lunes, 13 de mayo de 2013

PARADOXAS Nº 164 - Vol. I


PARADOXAS

REVISTA VIRTUAL DEL LITERATURA


Año VII - N° 164 – Volumen I


INDICE

Las razones del ser y del diablo - Delfina Acosta
Arena - Sandra Fontecilla A.
La Madre del Emperador - Hilda Breer
Naufragio - Fugaz


EDITORIAL

La búsqueda de la verdad.

Buscando la verdad en el texto, el lector se propone una operación etimológica sin saberlo. Realiza una gestión lingüística potencial a partir de la cual intenta encontrar la verdad en las palabras, su etymon textual. Porque desde Aristóteles ya se sabe que la verdad no está en las cosas ni en los seres sino en una correspondencia. También en la lectura: la verdad es una relación intelectual que establece coherencia entre la representación que concibe, momentáneamente y sin dejar rastros, el lector, y la representación que la obra propone indefinidamente -tanto por infinita, ilimitada, como por incierta e imprecisa.
Como decía Aristóteles, más interesa en la obra lo verosímil que lo verdadero y la verosimilitud es -según el análisis que realiza Gérard Genette- una verdad posible en tanto se adecue coherentemente a las normas en vigencia. Aunque no quede registrado, es el lector quien intenta realizar la convergencia transhistórica, por medio de un recorrido anafórico, un salto atrás que no lo aparta de su presente, encabalgando lo literal y lo literario, contrayendo lo ya dicho y lo no dicho, la repetición y el silencio.
El lector no define pero supone una verdad textual, una relación dinámica que se tiende entre una idea y otra idea, entre la intención y la interpretación, entre el autor y el lector.
Desde el punto de vista del lector, la verdad literaria implica un doble proceso de reflexión: por una parte, una meditación, una averiguación (interpretación del texto), por otra es reflexión por imitación (otra interpretación): una imagen que refleja al lector en el texto. Proust decía que el lector es leído por el texto, un axolotl, podría haber dicho Julio Cortázar; un camaleón, como Zelig: una reflexión imprevisible que transfigura el texto cada vez. La interpretación define el sentido: un sentido consentido, un consentimiento, entre lo conceptual y lo afectivo.
Si bien la obra, que permanece, suprime la eventualidad, el texto no se propone como una abolición del azar. Esa es la diferencia: el texto es el espacio de juego (un "Spielraum" decía Gadamer), donde el azar está dado, y quizá este dado no se diferencie demasiado de otros con que desde hace tiempo se viene jugando. Se hizo famosa la comparación de Saussure: una sincronía de la lengua como una partida de ajedrez; para Gadamer, todo proceso de comprensión es un juego.
Reglas, posibilidades que se actualizan, riesgos, la conjugación de azar y determinación en una representación que se olvida como tal. Se juega la partida y se juega el jugador; el lector piensa que deja la sociedad al margen pero la sociedad no puede permanecer ajena, sigue atentamente las alternativas, observando juego y juicio, reglas y prejuicios: por eso no se entiende mal si, más que una verdad, la verdad del texto sea una versión, o mejor, más de una versión, la diversión tal vez.

Pirateado de: “Al margen de Borges”, Lisa Block de Behar, 1987). Vale.

El Editor.


Palabras de un encantador impetuoso: a su musa virtual y arquitecta de su infierno
Héctor Cediel

Primero que todo, recuerda que Platón expulsó por mentirosos a los poetas, de su república ideal.
Desde que abro los parpados, sueño contigo. Envenéname en tu endiablado pozo alucinador. Dejémonos hechizar por el contraluz que se derrama sobre la hermosa desnudez.
¿Por qué hay colmillos en tus palabras y veneno en los labios de tus recuerdos? Hay corazones que sólo ven estrellas negras. Percibo que tus palabras, no son las de una mujer de bronce. No deseo inspirarme con el sensitivo alcohol, cuando tu piel me puede traducir la magia de la naturaleza viva. A veces pienso que la soberbia te enceguece, eres como el misterio indescifrable de la belleza de las montañas. Me estremeces como el amor cuando me agobia con su música. Intento descifrar a la tercera orilla de las palabras, de tu corazón cuadrado. ¿Qué esconden tus silencios? No justifico probar suerte en el amor, para encontrarle razón a la vida. No vale la pena aguardar para soñar en una tumba, cuando el cielo está lleno de estrellas.
Las llamas de tu belleza, derriten mi corazón de cera. Me enferma el pensar en la hermosura de tu piel, y el silencio ausente de tus besos. Embriágame con el vino rojo de tus caricias. Dime: ¿hace ver el viento tus cabellos, como la crin de una hembra del mar? ¿Tienen tus ojos azules, el color coral de las ondinas?
¿Por qué me niega la lucidez de la vida, el fuego invisible la felicidad? Aprendí a sobrevivir entre la peste lo mundano. He aprendido del resplandor de los escombros.
Me tortura y me estremece como a un animal herido, la furia de tu indiferencia, el fuego de tus silencios. Sé que tu corazón es complejo y a veces hasta absurdo, como las puertas en las cárceles. No soporto la tediosa cordura de los relojes, ni la nostalgia en los ocasos. Dejemos que zarpen otros barcos. Caminemos sobre los pétalos de la música, como un par de vagabundos. Ignoremos las sugerencias de los lobos y las buenas intenciones de las brujas. Intentemos sembrar más semillas, para el futuro de nuestros hijos. ¿Sabes que me encanta la música, cuando me ayuda a quemar algunos recuerdos? Trato que no me embriague de soledad, el tiempo. No fue fácil el aprender a andar sobre las arenas movedizas. Un cuerpo cansado y desencantado, es diferente a un cuerpo derrotado, como tú dices, querida amiga.
Sólo la poesía y la pintura, me ayudan a permanecer aferrado a la vida. Gracias a los versos y a las pinturas, quizás no muera nunca. Quiero que mi alma naufrague en la tempestad de los colores profundos.
¿Será un mito, la belleza invisible del arte?
No es rojo el color de las palabras muertas. Es negro como el mármol de las tormentas, el discurso del reloj del fuego. Tengo el presentimiento que el fuego de las palabras muertas, esculpirá como un milagro a la piel salvaje de tu hermosura. Galopa el viento como una carga de caballería. Las palabras en blanco y negro son frías como el lenguaje del mármol. Me encantaría embriagarme de paisajes contigo, para reinventar delicadas manchas, para que gocen del ímpetu de las tormentas y de vigor los cuadros.
No es fácil el ser una sola persona. Somos como la poesía: Dependemos del climaterio de las emociones, de los tonos de las metáforas, del furor del cuerpo cuando se hace ola. No le cierres la puerta a mis labios mamíferos, cuando se deslicen sobre tus pequeños pechos secos, rebuscando el calostro de los colores.
Quisiera compartir esta botella de vino, contigo. Compartir el milagro que enciende la tormenta de los sentidos. Pintar y dejar en la mano de los vientos, el destino de los colores. Anhelo ver temblar al púrpura del carboncillo, cuando bocete la belleza de tu cuerpo desnudo. Quiero aprender a preparar algunos colores e intentaré ser un radiante obrero del arte, para poder rescatar imágenes de la neblina, y no pintar cual imágenes insípidas, a esos árboles o pájaros que no transmiten emociones.
Deseo definir los colores del paisaje, cuando te despojes de las cadenas que te impiden darme a conocer, tu verdadera faz. No te imagino con un corazón endurecido como el mármol. Ayer quise compartir la música de algunos cuadros contigo, y del esplendoroso oleaje de los tormentosos misterios que se esconden, dentro de las casonas de la Candelaria.
Encanta con el esplendor sensual de tu belleza, los gritos que braman como novios en celo, en el corazón de mis pinceles. Estoy enfermo de pasión por el fuego. Deseo que mi corazón salpique sobre el lienzo, la agonía del mar, de los paisajes, de esos espléndidos espejismos que me mantienen encadenado a la vida. No es fácil concebir un arte puro, dentro del corazón implacable del desastre. Quiero ver crepitar a una paleta ebria, y plasmar con la espátula la fosforescencia de los misterios de la naturaleza, como lo hace Yolanda Pinto. Quiero captar y expresar las llamas de la sangre de la música, como los cuadros de Gelman, o descifrar el aroma dorado que le imprime Baby Klein a sus acuarelas.
¿Por qué se incendia todo lo que sueño, entre el fuego de la penumbra, que consume a los sueños dorados? Degollemos al hielo de nuestros sentimientos oscuros. Descifremos con acuarelas, las almas de las piedras. Apostémosle a las estrellas negras, los grises de los insomnios, el plata de las aguas de las tormentas, esas caravanas de carmines que se deslizan por nuestras venas, como dioses encadenados a la agonía.
No quiero inspirarme con el paso de una novia peregrina. Sé que es temeraria la posición de un gaviero, pero me embruja el canto de las velas del mar infinito. He visto brotar sangre del dolor y de las sombras de esas heridas que dejan abiertas para siempre, los grandes amores.
El gris de mis cabellos es el espejismo de los infiernos y las primaveras que he vivido. ¿Será que mi destino es el enredarme, con muñecas de nieve? Me fastidia el silencio de Dios, cuando lo conjuro. Me siento en el inconsciente como un animal herido. No deseo que se desvanezcan los colores de las huellas de mis pasos. He intentado ser mejor de lo que soy y sé que no soy un encantador de serpientes, ni un experto domador de desencantos. Intento ser congruente con cada verso que transpiro y con el discurso que pregono. Soy como el eco de la luz, y solo escribo los versos que me susurra la noche.
¿Cuándo volveré a pronunciar entre suspiros, o a transpirar el nombre de una mujer demonio, que azote mi sosiego y me resucite con sus caricias y besos? ¿Será que algún día, al pronunciar su nombre, se estremecerá mi sexo como un arpegio del fuego? Todos necesitamos de una Eva, que borre los recuerdos de nuestras Lilith, hasta que creamos que ellas sólo fueron amantes imaginarias. No quiero quemar las hojas de mi otoño, reduciendo a cenizas a las arenas de las playas, ni recordándole las alas a los sueños para evitar caer por la bruma de los crepúsculos, al frío y oscuro culo del abismo. Tenemos que tomar conciencia como Apollinaire que la belleza, ese monstruo no es eterno. Los bramidos del reflujo del mar, me alucinan. El amor imposible no es más que una necia sugestión, que nos roba el sueño. ¿Será que existe otro infierno, que nos pueda inspirar mejor?
Me fascina el sonido de los vientos del verano. Adormilarme con el canto de las palmeras y de las aves. Vivir soñoliento mientras se apaga el fuego. Morir con la ilusión que un gran amor me espera. Alucinar hasta el último momento y dejar que otros labios, reúnan mis palabras. Me pides que te herede algo y lo haré. Te escriturare mis ojos, germen de todos mis sueños. Me sugieres que puedes brindarme felicidad, y yo solo necesito: Acrílicos y vino. No será fácil pintar tu cuerpo como un mar inmóvil. Simplemente intentaré captar, tu belleza detenida. Bocetaré el fulgor de tu candor. Intentare plasmar al canto enfurecido de los recuerdos, que dejaron abandonados los arpegios del mar sobre las arenas negras.
Me hace daño el canto de las cenizas de la alma marinera, de mi querido y amado capitán Coronel. Jamás vi que el viento embravecido le arrodillara. Nos enseñó a soñar con valores y nos educó con principios, para anonadar como piedras muertas en la vida. Se han apagado las antorchas de casi todos los seres que he amado. Me siento huérfano de las pasiones mortales. Intentó sembrar semillas, en donde hubo felicidad.
Fui un demonio honesto. Camine sobre el horizonte entre el bien y el mal. Diseñé mi propia tabla de valores. No me interesa detenerme a refutar a alguien, cuando me tilda de algo necio o por simplemente fastidiarme. La vida es un mar inquietante, así no veamos palpitar a la tierra. La realidad que ven nuestros ojos, es demasiado relativa. No fue fácil, el aprender a convivir entre dementes. Me cansé de desenredar anclas, de lanzar redes en vano. No es fácil atrapar un sueño para siempre, así como las sonrisas no son imborrables. Envidio el sentimiento de las cartas de Anais Nin, o la pasión de las manos de Camile Claudel. Me eriza al fuego profundo de la voz oxidada de la Piaf. ¡Todas conocieron la tristeza que se respira en los manicomios! ¿Será que el pincel de Darío Ortiz, intentó atrapar a la esencia del alma?
Aprendí a ignorar las manzanas que nos ofrecen las mujeres-serpiente. A huir del alucinador fuego, cuando es señuelo de muerte. Añoro la magia ensoñadora de una buhardilla y gozar cual guardabosques, con los milagros de la naturaleza. ¿Por qué lo mejor de las personas se camufla, en un absurdo juego de ajedrez? ¿Será que aún queda algo por tallar, cuando encontramos un diamante en bruto, en el camino? Jamás nos dejemos envenenar por los recuerdos. Eres sensible a la belleza brutal de las estrellas. Me fascina el vino de la música de los colores cuando se contorsionan.
Abandono dentro de una botella de mar, la luz de mi soledad. Soy como los peces que aun no se ahogan, a pesar de tener el agua hasta el cuello. ¿Será que Diógenes se alumbraba como las luciérnagas, cuando buscaba al verdadero hombre? ¿Será que a veces llegamos demasiado tarde, como el canto de los cementerios? No desperdiciemos mas el tiempo, así nunca haya sido nuestro.
Hoy me llamó Raquel desde su jaula en oro, en Israel. Percibí un abismo de locura entre los continentes, pero pude percibir en el aire, ese encanto que la hace bella. No vuelvas a desconectarte como cuando se apaga una lámpara, y la obscuridad se transforma en el espectro abstracto, de una ilusión invisible.
Tu amigo virtual, Héctor.


Las razones del ser y del diablo
Delfina Acosta

Sé feliz. A menudo tus hijos te crean disgustos, pues te cuentan sus problemas económicos, sus disgustos amorosos, sin entrar en razones, sin querer reconocer, en su egoísmo, que tú también atraviesas por fieras pruebas que siembran en tu corazón botones de sangre. Con sinceridad, con firmeza, diles que ya has cumplido con tu función en la vida, y que los has amado desde la educación, y los has educado desde el amor, y que ahora es la hora de saborear las mieles de tu tiempo. Hay tiempo para todo. Tiempo para sembrar, para trenzar la cabellera de tu hija y ejercitarla en los buenos modales, y tiempo para reclinarte, orgullosa, sobre la colina de la existencia, y ponderar todo cuanto has levantado con tu fuerza de voluntad y tu talento.  
El estado de floración ha llegado a la cima pues has sabido levantar tu vida con ingenio.  
Y tú, monjita, que abandonaste el mundo, pues hallaste en él solo vanidad y puro viento, qué extraña estás en esta mañana que se envuelve con un manto de viento, y cómo cierras los ojos blandamente, pues se te hace tan dulce, tan llena de gracia, la pasión de elevar una oración de agradecimiento a Dios por la paz que puebla tu morada.  
Y tú, poeta, que escribes, y sabes que las perlas están en tus palabras, no pierdas la paciencia, no sorbas apresuradamente del vaso de la amargura, pues el reconocimiento vendrá algún día. Te habrán contado que la escritura es el resultado de la lectura. Te recomiendo El Quijote, de aquel extraterrestre llamado Miguel de Cervantes. Y cuando elijas los libros, selecciona a Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, y lo más granado de la lírica española.  
Y tú que trabajas, y juntas sudor en tu frente, y ansiedad en tu ánimo, detente, pues debes considerar que has nacido para ser un individuo útil a la sociedad y a ti mismo, mas si te dejas arrastrar por la gran maquinaria de la laboriosidad extrema, acabarás enfermo, y bien sabes, que la gente no sabe dar las gracias. Mantente lúcido y en paz contigo mismo. Así como te debes a tu agenda laboral, también te debes a tus caminatas, a tus películas favoritas, a tus amigos, a ese pasar del tiempo convertido en un buen sueño nocturno.  
¿Cuál es el camino que lleva a la felicidad?  
No lo sé.  
Creo que nadie lo sabe.  
Sí tenemos, los seres humanos, experiencias de situaciones fallidas, que han obrado contra nuestro bienestar, y sabemos que debemos cuidarnos de algunas gentes, que buscan nuestro perjuicio.  
Evita (si no te cuesta) a la gente que trae rumores en las conversaciones, y busca la compañía de las personas que están con un chiste en la boca, pues el humor es sanador del cuerpo abatido.  
Ten la sabiduría de aceptar aquellas cosas que no puedes cambiar.  
Suelo observar cuánta amargura, cuánto veneno se junta en la copa de los necios. Escucho a mucha gente llorar sobre circunstancias que ya no tienen solución y me digo que algunas personas se humillan intentando recomponer las piezas de un vaso roto. La vida siempre está por comenzar. Es tu actitud positiva y valiente frente a los desafíos la que hará nacer en ti la flor que llevarás en tu puño.  
Sé feliz porque la felicidad es la causa primera y última del ser. ¿De qué te sirven el oro y el dinero, y la fama, y el poder, si tu corazón se estruja cada atardecer?  
Cultiva el buen humor, si es posible, día a día. Vale la pena.


Arena
Sandra Fontecilla A.

Cubre mi piel resbalando con cadencia, se desplaza como si fuera dueña, acaricia la planta de mis pies desnudos y los dirige.
La siento y es parte de mí; en su tibieza atrapada y presa, define los contornos del cielo y el plateado antes azulino, que ruge en su constante ir y venir.
Estoy triste, miro hacia el horizonte, mi vista ya no ve fin, pues la mirada se ha tornado borrosa, poco exacta, obnubilada y muy subjetiva. Pareciera que los años me encapsulan hacia el fondo del océano. O tal vez es mi impresión.
Roza y en su roce tiene siempre la facultad de volverme inmortal, absoluta, imperecedera. La miro a ratos y veo cómo mis dedos se hunden en ella que no opone resistencia, me acepta, me recibe. Es también una habitante solitaria y es ella misma, a partir de siglos de transformación constante en el devenir de azarosa apariencia. Mas ambas sabemos que nada es casual.
Cada vez que la recorro sé que debo regresar, sin embargo, el momento de hacerlo se dilata. Las nubes cubren el cielo y una brisa cálida anuncia lluvia, veo la sincronía de esas naturales manifestaciones con lo que me llevo dentro. Avanzo. A pesar de las gotitas deslizándose por mi cuerpo ya frío, a pesar de que me esperan del otro lado, a pesar de que el roquerío cercano es el final del camino.
Avanzo.


La Madre del Emperador
Hilda Breer

La madre del emperador fue denigrada, calumniada, deshonrada... tantas infamias nunca nadie había susurrado en sus enjoyadas y finas orejas...
Qué hacer? Quitarse la vida?
Lo consultare con mis caballeros... sí, es lo mejor.
Con cuatro de ellos no revolcamos en mis aposentos privados... es decir en mi cama con sábanas de seda y rodeada de transparentes tules... tengo testigos... todas mis damas de compañía y sus amantes me espían... yo se lo permito.
Es una forma de protección para mí.
En un caso como este, el de las injurias contra mí, mis hombres no pueden negar que han bebido de mis vinos y que casi ebrios me han poseído... con la poca fuerza que les queda en medio de una borrachera fenomenal.
Y yo río... seria una tremenda vergüenza para ellos que yo me declare insatisfecha por... debilidad masculina... dicho de forma diplomática... soy la madre del emperador.
Se preguntarán de qué se me acusa!
Oh, en mi posición no se puede evitar que las malas lenguas suelten veneno. Es una vieja costumbre de la plebe... aj! ese vulgo...
Se me acusa de tener varios amantes (envidia!), se me acusa de que por las noches bebo mucho para no darme cuenta de la impericia del jovencito de turno, (mas envidia porque los tengo jóvenes).
Se me acusa de derrochar mucha agua. Sí, confieso que no aguanto los olores de estiércol que alguno de ellos trae de los establos... y los perfumes franceses no quiero malgastarlos en olfatos que ninguna "raffinatezza" poseen... pero continuare mas tarde... mis obligaciones me llaman.
Oh, cómo quisiera tener un poco de paz... dormir sola, sola... sueños, sueños...
"Tráiganme al siguiente”, le dijo a sus doncellas!
Y la madre del emperador se recostó nuevamente en su cama perfumada, dispuesta a sacrificarse en nombre del Amor. Era su deber!


Naufragio
Fugaz

Entre el murmullo de las olas, de ese mar que se viste de calma aparente, quieren mis pensamientos teñir de azul los deseos, para así, volverlos invisibles, hundirlos en el rincón más recóndito, ese que tan sólo existe en lo más profundo de los océanos, para después dejarlos ahí dar media vuelta y olvidar.
Hoy las sirenas dejaron a un lado sus canciones de amor,
lloran lágrimas de perlas, suspirando en nácar su pasión,
se esconden entre caracolas ocultando así su corazón.
Estrellas de mar que acogen entre sus brazos mis versos,
caballitos que se ocultan en el tornasol de los crepúsculos.
las medusas vomitan su odio mezclándolo con la sal del mar.
Veneno y rabia...
La calma desaparece enfrentándose en un rugido extremo de dolor al viento, se elevan feroces las olas atrapando mis sueños rotos, empujando aquellas quimeras que fueron emociones hasta hundirlas en los más profundos abismos disfrazados de coral. Aguas azul y turquesa, brillos de arco iris que mueren etéreos en los reflejos de la tarde... Sobre la blanca arena. Mientras, el sol silencioso desaparece, y allí, la vida olvidó aquellos restos de un naufragio que nadie nunca volverá a rescatar.



Revista PARADOXAS N° 164 - Volumen I
13 de Agosto de 2011

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