sábado, 11 de mayo de 2013

PARADOXAS Nº 162

PARADOXAS

REVISTA VIRTUAL DEL SURREALISMO NEOBARROCO


Año VII - N° 162


INDICE

EL VIAJERO PERSISTENTE - F.S.R.Banda
HACIA MEDIANOCHE - F.S.R.Banda
LA SANTA COMPAÑA - Extraído de Wikipedia por Guillermo Gontán
Hijo iconoclasta. - Aragggón

EDITORIAL

El barroco es un movimiento artístico y cultural dominante en el siglo XVII caracterizado por una evolución de las ideas y los aspectos temáticos y formales del Renacimiento. La visión neoplatónica e idealista del mundo renacentista entra en crisis, se hace compleja, conflictiva y contradictoria. Los recursos formales se intensifican en la búsqueda de nuevos caminos para la expresión artística. Al principio el término barroco no se utilizó más que para las artes plásticas, es en los años 1920 cuando se empieza a hablar de barroco literario, aunque su período de influencia se ubica entre los siglos XVI y XVII dando la idea de que el movimiento afectó no sólo a la forma y a la plástica, sino también a las formas literarias. Aún más importante, asumir la existencia de un barroco literario supone asumir el barroco como un movimiento de tipo ideológico, no sólo formal y ver su profunda relación con la Contrarreforma. Sin embargo, esto llevó a algunos mucho más allá, negando su relación con el Renacimiento y presentándolo como un movimiento enfrentado, lo que tampoco es cierto. El barroco trae consigo una renovación de técnicas y de estilos. En Europa, y sobre todo en España la Contrarreforma influye en gran medida sobre este movimiento; las expresiones italianas que llegaban desde el Renacimiento se asimilan pero al mismo tiempo se españolizan y las técnicas y estilos se adaptan aún más a la tradición española. Los poetas barrocos del siglo XVII, se sirvieron de copiosas figuras retóricas de todo tipo, buscando una disposición formal recargada. No supone una ruptura con el clasicismo renacentista, sino que se intensifican los recursos estilísticos del arte renacentista, en busca de una complejidad ornamental, en busca de la exageración de los recursos dirigidos a los sentidos, hasta llegar a un enquistamiento de lo formal. En este siglo XVII en que aparece el movimiento barroco se intensifican los tópicos que ya venían dándose en el Renacimiento, pero en especial los más negativos: fugacidad de la vida, rapidez con que el tiempo huye, desaparición de los goces, complejidad del mundo que rodea al hombre, etc. La Literatura del siglo XVI se expresaba en un estilo sereno y de equilibrio; el barroco del XVII viene a desestabilizar esa serenidad y diversas fuerzas entran en conflicto. Estas características se dan en toda Europa y en cada país toman un nombre diferente: Eufuismo le llaman los poetas ingleses, Preciosismo en Francia, Marinismo en Italia.

Pirateadoy levemente editado de http://es.wikipedia.org/wiki/Literatura_del_Barroco. Vale.

El Editor



Selvas de Xión. Prolongación absoluta.
Francisco Antonio Ruiz Caballero.

Selvas de Xión. Amapolas antropófagas, pétalo cuchillo, cuchillo pétalo, hilo de seda, escalpelos púrpuras, tigres verdes, panteras de fuego, lirios de metal oxidado, luciérnagas radiactivas, arañas iridiscentes, guacamayos de plata, árboles de color naranja, libélulas negrísimas, trompetas grises, cuernos de neutronio, enanos gordinflones, de tez amarilla y translúcida, de ojos azules y cobardes, que cazan mariposas gigantes y guacamayos de oro, con flechas envenenadas con henna, durmientes duendecillos cabezones, de corazón de cristal, largos efebos delgadísimos, císneos, capaces de desollar delfines vivos, turquesas fúlgidas, verdes antocianos, flavonoides rojos, logaritmos de topacio fundido, clepsidras de aceite de ámbar, xilemas y floemas llenos de miel venenosa, leche podrida, magnolias rosas, en las que crecen gusanos amarillos y caracoles horribles, moluscos con tentáculos múltiples, sangre de cisne. Selvas de Xión, impenetrables selvas de cardos contrahechos, deformes, devorados por coleópteros ámbar, selvas en las que habitan panteras de fuego, que tienen garras de cristal azul, que cazan bueyes verdes, y jabalíes con escamas de pez, estanques y lagunas de absenta verdísima, en los que se bañan nereidas de ojos rosas, con mariposas de luz negra, con riberas de hiedras doradas, perfumadas de un incienso magnífico, que penetra en la pituitaria y deja ciego al hombre, yesos y granitos púrpuras sobre los que descansan iguanas violetas, nereidas que cantan como crisoberilos refulgentes, bellísimas nereidas de cabello amarillo y voz de cristal, grillos azules y fucsias, que tintinean en noches calientes aromadas de azaleas de oro. Selvas de Xión, desiertos amarillos con una arena de oro, en los que de trecho en trecho crecen polihedros metálicos, prismas, dodecaedros, cubos, formas geométricas de piritas cupriformes, auríferas, cuárcicas, cuyo roce más leve produce la muerte. Playas azules y negras, a las que llegan algas rosas, vivas, que se agitan nerviosas, medusas de color naranja, gaviotas negras, malignas, con ojos azules en los que hay paraísos llenos de dientes, playas negras, a las que llegan náufragos íncubos, con labio leporino y doble hilera de colmillos, sedientos de sangre, con la epidermis llena de bubas, y ángeles rubios, soberbios, con mirada lasciva y mala, con puñales curvos de mango de oro labrado y perlas, y playas azules, de arena índiga, en las que crecen cactus naranja, de espinas venenosas, zarzas que no temen a los lagartos de piel de acero. Flores extrañas, extravagantes, raras formas de lirios y orquídeas, geranios arborescentes, pelargonios exquisitos, gigantescos, azules y rosas, palpitantes, cargados de polen naranjísimo, muy venenoso y salado. Desiertos boreales con icebergs negros. Ruinas de múltiples Cartagos, edificios desplomados que se mantienen sobre columnas torcidas, cúpulas de malaquita, rotas, hundidas, barrancos en los que crecen orquídeas negras, balaustradas y frontispicios con dragones gigantes, de oro macizo, fuentes de las que brota la sangre negra, pavorosas Troyas incendiadas, arbotantes y contrafuertes que sostienen muros ciclópeos, de mármol rosa o verde, pináculos en los que anidan dinosaurios pteriformes, ruinas en las que hay bacanales de íncubos, con falos macizos, y pezones con galactorrea, que se penetran sin descanso y se chupan, en una eterna y repugnante orgía, ángeles que lanzan flechas de fuego negro sobre Apolos diamantinos, de cabello azul, tatuados con arañas rojas y verdes, súcubos de genitales femeninos y torsos sin pezones, condenados a la horca. Selvas de Xión. Caballos bicéfalos, centauros de oro verde, sirenas de piel naranja, música para un asfodelo rojo, tauromaquia incorrecta, tiburones y escarabajos, columnas de topacio que soportan templos a un Zeus deforme, bellísimos arcángeles asesinos, insoportáblemente hermosos, con el corazón como la brea, fríos como los sepulcros, sepulcros, cactus, banderas, Selvas de Xión. Ergástulas llenas de orquídeas de cristal violeta, ergástulas donde efebos de veinte años se entregan a la orgía, concupiscencia de nudibranquios marinos, Apolos llenos de esmeraldas, Reinas de una Namibia oscura que transpira madreselvas en su piel, afrutadas copas de ginebra, matorrales llenos de espinas, extraños lirios de fuego verde, simios y monos sin vello que cazan muchachos desnudos. Incubos monstruosos con narices deformes, cíclopes y súcubos, arpistas ciegos que tocan melodías malditas, sobre las que galopan caballos verdes, nenúfares que exhalan aromas indescifrables, braseros ardiendo, hogueras en torno de las cuales danzan los escorpiones, sacerdotes que extraen de plantas extraordinarias venenos a la luz de la luna, copulas de hormigas con libélulas, copulas de arañas con mariposas, copulas de aves de plumas iridiscentes, luminarias azules y violetas, fuegos negros, humos rojos, bermellones granates achicharrantes, mortalmente calientes, hirviendo de sol o hirviendo de luna o hirviendo de estrellas. Planicies desérticas donde se grita Dios mil veces y responde el eco: ¡¡¡¡náusea¡¡¡¡¡. Quimeras que devoran lagartos. Muchachos que doman quimeras. Dragones de terciopelo amarillo. Selvas impenetrables en las que solo hay zombis, con los rostros destrozados por la lepra, y perros con doble dentadura, que te persiguen por laberintos de granito esmeralda. Minas de oro. Oscuras minas de oro donde miles de esclavos luchan contra serpientes bicéfalas. Danzarines que bailan sobre trapecios barrocos. Marañas de lianas y juncos, ranas con lunares violetas, libélulas del tamaño de un brazo humano, libélulas del tamaño de elefantes, arañas descomunales, tarántulas lirio, talamos llenos de prostitutas salvajes, siempre ansiosas, ninfómanas, que se bañan en fuentes de aguamiel dorada. Selvas de Xión. Templos recargados de flores a una Virgen iracunda, que mata con la mirada a quien osa sostener su vista. Aguilas que arrebatan corderos por el aire, y los degollan en vuelo, mientras la sangre cae como una lluvia de sanguijuelas, como gusanos y lombrices violetas, ávidas de deseo humano. Travestis perfumados, que lucen vestidos de novia, vestidos dorados, vestidos ámbar. Clepsidras de miel de eucalipto. Ejércitos de Sodoma enterrados en la arena. Asesinos con los ojos verdes. Muchedumbres que sacrifican con gusto sus hijos a Moloch. Espartas de placer. Ninives de orgasmo. Jerusalenes de Lujuria y sexo. Romas de deseo. Selvas de Xión. Batallas de gallos. Concupiscencia de cisnes, exquisitez de Césares. Calígulas de adulterio, Carlomagnos de Sodoma. Estancias para dormir mil años. Huitxilopxtlis de demencia. Selvas de Xión, Selvas de Xión, tucanes dorados que espolvorean su oro sobre las aspidistras. Coelos rosas y amarillos, largos coelos de hojas exóticas, inmensos coelos naranjas y fosforescentes. Pequeños poneys amarillos de cabellera azul, rosas de espinas, inmensas rosas de espinas, lacerantes y ciegas, feroces y criminales, rosas negras y azules, colibríes de cuatro alas naranjas, cangrejos con cuatro pinzas doradas, que suben en masa a los árboles para comer huevos de vencejos iridiscentes. Acantilados de perfume, escabrosos tajos profundos sobre arroyos salvajes excavados en la roca, en los que anidan golondrinas rosas, Amazonas de ojos de pupila naranja, con pezones amarillos, que se esconden entre las moreras de hojas gigantescas, y en cuyas bacanales uránicas se bebe un vino delicioso mientras la música describe una gardenia a Safo, música lésbica, llena de cintas verdes y violáceas, tornasoladas a la luz de la luna, pentagramas sobre los que se sostienen icebergs de almíbar perfumado. Selvas, selvas, profundas selvas fantasmales, habitadas por hombres de epidermis transparente, de cristal, a los que se les ven los órganos internos, las glándulas, los intestinos, y panteras también transparentes, con colmillos de plata negra. Hombres lobos con dobles penes y mujeres lobos con doble vagina, y uñas pintadas con jeroglíficos árabes, capaces de desagarrar un corazón de cuajo. Rinocerontes de seis cuernos, arañas de nueve patas, no simétricas, en un logaritmo esquizoide, serpientes emplumadas, de dobles cabezas, que paren vivas a otras serpientes, hogueras que dan frío, hogueras sepulcrales, cuyas llamas no producen calor sino frío, llamas negras, de agua, que congelan, que no queman, monstruos cuyas sombra está viva, monstruos en la espesura cuya misma sombra está viva y mata, pavos reales rojos y pavos reales rosas, de cresta amarilla, con mil ojos de color fucsia, urogallos verdes y azules, abejas amarillas que liban flores de néctar salado, Dráculas de amor carnal, vampiros de ojos violetas, selvas de Xión. Efebos que estrangulan gallos vivos, Centauros que devoran carne humana, asfodelos de pétalos de fuego, profundidades oceánicas habitadas por hormigas, caballitos marinos verdes parasitados por hormigas amarillas, corales que crecen arañando, serpientes marinas con cuernos, largas anacondas tricéfalas. Medusas cisne, medusas tigre, medusas escorpión. Abrahames que sacrifican a sus hijos aunque el ángel diga:¡¡¡detente¡¡¡, Saturnos implacables, crueles Saturnos despiadados, Tronos de oro macizo sobre los que Cronos inmola su descendencia, con paroxismo y violencia, jades amarillos. Lagos llenos de estrellas que reflejan un cielo sin estrellas, negro y profundo como una brea densa, llamaradas frías, que hielan, y agua que arde, y toros de cuatro cuernos. Selvas de Xión.


EL VIAJERO PERSISTENTE
F.S.R.Banda
Recordó con la nitidez de una pesadilla el perfume ácido de las rojas rosas del rosal trepador, ese rojo profundo que persiguió por años en el exilio desértico de caliches y camanchacas, sintió la frescura inusitada de la noche de terciopelo azul oscuro sin luna, y saboreó el agua fría que bajaba casi cristalizada de la cercana cordillera. Navegó muchas noches de luna llena, con el alto velamen blanco del ciruelo florecido surcando el imponente y brillante plenilunio. Supo del marasmo de la saciedad carnal, del hastío de los vientos calmos, de la inutilidad de toda acción que no deje marcas talladas en las piedras, desvíe ríos o incendie bosques. Alcanzó a tocar la piel destinada, la boca que te bese, el resabio de cilantro e hinojo de una saliva que fue sagrada por un instante cósmico y después triste ceniza, cal viva y osario. Sintió en los dedos el cansancio de cardar y cardar hasta la madrugada la lana virgen de un vértice húmedo donde las ansias convergieron en desolación y desengaño. Ató y desató con vehemencia de moribundo el cordaje de una nao fondeada para siempre en las aguas cloacales que drenaban sus propias catacumbas. Hurgó en su memoria por los rostros que lo perdieron cegándolo y fueron apenas cuatro, con un quinto que solo enhebró en su carne las angustias de la pérdida. Cotejó enigmáticos guarismos, descifró confusos algoritmos y razonó sobre austeros silogismos, tironeó el tiento que lo ataba al azar y al caos, exploró en su alma ebria de asombros por algún indicio de felicidad para ver si el pasado explicaba el presente y predecía el futuro, y no encontró más que obstinadas arenas arrastradas por todas las lluvias. Recordó un viaje en su niñez sedentaria de patio, jardín y parrón, y vislumbró entre las penumbras del olvido un tren cruzando campos feraces y la varazón de un cardumen de peces plateados en la pleamar de una noche en el molo bajo del puerto. Deshizo las estatuas de sal y quebró las de arcilla, pero no pudo destruir la del mármol inmortal porque estaba tan lejana que le era intocable como las gorgonas de los rostros perdidos y las rosas rojas del rosal trepador. Ante el abismo de la mañana tumultuosa, con los afectos confirmados, las trampas de la desidia, el tormento de lo cotidiano predecible y las ausencias esenciales, se dejó llevar por el vértigo de la altura o del místico vacío y se hundió absorto en la trama del día. Vale.


HACIA MEDIANOCHE
F.S.R.Banda

“…existen algunas escuelas vinculadas con ciertos editores. En este grupo entran los autores de Ediciones Minuit, cuya materia de trabajo se centra en el lenguaje,… Ellos se plantean hoy desafíos a nivel del lenguaje, están enfocados en juegos de palabras, más que en contar una historia.” Dominique Fabre.

Contra las arboladuras de los veleros encallados a lo largo de la calle se extiende el destrozado atardecer. Juegan sus brillos de colores llamativos y extravagantes, sus albures resplandecientes de cristalerías rotas con las briznas de altas nubes deshilachadas arrastradas por vientos invisibles buscando la aurora. La clara muchedumbre de un poniente ha exaltado la calle, la calle abierta como un ancho sueño hacia cualquier azar. La límpida arboleda pierde el último pájaro, el oro último. Las vagancias del cernícalo trazan en un aire tenue la cartografía de la noche en ciernes. Sus intentos asesinos surcan el cielo en un chasquido de látigo asustando a las palomas que naufragan desesperadas contra el disco fulgurante que se hunde hacia el poniente. Aunque el ave violenta busque sangre en la rosa del espacio, aquí está su estructura, flecha y flor es el pájaro en su vuelo y en la luz se reúnen sus alas con el aire y la pureza. Un rumor distante, como de mar que no existe, se desliza enredado en la brisa mortecina y se refleja en las hojas moribundas del breve bosque enternecido en el silencio y la quietud del sangriento molino de aspas incandescentes. Un sesgo de melancolía inunda las vertientes de la memoria, toponimias y rasgos vacantes agraden el sosiego cauto del navegante extraviado. Granizados toronjiles y ríos de velamen congelados, aguardan la señal de una mustia hoja de oro, alzada en espiral, sobre el otoño de aguas tan hirvientes. Un fuego solar, desvaído, intenta iluminar la tarde socavando el tinglado de ramas por encima de los tejados y el vuelo de los pájaros. El céfiro se viene furioso desarbolando las naves del otoño, el crujiente castaño, el acacio fenecido, los olivos cuajados en aceitunas negras relucientes como pequeños huevos de antracita. Un ligero temblor, un balanceo en las hojas hinchadas, verde y blanco, de la yagruma, en las fuertes flores que gotean una baba transparente y morada, en las líneas rojas de los troncos avinados. Todo se disgrega y fluye. Converge y se diluye, diverge en centelleos o difuminaciones, se impone con una esfericidad de infinito e impetra resplandores aciagos de lontananzas imposibles, de efímeras siluetas que decaen en honduras de ocaso inminente. Cisne contra cisne, lirio zaherido, duplicada contienda de arrabales, choque de dos gardenias siderales, y luz en un crepúsculo prohibido. La noche se abre como una amapola de oscuro azul desamparado. Vale.

Referencias, (en cursivas), por orden de aparición:
Atardeceres. Jorge Luis Borges
El Vuelo. Pablo Neruda
Muerte de Narciso. José Lezama Lima
Arqueología de la piel. Severo Sarduy
Pelea de Cisnes. Francisco Antonio Ruiz Caballero


LA SANTA COMPAÑA
Extraído de Wikipedia por Guillermo Gontán

La Santa Compaña es, en la mitología popular gallega, y con otros nombres o el mismo en el asturiana, oeste de Castilla y León (provincias de Zamora y León) y Extremadura, y en Castilla como Estantigua, es una procesión de muertos o ánimas en pena que por la noche (a partir de las doce) recorren errantes los caminos de una parroquia. Su misión es visitar todas aquellas casas en las que en breve habrá una defunción. El mito está presente con diversas variantes en todo el contínuum cultural astur-galaico, donde recibe otras denominaciones como Güestia, Güéspeda, Estadea, Hoste, Genti de Muerti, procesión de ánimas o simplemente Compaña. Aunque el aspecto de la Santa Compaña varía según la tradición de diferentes zonas, la más extendida es la formada por una comitiva de almas en pena, vestidos con túnicas Blancas con capucha que vagan durante la noche. Esta procesión fantasmal forma dos hileras, van envueltas en sudarios y con los pies descalzos. Cada fantasma lleva una vela encendida y su paso deja un olor a cera en el aire. Al frente de esta compañía fantasmal se encuentra un espectro mayor llamado Estadea. La procesión va encabezada por un vivo (mortal) portando una cruz y un caldero de agua bendita seguido por las ánimas con velas encendidas, no siempre visibles, notándose su presencia en el olor a cera y el viento que se levanta a su paso. Esta persona viva que precede a la procesión puede ser hombre o mujer, dependiendo de si el patrón de la parroquia es un santo o una santa. También se cree que quien realiza esa "función" no recuerda durante el día lo ocurrido en el transcurso de la noche, únicamente se podrá reconocer a las personas penadas con este castigo por su extremada delgadez y palidez. Cada noche su luz será más intensa y cada día su palidez irá en aumento. No les permiten descansar ninguna noche, por lo que su salud se va debilitando hasta enfermar sin que nadie sepa las causas de tan misterioso mal. Condenados a vagar noche tras noche hasta que mueran u otro incauto sea sorprendido (al cual el que encabeza la procesión le deberá pasar la cruz que porta). Caminan emitiendo rezos (casi siempre un rosario) cánticos fúnebres y tocando una pequeña campanilla. A su paso, cesan previamente todos los ruidos de los animales en el bosque y se escuchan unas campanas. Los perros anuncian la llegada de la Santa Compaña aullando de forma desmedida, los gatos huyen despavoridos y realmente asustados. Se dice que no todos los mortales tienen la facultad de ver con los ojos a "La Compaña". Elisardo Becoña Iglesias, en su obra "La Santa Compaña, El Urco y Los Muertos" explica que según la tradición, tan sólo ciertos "dotados" poseen la facultad de verla: los niños a los que el sacerdote, por error, bautiza usando el óleo de los difuntos, poseerán, ya de adultos, la facultad de ver la aparición. Otros, no menos creyentes en la leyenda, habrán de conformarse con sentirla, intuirla, etc. Para librarse de esta obligación, la persona que vea pasar la Santa Compaña debe trazar un círculo en el suelo y entrar en él o bien acostarse boca abajo.


Hijo iconoclasta.
Aragggón

Entre sus manos temblorosas un paño vacío, hecho nudos lo apretujaba contra su pecho buscando el cuerpecito sin éxito. Su mirada no se separaba del profundo iris estático de él como si buscara un consuelo, un gesto de esperanza o un alivio momentáneo.
Las cosquillas que hacen las lágrimas en las mejillas no son caricias nobles. Es ácido puro que distorsiona el gesto sin piedad arañando y rasgando piel. Las ha dejado caminar hasta su cuello mojando sus pechos secos e inservibles. Pezones erosionados de rabia y tristeza porque no amamantarán a nadie.
Las noches llenas de agua tras las ventanas que se empañaban de sus alientos eran calma y arrullo para el crío que daba vueltas en su vientre. Y él a su espalda la rodeaba levantando con sus dedos entrecruzados ayudándole a cargar el peso.
Un beso de comunión bastaba para desatar explosiones enardecidas. Un ser alimentado por orgasmos palpitando desde su matriz. Adormilado por el cansancio de las entregas de sus creadores. Bañado por el semen enamorado de su padre. Acariciado por las convulsiones apasionadas de su madre.
Un parto a media tormenta sin dolor. Destellos de luz en el negro cielo. Una furia desatada desde su garganta y sus músculos tensos daban evidencia del guerrero pasado. Esclava liberada dando gritos de justicia, mientras su sueño se coronaba con desgarres en su vagina. Él solo limpia el sudor de su frente y le da oxígeno con caricias en cada agitación.
El cielo se derrumba y ellos se bañan en cristales de dolor azotándose silenciosos en un suelo ingrávido que castiga sus carnes abiertas. Las palabras se cuelan por debajo de la piel y se liberan haciendo estallar sus pieles. No lo encuentran en este mundo, se ha perdido en el momento de nacer.
Podían jurar que tendría el color verde en sus ojos y la boca perfilada de ella. Lo visualizaban en el pasto el mismo día que fue concebido. Una tarde de invierno seco, cuando los hombres se acurrucan entre ellos para buscar calor y terminar sudando entre abrazos y dedos humedecidos. Esa tarde él procuró derramarse completo en ella. Asegurarle a la misma vida la concepción, amenazarle a la muerte con un nuevo ser hasta la última gota de semen. No salió de ella ni siquiera cuando su miembro flácido descansó vencido de los borbotones intencionados y fértiles. Durmió dentro de ella. Selló con trémula ternura su descendencia.
¿Cuándo pudo creer que un vientre infértil cobijaría al pequeño?
Le duele la llovizna, la brisa, el granizo que reciben sus dedos vacíos. El seco llanto de él que amasa entre tragos silenciosos mientras acicala sus cabellos y retiene su quijada de sabor férreo que desangra un sueño.
Un hijo iconoclasta se destruye a si mismo, tiene la crueldad de desbaratar a sus padres, de volatilizarse ante un amor planeado. No encaja en la cordura.
Ella desea ir en contra de sus contracciones, sabe que al nacer se perderá entre sus dedos y nunca más estará con ellos. Desearía un embarazo eterno de ella y de él. La ilusión gestada por vidas, el deseo añejo escondido en sus miradas, el silencio que hoy reina entre ellos es el anuncio de su partida.
Son una misma mirada de cuatro párpados caídos con un arrullo atónito. Una insonora canción de cuna que estalla sus oídos.
Cuerpecito…



Revista PARADOXAS N° 162
2 de Junio de 2011

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