martes, 14 de mayo de 2013

PARADOXAS Nº 177


PARADOXAS

REVISTA VIRTUAL DEL SURREALISMO NEOBARROCO


Año VIII - N° 177


INDICE

GUARASAPOS - Thania Rincón
EL AYER - Beatriz Graciela Moyano
A PLENO VUELO - Beatriz Graciela Moyano
LLUEVE EN LA ISLAS - Nieves Mª Merino Guerra
RENACER - Nieves Mª Merino Guerra
HILA UNIVERSOS DE LUZ - Maria de los Angeles Roccato
HAY MENSAJES SAGRADOS FLOTANDO EN EL AIRE - Maria de los Angeles Roccato
SI YO PUDIERA CAMINAR DE NUEVO - Ivonne Concha Alarcón
NO ME ALEJARE DE MIS SUEÑOS - Ivonne Concha Alarcón


EDITORIAL

“En el momento de dar con un título que reúna estos trabajos sobre la poesía argentina contemporánea, resuenan de manera especial las palabras pronunciadas por Arturo Carrera a modo de evaluación de su propia experiencia y también, por qué no, de lo que se leyó y discutió a lo largo de tres intensas jornadas en el mes de noviembre de 2006. Al final del encuentro, como cierre —y nosotros las reponemos ahora, para comenzar—, Carrera pronunció la siguiente aporía: «el neobarroco no fue un movimiento, fue una nominación». Esta radical distinción entre movimiento y nominación, produciendo un efecto por otra parte típicamente barroco, arroja de pronto una rara luz sobre algunas zonas de la poesía latinoamericana contemporánea mientras que deja en la sombra otras tantas. El neobarroco es un hecho literario (no podemos usar ahora libremente la palabra «movimiento») que domina la escena latinoamericana hacia fines de los años setenta y comienzo de los ochenta, probablemente uno de los últimos a escala continental del siglo XX, y que ya se presenta desde la perspectiva de la clasificación o del museo. Otro poeta del grupo, Eduardo Espina, utilizó el término de «neobarroco envejecido», lo que además de proponer una curiosa reconciliación entre lo nuevo y lo viejo, pone en evidencia la dificultad, por parte de algunos protagonistas del grupo, que todavía continúan escribiendo, en reconocer su extinción. El concepto mismo de «nominación», según la proposición de Carrera, tiene en este sentido algo de esas etiquetas que acompañan un determinado muestreo (una historia de la literatura, una antología, un álbum de fotos, un coloquio) y es curioso, entonces, que un hecho literario como el neobarroco se apague en aquello que se consideraba como su esencia (la exaltación, la brecha, la prolongación, etc.) y permanezca simplemente nombre, nominación (i). Es curioso que se lo considere así, dado que en su misma proposición este «movimiento» literario produce un desplazamiento del nombre barroco, prolongándolo y exaltándolo, a título de proclama, volviéndolo a nombrar, según los dictados de José Lezama Lima y de Severo Sarduy, como clave de la expresión americana. Es curioso, también, que el neobarroco, que sienta sus bases más en la opacidad que en la transparencia del lenguaje, relevando de ese espesor, ese sedimento y también, al decir de Néstor Perlongher, uno de sus propulsores rioplatenses, de ese barro al mismo tiempo origen y escoria de la palabra poética, se aplane, se adelgace, se aligere en mero nombre. Quizás Perlonguer entrevió esta amenaza y por eso propuso, para esa parte sur del continente bañada por el río borgeano «de sueñera y de barro», la denominación de neobarroso.”

i.- Nominación es un término que refiere la acción de «nombrar», es decir que implica tanto el hecho de decir el nombre de una persona o de una cosa, como el de distinguirla u honorarla; estas dos acepciones dan cuenta más de un resultado que de un proceso.

Fragmento inicial de “Movimiento y nominación. Notas sobre la poesía argentina contemporánea” de Sergio Delgado, Université de Bretagne.

El Editor


LECTURA DEL SACRUM CRUENTO EVANGELIO DEL POETA
Thania Rincón

Quien con tus versos se emociona por el sentimiento intenso que expresan, acaso pensará si tanta dicha existe o si tu corazón está vacío y muere de pena, si tu canto a la pasión procede de una vida próspera, fecunda y bella, o de una desesperanza estéril y funesta que hasta a las estrellas ensombrece y a la cómplice luna sus cejas arquea. Pensará en ti, poeta, o sólo se busca a sí mismo en tus letras y cuando no entiende tus laberintos se distrae refugiado en la ilusión de tu magnificencia, o al sentirse aludido a pesar de tu mirada distraída y ajena, le brota la alegría como olas níveas altaneras chocando contra arrecifes encantados en el mar de ensueños de tu sublime elocuencia. Semejante rareza es tu arte de crear amores y guerras, escenarios vívidos en paisajes utópicos, vibrantes escondrijos adornados con pulcra y sutil destreza. La saeta de un puño confundido podría reconocer alguna vez con indiscreta insolencia tu gran habilidad de trovador sin frontera. Acaso tu ceño contrariado cuestione con soberbia la osadía de semejante hechizo que llamarás torpeza. No lo culpes ni te enojes, genio de inquietudes, sembrador de quimeras, si alguien cree en la magia que tu mundo recrea…nadie sospecha, a nadie preocupa lo incierto de tus dolores o tristezas, de tus fracasos o proezas;  sólo se adueña de la felicidad que brinda la gloria de tu extraordinaria faena. Si sufres o amas, olvidas o extrañas, pierdes o ganas, vives o inventas, qué más da. Regalas la dulzura y ternura de la entrega, la ira encendida y la soga más ancha que destroza barreras, la legendaria pasión que traspasa la piel, la asombrosa calma tras la turbulencia, la frescura de la risa escampada, la explosión por la eterna amada atrapada en tus cadenas, la incertidumbre de saberse perdido en la nada, la pesadumbre del andar sin esperanza, la pena noctámbula de la arisca certeza, la caravana del adiós por la ausencia, el dolor y vacío de un final sin miradas ni respuestas. Ellos y ellas, lectores fugaces o de siempre, en la búsqueda de su propia isla adorada secreta, transformarán sus páramos desolados y sombríos con la ilusión del palpitar de tus venas, seducidos como presas se refugiarán en tu noche que los protege y amansa, que los exalta y despierta con la más dulce melodía de un amanecer lleno de sorpresas tan solo por el regreso de tu rostro invisible que se ajusta a sus propias promesas de un amor sin olvido, perenne en un mundo cristalino sin odios ni castigos, diamante de pasión y paz imperturbable que se viste con el dulce rocío de tus lágrimas que te hacen cierto y accesible en el reino de los vivos en ese punto único irrepetible que en su imaginación intercepta con el tuyo su camino: jubiloso recodo en el incesante trayecto de rectas dispares sin ayer sin mañana que en todo el mundo se proyecta.  A nadie importa si alguien te olvida o te sueña. En el universo infinito sólo fuiste, eres y serás siempre el poeta.


GUARASAPOS
Thania Rincón

“…un fragmento de la escena vista es reunido en la fantasía con otro de la escena oída,
mientras que el fragmento liberado entra en otra conexión.
Con ello, un nexo originario se vuelve inhallable"
(Freud, Obras Completas, Ed. Amorrortu, Tomo 1, p: 293)

Viene de otros caminos que nunca conocerás, con otros cielos, otros árboles, donde los ojos buscan y los pies se balancean suspendidos en el aire, donde se nace viejo y se muere niño, donde se aprende a reír después de llorar millones de años. Allá la flor no es una flor, es un campo infinito de arena y cadillos, donde los sueños forman un techo transparente para hablar con el universo. Y cuando tropieza se cae y las heridas no son de aquí ni de allá, son ancestrales, huellas de visitantes que vienen en su paseo obligado por todos y cada uno de tantos años. Es la ronda de la luna que viene arrastrando las hojas desde ese lugar donde alguna vez lo vio y no lo ha vuelto a encontrar porque ella viene de allí, de donde las piedras son regazo, el río un mar de guarasapos de nados sincronizados orquestando la bruma al ritmo de la melancolía de la traviata dejando sin aliento a las ranas de tanto competir con la nostalgia, y los dedos se llenan de oro negro que manchan los viejos zapatos antes de llegar a los techos de paja en cuyos fondos los caujaros empegostan las pestañas de volantines que surcan sobre ese muro de contención débil vigilante de que el lago granito no ahogue las ramas y los sueños, y el cabello se pinta  de perenne azabache que acaricia los ojos para que no vean que es de mañana y flotan las sonrisas que se vuelven más cabras mientras escampa en el alma un llover de meteoritos y cientos de pájaros vuelan entre las rejas del mañana que nunca ha pasado pero se sabe que de él nadie se escapa. No. Nunca conocerás de esos cielos quebrados ni de esos árboles bajitos con topes blandos donde las noches dibujan rostros mudos blancos, donde el mar está bravo de sueños vacíos que se hunden al transitar páramos de azogue,  maravilloso carrusel en las manos  que vuelven la piel incolora  y cristales los labios. Allá hay rosas de acetato que el polvo cubre en los desiertos patios con paredes de grietas en ocre pálido la tierra seca calienta invitando a tomar café a los espantos, incipientes otros se mecen lerdos en balancines que juegan con ellos sin casco. Entonces podrías cabalgar en las nubes, volar en el pasto, ser también ese cometa y volver a ella para marcharte otra vez después que seque tu llanto milenario minúsculo gigante corolario de estrellas que un día se fugó de su fúnebre cueva atravesando espacios equivocados. Sólo si fueras allá y miraras un rato de donde ella es y nada es así, porque sucedió desde hace millones de años cuando sus alas de seda en limosna de jabón bordado adornaban las noches buenas flotando en el viento como papelillos de colores burbujeando… ¿ves que nunca conocerás de dónde viene? porque aquí nada es así y ella ni está aquí ni está allá desde hace rato.


EL AYER
Beatriz Graciela Moyano

El ayer se me viene como un potro salvaje atropellando la memoria, me acosa con las sensaciones del plenilunio aquel que nos encontró embebidos de amorosas caricias, sumergida entre tus brazos fuertes. Vibraban las horas de espera entre espejos y fragancias para lucir frente a ti, ah! si hoy fuera ayer, nubes blancas y celeste cielo, las noches plagadas de estrellas en un techo contenedor que abrigaba con solo sentir tus manos rudas aferradas a las mías. Que no daría por que regresara esa magia, pediría perdón por mis excesos, volvería a perder la razón, ciega y loca treparía los vagones para colgarme de los trenes buscando tu mirada para encontrarte en el brillo de los ojos de un niño triste, perdido en el paisaje verde que le dibuja el viaje en busca de amparo. Tendría otra vez el pelo libre rizado para que jugaras con tus dedos y lo humedecieras con el aliento, si tan solo hoy fuera un día del ayer, volvería a sonreír confiada y segura, le cantaría al río marrón que nos vio reflejados, que nos bañó en sus aguas en nuestros días felices, regalándonos su mística corriente bravía y los frutos vivientes de su lecho arcilloso, ese tiempo del ayer dichoso en que día a día se emprendía la conquista y la seducción como juego preferido, cuando los fantasmas no vivían en la azotea de las razones, esas que juegan con los sentires del alma soñadora, amanecida, y los convierten en falacias. Se hace difícil aunque el recuerdo acose con convocar el ayer, remontar y borrar los desacuerdos, anular los dichos, aniquilar, triturar las estatuas de hielo y disolverlas, pero si tan solo hoy, pudiéramos vencer a nuestros propios egos, te sorprendería por la espalda, una vez más cuando menos lo esperaras, para llegar a esos besos que me diste ayer.


A PLENO VUELO
Beatriz Graciela Moyano

En la extensión de todo el trayecto que voló, hubo escalas entre el caos del origen y el seguro destino. El vuelo es rasante y las alas son el balance, sutil y prudente equilibrio, casi sobre el suelo ve los pedregales y el verde seco de poca hierba y tierra apelmazada, desalientan. La sagacidad y rapidez dejan contemplar las contingencias y evadirse ante el peligro de lo que exista y suceda. Altos vuelos proyectan un sin fin de utopías esparcidas y percibidas que al converger provocan solo un aumento energético, golondrina intensa que se desliza sobre las corrientes ascendentes y tibias del día hasta encontrar ese arroyo de aguas de deshielo que baja de la montaña, allí sí, desciende a beber la frescura y cuando pliega las alas junto al cuerpo, siente, siente. El tamborileo de los latidos del corazón es la conexión inequívoca con el espíritu, con la verdad. Le gusta conectarse con ese latido, es vida que a veces olvida en aire a pleno vuelo, si encuentra un refugio paraje arbolado, descansará de soles y rutas con corrientes turbulentas, abrumadoras, su alma pide un sosiego a las intensidades en cercanías, esa afición por vivir cada tramo del viaje con la química factible o inevitable, esa que la sacude y atrae que la llama y evita. Con todo lo poco o mucho que a podido volar se ha desvanecido en un abismo, por un proceso caprichoso o causal, pero dictaminado al fin por el padre de la creación de todas las cosas, en desconcierto real y turbación, se han juntado en alocada mezcla de aires calidos con los fríos, las corrientes fluidas con las densas de forma tal que se condensaron en una y llegan trayendo fragancias y fragmentos de distintos continentes y bifurcan esas rutas que llevan a ninguna parte, se seca el lúbrico elixir aceitoso de esas alas impermeables, siente que ni las hélices podrán evitar que desaparezca, podrá planear su propia muerte, como un hombre que se revela a su destino peregrino, a ser vigía y centinela de sueños extraviados, que en su fin de desaliento concluye y define morir y ser enterrado junto a los anhelos que surcó entre nubes serenas y blancas en un cielo azul celeste, que no pintó para sí.


LLUEVE EN LA ISLAS
Nieves Mª Merino Guerra

Y me ha parecido estar mojándome bajo el rumor de ése canto en ésta ciudad también, aunque sea verano. Todas las lluvias son similares y las sensaciones las mismas cuando... llueve. El viento, arrasa también cuando se une a la lluvia que rompe los cristales o los estores de las ventanas que, descuidadas, quedaron abiertas. Empapan el suelo de las terrazas y balcones llenas del hollín que se respira. Y se agradece... llueve... Si... Y donde antes corrían barrancos y acequias, ahora se inundan calles y plazas de garajes, pisos bajos... La luna, tímidamente creciente, quiere asomar sus cuernos iluminando las nubes. Llueve... No solo en todas las ciudades fantasmas, aparecidas de la nada en donde antes había campos... o el mar. Que también se enfurece y se rebela rompiendo los diques que le han impuesto como si fuesen de papel. Siguen viéndose refugiados en los portales. Bajo alguna esquina... si... esperando a que escampe o amine el viento en la soledad de las ciudades vacías. Como la tuya y la mía. Con el rumor de los vehículos que salpican más las aguas empantanadas donde antes corrían libremente hacia el mar. Pero no hay nieve en la cumbre. Es verano. Y un calor pegajoso hace sudar. El aire huele diferente. No como en los campos, donde los perfumes de los árboles, hierbas y flores, parecen embriagar el ambiente. No con ése olor a tierra mojada y fresca, que oxigena y se aspira con ansia. No. Se respira otro aire, electrizante. Con menos humo. Menos denso. Pero sin perfumes a flores. Si a restos de basura que salen de las cloacas a veces atascadas, de las tapas rotas de los sumideros en las aceras, inundando de inmundicias, ratas, cucarachas. No se oyen grillos. Ni ranas. No, llueve, y el alma se entumece también. Con ésa melancolía que se hace gris no solo en el firmamento. Se medita diferente. Llueve... Es agua, vida, principio y esperanza, limpieza. Y postes también que rompen. Palmeras que se agitan silbando y bailando junto al viento cimbreándose hasta parecer besar el suelo asfáltico entre las farolas de la avenida con sus hojas como melenas sueltas que barren los charcos. Árboles que parecen recuperar un color olvidado casi verde, limpios de la mugre de sus hojas. Llueve en la ciudad. Da igual cual sea. Llueve diferente. Experimentando en mi lo vivido con una intensidad inenarrable desde el balcón donde estoy en mi casa, y en la ciudad, construido en terreno ganado al mar que cuando se embravece se burla de los pilones de piedras, muelles deportivos, avenidas flamantes, inundando y golpeando con sus olas cualquier muro de contención, para reventar en las autopistas .con sirenas de bomberos, policías, luces de desvíos y avisos. Las siluetas fluorescentes de los encargados de mantenimiento en carreteras, discos, conos, colas de automóviles en hora punta. Caras de cansancio. Hastío. Miradas perdidas. Cejas fruncidas. Rostros serios, meditabundos. Tristes. Con éste silencio que casi que parece envolverlo todo. No solo lo que nos circunda. Se oye el arrancar de un coche. Murmullos que como ecos arrastran algunos. Silencio. Silencio y soledad. Mucha soledad entre tanta gente. Demasiada soledad. Como si no hubiese vecinos. Como si cada edificio y hogar estuviese a kilómetros de distancia. Ni un murmullo. Ni una voz, ni un saludo amable. Con suerte, miradas que se esquivan. O se pegan al suelo. Ausentes. En sus propios mundos vidas, problemas, preocupaciones, en un crisol de razas y colores como en ningún otro lugar. Canarias entre continentes. Islas puente. Donde algunos vienen y van de paso y otros quedan para siempre. Solo ruidos en la calle que se cuelan a través de mis ventanas entreabiertas con los estores algo rotos por el fuerte viento que déspotamente y sin aviso, se filtra con fuerza y arrasa. Cierro rápidamente, aunque en algunos lugares, la terraza es muy amplia, llego algo tarde. Y justo cuando acabo de cerrarlas, amina el viento y el calor húmedo hasta el extremo vuelve a hacerse presente, agobiante. Asfixiante. Sin levantarme de la silla de escritorio (tiene esas ruedecillas geniales) me hago hacia atrás y vuelvo a abrir un par de ventanas, ¡que entre aire!, aunque se cuele el ruido molesto. Extraño voces amigas. Extraño a mi gente. Mi pequeño duerme, solo escucho, de nuevo, como cada noche, y muchos días, solo mi voz. Mi mente. Mi pensamiento. Mi alma. Sentimientos, caleidoscopio incesante de angustias, preocupaciones y cansancio. Aquí, ya no llueve. Pero sigue siendo la ciudad anómala sin más años que la de su conquista y reconquista humana y al mar. A la mar, donde antes era un arenal entre dos playas. No sé por qué, imagino ahora mismo una sonrisa en tu rostro al leer esto. Es como si te viese. Sintiese. Adivinase. Ahora zarandea un viento cálido. Un trueno lejano. Relampagueo que debo mirar si proviene de las nubes o de los faros de los coches que desean llegar pronto a sus casas, gente seguramente, impaciente. Hartazgo. Son, somos, privilegiados. Seguro que el vagabundo vocacional, ya está tapado por plásticos y cartones, cubierto bajo algún portal, arrebujado entre sus escasas y mugrientas pertenencias, es el único libre. El menos solitario. El más feliz. Disfruta de ésa lluvia, aunque sea en la ciudad. Seguro que es más verde que la mía. Seguro. Y más limpia también. Con aire más puro y menos denso. También llueve en mí por dentro y se anegan mis entrañas.


RENACER
Nieves Mª Merino Guerra

Si tuviese un amor así apasionado aunque solo fuese en sueños pasajeros, si tuviese, al menos un momento ilusiones de amor enardecido, temblaría sin sosiego, del todo se apagaría mi tormento, sentiría, al fin, mi vida llena. Entonces moriría, plácidamente, con un rictus alegre en la mirada matando soledades con recuerdos, con la magia y el misterio de locos amores juveniles que hicieron nido entre mis versos. No más la mirada insegura, temerosa, escudriñando a todo aquél que se te acerca y que me halaga sin saber dónde esconde sus mentiras, harta de ser tan malquerida, maltratada, engañada y traicionada, insegura, escondida en mis sábanas donde sólo te quedan sus rechazos. Insegura de ser mujer deseada, de tantos juramentos temporales, de la sórdida cruz que me atormenta. Y no sé qué hacer con mi destino de amar sin ser correspondida. No sé qué decidir sin hacerme daño, no sé cómo vivir el desatino de ésta inseguridad que me domina. Me hiere, y en mis dudas, me atormenta, afronto su desprecio y su amenaza pareciendo serena en fortaleza y vuelvo a padecer por su silencio. Pero amanece en toda vida, no puede bramar el cielo si apareces vestida de arcoíris, zalamera, ni si se abre la violeta, y si floreces como un jardín en primavera. No ruge el cielo, no, está tranquilo,  no hay nubes grises que te acechan porque todo el dolor que ya has vivido se esfuma. El mal deshecha. Sonríe de nuevo a la vida, dejando atrás el rictus doliente que dejaba opaca tu mirada y vuelve a latir en el sol naciente. En el deshielo del alba asoman luces primeras de ése sol que aguardaba como novio, a Primavera. Y entre violetas humildes, prímulas de campos, yedras perfumadas de rocíos, rosas, romeros que alientan un amanecer de esperanzas que nuevas vidas generan, las pasiones, los amores se renuevan y refuerzan, otros nacen como rosas sin espinas, sin quimeras que no sueñen los amantes. El arcoíris resplandece, cielos azules que mezclan nube de lluvia temprana con el sol que le atraviesa explotando en mil colores, despertando, así, a la Tierra. Más allá de los sueños hay un Paraíso donde no se mastican el dolor ni el miedo, con olor a azahares, aromas de amores que siguen eternos más allá del sentido, del sopor que ahora siento al cerrar los ojos y mirarme adentro. Es génesis en entrañas, la Naturaleza se preña en tierras sembradas con simientes de grandeza, los milagros que se alcanzan en la desposada Primavera.


HILA UNIVERSOS DE LUZ
Maria de los Angeles Roccato

Dormían serenos en lecho de humedecidas hojas semejantes a corpúsculos  de azúcar morena  crujientes, dorados, volátiles, tan brillantes y resistentes como fina película de removido barniz. Irrumpe en la escena el  taconeo irregular de la mujer levantando polvo y despertando conciencias dormidas. Altiva transita el lugar, sabe que el paso de la escoba borda en la brumosa atmósfera una banda de sutiles mariposas de polvo, que al silencio inquieta. En un segundo la serenidad envuelta en bruma y silencio convierte en caos ruidoso. ¡Zas! Revuelo que los obliga a movilizarse desde  los húmedos laberintos de sombras .Sorprendidos emprenden el vuelo poblando el espacio  convertidos en dispersa alquimia multicolor. Minúsculas y aladas presencias que al desentumecerse aletean fuera de sí al miedo y al sueño, eclipsadas y cautivadas por sentirse libres van vienen reptan zigzaguean se detienen vuelan observan y  se entregan  fluidamente a la mazurca del viento .Hechizante enjambre que al interceptar la  esfera de cristal que cuelga serena de la arcada de la pared opuesta y  repujada de arabescos, los  convierte en millones de arcos iris. Atrapante imagen. Seducción para la visión. Mutación… metamorfosis singular y misteriosa en calidoscopio. Doce estiletes de bronce expanden su metálica voz señalando el disciplinado rumbo del tiempo. Cósmico momento, donde la realidad, se convierte en sacra manifestación. Cada partícula movilizada acude al llamado. ¿Hacia dónde van? ¿Qué sortilegio le puso alas? ¿Las doce campanas, el rayo de luz…o quizás la femenina presencia? .Ahora El torbellino danzante  cae convertido en manantial de luz, transita amoroso  cada milímetro de la piel abriendo horizontes en las células  e instalándose definitivamente en el alma. Susurra entre la brisa preñada de rocíos y aroma a  jazmines y nos recuerda. “eres poseedor del don, disfruta y siembra con él y en cada palabra, gesto y acción…el despertar de una conciencia de luz…hila la urdimbre sonora y fecunda de una nueva etapa en la faz de la tierra”-Ríe, avanza, sueña, ama y perfuma de fiesta tu alma para desbordarla en campo de amapolas  y nutrir de  comprensión, generosidad y fraternidad los confines más sórdidos de la humanidad.


HAY MENSAJES SAGRADOS FLOTANDO EN EL AIRE
Maria de los Angeles Roccato

Intento descubrir cual peregrina estelar y con la impronta de indomable mujer el lenguaje que la Madre Natura rebela en su prodigioso menú. Observo con deleite la urdimbre rumorosamente cantarina que baja a borbotones de la montaña y por la ladera se deshila contra las rocas habitantes del lecho del río y que acuña el mensaje de las ondinas. Sabor de tiempo el agua de deshielo trae y traza senderos de curvas y contracurvas moteados con la tersura verde musgosa salpicada de estrellas. Los pejerreyes y las lamas cabriolan una exquisita puesta coreográfica. Mis pupilas se pierden en la circularidad del cielo mientras hago sonar el metálico cuenco y saboreo el aire que trae aromas impregnados de piquillín, rosa mosqueta y zarzaparrilla. Observo con embeleso el planear libre y sereno del cóndor recortado en el azul de la tarde y que es amo y señor de las rocosas paredes bendecidas por la sólida presencia del volcán, que inquieto suele bostezar de tanto en tanto cenicientos refunfuños. Reúno a modo de ramillete versátil el mugido de los vacunos que hunden sus patas en el humedal y de los pequeños caprinos que en majada se suman, para luego trepar piedra a piedra hasta encontrar el sustento. Percibo bajo el espinoso chañar el reptar cascabeleante y dorado de la encantadora de insectos y de pequeñas aves y que en su andar dibuja las arenas en búsqueda del nidal de las ausentes perdices adultas. El sol deja sombras y en ellas se marca el diseño móvil del paso de las incansables obreras que marchan en tribal respuesta hasta hundirse en el circular boquete de los laberintos de tierra. Trabajo de entrega permanente generoso y organizado. Sigo el danzar del arácnido mandala y tan visible como inquietante y misteriosa joya, “ella”, su dueña sobresale del prolijo bordado entre el pastizal, diseño de fibras blanquecinas y vibrante y cuajado de diamantinas gotas de universos de rocío. Me encuentro con la astuta mirada de una liebre que ante mi presencia huye saltando hasta perderse en la madriguera festoneada de trastos y leños. De repente el retumbe se expande en la hondonada, toca el tunduqueral y corre con inquietud en las galerías perforadas por los minúsculos roedores, los pastos se mecen. Me doy cuenta que mi ser esta vestido de silencio, percibo el anuncio de la humedad y me asombro con las nubes que han pintado al cielo de gris .Cuánto tiempo ha pasado, solo sé que aún conservo los cuencos en mis manos y yacen silentes. Saludo con unción a los mutantes misterios de la Madre Tierra… salgo del éxtasis al contacto de una lágrima que del cielo baja y viene en comparsa con otras, corren por mi frente dejando la sagrada huella de diamantina frescura. Mi corazón se agita ante el desflecado zigzagueo del rayo anunciando al trueno que muestra su fuerza y rompe el silencio, con su voz profunda. Todo ha vuelve despacio a la calma, la brisa ahora profunda en jarillas sopla los velos nubosos dando lugar a que se perfilen las titilantes damiselas que en la noche reinan. Grillos y ranas se bañan felices en los espejos que aún persisten. Hay fuerte aroma a tomillo y jarilla… hay enamorados esperando a la luna… y certifico con la experiencia vivida que… hay mensajes sagrados flotando en el aire…


SI YO PUDIERA CAMINAR DE NUEVO
Ivonne Concha Alarcón

Si yo pudiera caminar de nuevo entre las flores del jardín en la casa de mi niñez, ¡ay si se pudiese desandar lo andado!, entonces recorrería una y mil veces ese camino que en sus costados lo adornaba una plantación de manzanillones, una flor blanca con un centro amarillo, su olor no era agradable, aún más era muy molesto olerlo, pero hoy lo evoco y lo huelo como si estuviese recorriendo de nuevo ese pasado ingenuo, sano y pueril. Tenía 7 años, quizá un poco menos, lo recuerdo como si lo estuviese viviendo en este momento. Me reúno con dos de mis hermanos, Alicia y Luis, ya que Hugo era un bebé y recién el daba sus primeros pasos. Nos reunimos a jugar, era una tarde perfumada de primavera, me llegaba el olor de los naranjos que aún tenían frutos. Mis hermanos decidieron cortar las flores para regalárselas a mi madre, claro que ellos no pensaron en que las flores había que cortarlas con tallo y ellos solo cortaron la flor (jajajajaja) ahora me da risa pero aquella vez fue susto porque yo sabía que esas flores eran para regalárselas a alguien, no recuerdo a quién pero sí sabía que mamá más de un regaño les daría. Fuimos niños, felices y sanos - yo soy la mayor - vivíamos en una casa grande con un gran jardín y una huerta detrás de la casa. Teníamos un perro que se llamaba “Pollo”, sí, que apodo más extraño, nunca supe quién le puso el nombre de un ave a un perro pero el entendía perfectamente cuando le decíamos ¡Pollo ven! ...Y el raudo acudía. ¡¡¡AAYYYY que tiempos aquellos!!!. Sé que no volverán pero bien vale la pena recordar esos momentos que por alguna razón se me grabaron en la memoria. Cómo no recordar la niñez si en esos tiempos era tan distinto vivir, disfrutábamos de la familia; papá, mamá, hermanos. Algunas tardes nos reuníamos en la huerta debajo de los árboles y mi padre traía su guitarra, cantábamos con mucho entusiasmo. Éramos felices divirtiéndonos sanamente, no necesitábamos tecnología, la alegría estaba dentro de nosotros. No recuerdo que entre nosotros hubiesen peleas, éramos y somos hermanos muy unidos. Será por eso que no soporto ver hermanos peleándose. Será por eso que no puedo entender cuando escucho por ahí la palabra hermanastros. Si porque ellos son hijos de otro papá, no del que me dio la vida sino del que me crío...sí...mi viejito, el hombre a quien le he dicho toda la vida “Papá” y a quien amo con todo mi corazón. He tenido mucha suerte en la vida porque tuve dos papás...y a los dos los pude amar porque así me enseñó mi madre, a no tener rencores en mi corazón porque de nada me servirían. Gracias Dios porque me has dado tanto...


NO ME ALEJARE DE MIS SUEÑOS
Ivonne Concha Alarcón

No me alejaré de mis sueños, quiero que aguarden por mí hasta que yo vuelva, esperaré que el tiempo se lleve los recuerdos a esos rincones del alma donde recordar no cause dolor, donde las tristezas no ocupen lugar y las sombras se transformen en luz. Subiré a la montaña, atisbaré tus reflejos luminosos donde la felicidad sea tu aposento, donde nadie juzgue tus caminos, donde tus prados me lleven a descansar y tu abrazo sea de nuevo ágil y protector. Recorreré valles plenos de bosques de araucarias, cogeré su semilla como mi alimento, volveré a las raíces para de nuevo renacer de entre las nubes blanquecinas plenas de agua húmeda y vida propia. Así llegaré al relax que mi cuerpo y mente aún necesitan. Quiero ser de nuevo ave libre navegando sobre aguas claras, cristalinas, plenas de vida submarina, complementadas de peces irisados. Naturaleza viva, chispeante, desbordada de alegría, plena de emociones y sentimientos que despierten tu aurora, renazca el alma, sin recuerdos que dañen el alma. Quiero paz en mi corazón, descanso en el corazón, sentimientos acompasados de amor del bueno. Tu paz será siempre la mía, tu recuerdo será siempre mi única joya de valor. Nada se debe buscar, todo llega siempre como corresponde por derecho propio, es la experiencia ganada, el trabajo bien elaborado, el justo valor de lo que corresponde y lo que es. Nada sucederá si yo no quiero, nada me dañará si yo no busco lo falso. Todo será lo justo, lo correcto, tal cual como tu querías, sin dañar a nadie, sin sorpresas, sin engaños, sin deslealtades. Seguirá la vida, fluirá la vida, renacerá el encanto, florecerán los jardines, la naturaleza hará su obra, el sol de nuevo será la luz y la luna traerá su noche como todos los días, como siempre desde el principio hasta el final de la vida. Tu recuerdo será una suave brisa que bese mis mejillas diciéndome vive... vive tu vida.



Revista PARADOXAS N° 177
1º de Octubre de 2012

Numero internacional:
Thania Rincón – Zulia, Venezuela
Beatriz Graciela Moyano – Rosario, Santa Fe, Argentina
Nieves Mª Merino Guerra – Las Palmas de Gran Canaria, Las Palmas, Islas Canarias, España
Maria de los Angeles Roccato – Mendoza, Argentina
Ivonne Concha Alarcón – Santiago de Chile

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