miércoles, 1 de marzo de 2017

PARADOXAS N° 230

PARADOXAS

REVISTA VIRTUAL DEL SURREALISMO NEOBARROCO


Año XIII - N° 230


INDICE

ELLA AVISA QUE SE PONDRÁ A TEJER CROCHET - Rosana Bustamante Gamboa
CUÉNTAME TÚ - Beatriz Graciela Moyano
AJENA VIDA - Francisco Townsend
TEMPRANA FUGA - André Cruchaga
¡VEN CON EL MISMO VESTIDO DE AYER! - Rosana Bustamante Gamboa
EL DIA SIGUIENTE - Ivonne Concha Alarcón
Plagiando a Borges. - Francisco Antonio Ruiz Caballero
VIAJE AL OTRO INVIERNO - F.S.R.Banda
NOTICIAS DEL IMPERIO (Fragmento) - Fernando del Paso


EDITORIAL

"Mientras escribía [su último libro], por primera vez me asusté, no me había pasado con mis libros anteriores, pero esta vez fue algo muy intenso, como un derramamiento de sangre, un flujo que no podía controlar. Y aquí quiero llegar a una cosa fundamental: el lenguaje poético es profundamente autónomo, discurre solo. Yo sentí mucho en este libro un trabajo de escisiones profundas en el lenguaje. Cuando se habla del tono polifónico en mi trabajo, eso se debe a muchas escisiones que he tenido que arrastrar. Somos personas profundamente escindidas. Tengo claro que la musa que siempre me ha acompañado es la musa de la contradicción abyecta. No hay poesía si no hay contradicción: negación y afirmación simultáneamente"
Bruno Vidal, el poeta de Punta Peuco.

Pirateado de El Mercurio, suplemento Artes y Letras, enero 8 de 2017. Vale.

N. del E. Cito: “Un escritor, contrariamente a la opinión popular, no escribe libros. Un escritor escribe textos”. En ‘El Arte Nuevo de Hacer Libros’, Ulises Carrión, 1980.

El Editor


ELLA AVISA QUE SE PONDRÁ A TEJER CROCHET
Rosana Bustamante Gamboa

para detener el impulso de escribir
sobre las hojas de los árboles
que tienen su casa plagada de diptongos
hiatos, y verbos en pluscuamperfecto
sin mencionar todos esos renglones llamando
a un amado que se hace el leso
y nunca baja de la cordillera donde observa
zorros chillas y otras especies en peligro de extinción
¡y qué decir de esas palabras reposando en los almácigos!
buscando una felicidad con la que se soñó
sobre los áticos de una niñez, en los campos de Maipú
donde se comía higos y cuidaba perros sin nombre
que ahora resuenan en medio de las faenas
que nunca se terminan porque las palabras
están soldadas en esa lengua que no reposa
y se atraganta con tanto color de las sílabas
que en tres, dos y un golpe de voz, señalan el nombre
de aquel guerrillero que duerme
abrazado a los macizos de Neltume.


CUÉNTAME TÚ
Beatriz Graciela Moyano

(Al buen escritor y gran amigo José V. Valdéz)

Tú hombre navegante, que has devorado mar
Qué has soñado embrujado de murmullo
Qué bañaste tu cuerpo en brillo de estrellas
Y quemaste la piel a puro viento salino y sol.

Tú, callas las melancolías y nostalgias, cuéntame
Cuéntame la inmensidad del verde azulado
Esa mística existencial sobre nobles delfines.
Dime lo que quieras, certezas, vivencias o quimeras.

Tú que aspiraste libre, la brisa y su sal en proa
Cuéntame, sensible hombre de mar, ¿es cierto?
¿Esos bellos seres acompañan navegantes?

Cuéntame, la furia del implacable viento, sus azotes.
Las lunas y sus fases, cuéntame algo de los puertos
O el sol allá en lo infinito al amanecer, cuéntame tú.


AJENA VIDA
Francisco Townsend

Hubo un instante en que se dio cuenta de que la vida era suya

No fue en los inicios cuando correteaba detrás de los gorriones en el patio de los nogales nortinos

Ni cuando jugaba a la pelota en el patio del colegio con nombre en ingles y pronunciación local

Fue mucho más tarde de cuando ya se había enamorado profundamente

De decenas de mujeres silenciosas a las que nunca habló

Fue mucho después incluso de conocer la magia del amor carnal

Incluso después de vivir con su mujer de antes y después de vivir con su mujer de después

Fue en un instante de lucidez extrema jugando con su última amante

Agradeciendo por todo lo que había tenido, fue ahí cuando se dio cuenta que la vida era suya

Y a pesar de todo, no se atrevió a tomarla.


TEMPRANA FUGA
André Cruchaga

Súbitas calles muerden las sombras de mis pies. Hienden las sienes
las hienas sordas de la negrura; ciegas las infancias del ojo indefenso
ante el olfato roto de las alambradas.

Uno acaba cambiando de piel ante la polvareda, o la carcajada abierta
que nos desafía. A veces sólo queda cruzarse de brazos, adelantarse
a los horrores de la noche,
morder el pescuezo siniestro de las deshoras, jurarle a la reúma
del poder sobre las migajas, o encasquetarse en la boca
de los sombreros sin posibilidades de retorno.

Jamás se retorna a las mismas aguas, aun cuando giman las culpas.

En los alrededores de los sueños, hay necesidad de tocarle las manos
a las horas, precipitarse en las caligrafía de los cadáveres,
repasar las lápidas quebradas del aliento.

Ahora únicamente sobrevivo al ronroneo de la apariencia, al grito
desordenado de los candiles, al párpado quemado de premura.
Soy convicto de penurias, y confesas verrugas que de seguro requieren
más de una cirugía. Leo desde el calorcito de las cloacas.

Me divierte a fin de cuentas el fastidio, esta herida abierta que nunca
fue curada (me duele evocar la saliva de tu boca, no regresar al umbral
de tus muslos. Me duele el frío en mis manos.
Me duele pensar en los condones reales de la soledad y obligarme
a un tiempo de vómitos de tedio y a yermos ardimientos.)

Barataria, 04.I.2017


¡VEN CON EL MISMO VESTIDO DE AYER!
Rosana Bustamante Gamboa

y esa soltura de tus caderas/ la exquisitez de la voz cuando dices Luis Emilio/ esos cabellos que no saben por dónde caminas mujer/ y los besos que te cubren el agraciado pubis/ ven con la sonrisa y tu bolso de crines/ por donde puedo mirar las piernas pintadas/ por ese océano donde piensas los lunes/ y alborotas las arenas pegadas a tu almendrada piel/ donde quiero dejar escapar los años de espera/ desnudo y recogido en mi propia memoria/ que quiere desvestir tu parloteo por debajo de los muslos y entre medio/ donde tienes esa paz que reposa cuando te imagino.


EL DIA SIGUIENTE
Ivonne Concha Alarcón

Las manos encadenadas a la piel desnuda tintinean nerviosas, van a hurtadillas buscando el rosario cautivo, rompiendo los cristales tornasol del alto castillo de mármol de chocolate azul. Los dedos desjoyados se entrelazan curiosos desconociendo la ruta del camino a la cima mientras el viento mueve las plumas del atrapasueños curioso y tal vez hasta celoso perdiéndose entre las lágrimas de la lámpara antigua de aquel viejo lugar de altos campanarios. Los ruidos guardan silencio, hoy no están curiosos, no están hambrientos de pasión, solo duermen cansados de los ajetreos que dejaron los empedrados caminos de la curiosidad horrorizada de romper los hielos del abandono del placer solitario. Recorrerá mi péndulo de acero esas andanzas por mi piel que hacían gemir los sueños apegados a los cantos gregorianos de la soledad lejana. Hoy seré solo la anémona de mi propio paraíso, la primavera que siempre revive el corazón de su propio principado en el que vives tú mi pálido sol encumbrado entre los rayos que cruzan el arcoíris dejando dudas de la existencia de un próximo verano...


Plagiando a Borges.
Francisco Antonio Ruiz Caballero

El Espejo de Tinta. (Homenaje a Jorge Luis Borges, léanlo, es un autor soberbio).

II.
En la cámara de palacio de Yacub el incienso se quema. Hay tres pavos reales presenciando la escena. Una piel de guepardo extendida tapiza azulejos dorados, yeserías de mármol, y ladrillos amarillos, donde los mocárabes se cruzan con los damasquinados y se repite siete veces el nombre de Alá, bendito sea, para que ningún hereje cometa pecado. Abderraman el Masmudi está frente a Yacub, y suplica y se duele, y suplica, y se llora, y tiembla como los dientes en una noche de invierno, y siente un escalofrío desde la pies a la nuca. Y su miedo es tan grande que pudiera decirse que todos sus esfínteres se hayan sacudidos. Y su miedo es tan grande que daría su alma, si no fuera el muchacho tan bueno como un lirio. Abderraman el Masmudi está frente a Yacub, y tiembla como el timbre que se toca en las puertas, y suplica le dejen un minuto de vida para ofrecer a Yacub un minuto de magia. Yo te haré ver maravillas sublimes si no tomas mi vida ni me mandas el verdugo.

III.
Una onza de Benjuí y semillas de cilantro, arden en un brasero de bronce con la forma de una cobra. Yacub pide a Abderraman que le muestre: el abismo sin fondo en que la tierra se sostiene, los peces de colores turquesas de las riberas de Indico, la maquinaria del cielo que hace mover la luna, los ángeles de cabellos rubios que cantan en la aurora, y los que tañen las campanas cuando cae la tarde y cantan sobre las aguas tranquilas de los lagos, las sirenas que esconden los fondos marinos, los artilugios de guerra de los infieles, los tesoros que hay en el fondo de la tierra, los dhijng que bailan en las tripas de los volcanes, los monstruos que esconden las selvas tenebrosas, y los leviatanes de las profundidades oceánicas, las perlas que surgen en el seno de las ostras, los instrumentos de música de los querubines, los diez mil ángeles que hay en la pupila de una muchacha, los colibríes de colores rojos y azules, y las libélulas doradas que hay en el paraíso. Le pide que le muestre los guerreros de la China, y los soldados que protegen la tumba de los emperadores, le pide que le muestre los tintes vegetales con los que los pintores infieles diseñan sus dibujos, le pide que le muestre las esencias vegetales y los venenos que matan sin causar dolor, las plantas comestibles y aquellas que hacen daño, y los animales feroces que esconden las plantaciones. Le pide que le muestre la ciudad llamada Europa, y los asesinos que se esconden entre los arrabales.


VIAJE AL OTRO INVIERNO
F.S.R.Banda

El color de los ojos de Marianela en cierta tarde mirando el atardecer, un violeta y un verde fosforescente en la esquina que daba al mar hacia el poniente y donde  todo era allí, la angustia de extraviarte y la ansiedad por volver a encontrarte, la ventolera y la lluvia que arrecia desde la altura de los bosques oscuros con los ulmos de blanco florecidos, los dados que jugaban cada uno a su aire su pequeño azar instantáneo, la noche de las cinco lunas estrelladas que la memoria guarda como fugaz destello del ahora imposible, la suma y sus cansancios, el río ancho lento con sus aguas casi quietas bajo la lluvia que es todas las lluvias, el silencio que es todos los silencios, los del verbo encarcelado y los que se escondieron en las cenizas de los rescoldos de la dulzura de [tu voz] las voces ya sin rostros, el preciso matiz de unos labios despintados por la turbulencia de una noche de besos y susurros, este invierno que posee el encanto de lo probable y la certeza del vacío, la lluvia, siempre la lluvia como si lloviera en otro invierno, el vino que busca en la contingencia la derrota o la victoria, ambas inútiles en la hora tardía, la cata de los whiskies de los aromas perdidos, con esos sabores que se quedan doliendo para remarcar la nostalgia, un sol que nunca amanece y una luna ciega, y el vaho de los montes sobre la fría mañana, ese breve invierno donde la voz se curva desesperada y desaparece.

Post data.- Ese nombre es un simulacro o un espejo que no refleja sus ojos en su vértice esencial. Ese violeta y ese verde fosforescente son solo antiguas y veneradas reliquias de un desértico territorio, quizá la antípoda climática de este otro invierno.

Desde la ribera poniente del Estero Yerbas Buenas, 18 al 20 de febrero de 2017


NOTICIAS DEL IMPERIO (Fragmento)
Fernando del Paso

I - CASTILLO DE BOUCHOUT - 1927

(Fragmento del fragmento)

Hoy ha venido el mensajero a traerme noticias del Imperio. Vino, cargado de recuerdos y de sueños, en una carabela cuyas velas hinchó una sola bocanada de viento luminoso preñado de papagayos. Me trajo un puñado de arena de la Isla de Sacrificios, unos guantes de piel de venado y un enorme barril de maderas preciosas rebosantes de chocolate ardiente y espumoso, donde me voy a bañar todos los días de mi vida hasta que mi piel de princesa borbona, hasta que mi piel de loca octogenaria, hasta que mi piel blanca de encaje de Alenzón y de Bruselas, mi piel nevada como las magnolias de los Jardines de Miramar, hasta que mi piel, Maximiliano, mi piel quebrada por los siglos y las tempestades y los desmoronamientos de las dinastías, mi piel blanca de ángel de Memling y de novia del Béguinage se caiga a pedazos y una nueva piel oscura y perfumada, oscura como el cacao de Soconusco y perfumada como la vainilla de Papantla me cubra entera, Maximiliano, desde mi frente oscura hasta la punta de mis pies descalzos y perfumados de india mexicana, de virgen morena, de Emperatriz de América.
El mensajero me trajo también, querido Max, un relicario con algunas hebras de la barba rubia que llovía sobre tu pecho condecorado con el Águila Azteca y que aleteaba como una inmensa mariposa de alas doradas, cuando a caballo y al galope y con tu traje de charro y tu sombrero incrustado con arabescos de plata esterlina recorrías los llanos de Apam entre nubes de gloria y de polvo. Me han dicho que esos bárbaros, Maximiliano, cuando tu cuerpo estaba caliente todavía, cuando apenas acababan de hacer tu máscara mortuoria con yeso de París, esos salvajes te arrancaron la barba y el pelo para vender los mechones por unas cuantas piastras. Quién iba a imaginar, Maximiliano, que te iba a suceder lo mismo que a tu padre, si es que de verdad lo fue el infeliz del Duque de Reichstadt a quien nada ni nadie pudo salvar de la muerte temprana, ni los baños muriáticos ni la leche de burra ni el amor de tu madre la Archiduquesa Sofía, y que apenas unos minutos después de haber muerto en el mismo Palacio de Schönbrunn donde acababas de nacer, le habían trasquilado todos sus bucles rubios para guardarlos en relicarios: pero de lo que sí se salvó él, y tú no, Maximiliano, fue de que le cortaran en pedazos el corazón para vender las piltrafas por unos cuantos reales. Me lo dijo el mensajero. Al mensajero se lo contó Tüdös el fiel cocinero húngaro que te acompañó hasta el patíbulo y sofocó el fuego que prendió en tu chaleco el tiro de gracia, y me entregó, el mensajero, y de parte del Príncipe y la Princesa Salm Salm un estuche de cedro donde había una caja de zinc donde había una caja de palo de rosa donde había, Maximiliano, un pedazo de tu corazón y la bala que acabó con tu vida y con tu Imperio en el Cerro de las Campanas. Tengo aquí esta caja agarrada con las dos manos todo el día para que nadie, nunca, me la arrebate. Mis damas de compañía me dan de comer en la boca, porque yo no la suelto. La Condesa d'Hulst me da de beber leche en los labios, como si fuera yo todavía el pequeño ángel de mi padre Leopoldo, la pequeña bonapartista de los cabellos castaños, porque yo no te olvido.

Nota.- La tercera novela del escritor mexicano Fernando del Paso, Noticias del imperio (1987), se desarrolla alrededor del Segundo Imperio mexicano (1862-1867), sobre todo respecto a los emperadores Maximiliano (1832-1867) y Carlota (1840-1927). Esta novela posee un total de 23 capítulos, de los cuales solamente los impares están narrados por el personaje de Carlota, mientras que los pares poseen distintas voces narrativas. Los capítulos impares son doce en total y todos presentan el mismo título: "Castillo de Bouchout, 1927". Este discurso poético presente en los capítulos impares refleja la condición mental de Carlota, es decir, muestra la corriente de conciencia de este personaje.



La forma de poema es una desgracia pasajera.
Osvaldo Lamborghini, “Die Verneinug”, 1977.



Revista PARADOXAS N° 230
de marzo de 2017