recorrimos juntos nuestros cielos, gritamos con rebeldía cuanto amor existía, algunos no entendían que un gran amor se gesta natural de noche o de día, en cualquier parte. Se encuentra sin que se busque, crece como enredadera, se arrima a cualquier muralla, crece naturalmente entre riscos y madreselvas, en miradas agrestes, en sonrisas bellas, un gran amor es como primavera, renace a pesar de cualquier piedra o roca adosada a la vida. El amor no es una cara bonita, bellas piernas, o un cuerpo musculoso como un domador o un Charles Atlas, no es una cuenta bancaria con muchos valores y dinero, grandes viajes, joyas, hoteles, el amor puede tener todo o nada, él es solo deseos de tocarse, de sentirse y amarse. Es paciencia, paz, complaciencia, una toalla en el suelo, un vaso mal lavado, es entender que el amor no es la perfección de los actos, es dolor, es enfermedad, sanidad, búsqueda. Es belleza, es encanto, son arrugas, pelo blanco que se va entremezclando con los días, las horas, el bullicio, el silencio, el rencor, el interés que se apaga y renace, el deseo que fluye en épocas y de pronto se adormece por rutina, enfermedad, impaciencia. Amar es estar, ser, existir en la vida del otro, la pregunta, la curiosidad, el ahorro, la compra, la casa definitiva, el soñar con un futuro, el riesgo, el éxito, el fracaso, es vivir el día a día como si fuese el último, el amor no es de color rosa, son miles de colores que se van mostrando a cada instante en distintos matices. Es la voz suave y dulce, los ronquidos inoportunos. Es el olvido de una fecha, la tristeza de la duda, la alegría del recuerdo, las flores deshojada una por una, la flor en la solapa, El amor es el respeto, el deseo sensual, la pasión alimentada cada día, la comunión de la pareja, el entender que no todo es perfecto, que hay equívocos, errores, lamentos...sí, el amor es vida... siempre es así hasta que termina y te queda el recuerdo y un nunca más.


ME ENCONTRÉ MEDITANDO
Beatriz Graciela Moyano

Camino junto a un monte de pinos añosos, las fragancias sin igual me invade los sentidos, dando rienda suelta a la red artesana, alquimia de mi interior, cierro los ojos y voy creando imágenes camino a tientas para que nada visual distraiga mi sentir, pero no puedo impedir pensar, si fuera ciega?,contrariedad la mía, evaluar semejante posibilidad. Me siento en la gramilla fresca e inspiro la saludable brisa que me va llenando el alma de todo cuanto hay a mi alrededor, sigo con los ojos cerrados, ni deseo abrirlos, ahora mi cuerpo está rodeado de seres de luz, tal vez siempre están, pero ahora percibo su presencia con claridad, revolotean dejando estelas de luz rosada con brillitos.
Que bellos son los momentos de soledad elegidos, hay en el silencio trinos celestiales, los latidos de mi corazón se hacen oír, me cuentan que estoy viva, como nunca, valorando mi existencia, mi paso por aquí, no ha sido vano. La meditación se ha hecho profunda. Bajo una escalera de cristal, cada peldaño me sumerge más en mi interior, visualizo templos luminosos, seres de luz con grandes aureolas brillantes...los maestros me aguardan con mirada amable voy fluctuando hacia ellos...me bendicen, les hago preguntas, ofrezco mi atención y puedo ver sus respuestas en imágenes, también pasajes de mi vida se acoplan...con cada inspiración absorbo una energía vital, saludable...comienzo a volver al mundo de las formas, en paz, para encontrarme nuevamente sentada en la gramilla fresca, suave, con las fragancias deliciosas del monte de pinos.
Inspiro, doy gracias por vivir... aquí y ahora. Soy feliz!!


EN EL PAISAJE
Beatriz Graciela Moyano

Trascender, perdurar en el paisaje, ser la rosa o la dalia del jardín de tu memoria, como la roca pulida por las lluvias de los tiempos, así como la iguana sin cola que no se dejó ver por vergüenza en la tarde calurosa, no salió de su cueva bajo la piedra en el 444 de la calle El cardenal que baja al río de las cascadas de cristal, con esa fuerza que no se ve, aunque se escucha el rumor del torrente, más allá la calandria que se posó en el arbusto pequeño hamacándose en la rama… siento el balanceo en mis propias alas, es la magia en el paisaje, un instante más, unos pasos más, sobre las piedras y gramillas que se mezclan bajo mis pies, hay flores rosadas y revolotean las mariposas negras con franja amarilla antes del borde de las alas que me empeñé en capturar en imágenes sobre las plantas florecidas, cuentan que a partir de su visita sorbiendo el néctar quedarán impregnadas de su sustancia pasando a ser venenosas ellas también, que hechizo cruel para esas flores… me trae el recuerdo de aquel día en que te sentí cerca por primera vez. Absorta del paisaje, con un embeleso inusual me detengo en cada detalles y veo duendes que tal vez solo existen en mi imaginación, un sonido extraño me saca de éste casi trance, una sirena de alerta parece…si, es el anuncio de la creciente del río, porque diluvió en cercanías y viene bajando el agua revuelta desde la montaña cargada de troncos, ramas, piedras que se sueltan con los rumores de otros acantilados, agua, agua y resaca, hay nubes oscuras tapando el sol, vienen cargadas con sueños de otros amaneceres en pensamientos. Aquí, la paz de los insectos que se muestran y un sin fin de verdes a la distancia de todo, sin desgarros, es la sonrisa de la vida en el paisaje con tu infinita presencia, siempre cerca tu mirada sedienta me besa, me haces trascender, perdurar en el paisaje amado mío.


ES… QUE ME CANSÉ
Beatriz Graciela Moyano

Y es que me cansé del camino obligado, de la sinuosidad con curvas tramposas, de los casi ángulos, de la prolijidad de los folios y el brillo de los espejos en donde no hay reflejos, de esa última porción de torta respetada. El orden caótico de los placares, las prendas perfectas, las vidrieras y los precios de liquidación, la lucha en ardua labor, la abnegación y renuncia con el sacrificio como ofrenda de pan y vino. La desconfianza de todos hacia todos, el plagio y la inseguridad como sensación en farsa. Dormir en sueño desprolijo, soñar y no recordar ni una sola imagen, el fin de los proyectos que ya no son, todo gira y gira con un día de veinticuatro horas, que es otra mentira, el reloj no se anima a contarle a nadie que el ritmo y la vibración han cambiado, ya no son veinticuatro! no mientan más.  El corazón acelera en forma frenética, el ritmo se escucha en la garganta, es un registro que no vale en sonido para bailar, más bien asusta.  Es…que me cansé! de las estructuras y lo que debe hacer y ya no quiero ser, quiero andar descalza por la vida, por las zanjas con ranas, me aburrió la combinación de colores, las carteras y sandalias al tono de la hipocresía, los ensombrecidos te quiero. Las “amistades” que envidian y arriman por conveniencia, las frutos rojos con sabor a menta, del melón que sabe a zapallo. Hay tanta falta de verdad... estoy en una penumbra con barrotes invisibles, presa de horarios que no deseo cumplir,  solo deseo volver en una lenta y sagrada involución a ese ayer donde la casa era mi templo, ahora tiene una ligera bruma que la opaca, aún así en cada rincón, espacio o pared hay rastros, hullas artesanas de mis manos, volver…pintar, patinar madera, colgar cuadros, dejar disolver un pedacito de chocolate en mi boca mientras cocino, dar reiki y amor las plantas, dejar de tirarles un riego cuando veo que ya se secan los malvones del balcón, qué no daría por regresar el tiempo a la verdadera esencia, poner a la luz de luna el canastito de las ágatas, amatistas, turmalinas y citrinos y concentrarlas de esa energía que cure los males, pero que no sea por que deba hacerlo sino que ame hacerlo.  Qué cielo se abrirá para mostrar el más allá... es que me cansé.


La Oscuridad. (Dedicado a mi Madre).
Francisco Antonio Ruiz Caballero.

La oscuridad devora mi jardín. Empezó como una pequeña línea de sombra que apresó los papagayos del Cardenal devorándolos. Los papagayos del Cardenal eran de oro amarillo, con el pico curvo y verde. Volaban de rama en rama. Las ramas eran violetas porque era un árbol bellísimo. En ese árbol crecían flores de oro rojo y flores de oro azul, que desprendían un olor a música de arpa, centellas tornasoladas que dejaban herido de ámbar a quien las escuchaba, como enloquecido de diamantes sonoros. Los papagayos de oro amarillo iban de rama en rama a la mano cetrera del Cardenal, que como un fantoche rojo se paseaba por mi jardín ofuscado de tanta Fé católica, una larga Fé católica que tenía advientos verdes, de esmeraldas iridiscentes, y trompetas carmesíes muy violentas que anunciaban a Jesucristos crucificados violetas y negros, siempre expirantes, con los labios siempre entreabiertos en los que una araña tejía su seda llena de rocío diamantino. Nunca abjuraba el Cardenal de tanta penitencia y tanta locura cristiana, bellísima y sádica como una mujer mala, y se flagelaba con un látigo verde y oro, sobre la espalda desnuda, cuando se bajaba a la cintura el púrpura manto cardenalicio, sólo los papagayos eran su pecado, sólo los papagayos eran su fantasía, cotorreaban delicados y exquisitos pecados oídos en los confesionarios, leves pajas adolescentes o crueles asesinatos de niños no natos por señoras adulteras, o incestos de hermanas con hermanas, cotorreaban con un leve cascabeleo de semana santa, tenía el griterío lórico música a semana santa, con incienso extravagante en cada crótalo. La oscuridad se los tragó. Después la oscuridad se tragó mi fuente de bronce cerduno, el cerdo que era una fuente, el jabalí entre cuyos colmillos un chorro de agua pura vomitado ponía un acorde de repugnancia a unos adolescentes bellísimos, que se bañaban desnudos y dorados, desnudos y de plata, desnudos y de nácar, negros y desnudos, en una alberca llena de absenta verde, en un atardecer de zumo de pomelo violentísimo, muy ácido y muy amarillo, refulgente de tanto sol culpable, mientras ardía la mansión de Rebeca y esta enloquecía ante la perspectiva de quedarse sin casa. La oscuridad se los tragó, a todos ellos, al papagayo y al cardenal, a la fuente y a los muchachos de la fuente, a la luna que daba sobre una estatua de mármol blanquísima, al banco de metal retorcido y barroco que pintado de plata y plomo había en el jardín, a la luz de la luna y a la estrella fija en el cielo que ponía su estática nota de piano y cristal amarillo a lo silente de la hierba de la noche. La oscuridad se los fue tragando lentamente, pero sin descanso, como un orfebre apresurado en un reloj de oro, como un viejo artesano carpintero que fabricara una silla para un rico obeso, sin olvido de nada. Se tragó la oscuridad a mis hormigas rosas, que se sumergían en el mar y competían con gambas rojas y amarillas, y se tragó la oscuridad mis pavos reales, mis cíclopes silentes de centenares de ojos verdes, los cuellos lapislázulis, y los motores de coche destrozados, y se tragó también mis estatuas verdes, mis estatuas de oro y mis estatuas rojas, mis Heliogábalos béticos y mis airados e hieráticos Marco Aurelios negros, que lloraban lágrimas de leche blanca, y mis Cristos de rosa con clavos verdes, y mis monstruosos hombres con cabeza de tentáculos, y mis Apolos transparentes a los que se les veían las venas de la sangre circulante, y a mis duendecillos del emparrado de las rosas negras y a mis muchachos que danzaban en el desierto de Marte y a mis Torres de rubíes. Se los tragó la oscuridad.


DESCONCIERTOS DEL ESCRIBIENTE
F.S.R.Banda

El desierto lunar con sus luciérnagas en su negro terciopelo, las luminiscencias de las constelaciones trazadas en el nimio pergamino con la prolija mano del fauno en privilegio de perdidas bravuras, la vastedad translucida de un océano de hielo milenario, las blasfemias escritas en el polvo, en la aun tibia ceniza funeraria, en el vidrio ciego del ventanal empañado, signos, símbolos, imágenes que han perdido su significado, intraducibles retruécanos de pordiosero. El desquicio y la ponzoña allá en lo alto del índigo a la manera de augurios siniestros, la evocación de las magnolias y las violetas escrita con vicioso detalle en la bitácora del destierro. La efímera sensación de la decadencia, de la palpación del alabastro abrumador y frío, la mansedumbre del testigo despiadado, el sendero de los abrojos y el de los crisantemos, el murmullo del agua con sus jaculatorias herejes, colapso, amargura o escarmiento. Bajo el vernáculo aguacero de los quebrantos, andariego y autárquico, bufón de toda las reinas y de todas las meretrices, devorador de los otoños y de la falacia de la mandrágora, soberbio escarabajo del crepúsculo. La palabra marmolada y sin clemencia con su misericordia de libélula o sus perjurios de albatros, navegaciones en cristerías, en arrabales, en la turbiedad insana de los albañales, en los preludios. La melancolía del incienso, del sándalo, del tungsteno, de la intimidad de las medusas menguantes, de su alquimia y su vértigo y su resonancia, entreverada en el púrpura del ocaso y en el jolgorio de las madreperlas. La quietud del varadero de ultramar donde la brisa se venía de ámbar y alelí, mientras el verano devoraba los amarantos dejando una reverberancia de color carmesí y un aroma de mariposa. Todo va cuajando en un ronroneo perverso, como un dibujo a carboncillo de siluetas deformadas en los reflejos de la escarcha. En la luminosidad contenida del último farol, a la vuelta de la esquina, hay una dulzura, una fugacidad, un rostro de soslayo y unos ojos dormidos, inviolada comarca donde persiste una pequeñita vehemencia de insecto o de pájaro. Una mujer dolorosa observa apoyada en el alféizar de un altísimo ventanal como se ensombrece la tarde decimoquinta, pero su mirada nostálgica está ya en un abril lejano buscando el día en que amanecerá distinto. Toma un libro, lo hojea y lo deja, mira el mar, se entristece y eleva la mirada hacia el vacío añil de su cielo, mira el río, se abruma de soledad y llora. Es todo.



Revista PARADOXAS N° 182
20 de Marzo de 2013


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