PARADOXAS
REVISTA
VIRTUAL DEL SURREALISMO NEOBARROCO
Año
XI - N° 233
INDICE
Fundamentos: "Arte de la Intención"
- Diamela Eltit
A la misteriosa - Robert Desnos
Dibujo un fauno - Maria Itza
La trasminación de lo rulfiano - Úrsula
Fuentesberain
Un laberinto de palabras - Guillermina
Covarrubias
SON TAN DISTINTAS TODAS LAS LLUVIAS QUE
CONOZCO - Rosana-Mercedes Bustamante-Gamboa
EN ESTE PAÍS LOS MUERTOS SE SIENTAN A COMER
CON NOSOTROS... - Rosana-Mercedes Bustamante-Gamboa
LOZANAS ACTRICES ITALIANAS - Rosana
Bustamante Gamboa
EN ESE ESPACIO DE CRISTAL, DESNUDOS... -
Enriqueta Coüepel / F.S.R.Banda
EDITORIAL
“La literatura es un arte del tatuaje: inscribe, cifra en la masa
amorfa del lenguaje los verdaderos signos de la significación”
En ‘Escrito sobre un cuerpo’, de Severo Sarduy, 1968. Vale.
El Editor
Fundamentos: "Arte de
la Intención"
Diamela Eltit
Desde los prostíbulos más viles, sórdidos y desamparados de Chile,
yo nombro a mi arte como arte de la intención. Yo pido para ellos la permanente
iluminación: el desvarío. Digo que no serán excedentes, que no serán más
lacras, digo que relucientes serán conventos más espirituales aún. Porque son
más puros que las oficinas públicas, más inocentes que los programas de
gobierno más límpidos. Porque sus casas son hoy la plusvalía del sistema: su
suma dignidad. Y ellos definitivamente marginados, entregan sus cuerpos
precarios consumidos a cambio de algún dinero para alimentarse. Y sus hijos
crecen en esos lupanares. Pero es nuestra intención que esas calles se abran
algún día y bajo los rayos del sol se baile y se cante y que sus cinturas sean
apresadas sin violencia en la danza, y que sus hijos copen los colegios y las
universidades: que tengan el don del sueño nocturno. Insisto que ellos ya
pagaron por todo lo que hicieron travestistas, prostitutas mis iguales.
A la misteriosa
Robert Desnos (i)
Tanto soñé contigo que pierdes tu realidad.
¿Habrá tiempo para alcanzar ese cuerpo vivo y besar sobre esa boca el
nacimiento de la voz que quiero? Tanto soñé contigo que mis brazos habituados a
cruzarse sobre mi pecho abrazan tu sombra, quizá ya no podrían adaptarse al
contorno de tu cuerpo. Y frente a la existencia real de aquello que me
obsesiona y me gobierna desde hace días y años seguramente me transformaré en sombra.
Oh balances sentimentales. Tanto soñé contigo que seguramente ya no podré
despertar. Duermo de pie, con mi cuerpo que se ofrece a todas las apariencias
de la vida y del amor y tú, la única que cuenta ahora para mí, más difícil me
resultará tocar tu frente y tus labios que los primeros labios y la primera
frente que encuentre. Tanto soñé contigo, tanto caminé, hablé, me tendí al lado
de tu sombra y de tu fantasma que ya no me resta sino ser fantasma entre los
fantasmas, y cien veces más sombra que la sombra que siempre pasea alegremente
por el cuadrante solar de tu vida.
(i) Robert
Desnos (París, 4 de julio de 1900 - Campo de concentración de Theresienstadt, 8
de junio de 1945) fue un poeta surrealista francés y un miembro de la
Resistencia francesa durante la segunda guerra mundial.
Dibujo un fauno
Maria Itza
Eres mi magia secreta, mi fauno de arena y
guijarros con alas de mariposas ciegas incrustadas sobre tu piel, resbalas
sobre mi cuerpo de crisálida oscura y tu espada de nácar se eleva para abrir la
puerta de mi paraíso perdido mientras te pinto el tórax con dedos de fuego y bailas una ronda borracha
entre los anillos de Saturno, mil elfos de mirada turbia y manos de jade y
pedrería abren tu corazón y lo convierten en barrilete de colores sobre la
abrupta superficie de un mar de fuego y lava derretida que convierte papeles de
colores en cenizas de un curioso tono violeta y yo uso esas cenizas para
dibujarte sobre la piel tatuada de las estrellas vagabundas donde moran los
sueños tatuados en las noches de luna llena y lobizones. Así vas surgiendo poco
a poco y decoro tu sonrisa eróticas con claveles rojos como fuego y lágrimas de
sal que se evaporan sobre los pétalos ya mustios mientras tu boca se bebe mis
pensamientos y crea con ellos un circo de colorines con enanos que reptan a mis
pies y payasos de tez encerada que me hacen reverencias y terminan dibujando
conmigo el resto de tu cuerpo que ya se pega al mío como una rémora cansada
pero ardiente y yo canto un himno desatado y loco a tu memoria...
La trasminación de lo
rulfiano
Úrsula Fuentesberain
Escribí este texto para el suplemento cultural
“Laberinto” del diario Milenio:
Lo había olvidado, pero ahora que lo releo y me
reencuentro con sus arrayanes agrios, con sus malasmujeres, con su polvo que no
da ninguna sombra, con sus murmullos, recuerdo: lo rulfiano se trasmina.
Escucho a Macario y pienso en Camilo, el
protagonista de uno de mis cuentos, un hombre al que la gente de su pueblo
llama loco sólo porque lee las nubes. Veo los pechitos de Tacha hinchándose a
la par del río crecido y me acuerdo de que una madre dice esto de su hija en
uno de mis relatos: “Su cuerpo de niña parece una membrana lista para la
metamorfosis. Temo que se convierta en algo parecido a mí”.
“Para sacarle provecho a Rulfo hay que escarbar
mucho, como para buscar la raíz del chinchayote. Rulfo no crece hacia arriba
sino hacia adentro”, escribe Poniatowska y me obliga a preguntarme qué forma
tienen las mujeres rulfianas. Son las dulcamaras que cubren el llano (dulcis ‘dulce’
y amāra ‘amarga’), hojas pecioladas, acorazonadas, agudas, flores pequeñas,
violadas, en ramilletes.
Apalcuachar, totochilo, chilcatole,
chacamotear. El lenguaje rulfiano tintinea en mi cabeza igual que las cosas
pensadas en sueños. “El idioma de lo inefable” lo llamó él. Además de inventar
un habla inventó un país. Un páramo que arde. Un territorio huérfano.
Rulfo está muerto. Murió ayer, es decir, hace
tres décadas, es decir, hace unas cuantas horas. Los gusanos se comieron su
carne vuelta hediondez y la hediondez se ha vuelto vida, un filón de vida. Y
florece. Aflora entre las piedras desmoronadas.
Un laberinto de
palabras
Guillermina Covarrubias
La noche de amante poeta, en la sima de su
sonrisa con ese sabor sabroso, tendida de espaldas y llenos de flores los
senos.
La cabeza barbotea, un huracán, un monstruo
gimiendo turbado de espantos en un trípode de huesos, cubierto de blasfemias el
papel cuchichea, con guiños y señas, el lápiz como un verdugo ejecuta, ahí
donde las arañas hacen laberintos con hilos de plata, entrelazan aullantes en
dulces miradas las curvas huecas en mis dedos y las pupilas en el confín del
universo, pisando el césped, el corazón... el corazón lleno de rosas naufraga
así un barco de papel y la garganta se levanta fugaz así el cuello del cisne
negro.
Son gusanos de seda serpentean, me acarician el
alma entonces son montañas no puedo evitarlas, porque están en los pliegues de
mi pulso conjugando el verbo amar, en el tictac de todos los tiempos.
SON TAN DISTINTAS
TODAS LAS LLUVIAS QUE CONOZCO
Rosana-Mercedes Bustamante-Gamboa
hay lluvias que cantan en los tejados...
amablemente de noche y hasta la madrugada... otras que mojan a los
transeúntes... cuando regresan cansados y a la barriada... otras lluvias caen
suavemente sobre los bosques... y los árboles besan las gotas con sus
complacientes cloroplastos... abiertos y dispuestos a unirse con la llovizna
aquella... otras lluvias caen por las quebradas... y se llevan todo aquello,
que no pidió permiso... a su cause y a sus riberas... los perros ladran de
miedo en su torrente... hay una lluvia que mojan el rostro de mercedes... y
ella como niña, abre la boca ante las gotas... y con su lengua de mariposa bebe
su belleza... también hay una lluvia que se viene a mi casa... torrencialmente
a tomar el té y no golpea la puerta... sólo trae el infinito destino de una
humedad... que se queda treinta años con nosotros... la incertidumbre de no
dormir por las noches, aguardando... a zapatos que con nada se secan... y que
la lluvia quiere, yo conserve como trofeo… de una vida esperando... esa
intermitente precipitación sobre la cabeza.
EN ESTE PAÍS LOS
MUERTOS SE SIENTAN A COMER CON NOSOTROS...
Rosana-Mercedes Bustamante-Gamboa
y opinan sobre sus sepelios, dan instrucciones
al respecto.. (como cargarlos, que música escuchar, donde velarlos)... leen los
periódicos y corrigen los titulares... a veces van del brazo y nos indican
direcciones... donde podemos beber café y conversar de política... ellos no
parten en definitiva, porque golpean a la puerta... piden ocupar esas sillas
que sobran en el recibidor de la casa... o los platos que nadie usa en la
lacena, los cubiertos de plaque... son unos pillos porque dejan de pagar
impuestos... y tenemos que cargar con sus acreedores, sus no pertenencias... y
hasta con sus gatos o perros que nos miran con pena... defendemos sus ideas y
posturas, a veces equivocadas... de la vida y como resolver los problemas...
francisco y luis emilio, los retan para que se vayan a dormir en paz... pero
nuestros muertos son porfiados y negligentes consigo mismos... no les preocupa
resfriarse y andar desnudos por los patios... apenas comen y no se peinan antes
de conversar con nosotros... tal vez porque nunca aclaramos que sería la
muerte... tal vez porque nunca les dijimos antes de partir... que “el que
muere, muere y no tiene derecho a opinar”... o que “el que se va al cementerio,
en el cementerio se queda”... tal vez, porque después de todo, nuestros
muertos... sean la única compañía evidente, que nos queda.
LOZANAS ACTRICES
ITALIANAS
Rosana Bustamante Gamboa
Soy esa muchacha de la plaza... desaparecida en
octubre una tarde/ por disímiles razones, que no vale la pena mencionar/ ni
contar por correo, a las malas lenguas que me vieron/ partir en medio de la
lluvia y un oficial que nunca me quiso./ Meretriz del pueblo desde una sórdida
niñez/ y que Benito, el muchacho aquel/ no quiere recordar, ni por casualidad/
más bien se ha dedicado desde entonces/ a observar el Viaducto de Malleco/
escribir su simetría en las hojas de un nogal/ bautizar a los pájaros mirlo que
anidan en su patio/ responder a regañadientes, a quienes preguntan y nos
vieron/ decir que él apenas tomaba mi mano en aquel lugar/ porque su propia
juventud, lo engañó cuando decidió amarme/ ¡que mi nombre yace extraviado entre
tanto recuerdo!/ de LOZANAS ACTRICES ITALIANAS que vienen a visitarlo/ y esa
corona de erudito que le queda tan bien/ mientras yo he envejecido y
desvanezco/ entre tanto hiato que no puedo comprender.
TEXTO EN PROGRESO
(TRES BORRADORES)
EN ESE ESPACIO DE CRISTAL, DESNUDOS...
Versión original de Enriqueta Coüepel /
F.S.R.Banda
Rodríguez Manuel, no ve la lluvia venir... se
resiste a dejar escapar, ese acento… mientras ella en su cesto de deseos, agita
el vestido y le mira, él sabe que ella sabe de las magnolias que trae
escondidas bajo el poncho, que el perfume de primavera atrapada lo delata... y
así transcurre la tarde, cuando Manuel se deja escapar… sin un solo ruido,
perseguido por el silencio de la tarde en la plaza de provincia donde vio sus
ojos bajo la lluvia que venía… temblando, sin comprender… la ausencia de
grillos en los entrantes de la noche o de mariposas nocturnas en los ramilletes
de geranios... porque finalmente, nada está fuera de esa desnudez, en medio del
agua, en medio del temor a ser descubiertos. Y del miedo mayor de perderla, sin
llegar a saber su nombre ni domicilio conocido.
EN ESE ESPACIO DE CRISTAL, DESNUDOS...
Versión editada por Enriqueta Coüepel
Rodríguez Manuel, no ve la lluvia venir... se
resiste a dejar escapar, ese acento… mientras ella en su delantal de deseos,
agita su cabellera y le mira. Él sabe de las magnolias, escondidas bajo el
poncho… el perfume de primavera atrapado que le delata... y así transcurre la
tarde, cuando Manuel se deja ir… sin ruidos, perseguido por ese silencio de la
tarde, en esa plaza de provincia… donde vio los negros ojos bajo la lluvia…
temblando, sin comprender… la ausencia de grillos en los entrantes de la noche…
o de nocturnas mariposas en los ramilletes de geranios... porque finalmente,
nada está fuera de esa mutua desnudez, en medio del agua… en medio del temor a
ser descubiertos y del miedo mayor a perderla… sin saber su nombre ni domicilio
conocido.
EN ESE ESPACIO DE CRISTAL, DESNUDOS...
Versión editada por F.S.R.Banda
Rodríguez Manuel, no ve la lluvia venir... se
resiste a dejar escapar, ese acento… mientras ella en su cesto de deseos, agita
el vestido y le mira, él sabe que ella sabe de las magnolias que trae
escondidas bajo el poncho, que el perfume de primavera atrapada lo delata... y
así transcurre la tarde, cuando Manuel se deja escapar… sin un solo ruido,
perseguido por el silencio de la tarde en la plaza de provincia donde vio sus
ojos bajo la lluvia que venía… temblando, sin comprender… la ausencia de grillos
en los entrantes de la noche o de mariposas nocturnas en los maceteros de
geranios... porque finalmente, nada está fuera de esa desnudez, en medio del
agua, en medio del temor a ser descubiertos, en medio del miedo mayor de
perderla sin llegar a saber su nombre ni domicilio conocido.
La
forma de poema es una desgracia pasajera.
Osvaldo
Lamborghini, “Die Verneinug”, 1977.
Revista PARADOXAS N° 233
1° de
Junio de 2017