PARADOXAS
REVISTA
VIRTUAL DEL SURREALISMO NEOBARROCO
Año
XI - N° 236
INDICE
VERSIÓN DE LOS OJOS - André Cruchaga
PÁJARO CIEGO - André Cruchaga
Lemebel y los ángeles del cielo - Alex
Vigueras
Me gustaría bañarme en mi propia saliva para
evitar - Agustín Fernández Mallo
Soy un Oligofrénico profundo. - Francisco
Antonio Ruiz Caballero.
SOOOLITARIO - F.S.R.Banda
EDITORIAL
TRES O CUATRO
IDEAS
Roberto Merino
En su famoso
tratado sobre la expresión poética, Carlos Bousoño observa que en la poesía el
signo no se comporta de modo "arbitrario", como se supone desde
Saussure que sucede en el uso no poético de la lengua. No obstante, en la vida
diaria son muchas las instancias en que las palabras revierten su eventual
arbitrariedad y muestran una relación estructural con los hechos o las cosas.
Digo esto considerando que nadie —salvo un narcisista romántico— pensaría en
serio en vivir poéticamente en el nivel cotidiano. Un propósito semejante, de
realizarse, no tendría nada de belleza ornamental, sino más bien nos llevaría a
las proximidades de la locura. Por cierto, el signo es arbitrario en una
situación de inmanencia (o sea, nunca), pero pierde su arbitrariedad en cuanto
se pone en funcionamiento. Yo pienso en los árboles, pronuncio la palabra
árboles, me imagino árboles distintos, contrasto el sonido y el color y la
distancia de árboles, de arreboles, de ardores, de pájaros, de cántaros, de
alfanjes, de follaje, de luz, lo que sea que caiga en el paradigma, y en todos
estos casos la palabra árboles trae una carga psicológica. No puedo separar
árboles y experiencia. Por otra parte, el paso de lo arbitrario a lo no
arbitrario es el espectáculo mismo de la poesía. Al leer un texto y ponernos en
súbito contacto con su dimensión poética (esos momentos inesperados en que
quedamos en la inmovilidad), efectuamos varias operaciones mentales-emocionales
simultáneas. Si en este trance logramos aislar una palabra cualquiera,
comprobaremos que ella está en proyección con las palabras vecinas, con las del
verso subsiguiente, con otra especifica del verso final, con la imagen primaria
a la cual la tenemos asociada, con el tipo de sonido que genere. Esto indicaría
que Pound tenía razón al instar a los lectores a esforzarse por leer poemas en
sus idiomas originales. Pound entendía que perderse esta parte de la forma de
un poema era como tratar de apreciar la música siendo sordo. Pero, claro,
quizás hay poetas que son más dúctiles a la traducción, obras en las cuales una
parte significativa de sus procedimientos puede ser reproducida en otros
idiomas. Por lo demás, en la música misma hay traducciones, trasposiciones y
versiones. Me parece que Bath no conoció el piano, pero no es tan evidente que
si uno lo escucha en clavecín, va a obtener una idea más total de su clase de
inspiración. Explicar la poesía es muy difícil siempre, en la medida en que
para ello debemos utilizar aquello de lo que esta hecha: las palabras. El
acceso real a la emoción poética, sin embargo, puede carecer de especulaciones
y de explicaciones. Es muy extraño este fenómeno: que uno de los recursos de la
poesía sea el de ocultar sus complejidades para presentarse casi como un hecho
de la naturaleza, equivalente al curso de un río o al reflejo de las estrellas
en su superficie.
Pirateado de la
columna del autor: DIARIO DE LECTURA, en Artes y Letras. El Mercurio, 6 de
agosto de 2017. Vale.
El Editor
VERSIÓN DE LOS OJOS
(MONÓLOGO)
André
Cruchaga
Recordado tapiz,
enjoyado por los donceles madrugadores,
saltando entre
banderas con la cara quemada de los bandoleros,
con los
guitarreros que les llevan agua a los caballos
y con las
dormidas anémonas falsas de la mujer despreciada.
En las
endurecidas endechas de las azoteas
que borraban las
noches notariales
que si se abrían
sobre la muerte, pestañas y peinecillos
grises del
estanque recurvaban como un barco amarillo.
José Lezama Lima
¿Cuántos ojos
ciegos están o han quedado atrapados en su propia memoria? ¿Cuántos sin no ver
miran? ¿Cuántos sentidos mitigan la noche del mundo? Uno vive esa acumulación
de experiencias, el peregrinaje continuo hacia la vivencia. Cada tiempo se va
haciendo una atalaya histórica y aún hay mucho por recorrer aunque sólo sea a
través de las ventanas. Nadie que yo sepa está exento de todos estos
resfriados, de la gangrena, de la genuflexión. Nadie con la boca abierta frente
a los ruidos, nadie ante el pálpito de cabeza micro cefálica. Sé de seres que
viven atrapados en una lágrima, en la piladera insomne de la historia, o en la
horqueta de sus ansias, o en la dentadura postiza de la incredulidad. “A veces
no hay otra salida más que la del olvido, ciertas inocencias/ como las tormentas inesperadas, ciertas
imágenes con flecos, parecidas / a la castración. Huelo los perfumes proferidos
del anís./ El espejo atrapa, sin duda, cualquier resplandor, —usted que padece
/ de histeria lo sabe, incluso conoce el lenguaje frío de la sed o los
letargos./ Sospecho que nada es nuevo y que vivo atrapado en la posibilidad
hiriente/ de una lágrima, o añorando aquella vagina amarrada a mi boca.” Sólo que el olvido puede ser una trampa. Aquí
nos golpea, pintarrajeada la política de todos los días, es una viuda negra y
usted lo sabe. Aquí hay agujeros por todas partes como las cloacas cuya misión
es el ahogo. Galopan con su frenesí peculiar las alcantarillas, las cotizaciones
y el desuso ideológico que llega hasta los calcañales. Vivimos atrapados en
esta suerte de Sodoma, hasta dónde
merecemos esta almohada de la medianoche histórica, sin que la estupidez cambie
y siga aquí como un vulgar prostíbulo. A uno lo cubre esta realidad de
ignominias como una enorme máscara de botas y jaulas, de ciénaga y búhos. Existe un flagelo de codos apuñados y una
bóveda país con momias, y noticias distintas a las pesadillas que vivimos
diariamente. Ahora no siquiera el humor negro tiene sentido, no lo tienen los
analgésicos, ni de los dedos de la oscuridad que te señalan en un santiamén.
Otros seguramente viven atrapados en los desmayos de su propia identidad, pero
eso no está en el poema, pertenece a otro ámbito y a otras personas y a otro
lenguaje. Hay abandonos superiores a la voluntad de quien los padece. Quién
puede apelar con golpecitos de pecho ante el cieno enraizado en algunas
conciencias, quién a fin de cuentas rematará nuestras vidas, al tiempo que nos
queda y que se nos haga vivir con trampas. Desde el pórtico del alba, uno ya
está atrapado en esos desgarradores espejos del país y en sus clubes de
fanáticos que por cierto no son pocos. También se decapita haciendo de los
disturbios un hermoso panorama. Debo suponer que hay días que nacen para que
uno los salte, o los asalte, aquí no hay mayor diferencia semántica. En el
baile de la oscuridad, laten los pedacitos de historia, es decir del mundo
arremolinado a golpes. Alguna vez, en algún atril silban las palabras de los
niños, o se siente ese nudo de ellas en la garganta. Uno está a merced también
de las aceras húmedas, del bajo mundo de la ofrenda y el madero, de ciertas
ceremonias que carecen de estupor. Uno sabe que el dolor gotea desde las
pestañas, desde los silencios empujados por el galope. Uno sabe de toda la
plusvalía que tiene el sollozo, la aflicción. Sabe de los asideros del pillaje
y sus amaneceres de mosca en vuelo. Duele vivir atrapado en las osamentas y
heces de la historia. Sé de quienes bailan cualquier son y los disfrazan de
actitud plural no beligerante. No me pueden dar un abrazo y, simultáneamente
una bofetada. Hay bocas y zapatos que sólo nacieron para ocupar un cuerpo, por
desgracia. En adelante será mejor ser estatua, sería el mayor disimulo dentro
del espectáculo. Lo más novedoso de toda la novedad posible.
Publicado el
12/24/2016 06:21:00 a. m.
PÁJARO CIEGO
André
Cruchaga
La geografía
toda arañada por mis dedos: uñas de fuego habitadas de bocas desvergonzadas
desvisten al país en mis devaneos perversos hay lejanías en demasía como la que
se llora en los calendarios sin tantos hormigueros y malicia sin tantas
fatídicas muertes y expedientes de oscuras falsedades por todos lados me
reclama el hambre de los muertos y la discordia no necesito revivir la náusea
de los cementerios ni el pájaro en fuga de las espigas de la tristeza ni el
pétalo deshabitado de luz y el buitre de abismo de mis párpados a veces copulo
en las sienes de los próceres o en el cordero de la flama del estupor uno muere
en el jengibre subterráneo de lo animado en el alambique cortado de los pezones
tiernos en esas estaciones penitentes a las que uno llega de rodillas y sin
equipaje a veces sólo desdoblamos el olor del epazote o el cilantro y
dislocamos la sonoridad del zumo las arritmias visuales de las ojeras
inoperantes en el mundo de la reuma de todo declaro mi amor a lo inocuo y a su
equivalente de semen del amanecer tan transitorio como la luz en las trompetas
del éter tan públicos como los eucaliptos verdes de los atrios o el silencio
sepulcral del cielo (río con voz funeral y transgresora río tras las rendijas
arrepentidas del país sobre la larva de los gusanos en mis uñas sobre las heces
cercenadas del murmullo río sin disimular las alcantarillas el golpe de
alfileres en mi aliento en tu baúl de monólogos en la pocilga de suspiros de mi
piel a veces en las cadenas de televisión de los pañuelos o en demasiado
folclor de los prostíbulos) —me queda la satisfacción moral de las lavanderías
y la minoritaria refutación del papel higiénico la defensa exponencial de las
axilas y la incisiva totalidad de los maniquíes y el disimulo maloliente de los
sombreros ante la sexualidad primordial de las osamentas luego he de
considerarme cuerdo por amor a esta ebriedad de los párpados por amor a la fosa
de la desnudez y a la plegaria podrida de lo indemne a ratos los armarios son
como los meses negros en una habitación oscura pero claro esto lo digo por mera
desesperación ferozmente amorosa a tu vientre a tus ijares encendidos de
derramados ángeles soy un feligrés de tus pechos mientras me ahogo en tu
ombligo (pese a mi ceguera pinto siemprevivas)…
Barataria, 2017
Lemebel y los ángeles del cielo
Alex
Vigueras
(Superior
Provincial de la Congregación de los Sagrados Corazones.)
Ese día, el
encargado de protocolo del Departamento de Bienvenidas del Cielo estaba
escandalizado. Un grupo de Querubines había quedado de decorar el lugar de la
fiesta de bienvenida y, según su criterio, había quedado horrible: tantas
flores de colores fuertes, los manteles fucsias y anaranjados, guirnaldas por
todas partes y ¡hasta globos habían puesto! Su argumento era que los colores
utilizados en la decoración no estaban entre los aceptados por el departamento
de protocolos del Cielo. “¡Cuando el Padre se entere!, gritaba como desaforado
por los pasillos. “Lo que pasa es que averiguamos lo que le gustaba al
celebrado de hoy -se defendía uno de los encargados de la decoración”.
La fiesta de ese
día era tan especial que el mismo Espíritu Santo se ofreció para preparar la música.
Le habían propuesto algo discreto: tal vez unos violines, un piano para dar
elegancia. El Espíritu puso cara de descontento y mandó recado a todo músico
que se encontrase cerca. Tenían que ir a la fiesta, cada uno con su
instrumento, pues la bienvenida de ese día era importante, de categoría
“Premium” (reservada solo para aquellos que en vida han sufrido mucho).
Llegaron acordeonistas, guitarreros, flautistas y zampoñeros; llegaron arpas y
charangos, bateristas y organilleros. El Espíritu Santo no contenía su alegría
al ver tanto instrumento. Para esa noche había que preparar de todo:
comenzarían con un gregoriano solemne (para no escandalizar a algunos), pero
luego seguirían con tangos, cuecas bravas y boleros, valses peruanos y unos
cuantos corridos, para rematar con un repertorio con las mejores 1500 cumbias
de la historia.
Cuando la fiesta
terminó, el lugar era un desastre: todo desordenado, botellas por el suelo y
plumas desperdigadas por todo lugar. ¡Dicen que bailaron como tres días
seguidos! Se comenta que algunos ángeles se copetearon e hicieron escándalo.
Alguien se dio cuenta de que, en un momento Pedro Lemebel se puso melancólico,
tal vez por los que había dejado atrás, o por los recuerdos de todo lo que
había sufrido, y que el Hijo con una servilleta le había secado las lágrimas y
le habría dicho: “Éstas son las últimas”.
No faltó el que
hizo escándalo de cómo estaban vestidos los ángeles: se habían teñido las
plumas de colores chillones, pintado los labios rojos y se habían puesto unas
coronas de flores en sus cabezas. “Que esa facha era indecente, que no estaba a
la altura de su dignidad, que dónde se ha visto a serafines con plumas de
colores”. “¡Qué va a decir el Padre!”, era la frase que, como letanía, se
escuchó en toda la preparación de la fiesta.
Cuando ya estaba
todo preparado, alguien grita: “¡Ya viene!¡Avísenle al Hijo que es quien tiene
que recibirlo!”. Cuando apareció Jesús todos se sorprendieron: venía vestido
con una túnica naranja, con adornos rojos y amarillos. Nunca lo habían visto
vestido de otro color que no fuera el blanco. Obviamente nadie se atrevió a
criticarlo. En ese momento el jefe de protocolos anunció solemne: “Damos la
bienvenida a nuestro recién llegado: Pedro Segundo Mardones Lemebel”. Cuando
apareció bajo los pliegues de las cortinas rosadas, Jesús se acercó, le besó la
mano y le dijo con cariño: “Bienvenida”.
Cuando la fiesta
terminó, el lugar era un desastre: todo desordenado, botellas por el suelo y
plumas desperdigadas por todo lugar. ¡Dicen que bailaron como tres días
seguidos! Se comenta que algunos ángeles se copetearon e hicieron escándalo.
Alguien se dio cuenta de que, en un momento Pedro Lemebel se puso melancólico,
tal vez por los que había dejado atrás, o por los recuerdos de todo lo que
había sufrido, y que el Hijo con una servilleta le había secado las lágrimas y
le habría dicho: “Éstas son las últimas”.
¡Cuando el Padre
supo!… cuando el Padre supo… dicen que se reía a carcajadas y pedía que le
contaran una y otra vez los detalles de esa fiesta Premium que sería recordada
por los siglos de los siglos y otros siglos.
31 de enero de 2015
Me gustaría bañarme en mi propia saliva para evitar
Agustín
Fernández Mallo
Me gustaría
bañarme en mi propia saliva para evitar
todo contacto
con aquello que no soy, sin embargo
oigo dos ruidos.
Que levante la mano quien no haya pasado
horas mirando
cómo por un hilo un charco
desagua en otro
charco. Sobre una guía telefónica,
que llena de
números muertos da mucha pena,
descansan
pocillos de café, platos mal apilados, pareciera
que en cualquier
momento quisiera convertirse en un fregadero.
O el trigo y el
arroz: nunca han sido del bosque los alimentos
que han salvado
a los humanos.
Pelo una manzana
hasta unas
lágrimas sólidas que hay en su corazón. Las como.
Los ejes chirrían.
Cada vez que
oyes un ruido, hay un eje. Cada vez
que oyes dos
ruidos, una conversación.
Nadie habla
solo.
El tic-tac de la
lluvia está pensado para numerar el mundo,
mejor dicho, es
el vivo retrato del mundo pero en abstracto.
El agua de la
bañera está desnuda
-el mar es otra
cosa, no consigo
responder esta
pregunta: ¿beben agua los peces?, ¿tienen sed?,
¿son sus agallas
el aro roto
de un recién
circuncidado?-
Oigo dos ruidos.
Sale el sol,
imprime el mundo en papel continuo,
por eso no te
enteras. El hombre del tiempo estará
agujereando las
nubes, te pido que aceleres, me gustaría
llegar a la
desembocadura del valle antes de que la noche
nos agujeree a
nosotros. Hablamos
de la
arbitrariedad de las constelaciones, de trazar otras líneas
entre esos sedimentos
del big bang y los neumáticos del coche.
Con las yemas de
los dedos amplío y reduzco el tamaño
de tu rostro en
la pantalla, también una vez vi a un panadero amasar una mezcla de cereal y
agua.
Manifiéstate.
Siempre estaba
viajando, siempre solo. En un maletín,
como un dique
desprendido, acosado por las olas
aguardaba
nuestro futuro.
Nos traía
chucherías de los aeropuertos. Es ahora -oigo dos ruidos,
oigo tantos
ruidos-
cuando por
primera vez viajamos juntos.
Eres utópico
porque no tienes
un lugar asignado.
Nota.- Del poemario “Ya nadie se llamará como yo”
Soy un Oligofrénico
profundo.
Francisco Antonio Ruiz Caballero.
Mi idiocia mental llega a extremos
inenarrables. Como un manso cordero voy hacia el matadero. Yo mismo he
fabricado el mecanismo del potro de castigo que desmembrará mis miembros y como
un cordero, que no como un lobo, me conduzco hacia esa maquinaria igual que un
masoquista que apeteciera su violencia. Poniendo el alma al fuego y apeteciendo
su martirio, borrego entre los borregos, en un acto de futilidad y
subnormalidad profunda, en defensa de unos camaradas inexistentes o en defensa
de una vida de pordiosero infeliz y sin futuro, con la misma voluptuosidad que
la de un San Lorenzo que buscara una parrilla para ser inmolado en ella igual
que un necio, precipitándome en un infierno que se apetece sagrado y que es
solo una bellaquería prometida por unos vendedores desaprensivos. Arruinando en
el empeño a parientes, conocidos, y amigos, perdiendo una batalla estúpida en
la que me metieron por imbécil, totalmente enajenado y payaso. Yo soy el más
gilipollas de los que han nacido, y acaso no haya nacido siquiera porque mi
grado de idiocia y debilidad mental es superior a la de cualquier oligofrénico
profundo. Yo no soy un ser humano, yo soy un primate sin capacidad de
raciocinio y voy directo al matadero con la complacencia de los ciegos y los
imbéciles.
............................................................
29 mayo 2006
SOOOLITARIO
F.S.R.Banda,
mismo
Para F.A.R.C.,
aquel cuyo dios lo enmudeció para negar la insoportable belleza de su verbo.
Esta lila se deshoja,
Desde sí misma cae
y oculta su antigua sombra.
He de morir de cosas así.
(i)
Negada es tu voz
amigo desde los luminosos laberintos de tu sublime locura con sus iridiscencias
y sus monstruos medievales, negada a tientas, porque los ecos de tu barroco
sevillano perdurarán en las memorias de los que se atrevieron a perforar tu
mágica demencia y miraron desde acá abajo el abismo insoportable donde te
zarandeabas sobre la cuerda de tus delirios como un equilibrista que cree que
puede volar, y posee el imaginario, el verbo y los asombros necesarios para
negar la imposibilidad de los verdes saurios del infierno, las mariposas
sangrientas y los gatos escaldados, así, sin más, como si tu palabra fuera
creando a tu alrededor lo que tu desaforada imaginación iba extrayendo con
intensidad de demiurgo de tus oscuros desvaríos, andarás combatiendo contra tus
demonios persistentes en algún tugurio de mala muerte allá por los arrabales de
un cielo desvencijado donde un dios te mira con los ojos tristes de mal padre,
seguirás (d)escribiendo los mundos de tus sueños fantasmagóricos, las visiones
inverosímiles de tus alucinaciones enfermizas, los textos de fábula del
desterrado voluntario en los que cada objeto, vestiglo, color, insecto o flor
que describías volvía a esta mísera realidad más brillante, pulida por tus
geniales arreboles y a la vez carcomida por la dolorosa extracción de la piedra de la locura.
(i) “Vértigos o
contemplación de algo que termina”, poema incluido en 'Extracción de la piedra
de locura', Alejandra Pizarnik, 1968.
Nota del autor.-
Escrito también con doscientas dieciséis palabras.
La
forma de poema es una desgracia pasajera.
Osvaldo
Lamborghini, “Die Verneinug”, 1977.
Revista PARADOXAS N° 236
1° de
Septiembre de 2017