PARADOXAS
REVISTA VIRTUAL DEL SURREALISMO NEOBARROCO
Año VII - N° 162
INDICE
EL VIAJERO PERSISTENTE - F.S.R.Banda
HACIA MEDIANOCHE - F.S.R.Banda
LA SANTA COMPAÑA - Extraído de Wikipedia por
Guillermo Gontán
Hijo iconoclasta. - Aragggón
EDITORIAL
El barroco es un movimiento
artístico y cultural dominante en el siglo XVII caracterizado por una evolución
de las ideas y los aspectos temáticos y formales del Renacimiento. La visión
neoplatónica e idealista del mundo renacentista entra en crisis, se hace
compleja, conflictiva y contradictoria. Los recursos formales se intensifican
en la búsqueda de nuevos caminos para la expresión artística. Al principio el
término barroco no se utilizó más que para las artes plásticas, es en los años
1920 cuando se empieza a hablar de barroco literario, aunque su período de
influencia se ubica entre los siglos XVI y XVII dando la idea de que el
movimiento afectó no sólo a la forma y a la plástica, sino también a las formas
literarias. Aún más importante, asumir la existencia de un barroco literario
supone asumir el barroco como un movimiento de tipo ideológico, no sólo formal
y ver su profunda relación con la Contrarreforma. Sin embargo, esto llevó a
algunos mucho más allá, negando su relación con el Renacimiento y presentándolo
como un movimiento enfrentado, lo que tampoco es cierto. El barroco trae
consigo una renovación de técnicas y de estilos. En Europa, y sobre todo en
España la Contrarreforma influye en gran medida sobre este movimiento; las
expresiones italianas que llegaban desde el Renacimiento se asimilan pero al
mismo tiempo se españolizan y las técnicas y estilos se adaptan aún más a la
tradición española. Los poetas barrocos del siglo XVII, se sirvieron de
copiosas figuras retóricas de todo tipo, buscando una disposición formal
recargada. No supone una ruptura con el clasicismo renacentista, sino que se
intensifican los recursos estilísticos del arte renacentista, en busca de una
complejidad ornamental, en busca de la exageración de los recursos dirigidos a
los sentidos, hasta llegar a un enquistamiento de lo formal. En este siglo XVII
en que aparece el movimiento barroco se intensifican los tópicos que ya venían
dándose en el Renacimiento, pero en especial los más negativos: fugacidad de la
vida, rapidez con que el tiempo huye, desaparición de los goces, complejidad
del mundo que rodea al hombre, etc. La Literatura del siglo XVI se expresaba en
un estilo sereno y de equilibrio; el barroco del XVII viene a desestabilizar
esa serenidad y diversas fuerzas entran en conflicto. Estas características se
dan en toda Europa y en cada país toman un nombre diferente: Eufuismo le llaman
los poetas ingleses, Preciosismo en Francia, Marinismo en Italia.
Pirateadoy levemente editado de http://es.wikipedia.org/wiki/Literatura_del_Barroco .
Vale.
El Editor
Selvas de Xión. Prolongación absoluta.
Francisco Antonio
Ruiz Caballero.
Selvas de Xión. Amapolas
antropófagas, pétalo cuchillo, cuchillo pétalo, hilo de seda, escalpelos
púrpuras, tigres verdes, panteras de fuego, lirios de metal oxidado,
luciérnagas radiactivas, arañas iridiscentes, guacamayos de plata, árboles de
color naranja, libélulas negrísimas, trompetas grises, cuernos de neutronio,
enanos gordinflones, de tez amarilla y translúcida, de ojos azules y cobardes,
que cazan mariposas gigantes y guacamayos de oro, con flechas envenenadas con
henna, durmientes duendecillos cabezones, de corazón de cristal, largos efebos
delgadísimos, císneos, capaces de desollar delfines vivos, turquesas fúlgidas,
verdes antocianos, flavonoides rojos, logaritmos de topacio fundido, clepsidras
de aceite de ámbar, xilemas y floemas llenos de miel venenosa, leche podrida,
magnolias rosas, en las que crecen gusanos amarillos y caracoles horribles,
moluscos con tentáculos múltiples, sangre de cisne. Selvas de Xión,
impenetrables selvas de cardos contrahechos, deformes, devorados por
coleópteros ámbar, selvas en las que habitan panteras de fuego, que tienen
garras de cristal azul, que cazan bueyes verdes, y jabalíes con escamas de pez,
estanques y lagunas de absenta verdísima, en los que se bañan nereidas de ojos
rosas, con mariposas de luz negra, con riberas de hiedras doradas, perfumadas
de un incienso magnífico, que penetra en la pituitaria y deja ciego al hombre,
yesos y granitos púrpuras sobre los que descansan iguanas violetas, nereidas
que cantan como crisoberilos refulgentes, bellísimas nereidas de cabello
amarillo y voz de cristal, grillos azules y fucsias, que tintinean en noches
calientes aromadas de azaleas de oro. Selvas de Xión, desiertos amarillos con
una arena de oro, en los que de trecho en trecho crecen polihedros metálicos,
prismas, dodecaedros, cubos, formas geométricas de piritas cupriformes,
auríferas, cuárcicas, cuyo roce más leve produce la muerte. Playas azules y
negras, a las que llegan algas rosas, vivas, que se agitan nerviosas, medusas
de color naranja, gaviotas negras, malignas, con ojos azules en los que hay
paraísos llenos de dientes, playas negras, a las que llegan náufragos íncubos,
con labio leporino y doble hilera de colmillos, sedientos de sangre, con la
epidermis llena de bubas, y ángeles rubios, soberbios, con mirada lasciva y
mala, con puñales curvos de mango de oro labrado y perlas, y playas azules, de
arena índiga, en las que crecen cactus naranja, de espinas venenosas, zarzas
que no temen a los lagartos de piel de acero. Flores extrañas, extravagantes,
raras formas de lirios y orquídeas, geranios arborescentes, pelargonios
exquisitos, gigantescos, azules y rosas, palpitantes, cargados de polen
naranjísimo, muy venenoso y salado. Desiertos boreales con icebergs negros.
Ruinas de múltiples Cartagos, edificios desplomados que se mantienen sobre
columnas torcidas, cúpulas de malaquita, rotas, hundidas, barrancos en los que
crecen orquídeas negras, balaustradas y frontispicios con dragones gigantes, de
oro macizo, fuentes de las que brota la sangre negra, pavorosas Troyas incendiadas,
arbotantes y contrafuertes que sostienen muros ciclópeos, de mármol rosa o
verde, pináculos en los que anidan dinosaurios pteriformes, ruinas en las que
hay bacanales de íncubos, con falos macizos, y pezones con galactorrea, que se
penetran sin descanso y se chupan, en una eterna y repugnante orgía, ángeles
que lanzan flechas de fuego negro sobre Apolos diamantinos, de cabello azul,
tatuados con arañas rojas y verdes, súcubos de genitales femeninos y torsos sin
pezones, condenados a la horca. Selvas de Xión. Caballos bicéfalos, centauros
de oro verde, sirenas de piel naranja, música para un asfodelo rojo,
tauromaquia incorrecta, tiburones y escarabajos, columnas de topacio que
soportan templos a un Zeus deforme, bellísimos arcángeles asesinos, insoportáblemente
hermosos, con el corazón como la brea, fríos como los sepulcros, sepulcros,
cactus, banderas, Selvas de Xión. Ergástulas llenas de orquídeas de cristal
violeta, ergástulas donde efebos de veinte años se entregan a la orgía,
concupiscencia de nudibranquios marinos, Apolos llenos de esmeraldas, Reinas de
una Namibia oscura que transpira madreselvas en su piel, afrutadas copas de
ginebra, matorrales llenos de espinas, extraños lirios de fuego verde, simios y
monos sin vello que cazan muchachos desnudos. Incubos monstruosos con narices
deformes, cíclopes y súcubos, arpistas ciegos que tocan melodías malditas,
sobre las que galopan caballos verdes, nenúfares que exhalan aromas
indescifrables, braseros ardiendo, hogueras en torno de las cuales danzan los
escorpiones, sacerdotes que extraen de plantas extraordinarias venenos a la luz
de la luna, copulas de hormigas con libélulas, copulas de arañas con mariposas,
copulas de aves de plumas iridiscentes, luminarias azules y violetas, fuegos
negros, humos rojos, bermellones granates achicharrantes, mortalmente
calientes, hirviendo de sol o hirviendo de luna o hirviendo de estrellas.
Planicies desérticas donde se grita Dios mil veces y responde el eco:
¡¡¡¡náusea¡¡¡¡¡. Quimeras que devoran lagartos. Muchachos que doman quimeras.
Dragones de terciopelo amarillo. Selvas impenetrables en las que solo hay
zombis, con los rostros destrozados por la lepra, y perros con doble dentadura,
que te persiguen por laberintos de granito esmeralda. Minas de oro. Oscuras minas
de oro donde miles de esclavos luchan contra serpientes bicéfalas. Danzarines
que bailan sobre trapecios barrocos. Marañas de lianas y juncos, ranas con
lunares violetas, libélulas del tamaño de un brazo humano, libélulas del tamaño
de elefantes, arañas descomunales, tarántulas lirio, talamos llenos de
prostitutas salvajes, siempre ansiosas, ninfómanas, que se bañan en fuentes de
aguamiel dorada. Selvas de Xión. Templos recargados de flores a una Virgen
iracunda, que mata con la mirada a quien osa sostener su vista. Aguilas que
arrebatan corderos por el aire, y los degollan en vuelo, mientras la sangre cae
como una lluvia de sanguijuelas, como gusanos y lombrices violetas, ávidas de
deseo humano. Travestis perfumados, que lucen vestidos de novia, vestidos dorados,
vestidos ámbar. Clepsidras de miel de eucalipto. Ejércitos de Sodoma enterrados
en la arena. Asesinos con los ojos verdes. Muchedumbres que sacrifican con
gusto sus hijos a Moloch. Espartas de placer. Ninives de orgasmo. Jerusalenes
de Lujuria y sexo. Romas de deseo. Selvas de Xión. Batallas de gallos.
Concupiscencia de cisnes, exquisitez de Césares. Calígulas de adulterio,
Carlomagnos de Sodoma. Estancias para dormir mil años. Huitxilopxtlis de
demencia. Selvas de Xión, Selvas de Xión, tucanes dorados que espolvorean su
oro sobre las aspidistras. Coelos rosas y amarillos, largos coelos de hojas
exóticas, inmensos coelos naranjas y fosforescentes. Pequeños poneys amarillos
de cabellera azul, rosas de espinas, inmensas rosas de espinas, lacerantes y ciegas,
feroces y criminales, rosas negras y azules, colibríes de cuatro alas naranjas,
cangrejos con cuatro pinzas doradas, que suben en masa a los árboles para comer
huevos de vencejos iridiscentes. Acantilados de perfume, escabrosos tajos
profundos sobre arroyos salvajes excavados en la roca, en los que anidan
golondrinas rosas, Amazonas de ojos de pupila naranja, con pezones amarillos,
que se esconden entre las moreras de hojas gigantescas, y en cuyas bacanales
uránicas se bebe un vino delicioso mientras la música describe una gardenia a
Safo, música lésbica, llena de cintas verdes y violáceas, tornasoladas a la luz
de la luna, pentagramas sobre los que se sostienen icebergs de almíbar
perfumado. Selvas, selvas, profundas selvas fantasmales, habitadas por hombres
de epidermis transparente, de cristal, a los que se les ven los órganos
internos, las glándulas, los intestinos, y panteras también transparentes, con
colmillos de plata negra. Hombres lobos con dobles penes y mujeres lobos con
doble vagina, y uñas pintadas con jeroglíficos árabes, capaces de desagarrar un
corazón de cuajo. Rinocerontes de seis cuernos, arañas de nueve patas, no
simétricas, en un logaritmo esquizoide, serpientes emplumadas, de dobles
cabezas, que paren vivas a otras serpientes, hogueras que dan frío, hogueras
sepulcrales, cuyas llamas no producen calor sino frío, llamas negras, de agua,
que congelan, que no queman, monstruos cuyas sombra está viva, monstruos en la
espesura cuya misma sombra está viva y mata, pavos reales rojos y pavos reales
rosas, de cresta amarilla, con mil ojos de color fucsia, urogallos verdes y
azules, abejas amarillas que liban flores de néctar salado, Dráculas de amor
carnal, vampiros de ojos violetas, selvas de Xión. Efebos que estrangulan
gallos vivos, Centauros que devoran carne humana, asfodelos de pétalos de
fuego, profundidades oceánicas habitadas por hormigas, caballitos marinos
verdes parasitados por hormigas amarillas, corales que crecen arañando,
serpientes marinas con cuernos, largas anacondas tricéfalas. Medusas cisne,
medusas tigre, medusas escorpión. Abrahames que sacrifican a sus hijos aunque
el ángel diga:¡¡¡detente¡¡¡, Saturnos implacables, crueles Saturnos
despiadados, Tronos de oro macizo sobre los que Cronos inmola su descendencia,
con paroxismo y violencia, jades amarillos. Lagos llenos de estrellas que
reflejan un cielo sin estrellas, negro y profundo como una brea densa,
llamaradas frías, que hielan, y agua que arde, y toros de cuatro cuernos.
Selvas de Xión.
EL VIAJERO PERSISTENTE
F.S.R.Banda
Recordó con la nitidez de una
pesadilla el perfume ácido de las rojas rosas del rosal trepador, ese rojo
profundo que persiguió por años en el exilio desértico de caliches y
camanchacas, sintió la frescura inusitada de la noche de terciopelo azul oscuro
sin luna, y saboreó el agua fría que bajaba casi cristalizada de la cercana
cordillera. Navegó muchas noches de luna llena, con el alto velamen blanco del
ciruelo florecido surcando el imponente y brillante plenilunio. Supo del
marasmo de la saciedad carnal, del hastío de los vientos calmos, de la
inutilidad de toda acción que no deje marcas talladas en las piedras, desvíe
ríos o incendie bosques. Alcanzó a tocar la piel destinada, la boca que te bese, el resabio de
cilantro e hinojo de una saliva que fue sagrada por un instante cósmico y
después triste ceniza, cal viva y osario. Sintió en los dedos el cansancio de
cardar y cardar hasta la madrugada la lana virgen de un vértice húmedo donde
las ansias convergieron en desolación y desengaño. Ató y desató con vehemencia
de moribundo el cordaje de una nao fondeada para siempre en las aguas cloacales
que drenaban sus propias catacumbas. Hurgó en su memoria por los rostros que lo
perdieron cegándolo y fueron apenas cuatro, con un quinto que solo enhebró en su
carne las angustias de la pérdida. Cotejó enigmáticos guarismos, descifró
confusos algoritmos y razonó sobre austeros silogismos, tironeó el tiento que
lo ataba al azar y al caos, exploró en su alma ebria de asombros por algún
indicio de felicidad para ver si el pasado explicaba el presente y predecía el
futuro, y no encontró más que obstinadas arenas arrastradas por todas las
lluvias. Recordó un viaje en su niñez sedentaria de patio, jardín y parrón, y
vislumbró entre las penumbras del olvido un tren cruzando campos feraces y la
varazón de un cardumen de peces plateados en la pleamar de una noche en el molo
bajo del puerto. Deshizo las estatuas de sal y quebró las de arcilla, pero no
pudo destruir la del mármol inmortal porque estaba tan lejana que le era intocable
como las gorgonas de los rostros perdidos y las rosas rojas del rosal trepador.
Ante el abismo de la mañana tumultuosa, con los afectos confirmados, las
trampas de la desidia, el tormento de lo cotidiano predecible y las ausencias
esenciales, se dejó llevar por el vértigo de la altura o del místico vacío y se
hundió absorto en la trama del día. Vale.
HACIA MEDIANOCHE
F.S.R.Banda
“…existen algunas escuelas
vinculadas con ciertos editores. En este grupo entran los autores de Ediciones
Minuit, cuya materia de trabajo se centra en el lenguaje,… Ellos se plantean
hoy desafíos a nivel del lenguaje, están enfocados en juegos de palabras, más
que en contar una historia.” Dominique Fabre.
Contra las arboladuras de los
veleros encallados a lo largo de la calle se extiende el destrozado atardecer.
Juegan sus brillos de colores llamativos y extravagantes, sus albures
resplandecientes de cristalerías rotas con las briznas de altas nubes
deshilachadas arrastradas por vientos invisibles buscando la aurora. La clara muchedumbre de un poniente ha
exaltado la calle, la calle abierta como un ancho sueño hacia cualquier azar.
La límpida arboleda pierde el último pájaro, el oro último. Las vagancias
del cernícalo trazan en un aire tenue la cartografía de la noche en ciernes.
Sus intentos asesinos surcan el cielo en un chasquido de látigo asustando a las
palomas que naufragan desesperadas contra el disco fulgurante que se hunde
hacia el poniente. Aunque el ave violenta
busque sangre en la rosa del espacio, aquí está su estructura, flecha y flor es
el pájaro en su vuelo y en la luz se reúnen sus alas con el aire y la pureza.
Un rumor distante, como de mar que no existe, se desliza enredado en la brisa
mortecina y se refleja en las hojas moribundas del breve bosque enternecido en
el silencio y la quietud del sangriento molino de aspas incandescentes. Un
sesgo de melancolía inunda las vertientes de la memoria, toponimias y rasgos
vacantes agraden el sosiego cauto del navegante extraviado. Granizados toronjiles y ríos de velamen
congelados, aguardan la señal de una mustia hoja de oro, alzada en espiral,
sobre el otoño de aguas tan hirvientes. Un fuego solar, desvaído, intenta
iluminar la tarde socavando el tinglado de ramas por encima de los tejados y el
vuelo de los pájaros. El céfiro se viene furioso desarbolando las naves del
otoño, el crujiente castaño, el acacio fenecido, los olivos cuajados en
aceitunas negras relucientes como pequeños huevos de antracita. Un ligero temblor, un balanceo en las hojas
hinchadas, verde y blanco, de la yagruma, en las fuertes flores que gotean una
baba transparente y morada, en las líneas rojas de los troncos avinados.
Todo se disgrega y fluye. Converge y se diluye, diverge en centelleos o
difuminaciones, se impone con una esfericidad de infinito e impetra
resplandores aciagos de lontananzas imposibles, de efímeras siluetas que decaen
en honduras de ocaso inminente. Cisne
contra cisne, lirio zaherido, duplicada contienda de arrabales, choque de dos
gardenias siderales, y luz en un crepúsculo prohibido. La noche se abre
como una amapola de oscuro azul desamparado. Vale.
Referencias, (en cursivas), por
orden de aparición:
Atardeceres. Jorge Luis Borges
El Vuelo. Pablo Neruda
Muerte de Narciso. José Lezama
Lima
Arqueología de la piel. Severo
Sarduy
Pelea de Cisnes. Francisco
Antonio Ruiz Caballero
LA SANTA COMPAÑA
Extraído de Wikipedia
por Guillermo Gontán
La Santa Compaña es, en la
mitología popular gallega, y con otros nombres o el mismo en el asturiana,
oeste de Castilla y León (provincias de Zamora y León) y Extremadura, y en
Castilla como Estantigua, es una procesión de muertos o ánimas en pena que por
la noche (a partir de las doce) recorren errantes los caminos de una parroquia.
Su misión es visitar todas aquellas casas en las que en breve habrá una
defunción. El mito está presente con diversas variantes en todo el contínuum
cultural astur-galaico, donde recibe otras denominaciones como Güestia,
Güéspeda, Estadea, Hoste, Genti de Muerti, procesión de ánimas o simplemente
Compaña. Aunque el aspecto de la Santa Compaña varía según la tradición de
diferentes zonas, la más extendida es la formada por una comitiva de almas en
pena, vestidos con túnicas Blancas con capucha que vagan durante la noche. Esta
procesión fantasmal forma dos hileras, van envueltas en sudarios y con los pies
descalzos. Cada fantasma lleva una vela encendida y su paso deja un olor a cera
en el aire. Al frente de esta compañía fantasmal se encuentra un espectro mayor
llamado Estadea. La procesión va encabezada por un vivo (mortal) portando una
cruz y un caldero de agua bendita seguido por las ánimas con velas encendidas,
no siempre visibles, notándose su presencia en el olor a cera y el viento que
se levanta a su paso. Esta persona viva que precede a la procesión puede ser hombre
o mujer, dependiendo de si el patrón de la parroquia es un santo o una santa.
También se cree que quien realiza esa "función" no recuerda durante
el día lo ocurrido en el transcurso de la noche, únicamente se podrá reconocer
a las personas penadas con este castigo por su extremada delgadez y palidez.
Cada noche su luz será más intensa y cada día su palidez irá en aumento. No les
permiten descansar ninguna noche, por lo que su salud se va debilitando hasta
enfermar sin que nadie sepa las causas de tan misterioso mal. Condenados a
vagar noche tras noche hasta que mueran u otro incauto sea sorprendido (al cual
el que encabeza la procesión le deberá pasar la cruz que porta). Caminan
emitiendo rezos (casi siempre un rosario) cánticos fúnebres y tocando una pequeña
campanilla. A su paso, cesan previamente todos los ruidos de los animales en el
bosque y se escuchan unas campanas. Los perros anuncian la llegada de la Santa
Compaña aullando de forma desmedida, los gatos huyen despavoridos y realmente
asustados. Se dice que no todos los mortales tienen la facultad de ver con los
ojos a "La Compaña". Elisardo Becoña Iglesias, en su obra "La
Santa Compaña, El Urco y Los Muertos" explica que según la tradición, tan
sólo ciertos "dotados" poseen la facultad de verla: los niños a los
que el sacerdote, por error, bautiza usando el óleo de los difuntos, poseerán,
ya de adultos, la facultad de ver la aparición. Otros, no menos creyentes en la
leyenda, habrán de conformarse con sentirla, intuirla, etc. Para librarse de
esta obligación, la persona que vea pasar la Santa Compaña debe trazar un
círculo en el suelo y entrar en él o bien acostarse boca abajo.
Hijo iconoclasta.
Aragggón
Entre sus manos temblorosas un
paño vacío, hecho nudos lo apretujaba contra su pecho buscando el cuerpecito
sin éxito. Su mirada no se separaba del profundo iris estático de él como si
buscara un consuelo, un gesto de esperanza o un alivio momentáneo.
Las cosquillas que hacen las
lágrimas en las mejillas no son caricias nobles. Es ácido puro que distorsiona
el gesto sin piedad arañando y rasgando piel. Las ha dejado caminar hasta su
cuello mojando sus pechos secos e inservibles. Pezones erosionados de rabia y
tristeza porque no amamantarán a nadie.
Las noches llenas de agua tras
las ventanas que se empañaban de sus alientos eran calma y arrullo para el crío
que daba vueltas en su vientre. Y él a su espalda la rodeaba levantando con sus
dedos entrecruzados ayudándole a cargar el peso.
Un beso de comunión bastaba para
desatar explosiones enardecidas. Un ser alimentado por orgasmos palpitando
desde su matriz. Adormilado por el cansancio de las entregas de sus creadores.
Bañado por el semen enamorado de su padre. Acariciado por las convulsiones
apasionadas de su madre.
Un parto a media tormenta sin
dolor. Destellos de luz en el negro cielo. Una furia desatada desde su garganta
y sus músculos tensos daban evidencia del guerrero pasado. Esclava liberada
dando gritos de justicia, mientras su sueño se coronaba con desgarres en su
vagina. Él solo limpia el sudor de su frente y le da oxígeno con caricias en
cada agitación.
El cielo se derrumba y ellos se
bañan en cristales de dolor azotándose silenciosos en un suelo ingrávido que
castiga sus carnes abiertas. Las palabras se cuelan por debajo de la piel y se
liberan haciendo estallar sus pieles. No lo encuentran en este mundo, se ha
perdido en el momento de nacer.
Podían jurar que tendría el color
verde en sus ojos y la boca perfilada de ella. Lo visualizaban en el pasto el
mismo día que fue concebido. Una tarde de invierno seco, cuando los hombres se
acurrucan entre ellos para buscar calor y terminar sudando entre abrazos y
dedos humedecidos. Esa tarde él procuró derramarse completo en ella. Asegurarle
a la misma vida la concepción, amenazarle a la muerte con un nuevo ser hasta la
última gota de semen. No salió de ella ni siquiera cuando su miembro flácido
descansó vencido de los borbotones intencionados y fértiles. Durmió dentro de
ella. Selló con trémula ternura su descendencia.
¿Cuándo pudo creer que un vientre
infértil cobijaría al pequeño?
Le duele la llovizna, la brisa,
el granizo que reciben sus dedos vacíos. El seco llanto de él que amasa entre
tragos silenciosos mientras acicala sus cabellos y retiene su quijada de sabor
férreo que desangra un sueño.
Un hijo iconoclasta se destruye a
si mismo, tiene la crueldad de desbaratar a sus padres, de volatilizarse ante
un amor planeado. No encaja en la cordura.
Ella desea ir en contra de sus
contracciones, sabe que al nacer se perderá entre sus dedos y nunca más estará
con ellos. Desearía un embarazo eterno de ella y de él. La ilusión gestada por
vidas, el deseo añejo escondido en sus miradas, el silencio que hoy reina entre
ellos es el anuncio de su partida.
Son una misma mirada de cuatro
párpados caídos con un arrullo atónito. Una insonora canción de cuna que
estalla sus oídos.
Cuerpecito…
Revista PARADOXAS N° 162
2 de Junio de 2011
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