martes, 14 de mayo de 2013

PARADOXAS Nº 176


PARADOXAS

REVISTA VIRTUAL DEL SURREALISMO NEOBARROCO


Año VIII - N° 176


INDICE

El Estanque del Emperador de la Luna de Agosto. Corregido - Francisco Antonio Ruiz Caballero
LA VISITANTE - F.S.R.Banda
APUNTES SOBRE LA LLUVIA DE HOY - F.S.R.Banda


EDITORIAL

El Surrealismo o superrealismo es un movimiento artístico y literario que busca descubrir una verdad, con escrituras automáticas, sin correcciones racionales, utilizando imágenes para expresar sus emociones, pero que nunca seguían un razonamiento lógico. Automatismo psíquico puro por cuyo nombre se intenta expresar, verbalmente, por escrito o de cualquier otro modo, el funcionamiento real del pensamiento. Es un dictado del pensamiento, sin la intervención reguladora de la razón, ajeno a toda preocupación estética o moral. Se basa en la creencia en la realidad superior de ciertas formas de asociación desdeñadas hasta la aparición del mismo, y en libre ejercicio del pensamiento. Tiende a destruir definitivamente todos los restantes mecanismos psíquicos, y a sustituirlos en la resolución de los principales problemas de la vida. Es neobarroco, cuando el lenguaje está dando tumbos en la maraña, golpeándose, hiriéndose, cicatrizando: lenguaje hendidura, cicatriz; lenguaje orificio, por el que salen expelidas las palabras, renovadas, fétidas, insolentes, desesperadas. El lenguaje, que es instrumento, de vida y muerte: arma de dos filos, bestia de doble antifaz. Refleja estructuralmente la inarmonía, la ruptura de la homogeneidad, del logos en tanto absoluto, la carencia que constituye nuestro fundamento epistémico. Reflejo necesariamente pulverizado de un saber que sabe ya que no está apaciblemente cerrado sobre sí mismo. Arte del destronamiento y la discusión. El realismo mágico es una corriente literaria cuyos rasgos principales son la desgarradura de la realidad por una acción fantástica descrita de un modo realista dentro de la narrativa. Se define como la preocupación estilística  y el interés de mostrar lo irreal o extraño como algo cotidiano y común. No es una expresión literaria mágica, su finalidad no es la de suscitar emociones sino más bien expresarlas y es, sobre todas las cosas, una actitud frente a la realidad. Comparte ciertas características con el realismo épico, como la pretensión de dar verosimilitud interna a lo fantástico e irreal, a diferencia de la actitud nihilista asumida originalmente por las vanguardias como el surrealismo. El Surrealismo Neobarroco es una deformación poética de la realidad por una acción fantástica descrita de un modo excesivamente recargado de imágenes, metáforas y adjetivaciones dentro de una narrativa breve y puntual. En sus textos la trama suele ser un aspecto secundario y hay un evidente predominio de la búsqueda de imágenes hermosas, maravillosas, asombrosas y siempre inquietantes, las que provienen de muy diversos campos del conocimiento. Hay un exceso de énfasis y abundancia de ornamentación, siendo claramente un arte "elaborado". Tiende a ser, en la medida de lo posible, una literatura arcaica, barroca, rebuscada, demanda el asombro no la emoción, todo forma y nada de fondo, capaz de crear un (o muchos) Universo caprichoso, ni siquiera paralelo, sino absolutamente diverso al Universo (des) conocido. Está lo mas alejada posible de la brutal realidad, o interviene en ella poetizando sus miserias como si fueran burbujas de jabón, iridiscentes pero esencialmente inútiles.

Así fue copiado/pegado. Vale.

El Editor



El Estanque del Emperador de la Luna de Agosto.
Francisco Antonio Ruiz Caballero

El Emperador de la Luna de Agosto tiene un trono de oro que sostiene sus cuatro patas admirables sobre una gigantesca tortuga. La tortuga tiene dos ojos esmeraldas que lanzan pavorosos rayos verdes a quien osa mirarla, y por donde pisa jamás crecen los heliotropos. Anda muy despacio, cada pisada dura diez mil años, y en el caparazón de carey blanco hay grabadas en letras de oro la palabra “Paciencia”. El emperador de la Luna de Agosto tiene un puño de oro macizo sobre el que un halcón se posa. Es un halcón blanco como la nieve, con dos ojos rubís enfurecidos, y sus uñas están sangrando porque eternamente acaba de arrancar el corazón de una ninfa de cuajo. La ninfa se bañaba en un estanque de aguas verdes y azules, y comía pétalos de nenúfar rosa para olvidarse de lo insoportable de la vida, cuando comía los pétalos fucsias del nenúfar el nenúfar gritaba socorro con letras de caramelo muy pequeñitas y azules en las que había cinco grillos negros. El estanque es azul y verde. Las ninfas mojan sus cuerpos en lo limpio de sus aguas, tienen los cabellos de oro o de plata y una mueca de tristeza en el rostro porque han visto al Dios Eros bañarse en el agua y éste las ha rechazado. En los ojos siempre verdes de la ninfas hay más estanques de aguas tranquilas, en los que las libélulas rojas beben un agua muy fría. Son fuentes de un agua muy negra y muy transparente, que brotan de un cisne de mármol con el pico de oro, los lotos en el estanque sostienen a las ninfas que no quieren bañarse y las arropan para que no se vea la esplendorosa desnudez de sus cuerpos de nieve perfecta. Hay una cadencia de campanitas azules y de siringas rosas que muestra al detalle el pezón izquierdo rosa de una ninfa. Una gotita de leche surge de ese pezón y un diminuto duende de oro recoge la gota en una copa de cristal de ámbar y se la bebe. El duende es muy pequeñito y salta de hoja de loto en hoja de loto, tiene unas botitas verdes y un trajecito azul, y alas de mariposa, pero no sabe volar bien y tiene una gran miedo a las arañas. También hay dos unicornios azules bebiendo en las aguas de estanque. Tienen los cuernos irisados y tornasolados y los belfos son violetas como un poniente sevillano, cuando beben hacen un gran tumulto y provocan ondas de frescor transparente el el estanque que con el sol se descomponen en pequeños arcoirises de oro y de granates, las campánulas se asoman al estanque con sus grandes bocas florecidas, y los hibiscos desprenden el polen naranja que cae como un polvillo sobre las alas de mariposas de los duendes. También hay un Narciso al borde de la fuente. El hermoso muchacho se contempla admirado y muere de languidez al no poder acariciar su imagen, cada vez que sumerge su mano transparente, llena de venitas moradas, en el agua del estanque, su imagen se difumina y el muchacho llora. Y es tanto lo que llora que el muchacho es una fuente más del estanque. Una fuente con forma de atleta adolescente de cabellos verdes y labios sonrosados como la sandía. Cuando el halcón desgarró el corazón de la ninfa se lo sacó del pecho con saña y lo llevó por los aires hasta un volcán de Islandia. Y el volcán que estaba hambriento de corazones recogió el corazón sangrante de la muchacha y lo devoró en una gran pira de fuego. Sonaron las trompetas del juicio Final y cien arcángeles rubios surcaron el cielo sobre Pegasos blancos, irritados por la fechoría del emperador. Pero la tortuga dio un paso más y el tiempo se detuvo como un cristal de diamante colapsado. Siempre que da el sol en el estanque los duendecillos beben de la teta de una ninfa, pero si da la luna y las estrellas azulinas se reflejan en lo oscuro de sus aguas además los senos dan miel. En lo dorado de la tarde las lágrimas de las ninfas son de un oro perfecto, y las libélulas interrogan a los juncos verdes sobre si pueden o no posarse. Es un dialogo interminable de miedo y de respeto, te quiero, no te quiero, te quiero, no te quiero. Hay quien ha visto mil años de interrogaciones, pero cuando llega la noche es forzoso que la libélula se pose sobre su junco. En el Palacio del emperador de la Luna de Agosto hay cuatrocientos pavos reales azules, coronados de plumas iridiscentes, y el emperador tiene una jaula de oro con doce mirlos métálicos. ¡¡¡¡¡¡Cómo brillan los mirlos, es una delicia verlos tan esplendorosos, diríase que le han robado al arcoiris sus facetas. Hay campesinos que trabajan día y noche criando dichos mirlos y cuando un mirlo muere por descuido es día de luto en la choza del pobre campesino. Los llevan al emperador de doce en doce, para que los embajadores de Persia se queden extasiados y no pidan más oro por los tributos, si no habría guerra y el emperador tendría que desmontar de su tortuga y montar sobre un caballo percherón negro, que tiene en los tobillos de cada pata cuatro calaveras humanas con los dientes cariados, y sería un día de luto para todos los habitantes del reino. ¿Qué hace una ninfa sin corazón loca llorando sobre la hoja de loto de un estanque?. ¿qué hace el corazón loco de una ninfa de nieve ardiendo eternamente en el cráter de un volcán de Islandia?. ¿qué hacen tres toreros mejicanos frente a un espejo negro?, ¿qué hace el sol de agosto dando sobre los tejados de mi casa?, ¿qué hago yo toda la tarde lejos del sol y de la fuente?, ¿qué hace una mariposa rosa sobre un heliotropo blanco?, Qué hace una ninfa sin corazón loca llorando sobre la hoja de loto de un estanque?........


El Estanque del Emperador de la Luna de Agosto. Corregido
Francisco Antonio Ruiz Caballero

El Emperador de la Luna de Agosto tiene un trono de oro que sostiene sus cuatro patas admirables sobre una gigantesca tortuga. La tortuga tiene dos ojos esmeraldas que lanzan pavorosos rayos verdes a quien osa mirarla, y por donde pisa jamás crecen los heliotropos. Anda muy despacio, cada pisada dura diez mil años, y en el caparazón de carey blanco hay grabadas en letras de oro la palabra “Paciencia”. El emperador de la Luna de Agosto tiene un puño de oro macizo sobre el que un halcón se posa. Es un halcón blanco como la nieve, con dos ojos rubís enfurecidos, y sus uñas están sangrando porque eternamente acaba de arrancar el corazón de una ninfa de cuajo. La ninfa se bañaba en un estanque de aguas verdes y azules, y comía pétalos de nenúfar rosa para olvidarse de lo insoportable de la vida, cuando comía los pétalos fucsias del nenúfar el nenúfar gritaba socorro con letras de caramelo muy pequeñitas y azules en las que había cinco grillos negros. El estanque es azul y verde. Las ninfas mojan sus cuerpos en lo limpio de sus aguas, tienen los cabellos de oro o de plata y una mueca de tristeza en el rostro porque han visto al Dios Eros bañarse en el agua y éste las ha rechazado. En los ojos siempre verdes de la ninfas hay más estanques de aguas tranquilas, en los que las libélulas rojas beben un agua muy fría. Son fuentes de un agua muy negra y muy transparente, que brotan de un cisne de mármol con el pico de oro, los lotos en el estanque sostienen a las ninfas que no quieren bañarse y las arropan para que no se vea la esplendorosa desnudez de sus cuerpos de nieve perfecta. Hay una cadencia de campanitas azules y de siringas rosas que muestra al detalle el pezón izquierdo rosa de una ninfa. Una gotita de leche surge de ese pezón y un diminuto duende de oro recoge la gota en una copa de cristal de ámbar y se la bebe. El duende es muy pequeñito y salta de hoja de loto en hoja de loto, tiene unas botitas verdes y un trajecito azul, y alas de mariposa, pero no sabe volar bien y tiene una gran miedo a las arañas. También hay dos unicornios azules bebiendo en las aguas de estanque. Tienen los cuernos irisados y tornasolados y los belfos son violetas como un poniente sevillano, cuando beben hacen un gran tumulto y provocan ondas de frescor transparente en el estanque que con el sol se descomponen en pequeños arcoirises de oro y de granates, las campánulas se asoman al estanque con sus grandes bocas florecidas, y los hibiscos desprenden el polen naranja que cae como un polvillo sobre las alas de mariposas de los duendes. También hay un Narciso al borde de la fuente. El hermoso muchacho se contempla admirado y muere de languidez al no poder acariciar su imagen, cada vez que sumerge su mano transparente, llena de venitas moradas, en el agua del estanque, su imagen se difumina y el muchacho llora. Y es tanto lo que llora que el muchacho es una fuente más del estanque. Una fuente con forma de atleta adolescente de cabellos verdes y labios sonrosados como la sandía. Cuando el halcón desgarró el corazón de la ninfa se lo sacó del pecho con saña y lo llevó por los aires hasta un volcán de Islandia. Y el volcán que estaba hambriento de corazones recogió el corazón sangrante de la muchacha y lo devoró en una gran pira de fuego. Sonaron las trompetas del juicio Final y cien arcángeles rubios surcaron el cielo sobre Pegasos blancos, irritados por la fechoría del emperador. Pero la tortuga dio un paso más y el tiempo se detuvo como un cristal de diamante colapsado. Siempre que da el sol en el estanque los duendecillos beben de la teta de una ninfa, pero si da la luna y las estrellas azulinas se reflejan en lo oscuro de sus aguas además los senos dan miel. En lo dorado de la tarde las lágrimas de las ninfas son de un oro perfecto, y las libélulas interrogan a los juncos verdes sobre si pueden o no posarse. Es un dialogo interminable de miedo y de respeto, te quiero, no te quiero, te quiero, no te quiero. Hay quien ha visto mil años de interrogaciones, pero cuando llega la noche es forzoso que la libélula se pose sobre su junco. En el Palacio del emperador de la Luna de Agosto hay cuatrocientos pavos reales azules, coronados de plumas iridiscentes, y el emperador tiene una jaula de oro con doce mirlos métálicos. ¡¡¡¡¡¡Cómo brillan los mirlos, es una delicia verlos tan esplendorosos, diríase que le han robado al arcoiris sus facetas. Hay campesinos que trabajan día y noche criando dichos mirlos y cuando un mirlo muere por descuido es día de luto en la choza del pobre campesino. Los llevan al emperador de doce en doce, para que los embajadores de Persia se queden extasiados y no pidan más oro por los tributos, si no habría guerra y el emperador tendría que desmontar de su tortuga y montar sobre un caballo percherón negro, que tiene en los tobillos de cada pata cuatro calaveras humanas con los dientes cariados, y sería un día de luto para todos los habitantes del reino. ¿Qué hace una ninfa sin corazón loca llorando sobre la hoja de loto de un estanque?. ¿qué hace el corazón loco de una ninfa de nieve ardiendo eternamente en el cráter de un volcán de Islandia?. ¿qué hacen tres toreros mejicanos frente a un espejo negro?, ¿qué hace el sol de agosto dando sobre los tejados de mi casa?, ¿qué hago yo toda la tarde lejos del sol y de la fuente?, ¿qué hace una mariposa rosa sobre un heliotropo blanco?, Qué hace una ninfa sin corazón loca llorando sobre la hoja de loto de un estanque?........


LA VISITANTE
F.S.R.Banda

Venía atravesando el patio recién llovido en medio de las ruinas y los árboles añosos, levantándose el ruedo del vestido con sus dos manos finas y pálidas de huesos largos para no mojarlo en los charcos que no reflejaban su imagen sino solo los altos ramajes deshojados contra el cielo grisáceo simulando en su fúnebre quietud abandonados espejos trizados. Su rostro adusto poseía la belleza mortecina de los seres que no son de este mundo, la mirada como perdida atravesaba los cristales empolvados del ventanal provocando el tenue escalofrió de lo insoportable, sus labios congelados en una mueca mezcla de sonrisa y desprecio queriendo parecer amables a pesar de la tristeza inequívoca que uno sentía como una daga encendida sajando las vísceras. Su piel muy pálida resplandecía en su tibieza dándole un aura angélica, distante, intocable. La contemplé sin asombro, sin un atisbo de inquietud o angustia, la veía acercarse y era como si la esperara hace tiempo, casi podía oler su perfume cítrico con un tenue aire de magnolia u oír el frufrú de su vestido entre el ruido de sus pasos delicados en el sendero pedregoso por el que se accedía a la vieja casona. De pronto me di cuenta que todo era gris, allá afuera los muros carcomidos por los inviernos, la corteza de los árboles, el cielo nublado, la grava y los charcos, acá adentro los muebles, las paredes, la alfombra raída y los antiguos oleos con sus escenas de batallas y de caza. Después todo fue de noche. Me arrebujé más en el lecho y cerré los ojos abrumado de tiempo y de memorias, de rostros olvidados que ahora acudían como buscando una instauración que en su momento no tuvieron, mientras intentaba inútilmente identificarlos con un nombre o un detalle que los fijara en el recuerdo, escuché como abría la puerta cancel, no oí ruido del cerrojo y asumí que la había dejado entornada, lo que me confirmó su visita en este aquí y este ahora. Escuché sus pasos leves y cautelosos sobre la madera desgastada del piso y el chirrido sordo de la puerta que se abría allá a los pies de mi cama. Mi entorno se lleno de su sutil e invisible omnipresencia. No necesité abrir los ojos para saber que era ella. Sentí su mano recorrer con suavidad el perfil de mi rostro. Levantó mi cabeza acercándola a su pecho como con ternura, y por unos instantes la acarició. Entendí agradecido que era el fin, y que iba a ser como siempre quise, de noche, durante el sueño y sin dolor.


APUNTES SOBRE LA LLUVIA DE HOY
F.S.R.Banda

“y sigue lloviendo, hay flores caídas, ramas rotas por la tormenta, el ronroneo del gato  me adormece y la lluvia en la ventana  suena a tu voz”
Lluvia y gato que te mira. Hilda Breer

Llueve, con esa tristeza desordenada de las ciudades invadidas por los finales del invierno, de las ciudades atrapadas en una soledad sin tiempo que viene de sus territorios ancestrales, ciudades vacías, antes de su fundación y sus torpes refundaciones, cuando aun los ríos corrían por sus cauces y las hierbas eran más verdes que las de ahora que llueve sobre los pastos falsos y las ortigas entumidas. Las calles asumen esa tristeza de vértice fúnebre y se vacían de siluetas, de sombras y de pájaros, se van como disolviendo en las aguas que escurren por sus aceras, en los reflejos difusos de los árboles deshojados, de las marañas de líneas de los cables eléctricos y de los postes del alumbrado en su verticalidad heroica en medio de la lluvia. Llueve y es un poco un fin de algo que nadie  sabe que es pero que todos los escurridizos caminantes intuyen en los charcos que los asaltan en los bordes de las veredas y en los nubarrones grises que van ensuciando un cielo de oscura porcelana. Confundido en un oriente que se aleja hasta tocar y subir por la cordillera un vaho húmedo va guiando los chubascos hacia su trampa de nieves eternas mientras el poniente declarado en rebeldía se resiste a morir sin la gloria esplendorosa del crepúsculo y se rompe en una iluminación de claraboya, de ventana de hospital, de ventanal de casa abandonada. Más acá, donde los pasos ya perdieron su eco por la persistencia de la lluvia, el habitante se ensimisma en su desolación de naufrago extraviado y se pierde en la esquina siguiente sin encontrar nunca la salida al llueve, a la indiferencia de lo clandestino, de lo secreto, de las congojas por los pecados cometidos y en deuda por pagar. Llueve, con el abandono en carne viva, con el mutismo de lo que sucede sin esperanza, con la agobiante sensación de un castigo bíblico que traspasa las generaciones y se aferra como hiedra muerta en los muros del único habitante, del viajero detenido en la lluvia cabizbajo a la espera que escampe para continuar el viaje por la ciudad que le parece vacía en su desborde pero de la que alcanza a oír su linfa cloacal fluyendo por las alcantarillas allá abajo en la tierra misma humedecida por el agua quizás final de este invierno en sequía. El asfalto espejea en un plateado agrisado como un largo mar triste esparcido entre la quietud de un archipiélago prehistórico buscando un imposible punto de fuga. Llueve, mientras la ciudad, tan callando, se va borrando, inundando de sombrías nostalgias y sumergiendo en infelices presagios. Vale.



Revista PARADOXAS N° 176
5 de Septiembre de 2012

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