viernes, 3 de febrero de 2017

PARADOXAS N° 229

PARADOXAS

REVISTA VIRTUAL DEL SURREALISMO NEOBARROCO


Año XIII - N° 229



INDICE

NO SOY YO A QUIEN TOMABA DE LA MANO EN ESA PLAZA... - Rosana Bustamante Gamboa
QUIEN ENCIENDE LOS FUEGOS - Rosana Bustamante Gamboa
ASI SUCEDEN... - Ivonne Concha Alarcón
ERRANTE - Beatriz Graciela Moyano
ANILLOS DEL HUMO - André Cruchaga
ESCEPTICISMO - André Cruchaga
LA PALABRA - Pablo Neruda
Plagiando a Borges. - Francisco Antonio Ruiz Caballero
REFUNDACION DEL OTRO INVIERNO - F.S.R.Banda



EDITORIAL

Las formas y técnicas barrocas, o alusiones a lo barroco, se están produciendo cada vez con más frecuencia en diferentes medios. Se trata de expresiones que se han denominado “neobarrocas” precisamente por su adaptación de diversas estrategias barrocas.  Muchos anuncios publicitarios son un buen ejemplo de este fenómeno. Esto no es de extrañar si consideramos que la expresión barroca, con su afán por la teatralidad, la ilusión visual, la proliferación de elementos decorativos, y la tendencia a la hipérbole, resulta idónea para la creación e interpretación de ciertos mensajes, así como para llamar la atención no sólo sobre el contenido sino que también sobre la forma en que se comunica el mensaje. El neobarroco, a diferencia del postmodernismo, no desintegra las grandes narrativas, sino que las corrompe, las desbarata, o se burla de ellas, siendo consciente de que forma parte de una tradición transhistórica e híbrida que, como tal, es parte de una narrativa en sí.  El ámbito publicitario no ignora esto, y lo adopta como técnica de imagen y comercialización.
            Características típicas del barroco como la exuberancia, el dinamismo, el engaño, la ambigüedad, el juego entre apariencia y realidad, la ilusión y la alusión, la intertextualidad, la apelación a los sentidos, lo lúdico, la paradoja, los sueños y lo que Eugenio D’Ors llamó la búsqueda del paraíso perdido, se acomodan perfectamente a la ideología de las prácticas publicitarias o de ‘marketing’. Pues, con frecuencia, lo que se pretende es vender una imagen que llegue a trascender la veracidad del producto en una especie de guiño de complicidad con el consumidor.  Éste, normalmente, es consciente de la exageración, la apariencia y el engaño que se representa en el anuncio comercial, pero está dispuesto a “dejarse embaucar” sabiendo que, al final, es él (o ella) quien tiene la última palabra.  No obstante, el objetivo final de la publicidad es convencer al consumidor para que actúe y compre, y si consideramos el abundante uso de formas y conceptos neobarrocos en anuncios comerciales, no es difícil reconocer su potencialidad mercantil. Lo (neo)barroco vende, y muchos publicistas utilizan técnicas neobarrocas como vehículo de expresión para obtener determinadas respuesta por parte del público consumidor.
Lo neobarroco resulta útil para confrontar ciertos modos de pensar, incluso para proponer o articular, si se considera oportuno, un rechazo del régimen, la razón, y/o la historia lineal. Además, éste es un mundo global en que la imagen, el símbolo, el emblema o el logo son aún más prevalentes que en sus tiempos lo era la emblemática barroca. Por otro lado, tanto en lo barroco como en lo neobarroco los medios artísticos se encuentran estrechamente entrelazados y se condicionan mutuamente.  Debe considerarse también que no es posible estudiar una obra barroca o neobarroca analizando la forma e ignorando su fondo, su conceptuación, o su razón de ser; así como el hecho de que la percepción sensorial (visual, auditiva, etc.) que nos ofrece la forma o composición de la obra conlleva intrínsecamente su fondo y su temática.
Al respecto, en sus estudios sobre la teoría sarduyana del neobarroco, Irlemar Chiampi observa que ésta “avanzó hacia el tema de la simulación/simulacro, logrando ‘ajustarse’ fácilmente a las teorías de la cultura de masas.”. Así, el signo pasa de ser “reflejo de una realidad básica” a enmascarar y pervertir esa realidad; luego, en el tercer estadio lo que el signo enmascara es “la ausencia de una realidad básica”, para finalizar en el estadio de la actualidad posmoderna a la manera de Jean Baudrillard en que el signo “no tiene relación con ninguna realidad: es un puro simulacro”.  Éste sería el caso, por ejemplo, de ciertos logos de la publicidad actual como pueden ser la manzana que representa tecnología y computadoras (Macintosh); el cocodrilo que representa ropa deportiva de lujo (Lacoste); o un conejito para representar todo un imperio de consumo de productos para adultos (Playboy). La manzana, el cocodrilo y el conejito funcionan como representaciones; y podrían compararse a la emblemática del barroco histórico, cuyo uso, como indica Lois Parkinson Zamora, dependía de la interacción entre textos e imágenes que generaba la alegoría que era preciso descifrar.

Pirateado de “Lo neobarroco como técnica de imagen y comercialización en el siglo XXI”, Catalina Castillón, Ph. D., Lamar University, Beaumont, Texas. Se han eliminado algunas referencias bibliográficas para descomplejizar el texto. Vale.

El Editor



NO SOY YO A QUIEN TOMABA DE LA MANO EN ESA PLAZA...
Rosana Bustamante Gamboa

…no es conmigo... con quien se escribía sobre los árboles de avellanas... no es conmigo con quien se emborrachaba cerca de los gatos... NO SOY YO A QUIEN TOMABA DE LA MANO EN ESA PLAZA... y le contaba sobre sus viajes, al continente que le regaló una corona... no es conmigo con quien jugaba a la rayuela, en el patio de su casa… y Usted, hacía trampas, señor... por eso siempre ha salido airoso... por eso siempre ha ganado en el juego de los buenos y los malos besos... porque además los guijarros del camino no eran nuestros... y a pesar de eso... usted frente a ellos, abrazó un transparente vestido… donde se escriben las mariposas de papel… y una diminuta muchacha, decide marcharse… como una desprendida hoja, que en otoño deja que se la lleve el viento.


QUIEN ENCIENDE LOS FUEGOS
Rosana Bustamante Gamboa

La palabra sabe QUIEN ENCIENDE LOS FUEGOS/ en el corazón de los árboles que descansan/ conoce el principio que acribilla escuelas/ en una salitrera donde juegan niños de pecho/ esperando a un padre venir, con la vida en alto/ con la vida que no sucumbe ante la rosa de los vientos/ y ese miedo en el entrecejo, ese miedo/ que nos observa por la mira de un revólver/ escoltando las constelaciones que se acumulan/ en el adentro de una copa donde fallece/ la persona humana y los paisajes se resisten/ porque quieren volver a la explanada del hombre libre/ donde se conversa con los pájaros y los bosques/ se puede escuchar la voz de dios que nos habla/ en la belleza de un panal de abejas/ que escriben nuestros cabellos cuando se descansa/ con los ojos cerrados y confiados de este continente.


ASI SUCEDEN...
Ivonne Concha Alarcón

Así suceden una a una las circunstancias que rozan la piel en el nocturno silencio de los jarrones de plata escondidos del recuerdo constante, avergonzado de haber sido testigo de aquel lejano amor de sabor a agua salada, mar encantado, plagado de sirenas celosas en el roquerío donde el agua salpicaba de risa por los amores donde el marinero escondió sus jolgorios de triunfos. Hago clic en la memoria oculta de un ayer no muy lejano donde sonreía maliciosa y cómplice del fauno oculto entre los rosales amarillos que esconde los anhelos de la tarde caprichosa. Tal vez un día llegue de nuevo la alegría, enamorada de los rubores en las mejillas rosadas de aquella mujer del cuadro pintado de colores pastel que llora cínica el amor fingido... Se asoma la calma del nocturno silencioso buscando el descanso de lo ocurrido, vuela una mariposa golpeándose en el cristal, avanza asustada por la juerga al sol que se dio sabiendo que ya su vida termina habiendo cumplido su proceso de vida, ríe y sonríe ufanándose ante las cucarachas que se esconden entre las sábanas del perro regalón de la dueña de la casa de intenso rosa donde duermen las sirenas cansadas de tanto otear...


ERRANTE
Beatriz Graciela Moyano

Buscando errante en el camino, pensando frases inútiles, recursos y trazos inverosímiles, se enredó en sus propias venas intentando desviar el curso de los riachos muertos, incluso bajo la certeza de que ante la primera creciente inesperada del ancho río, devastados y anegados quedarían. El cauce ineludible, no se detiene con vallas de humo. Fue un fracaso en el intento de crear instancias, con válvulas de escape y sucumbió en los desafíos a las leyes supremas del universo. Cabalgando sueños dio saltos a postas esperanzadas, ese revisionismo que rasga la tierra de sus ancestros, prisionera romántica de la verdad leyó cautivada e hizo proyectos que desvanecieron, derrumbados antes de nacer a su ilusoria arquitectura. Trepó obsesiones de orden, adicción y afición a toda arte, filigrana, toque de oro final a los marcos de cuadros o labrados con punzones y hierros candentes, lustre tintes y muñeca. Una caótica mixtura de todo y nada, escurriendo las verdaderas pasiones en una incomprensible dentellada a la juventud, que sin piedad comenzaba a pulverizarse como limadura fina de obsidiana volátil. Administraba miserias, mientras preparaba valijas para el viajero ansioso y activo que dejaba correr el tiempo, amando de mil maneras y viviendo con ardua inquietud lo irrelevante que centellaba en sus anhelos. Los frutos cayeron maduros de la higuera después que el viejo disfrutara las tiernas brevas. Los ciclos se consumaron entre la estúpida autosuficiencia de una trashumante y bajo la ley convertida en alero y cobijo, de ese alguien que a destiempo evaluó la tolerancia que devino en el errante camino. Finalmente puso el mundo a sus pies, para entonces con los sueños volados estaba vencida a los pies del mundo y parecía no escuchar. Ahora son tres, él, ella y la misteriosa influencia de su desvarío.


ANILLOS DEL HUMO
André Cruchaga

En las sombras encaramadas en las sienes, el matorral y los sótanos negros
del humo, los élitros gastados en la lengua de polvo
de los sombreros colgados de los armarios como pacíficos guijarros.
Con frecuencia uno se reduce a lápida mortuoria, a ese mudo hueco que dejan
los gritos a flor de piel, a esa oscuridad que hurga en el poyetón de los ojos.
Nos sacuden las fisuras que producen los martillos en las paredes.

El país ha aprendido a hacerle costuras a las sombras, a morder la corteza
del óxido, y a asomarse entre huesos a las quemaduras.

Uno va indagando entre las tantas arqueologías de las telarañas.

En el humo encorvado de lo improbable, las austeras inclinaciones
de la descomposición, y los pequeños caminos que levanta el follaje de cipreses.
Sobre el pavimento las grietas mudas de los ojos.

Oigo el fuego y enmudezco de ojos: la calle nos consume con su deriva;
después, ni siquiera he podido recuperar todos los cadáveres, las nostalgias,
ni una sola piel de todas las que poblaron mi tugurio.
Uno es, después de todo, las tantas formas en que se enrolla el hilo del tiempo,
el anillo de humo enrollado en las pupilas como lo haría el búho
con la niebla difusa de las anguilas.

En suma, se vacían aquí todos los murmullos. Tal vez mañana sea diferente
la geografía y, la conciencia, tenga los contrapesos necesarios.
El hastío nos ata al punto de llevarnos al límite hasta de lo más diminuto.

Barataria, 06.XII.2016


ESCEPTICISMO
André Cruchaga

Alguna vez, en lo descampado del escalofrío, el sentido del amanecer:
la mística gris de los caminos es el oráculo de mi entraña.

En la ilusión, el mundo y sus infinitas encarnaciones, el universo secreto
del dolor, sus torbellinos de olvidada quietud.
A través de la mirada van diciendo adiós todos los nombres que he conocido.

Hundido en los vacíos de los atrios, las manos nubladas de los cadáveres,
oscura la mugre de los gemidos,
escéptico frente a las longitudes del abandono. El ojo ilustra las paradojas
de la oferta y la demanda, de cuanto el ala lo es en el viento.

De pronto, soy solo tierra y angustia, miedo omnipotente a las sombras
del desgarro, miedo a esta vieja lluvia del exilio.

Las calles guardan todas las sombras desatadas de la ironía. Los espejos
de polvo y sus falsos estupores. Los ocasos y la perennidad irremediable.
Quiero una sola palabra que no sea olvido.

Ya no sé si puedo interpretar el ahora, y abrigar el lenguaje de mi desnudez.
A veces ya no quiero sentirme ahogado por las enredaderas de la tierra,
ni sobreviviente de la labor de los crepúsculos.

Yo camino hasta allá donde están los pequeños caminos olvidados.

(Vivo en la palabra real, univoca, unitaria, sin ningún juego de purismos;
entiendo la oscuridad y sus catástrofes y su alma ininteligible.
Lo único que me salva es no tener respuestas para el absoluto)…

Barataria, 03.XII.2016


LA PALABRA
Pablo Neruda

Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan… Me prosterno ante ellas… Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito… Amo tanto las palabras… Las inesperadas… Las que glotonamente se esperan, se escuchan, hasta que de pronto caen… Vocablos amados… Brillan como piedras de colores, saltan como platinados peces, son espuma, hilo, metal, rocío… Persigo algunas palabras… Son tan hermosas que las quiero poner todas en mi poema… Las agarro al vuelo, cuando van zumbando, y las atrapo, las limpio, las pelo, me preparo frente al plato, las siento cristalinas, vibrantes, ebúrneas, vegetales, aceitosas, como frutas, como algas, como ágatas, como aceitunas… Y entonces las revuelvo, las agito, me las bebo, me las zampo, las trituro, las emperejilo, las liberto… Las dejo como estalactitas en mi poema, como pedacitos de madera bruñida, como carbón, como restos de naufragio, regalos de la ola… Todo está en la palabra… Una idea entera se cambia porque una palabra se trasladó de sitio, o porque otra se sentó como una reinita adentro de una frase que no la esperaba y que le obedeció… Tienen sombra, transparencia, peso, plumas, pelos, tienen de todo lo que se les fue agregando de tanto rodar por el río, de tanto transmigrar de patria, de tanto ser raíces… Son antiquísimas y recientísimas… Viven en el féretro escondido y en la flor apenas comenzada… Qué buen idioma el mío, qué buena lengua heredamos de los conquistadores torvos… Estos andaban a zancadas por las tremendas cordilleras, por las Américas encrespadas, buscando patatas, butifarras, frijolitos, tabaco negro, oro, maíz, huevos fritos, con aquel apetito voraz que nunca más se ha visto en el mundo… Todo se lo tragaban, con religiones, pirámides, tribus, idolatrías iguales a las que ellos traían en sus grandes bolsas… Por donde pasaban quedaba arrasada la tierra… Pero a los bárbaros se les caían de las botas, de las barbas, de los yelmos, de las herraduras, como piedrecitas, las palabras luminosas que se quedaron aquí resplandecientes… el idioma. Salimos perdiendo… Salimos ganando… Se llevaron el oro y nos dejaron el oro… Se lo llevaron todo y nos dejaron todo… Nos dejaron las palabras.

Nota.- De “Confieso que he vivido”, Buenos Aires, Losada, 1974.


Plagiando a Borges.
Francisco Antonio Ruiz Caballero

El Espejo de Tinta. (Homenaje a Jorge Luis Borges, léanlo, es un autor soberbio).

I.
Abu Kir tiene el hacha donde la luna se desliza como una bailarina sobre el hielo. Sus robustos hombros y brazos sostienen el hacha, cuyo filo, tan afilado como la lengua de una víbora, pide el pescuezo de doscientos mil gallos, si un molusco, caracol o babosa, se paseara sobre el filo de la cuchilla la bisectriz de un triángulo isósceles roto descompondría la luz en sus siete facetas y aún una más, una faceta negra, como de brea licuada, surgiría manchando el plumaje de los pavos reales. Abu kir tiene el hacha del verdugo y a una sola orden de Yacub el sándalo llenaría diez mil vasos con su perfume. Hay en el hacha, prima lejana de los cuchillos, la apetencia demoníaca de los cuellos de cisne. Y es más frío el acero terrible que el Enero salvaje en su plumaje de nieve. A los pies de Abu kir espera Ibrahim, maniatado y preso, de rodillas, genuflexo, una gota de sudor como una lágrima pequeña se desliza por su frente. Es Ibrahim un muchacho tan hermoso, que la noche se refleja en él como un caballo en el agua. Y el caballo tiembla por el hacha que espera con el miedo atroz de la tinta china. No ha de pasar ni un minuto entre la espera y el acto, y en ese minuto Ibrahim verá su vida como un carnaval que termina en la uña de un gato. Yacub pedirá la inmolación de un ciervo, y Abu kir, obediente, le dará una cabeza. Un manantial de sangre brotará de la noche, Ibrahim perderá el examen de álgebra.


REFUNDACION DEL OTRO INVIERNO
F.S.R.Banda, mismo

En memoria (siempre viva) de S. del C.

“Sólo quiero el grito que destroce la garganta, deje en el paladar sabor de entraña y calcine los labios proficientes”. El Sueño de las Escalinatas. Jorge Zalamea Borda, 1964.

Todo vuelve y permanece pero ya nada será igual. Ella fue ave sobre el techo de zinc ahí por el lado del ciruelo, o abeja ajetreando en su jardín florecido y la pequeña chacra que rememoraba perdidas comarcas de su infancia, fue el pan diario que salía de sus manos como crujientes bendiciones, y el sonido rítmico de la maquina de coser, o el misterioso silencio con que habitaba los días de lluvia esperando que escampara. Que de pájaros dejó por los duraznos y la madreselva, o los humos enrojecidos de atardecer que se vienen como adentrándose en la noche desde su rumbo dormido allá por el sur del tranque y el velero niño cuyo velamen aprendió el viento en la ternura madre de sus manos como una blanca mariposa mágica. Se fue yendo de a poco, a pasos lentos, como no queriendo, primero el jardín se fue borrando de dalias y nardos, luego el ciruelo se perdió en las memorias del estío, después fue el pan y el brasero, hasta que se cansó esa noche y se voló calladita con su queltehue. Quien vio la palabra destrozada, los altos muros antiguos, la puerta blanca apoyada en un poste, supo de ríos aciagos, de negaciones, de calles / paisajes / rompientes. Quien vio el azul agonizando esparció cenizas de aviario, gránulos de pesebrera / holladuras. Quien vio a la madre preñada de él mismo esperando las luces de sus ojos, las manos pequeñas apretando, el llanto niño por las tardes del jardín, hundió en carne viva la espina y la sal. Quien vio el secreto en podredumbre en el charco enlarvado e hirviendo es que abrió una puerta blanca, negó la palabra destrozada y se ha ganado su rincón en el Infierno (i). Volverán en auge los soles indolentes, el canto del miedo, lo nebuloso y lo turbio, lo oscuro o tenebroso, la surgencia de las aguas malas en las orillas de destierro, en la negras arenas donde las huellas de pisadas relumbran por los reflejos dorados de un lejano sol inmenso que se hunde vencido en su poniente, en las arcillas donde las algas mustias yacen como la escritura secreta de los arcanos vencidos. Por todo esto y más, (quizás todo un territorio inconmensurable y un infinito tiempo irrecuperable que existen en su nombre), que no es posible describir en un idioma que no posee las palabras necesarias a tanta pena, es que dejó de herencia su ausencia insoportable. No volverá nunca más para que la sigamos buscando para siempre.

(i) “Aquel que vio”. Del poemario Raíces en Arenas Negras, F. S. R. Banda, 2006.



La forma de poema es una desgracia pasajera.
Osvaldo Lamborghini, “Die Verneinug”, 1977.



Revista PARADOXAS N° 228
3 de febrero de 2017