martes, 14 de mayo de 2013

PARADOXAS Nº 172


PARADOXAS

REVISTA VIRTUAL DEL SURREALISMO NEOBARROCO


Año VIII - N° 172


INDICE

"ILUSIONES" - Beatriz Graciela Moyano
EL LLAMADO - Maria de los Ángeles Roccato
"Encuentro en verde" - Hilda Breer
Un Patio Vacío. - Francisco Antonio Ruiz Caballero.
 DEMENCIA SENIL - F.S.R.Banda
UNA ERRATA


EDITORIAL

Una pregunta para Harold Bloom
Ignacio Valente *

La teoría literaria o filosofía de la literatura o poética -la disciplina que se pregunta radicalmente qué es literatura- lleva tres siglos oscilando en forma casi pendular entre dos ideas relativamente opuestas, que resumiré en forma muy simplificada. Por una parte está la idea de que literatura es simplemente vida, la vida misma, la vivencia personal o social. Y está, por otra parte, el concepto de literatura como lenguaje, como forma del lenguaje, como objeto textual (obviamente radicado en la vida).
En entrevista reciente, Harold Bloom dio la impresión de hacer suya la primera idea: dijo negarse a interponer diferencia o distancia alguna entre la literatura y la vida a secas. Ya en el siglo XVIII, el conde de Saint-Beuve afirmaba algo parecido: que lo esencial del arte literario es el sujeto que escribe, su biografía y su entorno social. Esta idea fue potenciada en el siglo XIX por la filosofía romántica alemana y, en general, por el romanticismo, con su exaltación de la subjetividad.
Cuando yo empezaba a hacer crítica literaria, Alone me aseguró enfáticamente lo mismo, a saber, que la lectura de una obra sin el conocimiento biográfico de su autor era ya algo más o menos valioso, pero que sólo ese conocimiento del escritor y de su medio podía henchir de significado aquella lectura y, en general, el fenómeno literario.
Por entonces yo pensaba -y con mayores matices sigo pensando- lo contrario, formado como estaba en una línea teórica más anglosajona, sobre todo en la escuela de T. S. Eliot. Para él, conocer la vida del escritor y de su entorno no era esencial en la lectura de una obra; más aún, la abundancia de ese conocimiento biográfico podía incluso perjudicar la apreciación de la obra en sí misma. Luego el new criticism de los Estados Unidos fue más lejos, llamando "falacia genética" a la idea de que la lectura de un texto estuviera destinada a la misión imposible de hacerse con los antecedentes psíquicos o sociales de su origen o gestación.
Esta línea de pensamiento fue reforzada en Europa por la difusión del formalismo ruso de Jakobson, así como también por la fenomenología literaria de Sartre, dos planteamientos brillantes. Ya por esos años se gestaba, sin embargo, una acentuación pendular, extrema y extremista de esa idea: el estructuralismo, basado en Saussure (lingüística) y Lévi-Strauss (antropología), y formalizado en la literatura por Barthes y otros franceses, que llegó a una concepción casi mecánica e impersonal de la obra literaria y de sus "estructuras" formales: la lectura consistía en desarmar y volver a armar la relojería del texto.
Cuando esa concepción se generalizó en el mundo y en Chile, en colegios y universidades, con todos los daños del caso -una literatura sin hombre, sin humanidad, sin vida ni sujeto-, yo polemicé con sus mentores tanto como lo había hecho antes con las poéticas de la subjetividad, románticas o psicologistas, por llamarlas de alguna manera. Después del estructuralismo ha venido la oscilación pendular contraria de la "crítica cultural", que devuelve a la literatura su contexto humano. En esta línea se explican mejor las declaraciones recientes de Harold Bloom en favor de la literatura identificada con la vida misma.
Frente a ellas, no obstante, me formulé la misma pregunta con que antes cuestionaba yo a Saint-Beuve, a Dilthey o a Alone: ¿dónde queda lo específico del fenómeno literario, su "esencia", dentro del conjunto abigarrado, confuso e inabarcable que llamamos "la vida"? ¿En qué se diferencia la literatura de otras mil dimensiones expresivas de la vida, como un grito, un llanto, un mensaje de texto, una declaración de amor? ¿No se acerca Bloom -sin duda con más elegancia y matices- a los antiguos reduccionismos, que desvanecían el hecho literario mismo en el gran todo que es la vida en general?
Pienso que existe una respuesta más precisa a la pregunta por la identidad de la literatura, formulada desde premisas muy diferentes, por autores como Valéry, Eliot, Jakobson, Sartre, Pareyson, Valverde, de quienes me considero un muy modesto discípulo, y cuya vigencia subsiste hoy dentro del vaivén incesante de las teorías literarias. Esa respuesta incorpora de lleno, en la esencia de la obra, la humanidad viva del sujeto creador y de su entorno social, pero sólo en la exacta medida en que ha llegado a ser forma verbal, es decir, a objetivarse en su propio lenguaje hasta el punto de ser idéntica con él. Obra literaria sería, en esta perspectiva, una experiencia humana identificada con su propio lenguaje singular y único, del que es ya inseparable como lo son materia y forma, existencia expresada y palabra expresiva.
¿Dónde queda lo específico del fenómeno literario, su "esencia", dentro del conjunto abigarrado, confuso e inabarcable que llamamos "la vida"?


Pirateado del suplemento Artes y Letras, del El Mercurio del 29 de abril de 2012, página E 17. Vale.

El Editor

* Seudónimo de José Miguel Ibáñez Langlois (Santiago de Chile, 1936), sacerdote del Opus Dei, poeta, teólogo y crítico literario chileno. Dueño de una amplia cultura humanista, Ibáñez Langlois es reconocido como uno de los más renombrados críticos literarios hispanoamericanos del siglo XX, con una producción de decenas de libros y miles de artículos.


VOLVER SIEMPRE
Delfina Acosta

Algún día ya no estaré entre los vivos. La existencia, que es un  mar, alguna tarde, o cierta noche serena,  con la Luna colgada siempre de la Tierra,  y un rumor de hierbas frescas, me devolverá al polvo con golpes de olas.
Tal vez tendré un final inesperado, como Nino Bravo, a quien  me gusta escuchar con los ojos cerrados, como dormida.
Reconozco que soy feliz y que vengo peleando la buena batalla, verso a verso, endecasílabo a endecasílabo, pues de eso se trata, por cierto,  mi afán poético.
Me doy por mujer que no ha venido al mundo a traer rencillas  porque mi destino hace maridaje con los sueños y  las ilusiones  a los que no debería renunciar nunca el ser humano.
Mis novedades son un botón de flor en la vieja orquídea,  un pan que huele a tibieza, una estrella cayendo y un beso enamorado entre un hombre y una mujer.
Cuando ya no esté estarán en pie los árboles, y aquel pino y aquel  cactus  de mi patio se estremecerán acaso.  ¡Pero  el viento traerá noticias de otra gente que nace!
Yo querría volver a  través de mis poesías.


"ILUSIONES"
Beatriz Graciela Moyano

En tiempos en que reinaba un aroma a hierba buena, esa especie de menta suave que acaricia el alma y templa los sentidos de una sencillez coloquial se iban elaborando lentamente fluidos mágicos, inexplicables, consumía el tiempo en ansiedades y lo evaporaba en una llovizna de ternura mezclada con pasiones alternadas, las ilusiones se vestían con un ropaje loco, fascinante, adecuado a las distintas ocasiones y sensaciones. Se abrigaba la espera con sueños e ideas, con la creatividad de los girasoles que van siguiendo el lento giro del sol, como aflojando el cuello para que lo besen, así lo recuerdo, o será que el paso del tiempo hace ver los hechos con la nostalgia que idealiza a los seres y las cosas, las agiganta las vuelve más nobles y sagradas. En la demencia del andar por esta fantástica vida, casi sin querer tropiezas con las ilusorias realidades y las contemplas desde lejos, como quién observa una pintura, un óleo paisajístico, te alejas un poco para hallar su belleza, dices tal vez era así… y le puse más luz, recuerdo un centro blanco azulado, las ilusiones son así, como nubes de algodón de ese blanquecino iluminado con la claridad de los propios ojos del que las tiene atesoradas, aunque de tanto en tanto se nublan, siempre sale el sol, está el sol, bajo esas nubes las ilusiones alimentan y se proyectan dando imagen a los sueños y quimeras, tienen alas de mariposas, libélulas o águilas, dependiendo de la intensidad, de lo impreso en el deseo. Hay cavernas oscuras como cementerios repletas de ilusiones desvanecidas en un aletargado sueño sin fin. Revivirlas es dar vuelo, conspirar con la tela y los pinceles, es volver a pintar los cuadros con ese centro lumínico que les da vida. Sentir que vuelve el tiempo a evaporarse en las pasiones, que la llovizna sabe a ternura en caricias sobre el rostro y la locura de la ilusión te habita, una vez más te vistes con sus ropas coloridas y brillantes y dejas colgada la de la nostalgia en un perchero, en el rincón más oscuro del desván, será volver a ser feliz, nadie sabe si volverás al lugar donde se quedó el traje de nostalgia, pero mientras disfrutas de la loca ilusión, quedará juntando lágrimas secas como perlas en algún bolsillo y el suave aroma hierba buena perfumará el ambiente y las sábanas de la cristalina ilusión. 


EL LLAMADO
Maria de los Ángeles Roccato

“Si buscas resultados diferentes, no sigas haciendo lo mismo”. Albert Einstein.

Aquí está frío y lluvioso con un perlado en  el cielo y un aromático perfume a lluvia que atrapa en redes emocionales. La eterna magia de sentirse vivo. Jugar creando caminos eternos que a los sentido engarzan. Eternidad que encierra el aquí y el ahora. Perfumado deleite que se pega a la piel y se convierte en obsesión por la necesidad del encuentro. La lluvia, dama encantada que seduce y atrapa hace posible que los sentimientos y los deseos afloren, el corazón tenga destellos diamantinos y cada momento se convierta en irrefrenable sendero de búsqueda. Buscar, bucear, navegar, para al fin encontrar el sentido trasmutador de la vida. Por eso tardo en contestar, en nadar hacia aguas profundas, que es allí, donde esta anclada la poética. Veremos entonces como sigue la hebra hasta encontrar la madeja o viceversa. Tomo en este sacro instante, en mis manos virtuales, con todo cuidado, con la llama encendida de la curiosidad y los ojos oteando el horizonte, el recado. Respiro profundo, ordeno mis pensares, coloco las claves escritas cerca de la escafandra hasta esta tarde, que supongo por la dama acuosa, dejaré seducirme. Espero que el sonido cantarino de las caracolas y el color deslumbrante de los corales no logren distraerme, llevándome en brazos de las algas  hasta los arrecifes, pulverizando el tesoro que de allí rescate. Somos hilanderos sagrados, de nosotros depende la trama lograda. Ha intentado correr agua bajo el puente y sí, me he visto abordando temas que necesita resolver o que han aparecido en brusco torbellino. Me alegro, me alegro de que los hilos no se hayan cortado ni debilitado, por el contrario creo se han teñido con nuevos colores y aromas, ofreciendo al universo la vibración de diamantinos cuarzos, salto, hago piruetas entre escribir dibujar intentar imágenes, todo me atrapa, todo me gusta y divierte, siento la vida que me recorre en manso recorrido o en loco torbellino, otra vez tomamos los remos impulso y a seguir navegando. Déjame vagar por estos laberintos de mis búsquedas, estoy y estaré. Trepo por los andariveles de la brisa y desde allí oteo el horizonte que trae el mensaje que desprende cada segundo en lluvia de rocío. Aquí acaba de salir el sol y va dejando sonrisas de oro en todo el jardín .La brisa parece secarse rápidamente y siento el llamado de los elementales, con prisa voy a estar un rato con ellos.

(Edición de F.S.R.Banda)


"Encuentro en verde"
Hilda Breer

Y corrí y corrí, buscándote entre los árboles. Abrace cada tronco, cada rama. Acaricie cada hoja. Las mismas donde vi tu rostro en nuestros primeros encuentros. Donde leí tu asombro al verme  en las noches  serenas.
Roce la tierra húmeda donde nos amamos la primera vez.
Vi grama muy crecida con las pisadas  todavía frescas  que me guiaron hacia ti.
La choza de los cazadores esta aún esperando  nuestro regreso.
Vi los árboles  de manzanas con sus flores blancas llenos de vida  y esperanza.
Las extensiones inmensas con el fuerte color amarillo de las flores de Colza…casi desaparecía el verde  silenciado por esas colinas amarillas… pero siempre estabas tu.
Dentro de la choza  sentado esperándome, silencioso, paciente, ansioso.
Elegí los caminos mas apartados  para volver a recordar ese mundo maravilloso que nos fue concedido por el caprichoso destino.
Tome todo el tiempo que quise para rozar nuevamente esas vivencias.
Revise cada escondite, hurgue entre las raíces para encontrar tus besos  escondidos  desde hace tantos años y tus manos indiscretas  buscando  mi sexo asustado.
Mi risa espantaba la bandada de pájaros que revoloteaban  burlándose  de mi timidez.
Las rosas blancas se asomaban indiscretas  entre las verjas de la vieja casa  donde nacimos, sin saber que algún día regresaríamos para  entregarnos  vencidos por el deseo.
Roja la sangre vertida. Jazmines  blancos dejaste tu… pétalos se deslizaron por mis muslos temblorosos.
Seguí más y más  adentro  de los bosques. Subí más aun en las Colinas. Desnudé mi alma.
Respire con ansias el aire de ese Eifel… mi amada zona donde siguen majestuosos los árboles que cobijaron nuestros furtivos encuentros.
Y mis ojos  se llenaron de verdes, amarillos, azules, rojos, hojas secas crujientes y tu rostro no me dejaba ver el azul intenso del cielo… tu mirada curiosa, casi libidinosa vencía mis fuerzas sin rumbo… desorientada… dudosa… perdida… asombrada por esa intensidad tuya casi agresiva… En mi deambular tropecé con la gigantesca raíz donde un día nos abrazamos con tanta fuerza   por el  miedo a morir… de amor, de deseos, de entrega total. Sí, moriremos en  alguna noche con el cielo cubierto de estrellas pero no nos daremos cuenta… el tiempo no tiene fin aún cuando este planeta que nos unió, desparezca  algún día  convertido en partículas que volverán a unirse  para que  regresemos continuamente y jamás  sabremos que siempre somos nosotros.
El murmullo de las hojas  me despierta para seguir otros caminos. Siempre estas ahí. En una hoja, detrás de un árbol, a la orilla de un arrollo; me miro en sus aguas  y nuestros .labios se encuentran. Vida! Nos besamos con sorpresa, con alegría, con deseos de ser uno… nos besamos, las aguas brillan y danzan.
La luz de la luna se abre paso entre las ramas de los árboles… me encontraste… me abrazas… me desnudas… me posees… muero entre mis gemidos… la brisa sonríe.
Me duermo entre tus brazos… la vida sigue. Ya no existo… no se quien ha escrito esto que estoy leyendo.


Un Patio Vacío.
Francisco Antonio Ruiz Caballero.

No hay ningún minotauro de cuernos colosales. Ni fuente preciosa de agua fresquísima. Ni limonero florecido. Ni estatua. Tampoco se asoma al patio ventana alguna ni celosía discreta permite una mirada. Es tan solo un patio vacío. No hay cadáver, ni fantasma, ni hormiga. No tiemblan diapasones cristalinos bajo un sol iridiscente. Ni mariposa se posa en su zócalo de mármol sin mancha. Quisiera tal vez tener un ladrido de perro rabioso, pero tampoco hay eso, ni se columpia el aire en la rama de ningún almendro florecido. No repta la sierpe de cascabel, ni crecen los cactus furiosos asesinando el aire entre sus pinchos. Tampoco hay un oculto farol rojo para alumbrarlo en las noches sin lunas. Ni bajo el suelo se esconde el esqueleto de una niña muerta. Ni siquiera lo han andado los pasos meditabundos de un loco. Ni ha temblado la hojarasca inexistente bajo las pisadas del curioso. No se abren arcos góticos para visitarlo. Es un patio cerrado. Sin vida. Quizás está exigiendo la percusión de un violín de plata para ocultar su desvergonzada y quejumbrosa desnudez. No hay maceta con aspidistra verde. Quizás está requiriendo el toque de una trompeta de rubíes. Pero el músico no llega. No llega tampoco el gato nocturno a atravesar la pared que lo separa del tejado vecino. Ni han anidado las golondrinas o vencejos. Pasan las nubes sobre su cuadratura inmaculada, y lo dejan mojado las lluvias que no fructifican. Pero no lo visita ningún niño de ojos verdes. Atruena el granizo, y al fundirse, la solitaria alcantarilla se traga el esfuerzo realizado. Podríamos llenarlo de dragones de fuego verde, podríamos llenarlo de panteras amarillas, o de caballitos rosas, que caracolearan fantásticos en sus poses de curvatura maravillosa, pero está vacío. Podríamos pintar sus paredes con una escena de fantasía celeste, o con el guarismo y algoritmo de una firma cúbica, pero sigue impoluto. He decidido que tengo que reformar este patio. Sembrar rosas o claveles o potos o jazmines. Intacto me parece lamentable. Quizás pudiera poner la maquinaria de un tren eléctrico, pero me parece muy infantil. Debiera de tener una sencilla fuente de agua transparentísima, que con el sol se desdoblara en espejismo y oasis. Lo visitarían las peligrosas avispas rayadas, negras y amarillas, macabras, que me dan bastante miedo, y las libélulas rojas y verdes. Debiera de noche sostener el solitario canto diamantino del grillo, toda la madrugada desnudo bajo las estrellas. Podría poner varias macetas con geranios rojos. Debiera de instalar un banco de mármol o de hierro junto a la fuente. Habría que hacer obras. La taladradora mecánica tendría que abrir un canal, para instalar las cañerías del agua. Sería complicado. Y plantar un níspero, o una morera. Un reloj de sol en una de sus paredes sería estupendo. Pero pasear yo solo sería triste. Bah, ahora no está mal, es como un grito en medio del desierto. En vez de sembrar flores podríamos sembrar cactus, son una imagen más íntima y verdadera de mi alma. Y la fuente podría ser renacentista o moderna. ¿Qué sería lo mejor?, una fuente con estatua, quizás la de un cerdo de bronce, como en Florencia, o un Minotauro echando agua por su boca, un Alien de acero y cristal sería demasiado caro. Una simple fuente de antigua iglesia, una simple pila bautismal bastaría, para que bebiesen los gorriones. Y luego instalar la música, una música suave, caleidoscópica, electrónica, zigzagueante. Bastaría para eso el grillo. Impertinente y maravilloso. Azul. Lástima de patio. Podría haber sido una maravillosa composición de adelfas negras, y es solo una mediocridad de músico fracasado. Lo anduve como un loco sonámbulo dormido y al despertar habían grabado a fuego en sus paredes la palabra “YERMA”.


F.S.R.Banda

Todos los nocturnos se me van muriendo de frío, los otoños se extienden sin encontrar sus inviernos como sí el estío allá detrás se hubiera volado y la primavera subsiguiente fuera una llana incertidumbre. Se van, se vuelan, se diluyen los tiempos aciagos con sus pesadillas recurrentes y sus dolores instaurados, y también el canto de ola de esa noche de noctilucas, las luces lejos, la luna inmensa y amarrilla allá hacia el horizonte marino dejando el rastro de sus babas iluminadas sobre un mar quieto y desgarrado. Yo que vi el esplendor de la Rosa Celestial, que tuve en mi mano el cetro, la corona y la espada de amo y señor de mis territorios, rey instaurado y pequeño dios sobre mi entero Universo, vil y vicioso, debo ahora regirme por las azarosas pleamares de los inundados plenilunios. Yo busqué en ceparios y teterías los tóxicos licores que hacían los días distintos, los sumos y brebajes que no daban la inmortalidad pero sí convertían la vida en continuos oleajes de goces imprescindibles. Y encontré en esos rústicos encierros de vergüenzas las calles empedradas que daban al todo infierno con sus algarabías y cánticos de engaños, y en la última cloaca del espanto poseí la serena beatitud de la saciedad y el cansancio. Pero se van yendo los treinta y dos matices del amarillo otoñal, entre rojos, marrones y ocres, y caen las hojas y se vienen los nublados con sus vientos y sus pájaros entumidos. Se van, se vuelan, se esparcen las mañanas cargadas de las intensidades de la noche, huyen los perfumes con sus vahos perturbadores, los ojos en los espejos, la piel que fue silencio y las manos desveladas. Nadie más que yo, pescador y barquero, navegué costeando con el rumbo perdido sabiendo usar la brújula y el astrolabio, orzando en aguas bajas buscando encallar para saberme náufrago en los entornos de un determinado paraíso. Desafié con desdén la causalidad voluntaria y la casualidad indescifrable, las epifanías en las que los profetas, chamanes, brujos u oráculos interpretan ciertas visiones de un más allá inexistente, me rebelé ante las revelaciones insostenibles de la fe y la falacia circense de una justicia final. Por el entramado de los bosques, en las orillas vegetales de los ríos, a través de los caliches desamparados, se van resquebrajando los nocturnos encantados, se me van, se me vuelan, se me deshacen en arenas insómnicas las imágenes de un extraño sitio eriazo donde crecían grandes matas de zapallo con sus grandes hojas verdes y sus grandes flores amarillas, y eso era en mi infancia. Vale.


UNA ERRATA

En el numero anterior de PARADOXAS, por absoluta ignorancia del autor (este Editor) se fue una errata en el texto NINGUNA; donde dice “Hubieron otros viernes” debió decir “Hubo otros viernes”.
En la forma pasada del verbo Haber se usa ‘hubo’, de la misma manera (invariable) tanto para el plural como para el singular.
Ejemplo:
Hubo una gran multitud. (Singular)
Hubo muchas personas en el estadio. (Plural)
No hay cambio. Es un error gramatical utilizar ‘hubieron’ en plural.
Agradezco a don Francisco Pinzón Bedoya el haberme hecho notar este error.
El Editor.


Nota.- La REAL ACADEMIA ESPAÑOLA dice al respecto:
La forma verbal hubieron es la que corresponde a la tercera persona del plural del pretérito perfecto simple o pretérito de indicativo del verbo haber: hube, hubiste, hubo, hubimos, hubisteis, hubieron.
Esta forma verbal se emplea, correctamente, en los casos siguientes:
Para formar, seguida del participio del verbo que se está conjugando, la tercera persona del plural del tiempo compuesto denominado pretérito anterior o antepretérito de indicativo: hubieron terminado, hubieron comido, hubieron salido. Este tiempo indica que la acción denotada por el verbo ha ocurrido en un momento inmediatamente anterior al de otra acción sucedida también en el pasado: Cuando todos hubieron terminado, se marcharon a sus casas; Apenas hubieron traspasado el umbral, la puerta se cerró de golpe. En el uso actual, este tiempo verbal aparece siempre precedido de nexos como cuando, tan pronto como, una vez que, después (de) que, hasta que, luego que, así que, no bien, apenas. Prácticamente no se emplea en la lengua oral y es hoy raro también en la escrita, pues en su lugar suele usarse, bien el pretérito perfecto simple o pretérito de indicativo (Cuando todos terminaron, se marcharon a sus casas), bien el pretérito pluscuamperfecto o antecopretérito de indicativo (Apenas habían traspasado el umbral, la puerta se cerró de golpe).
Como forma de la tercera persona del plural del pretérito perfecto simple o pretérito de indicativo de la perífrasis verbal haber de+ infinitivo, que denota obligación o necesidad y equivale a la más usual hoy tener que + infinitivo: El director y su equipo hubieron de recorrer muchos lugares antes de encontrar los exteriores apropiados para la película.
No se considera correcto el uso de la forma hubieron cuando el verbo haber se emplea para denotar la presencia o existencia de personas o cosas, pues con este valor haber es impersonal y, como tal, carece de sujeto (el elemento nominal que aparece junto al verbo es el complemento directo) y se usa solo en tercera persona del singular. Son, pues, incorrectas oraciones comoHubieron muchos voluntarios para realizar esa misión o No hubieron problemas para entrar al concierto; debe decirse Hubo muchos voluntarios para realizar esa misión o No hubo problemas para entrar al concierto.


Revista PARADOXAS N° 172
12 de Mayo de 2012

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