viernes, 9 de diciembre de 2016

PARADOXAS N° 227

PARADOXAS

REVISTA VIRTUAL DEL SURREALISMO NEOBARROCO


Año XII - N° 227


INDICE

LA FRASE - Beatriz Graciela Moyano
Te observo... - Marisol Cavieres
TRAS MI VENTANA, LA HIGUERA, LA LUNA...Y YO - Guillermina Covarrubias.
EL CREPÚSCULO - Maria Eugenia Gulfo Berrocal
BACANAL - Joaquín Bernardo Corrales
Cae la tarde - Ivonne Concha Alarcón
NECESIDAD DE LA NOCHE - André Cruchaga
La rosa debida - F.S.R.Banda


EDITORIAL

El Neobarroco
Roberto Fernández Retamar *

Podemos establecer que el origen del neobarroco subyace en las teorías postcoloniales sobre cultura, hibridez, heterogeneidad, pues desde estas raíces comienza a definirse la categoría, la cual se instaura como una necesidad inaplazable de consolidar una cultura propia latinoamericana que desestabilice la noción y la percepción de Metrópoli o hegemonía.
Concretamente el neobarroco se da como un fenómeno de contracultura o contraconquista.
La permanente tensión social y política de América latina, las crisis sociales, las dictaduras han posicionado al neobarroco como una modificación manierista del barroco, en donde lo afeminado, lo exagerado, lo retorcido –como expresión de lo vacío e inconsistente- toman y marcan unas coordenadas propias y absolutas en las búsquedas y propuestas artísticas de muchos creadores; lo anterior se consolida en la implosión- explosión de nuevas literaturas, en donde emerge la imagen del travestido como elemento estético y como un nuevo imaginario para las nacientes literaturas.
A partir de este fenómeno (¿ruptura?) la figura de un “otro” subalterno, marginado, relegado empieza a configurarse en las creaciones narrativas y estéticas de los últimos tiempos.
Esta nueva percepción del tiempo, del espacio y los personajes permite la puesta en escena de una naciente equidad entre los sexos y los géneros, lo que favorece o crea una conciencia distinta entre lo masculino y lo femenino y le da un status nuevo a lo transexual, lo homosexual, lo travestido (metáfora del neobarroco americano).
En la literatura se da el caso de un José Lezama Lima, un Alejo Carpentier o un Severo Sarduy en donde la ambigüedad expresada a través de sus letras denota un regresar o un evocar la literatura barroca de un Quevedo o un Góngora, pero desde unas perspectivas americanas, en donde la prosa se viste de coloraciones y músicas continentales y se llega a la claridad a través de caminos obscuros: la metafísica y el esoterismo.
De otro lado, la bifurcación (una de las palabras preferidas por Borges) nos lleva a unos tiempos contrarios que se configuran simultáneos y donde las contradicciones, como diría Hermes Trismegisto, no se repelen sino que interactúan. La unidad indivisible de estos escritores denota no sólo una tendencia literaria (barroca o neobarroca) sino la creación de un universo muy personal, un cosmos literario muy americano y por eso mismo cosmopolita. Ya lo dijeron los mismos escritores: "Lo barroco: cifra y signo vital de Latinoamérica”.

* Nació en el barrio de La Víbora de la capital cubana. Comenzó a estudiar pintura y arquitectura, pero terminó Humanidades en la Universidad de La Habana (1948-52), donde más tarde se doctoró en Filosofía y Letras (1954). Gracias a una beca, profundiza sus estudios en las universidades de  La Sorbona y de Londres; en la de Yale ofreció un curso sobre literatura hispanoamericana. Ha sido director de la Nueva Revista Cubana (1959-60) y de la revista Casa de las Amèricas (desde 1965). En 1977 funda –y dirige hasta 1986- el Centro de Estudios Martianos. En 1985 se convierte en miembro de la Academia Cubana de la Lengua. Ha ocupado cargos políticos como lo de diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba (1998) y miembro del Consejo de Estado. Ha sido jurado de premios literarios prestigiosos. Vale.

El Editor


Esta tarde y su lluvia
Roberto Fernández Retamar

El día es claro y firme ahora. Ha llovido.
Hay un vago recuerdo de la lluvia en el aire.
Las grandes hojas guardan sus minúsculas ruinas
—Múltiples ojos claros, gotas limpias y débiles―
Pero ya el cielo está sencillamente azul
(También, es cierto, hay grandes nubes blancas
Que ondean su orgulloso algodón y sonríen),
Y el aire y su recuerdo se recuestan y duermen.
Esta tarde y su lluvia, he pensado en tus ojos.
Esta lluvia he pensado en tu piel, y esta tarde,
Con su cielo y sus nubes, he pensado en tus ojos.

Una tarde, me he dicho, lloverá frescamente,
Lloverá en nuestras flores, lloverá en nuestras hojas,
Nuestra casa será regida por la lluvia.
(Allí sus hilos largos, de cristal delgadísimo,
Se enredarán quizá en nuestros propios pasos.)
Una tarde tan clara como esta misma tarde,
Lloverá en nuestra casa.
Por eso hoy, inexplicablemente,
Mientras su red sin peces descendía la lluvia,
Mientras las grandes flores acercaban sus labios
Hacia ese largo beso, yo pensaba en tus ojos
Tan tristes como míos, y en tus manos, y en ti,
Y en otra tarde casi como ésta.


LA FRASE
Beatriz Graciela Moyano

"Lo repetiste tantas veces, que me convenciste, ya no te amo" L.V.G.

En aquel tiempo, ríos salados circularon sus venas y penetraron en las grietas justo en medio del pecho, quedó una línea, cicatriz nacarada y con el correr de los tiempos capitalizó en su favor. Vana ilusión, nada... Todo olvido. En el hoy, cuentan cuatro décadas de esa nada, todo olvido. El viento zonda vino a soplar las cenizas y puso al descubierto lugares y situaciones, entonces, se recuesta en el sillón de pensar, repasa algunos sitios que salen al recate del cruel olvido. Descubre que todo se encontraba allí, al resguardo del tiempo, apareció un vehículo antiguo, rojo, con momentos lacrados en filigranas de roces amorosos, resecos como los ciclos vencidos. En unos días giraron evocaciones, pensadas soñadas y ese viento en su soplar limpió unas pocas fotos polvorientas, testimonios estáticos del ayer. Todo fue mental, encuentro, desencuentro y montañas de malos entendidos y temores. Los recuerdos dictan que todo queda así, como reliquias del pasado.


Te observo...
Marisol Cavieres

Te observo a través del tiempo aquí guardado en mi alma, mientras respiro hondo se agitan mis latidos, te vuelves ese lirio del camino ligero, suave. Se extienden mis redes, estas prisionero de mis letras donde mi océano te atrapa, entre murmullos vuelve el tiempo los sabores y los instantes ululan. La nostalgia y alegría se vuelven un todo, te quedas quieto entre suspiros, te abraza la luna, te lee los secretos, tu pecho se vuelve primavera. ¡Probemos suerte! recordemos al unísono, esperemos que estos sueños sean horizonte ¡allí en el mar! que la brisa del océano nos una en esta distancia. Estoy aquí, donde mis líneas se extienden, te abrazo ligera en la brisa que te envuelve, te atrapan los pensamientos una y otra vez mientras el océano ruge ¡te observo!



TRAS MI VENTANA, LA HIGUERA, LA LUNA...Y YO
Guillermina Covarrubias

Tejiendo los hilos de mis memorias creando telarañas en los rincones de las añoranzas, mientras la luna me mira entre la higuera y mi ventana, mis pupilas navegan a la deriva y el corazón traidor despierta las huellas dormidas. Le arrancan la envoltura al silencio los sermones del viejo viento, no han enjugado el vendaval de besos, cuando te quise bajar la luna. Aún tengo las gotas en el alma, que armonizan con tu aliento en las brumas de la algarabía, entonces mi soledad ya no es soledad. Me convierto en jadeo efervescente un libro de aventuras, quizás una flor silvestre o tal vez la razón que no vale nada, que se rinde al lírico núcleo de un clímax lisonjero, del ajenjo jubiloso que galopa en ese silencio… que nadie me espera. ¡Que sabe nadie! si el reloj se detiene en el ayer, apretando los quejidos de mi garganta, con tu silueta rebelde, y el oasis de ternura donde volví a nacer sobre geranios blancos como flor nupcial.
Los suspiros que se instalan en mi pluma, ya no soy hojas en blanco ni pensamientos ciegos, tampoco frutos estériles.
Bajo un ovillejo de retamos, has sido la seducción de mi oro viejo, labriego de mi huerto, un cardumen en las lenguas de la noche, que te besan cada minuto, en mis letras sencillas como tu corazón hace latir el mío... hoy otra vez estás detrás de la ventana entre la higuera la luna, y este silencio que paradójicamente... nunca calla; mi eterno amor.


EL CREPÚSCULO
Maria Eugenia Gulfo Berrocal

Decae la estrella luminosa rendida de cansancio deseando reposo en el refugio del silencio, el tiempo es incierto, entre claroscuro de día y de noche, el bullicio se pierde en la bruma, la opacidad pinta el cielo. El horizonte se esconde entre la niebla de incienso orgulloso de haber rendido homenaje a lo vivido entre dichas, tristezas y anhelos, en un instante infinito la luz y lo oscuro se funden en un parpadeo. El crepúsculo saborea los últimos rayos del día
con la incertidumbre de un más allá desconocido, misterio insondable del tiempo y del cielo, milagro natural, hermosura que fascina. Y lo sigue la noche, ausencia de colores, brillando luceros, abrazando la luna, la brisa se contonea arrullando arreboles, durmiendo las flores, esperando el sereno. Los pájaros se guardan, el aire es de seda, cristales de luces encienden la tierra, ocaso bendito, musa de poetas. Al anochecer se eleva el humo con restos de amores, consumidos en brasa, cenizas quedaron, corazones que no amaron a la luz del día, la noche los abrazó y libaron de ella el amor.


BACANAL
Joaquín Bernardo Corrales

A Vianey Sanguino, con cariño y respeto

Es preciso absorber de lo que tengo
Un motivo que me arranque lo que siento,
No es común que en los años tenga miedo
Y que el miedo se me aferre en el intento.
Yo no tengo sobre nubes un lucero
Que me diga de mis días y mis yerros
Y no tengo bajo el mar azules lechos
Ni en el prado esos blancos crisantemos,
Ni me siguen en los sueños los jilgueros
Ni se vuelan en las tardes los vencejos,
Y no tengo ni la casa ni el granero
Ni una charca donde vivan los flamencos,
Y tampoco agua fresca de un riachuelo
Ni montañas que se tiñen con bermejos…
Hoy me queda una cama y un ropero
Cuatro libros, una taza y dos cubiertos.
Hoy me guardo un baúl en negro cedro
Donde escondo amarillos crisoberilos…
Un topacio y un gran ópalo de fuego…
En las blancas madrugadas de un enero
Cuando salgo de la casa donde espero
Yo le arrojo con la diestra al firmamento
Las dos gemas que guardadas se tuvieron,
Y entre el viento que volaba como un cuervo
Y las nubes de algodones, seda y fieltro
Los joyeles que entre brillos se parieron
En el cosmos mil estrellas todas fueron…
Y me dije:
“Noche esta que entre pausas quiere un verso”
“Noche escasa que me arropa con luceros”
“¿Dónde iré cuando se muera Epimeto?”
“¿Cuando muera entre los montes Aristeo?”
“¿Cuándo gima por las musas un Orfeo?
¿Cuándo vengan por amor los cancerberos?
¿Cuándo Ceto me despoje del recuerdo?
¿Cuándo muerto me refugie entre Silenos?
¿Acaso ha de venir raudo Briareo?
¿Acaso me han de dar luz y silencio?
¿O es que caso gemirá por mi Vallejo?
Ya no vienen hasta mí entre embelesos
Los orfebres que han tallado monumentos,
Ni vendrá del amor cualquier deseo
Ni en el sueño la mujer que amé en el sueño,
Ni en el llanto nacerán nuevos provechos
Ni en la risa forjaré fugaz momento…
Solo quedan atrapadas por el cielo
Las dos gemas que una tarde se esparcieron
Un topacio y un gran ópalo de fuego,
Y entre ellas aunque ya brillan de lejos
Han de haber dos brillitos casi presos
De dos lágrimas brillantes que surgieron
En los ojos de la dama de lo eterno,
Y si muerto ya el amor que no me dieron
Es apenas de los años un reflejo
Es mejor que no brillen los joyeros
Y que caigan en la noche tintos negros.


Cae la tarde
Ivonne Concha Alarcón

Al caer la tarde caen los dibujos en papel entre los rayos del sol que ilumina los sentimientos, se elevan los papeles por el aire, el viento se levanta desde el suelo, las hojas secas de un ayer somnoliento y opaco hasta ayer, presente en frías tardes de invierno que se congelan a la entrada de la casona grande. Los geranios a pesar del frío sonríen, sus colores cambian como cambian de color los camaleones, las lagartijas después de gozar los rayos del sol de la mañana duermen en sus escondrijos hasta despertar otra vez con los rayos del sol. Demasiadas primaveras han quedado atrás del portón verde negruzco oxidado, guardan en su memoria aquellas tardes cálidas acompañadas de la madre y los hermanos, mientras el tejido de lana va tomando forma en las manos de la hermana mayor y el padre lee un periódico de ayer en la tarde. En las manos del hermano menor la guitarra gime una canción del recuerdo. Hermoso cuadro dibuja la vida, aun se recuerdan las cálidas tardes de juegos, canto y lectura, mientras un candelabro de bronce con velas encendidas parpadea mostrando el amor familiar del ayer… Hoy es un pasado. Mientras el futuro es un incierto invierno desconocido que se irá apagando lentamente hasta llegar un día a ser nada, nada.


NECESIDAD DE LA NOCHE
André Cruchaga

En los peñascos del aliento hace posta la noche.
Adentro, el elixir de la oscuridad, las pupilas a ciegas alterando las sombras
y el sentido de las ventanas: siempre es necesaria la noche para desaparecer
de todos los ojos. De todos los vaivenes que vocean lo inerme.
Su altavoz silencioso me empapa de calles irreconocibles.
Camino como lo hacen muchos cuando han perdido para siempre la luz
y no tienen boleto de regreso. Camino como si fuese un desconocido.
Nadie puede espiar la historia que contamos, ni tergiversar el peso
de la costumbre, ni extraviar los titubeos de la falsa austeridad. La noche ocupa
todos los caminos al margen de cualquier pájaro mordiendo su agonía.
Quienquiera puede verse profundo y remoto.
Puede quemar la respiración sin que lo vean, ponerle ojo a los sahumerios;
puede darle picotazos al ciempiés de la saliva, a la complacencia;
puede tronchar, ­­­-si quiere-, la silueta del país, tejer abismos y deshacerlos;
puede envolver toda las palabras silenciosas arrimándoles al pecho,
puede lavar lo inexpugnable mientras arrecian las hondonadas del horizonte.
Quienquiera puede enjaularse a sí mismo.
Puede desnudarse sin tener al alcance los antídotos para curarse
de las mordidas de hormigas;
puede como tantos cambiar de identidad y huir para buscar otros repartos.
La noche se arrastra, extraña, silenciosa y desarmada…

Barataria, 29.IX.2016


EN TIEMPOS DIFÍCILES
Heberto Padilla

A aquel hombre le pidieron su tiempo
para que lo juntara al tiempo de la Historia.
Le pidieron las manos,
porque para una época difícil
nada hay mejor que un par de buenas manos.
Le pidieron los ojos
que alguna vez tuvieron lágrimas
para que no contemplara el lado claro
(especialmente el lado claro de la vida)
porque para el horror basta un ojo de asombro.
Le pidieron sus labios
resecos y cuarteados para afirmar,
para erigir, con cada afirmación, un sueño
(el-alto-sueño);
le pidieron las piernas,
duras y nudosas,
(sus viejas piernas andariegas)
porque en tiempos difíciles
¿algo hay mejor que un par de piernas
para la construcción o la trinchera?
Le pidieron el bosque que lo nutrió de niño,
con su árbol obediente.
Le pidieron el pecho, el corazón, los hombros.
Le dijeron
que eso era estrictamente necesario.
Le explicaron después
que toda esta donación resultaría inútil
sin entregar la lengua,
porque en tiempos difíciles
nada es tan útil para atajar el odio o la mentira.
Y finalmente le rogaron
que, por favor, echase a andar,
porque en tiempos difíciles
ésta es, sin duda, la prueba decisiva.


La rosa debida
F.S.R.Banda

Creeré, porque no tengo más opción en este aquí de este ahora, porque no tengo la certeza de la reencarnación que soñamos, porque  habito por ti en esa incertidumbre. Llueve sobre las rosas innumerables que te nombran sin decir tu nombre. Aunque otras te abunden, no poseerán nunca tu debido perfume. Sobre tus arcillas mis raíces esperan tu deuda impaga, la convergencia del pétalo y tu piel, de la flor impura derramada, del cántaro que se vierte en las arenas donde eres rosa sola persistiendo enmudecida. Ardes en un color imposible.



La forma de poema es una desgracia pasajera.
Osvaldo Lamborghini, “Die Verneinug”, 1977.

Revista PARADOXAS N° 226
4 de diciembre de 2016