viernes, 8 de mayo de 2015

PARADOXAS Nº 200

PARADOXAS

REVISTA VIRTUAL DEL SURREALISMO NEOBARROCO

Año X - N° 200


INDICE

El Alien Transparente en el Salón del Trono de los Reyes de España. Ligera Ampliación. - Francisco Antonio Ruiz Caballero.
El Alien Transparente en el Salón del Trono de los Reyes de España. Segunda Ampliación. - Francisco Antonio Ruiz Caballero.
Rita después de la lluvia - Diego Ramírez G.
DESHOJES - F.S.R.Banda
IMAGO DE LA ESFINGE DEL PEQUEÑO BOSQUE - F.S.R.Banda
VADEMECUM DE INCLEMENCIAS - F.S.R.Banda


EDITORIAL

“También pienso que ha leído sobre el barroco hispanoamericano, pues algunos cuentos y capítulos de su novelas que ha compartido recientemente por facebook reflejan en su construcción y en el entramado de sus textos cierta características del lenguaje barroco, pero no del Barroco que nació del siglo XVIII sino del Barroco que se vive y se escribe en el Caribe, “sui generis”. en especial, hablo de un lenguaje transgresor como el de Severo Sarduy, Reinaldo Arenas, Lezama Lima y Cabrera Infante… donde las palabras entrampan al receptor o lector y tiene que estar muy atento para no perderse en ese laberinto en que el autor, valiéndose de lo dialógico envuelve al lector en esa encrucijada sin salida.”

Fragmento de: ‘Sobre Efraím Castillo y La manía de narrar. Lectura Heteroglósica y dialógica según el critico ruso Mijail Bajtín’. Doris Melo. 2014. Vale.

El Editor


El Alien Transparente en el Salón del Trono de los Reyes de España.
Francisco Antonio Ruiz Caballero.

Música para una Pentesilea salvaje. Coágulo de gelatina híbrido de sarcoma y lagarto. Clepsidra transparente de aceite de uranio, vaso de metacrilato de cianuro y estricnina. Alcaloides de furia en vidrios de bohemia. Mándibulas de cáncer y poliacrilamida neurotóxica. Relojes de oro deslumbrantes, furiosos brillos dorados y paramecios rococós para arquitectura de cisne aureo. Tapicerias y damasquinados preciosísimos, medidos al milimietro, taracea de ribetes fúlgidos, y holoturias repletas de azufre. Música para una Pentesilea demente. Equinoccios de otoño y primavera, brillantes de naranja y rubí. Volutas y circunvoluciones de plata. Y saurios de doble dentadura.
(Aquí pasa una cosa, que no tengo la foto del Palacio Real del Rey y no puedo describir esa maravilla e introducir el Alien transparente en el Salón del Trono donde Juan Carlos conduce la nave a la deriva de España. Sólo tengo la película “Esperame en el Cielo” y se ve el Palacio del Pardo, pero el Palacio del Pardo al lado del Palacio Real, (todas las comparaciones son odiosas), es una, con perdón, puta mierda, (Franco siempre fue muy austero y ni la Collares sabía escoger joyas, que escogía perlas y lo que vale son las esmeraldas). Además el esfuerzo que he hecho con mis anteriores Alienes ha sido un esfuerzo de naturaleza indiscriminada y no sé cómo puedo seguir ejecutando la partitura.)
Armónica de cristal rabiosa, hidropesía de angulares contornos, curvatura de vidrio y arista, filo de daga mellada, daga doble de transparente rencor, odio ionosférico, condensado en gotas de cicuta dañina, contenedores translucidos de ácido molecular y cnidarios de naturaleza corrupta. Lepra.
Esmeraldas en corimbos, para leones de crisantemo relumbrante, arquitectura de Dioses locos, llevados a un extremo de pasión y ridículo. Gotas de anilina amarilla para bencenos cancerígenos. Paramecios barrocos bajo techos de escayola labrada. Candelería de tumulto. Hiperdulía de Virgenes de Oro. Y salvajes arácnidos de vidrio, llenos de neutrónica muerte.
Es muy dificil seguir, hoy creo que los hados no me son propicios a la idea que he tenido: colocar un Alien transparente en el Salón del Trono del Rey de España.
Recepción a embajadores espectrales, furibundos como cuchillos roncos. Música de Bandoneón triste para una quemadura monstruosa. Anis venenoso, Aguardiente de orujo. Pacharán para arañas.
Celosías de oro, carmines en rosas bellísimas, perfume de sándalo y neroli, y contraluz de Alienes transparentes, horribles bolígrafos de destrucción maniquea, persecutoria mordedura para Macabeos desmembrados, coagulos de gelatina nazi en el cielo.
Venga, vamos a dejarlo así. La Idea es Buena, ahora sólo queda que Ridley Scott o Jean Pierre Jeunet le echen huevos al asunto.
Lirios de cristal cargados de demencia. Turrón de Guirlache.


El Alien Transparente en el Salón del Trono de los Reyes de España. Ligera Ampliación.
Francisco Antonio Ruiz Caballero.

Música para una Pentesilea salvaje. Coágulo de gelatina híbrido de sarcoma y lagarto. Clepsidra transparente de aceite de uranio, vaso de metacrilato de cianuro y estricnina. Alcaloides de furia en vidrios de bohemia. Mándibulas de cáncer y poliacrilamida neurotóxica. Relojes de oro deslumbrantes, furiosos brillos dorados y paramecios rococós para arquitectura de cisne aureo. Tapicerias y damasquinados preciosísimos, medidos al milimietro, taracea de ribetes fúlgidos, y holoturias repletas de azufre. Música para una Pentesilea demente. Equinoccios de otoño y primavera, brillantes de naranja y rubí. Volutas y circunvoluciones de plata. Y saurios de doble dentadura.
(Aquí pasa una cosa, que no tengo la foto del Palacio Real del Rey y no puedo describir esa maravilla e introducir el Alien transparente en el Salón del Trono donde Juan Carlos conduce la nave a la deriva de España. Sólo tengo la película “Esperame en el Cielo” y se ve el Palacio del Pardo, pero el Palacio del Pardo al lado del Palacio Real, ( todas las comparaciones son odiosas), es una, con perdón, puta mierda, ( Franco siempre fue muy austero y ni la Collares sabía escoger joyas, que escogía perlas y lo que vale son las esmeraldas). Además el esfuerzo que he hecho con mis anteriores Alienes ha sido un esfuerzo de naturaleza indiscriminada y no sé cómo puedo seguir ejecutando la partitura.)
Armónica de cristal rabiosa, hidropesía de angulares contornos, curvatura de vidrio y arista, filo de daga mellada, daga doble de transparente rencor, odio ionosférico, condensado en gotas de cicuta dañina, contenedores translucidos de ácido molecular y cnidarios de naturaleza corrupta. Lepra.
Esmeraldas en corimbos, para leones de crisantemo relumbrante, arquitectura de Dioses locos, llevados a un extremo de pasión y ridículo. Gotas de anilina amarilla para bencenos cancerígenos. Paramecios barrocos bajo techos de escayola labrada. Candelería de tumulto. Hiperdulía de Virgenes de Oro. Y salvajes arácnidos de vidrio, llenos de neutrónica muerte.
Es muy dificil seguir, hoy creo que los hados no me son propicios a la idea que he tenido: colocar un Alien transparente en el Salón del Trono del Rey de España.
Recepción a embajadores espectrales, furibundos como cuchillos roncos. Música de Bandoneón triste para una quemadura monstruosa. Anis venenoso, Aguardiente de orujo. Pacharán para arañas.
Celosías de oro, carmines en rosas bellísimas, perfume de sándalo y neroli, y contraluz de Alienes transparentes, horribles bolígrafos de destrucción maniquea, persecutoria mordedura para Macabeos desmembrados, coagulos de gelatina nazi en el cielo.
Venga, vamos a dejarlo así. La Idea es Buena, ahora sólo queda que Ridley Scott o Jean Pierre Jeunet le echen huevos al asunto.
Lirios de cristal cargados de demencia. Turrón de Guirlache.
Acabo de ver unas cuantas fotos del Palacio Real.
Armónica de cristal, miel ácida, pico de pajarillo de cristal rojo para medusas lagartos, feroces como zarzas de hielo. Jarrones de alabastro rosa repletos de nieve picada y corrupción translúcida, bailarina de aristas de vinagre. Sincronía de orquideas salvajes para alambradas de espino diamantinas. Vocación de esperpento de furia, caballo de dos lenguas, bicéfala bisectriz de trapecios, en mariposas de alas de ginebra. Partituras de Stravinski para moribundos mandarines, envenenados con saña.
Los lagartos se mueven por el palacio, muestran la larguitud de las serpientes y la transparencia de un acorde, y el palacio brilla, oriental y lívido, como el manto de la Macarena, y hay en las clepsidras acuosas linfa de corrupción y niquel. La candelería se torna estrellada y en los espejos soberbios, azogues que no se deben de mirar, se reflejan los orcos de vidrio, fugaces y bellos, roncos como zarpas quebradas y ágiles como atletas frenéticos. Deformes dismorfobias o sublimes demonios, veloces, cabrones, en tensión de resorte y chancro, esmerilados de ira, bajo paramecios rojos y amarillos, hermosos tal arabescos de flores.


El Alien Transparente en el Salón del Trono de los Reyes de España. Segunda Ampliación.
Francisco Antonio Ruiz Caballero.

Música para una Pentesilea salvaje. Coágulo de gelatina híbrido de sarcoma y lagarto. Clepsidra transparente de aceite de uranio, vaso de metacrilato de cianuro y estricnina. Alcaloides de furia en vidrios de bohemia. Mándibulas de cáncer y poliacrilamida neurotóxica. Relojes de oro deslumbrantes, furiosos brillos dorados y paramecios rococós para arquitectura de cisne aureo. Tapicerias y damasquinados preciosísimos, medidos al milimietro, taracea de ribetes fúlgidos, y holoturias repletas de azufre. Música para una Pentesilea demente. Equinoccios de otoño y primavera, brillantes de naranja y rubí. Volutas y circunvoluciones de plata. Y saurios de doble dentadura.
(Aquí pasa una cosa, que no tengo la foto del Palacio Real del Rey y no puedo describir esa maravilla e introducir el Alien transparente en el Salón del Trono donde Juan Carlos conduce la nave a la deriva de España. Sólo tengo la película “Esperame en el Cielo” y se ve el Palacio del Pardo, pero el Palacio del Pardo al lado del Palacio Real, ( todas las comparaciones son odiosas), es una, con perdón, puta mierda, ( Franco siempre fue muy austero y ni la Collares sabía escoger joyas, que escogía perlas y lo que vale son las esmeraldas). Además el esfuerzo que he hecho con mis anteriores Alienes ha sido un esfuerzo de naturaleza indiscriminada y no sé cómo puedo seguir ejecutando la partitura.)
Armónica de cristal rabiosa, hidropesía de angulares contornos, curvatura de vidrio y arista, filo de daga mellada, daga doble de transparente rencor, odio ionosférico, condensado en gotas de cicuta dañina, contenedores translucidos de ácido molecular y cnidarios de naturaleza corrupta. Lepra.
Esmeraldas en corimbos, para leones de crisantemo relumbrante, arquitectura de Dioses locos, llevados a un extremo de pasión y ridículo. Gotas de anilina amarilla para bencenos cancerígenos. Paramecios barrocos bajo techos de escayola labrada. Candelería de tumulto. Hiperdulía de Virgenes de Oro. Y salvajes arácnidos de vidrio, llenos de neutrónica muerte.
Es muy dificil seguir, hoy creo que los hados no me son propicios a la idea que he tenido: colocar un Alien transparente en el Salón del Trono del Rey de España.
Recepción a embajadores espectrales, furibundos como cuchillos roncos. Música de Bandoneón triste para una quemadura monstruosa. Anis venenoso, Aguardiente de orujo. Pacharán para arañas.
Celosías de oro, carmines en rosas bellísimas, perfume de sándalo y neroli, y contraluz de Alienes transparentes, horribles bolígrafos de destrucción maniquea, persecutoria mordedura para Macabeos desmembrados, coagulos de gelatina nazi en el cielo.
Venga, vamos a dejarlo así. La Idea es Buena, ahora sólo queda que Ridley Scott o Jean Pierre Jeunet le echen huevos al asunto.
Lirios de cristal cargados de demencia. Turrón de Guirlache.
Acabo de ver unas cuantas fotos del Palacio Real.
Armónica de cristal, miel ácida, pico de pajarillo de cristal rojo para medusas lagartos, feroces como zarzas de hielo. Jarrones de alabastro rosa repletos de nieve picada y corrupción translúcida, bailarina de aristas de vinagre. Sincronía de orquideas salvajes para alambradas de espino diamantinas. Vocación de esperpento de furia, caballo de dos lenguas, bicéfala bisectriz de trapecios, en mariposas de alas de ginebra. Partituras de Stravinski para moribundos mandarines, envenenados con saña.
Los lagartos se mueven por el palacio, muestran la larguitud de las serpientes y la transparencia de un acorde, y el palacio brilla, oriental y lívido, como el manto de la Macarena, y hay en las clepsidras acuosas linfa de corrupción y niquel. La candelería se torna estrellada y en los espejos soberbios, azogues que no se deben de mirar, se reflejan los orcos de vidrio, fugaces y bellos, roncos como zarpas quebradas y ágiles como atletas frenéticos. Deformes dismorfobias o sublimes demonios, veloces, cabrones, en tensión de resorte y chancro, esmerilados de ira, bajo paramecios rojos y amarillos, hermosos tal arabescos de flores.
Alargando el tema mientras suenan los pianos.
Monstruos de agua venenosa, pasillos de rosas incandescentes, flores de ginebra maligna para yeserías voluptuosas. Circunvoluciones de caramelo, volutas de niquel, erizadas perlas de cobalto, y cnidarios de extrema morbilidad. Los hibridos de puma y arista se movían rápidos y eléctricos, puro producto del odio cerebral de un demente, y llegaron al salón del trono, cardeno, bermellón y espejeante, y sus transparencias culebreaban seguirillas de crimen. Orquideas de ganchos, translúcidas y esmeriladas, depositos de sulfúrico y nítrico, bajo amarillos arabescos de oro, lirios hidropésicos para un conjunto de irisaciones de rubí. Organdí de cristal asesino para un bordado de gladiolos naranjas. Canarios parasienses con ortomixovirus, cetrerías de uña rota.
Los lagartos, transparentísimos como el hielo, brillaban sus bocas apoteósicos cuchillos, se movían por el salón. La partitura del loco adquiría proporciones de cimitarra y sierra, y la luna era devorada por la mandíbula. Espejismos y transparencias llenas de sangre de amanita sobre cristalescencias dulces de pitiminí y puño.
Como dijo Machado, garras de acero en manos suaves.
Rabiosas profanaciones de vidrio y florituras sobre tapices.


Rita después de la lluvia
Diego Ramírez G.

Y me parezco a las mujeres negras que llevan a sus hijos al hombro como si fuera el continente negro de una vida negra y miserable, y me parezco a los milagros de las mujeres blancas que hacen el amor como mujeres blancas, mientras ven como la lluvia les entra por todo el cuerpo, me parezco a las piernas abiertas de Latinoamérica sacándole la lengua a tanta miserable historia de mujeres y madres solas, me parezco una ciudad mojada del África, o me parezco a una ciudad desierta en el centro de mi habitación, me parezco cuando niña mojada, afiebrada y suplicándole al miedo que no se apareciera por la pieza, me parezco a las mujeres del oriente, me parezco a lo que pasa allá afuera, me parezco a la noche negra debajo de mi cama, o me parezco a los animales blancos y muertos que dejaron afuera de mi puerta, me parezco a otra mujer que no lleva mi nombre, ni mi cuerpo, ni mi manera de sentir el cuerpo más pesado cuando abre su boca violenta al mundo, me parezco al mundo de allá afuera, a la violencia de allá afuera, tengo tan mojado el corazón y el hambre que ya no puedo dejar de pensar en ti. 


DESHOJES
F.S.R.Banda

[El Otoño te trajo, mojando de agonía, tu sombrerito pobre y el tapado marrón, eras como la calle de la Melancolía, que llovía, llovía sobre mi corazón. (i)] Vendrá caminando por el lado norte de la lluvia, invadida de sus penas, caminantes como ella, por el espejo de la vereda y en los charcos entrando en los crepúsculos, sosegada inmersa en el silencio, desvastada. Sobre los artilugios del destino (o el azar) dispondrá las copas en la mesa, el pan y el corazón en trozos, la sonrisa como ida o por lo menos distante, los ojos eternizados en la vastedad de los inviernos enlluviados. Sufriente de ternuras atrasadas dibujará con las migas en el mantel cuadriculado el portulano de sus intentos, escribirá el listado de los rumbos extraviados y el registro preciso de las singladuras de sus travesías inútiles o equivocadas. Aquellos perfectos desengaños. Puerta afuera los dolores, las palabras y los paraguas, la sensación de ser no siendo y el incierto horizonte de gaviotas y mar y negras arenas, allá más lejos la finura de los adioses sin lagrimones de desencanto ni los tenebrosos reproches del desespero. Para adentro, los labios sellados, el libro inconcluso de los insomnios y los reflejos del día arremolinados en los cristales. La turbia soledad decantando las minucias que quedaron de los sueños y un rostro, repetido y constante, desdibujado por el tiempo sin la certeza del amor que decretó las penurias del olvido. El anillo de oro con una perla y el reloj triste de la bifurcación (del error o del azar) perdidos a propósito en los ciegos cajones que se cerraron para siempre quizá donde, después que el barrio se hizo ajeno y la esquina y la plaza se cansaron de esperar. Se desataron los tiempos a lo largo y la distancia insobornable en su tráfago imperioso de miserias humillantes y sus breves alegrías, se fueron borrando los números siniestros de los descoloridos calendarios y florecieron flores imposibles en un retorno de pantano y de oscuro laberinto. Lo demás se quedó traspapelado en versitos que sus ojos no leyeron y en las rosas que su mano no tocó. Así la pienso ahora cuando los árboles deshojados tascan las tristezas de lo que hace muchos años no fue y se me viene feroz la noche incesante en su derrumbe y su ausencia. [Yo no la quería cuando la encontré, hasta que una noche me dijo, resuelta: Ya estoy muy cansada de todo... Y se fue. ¡Qué cosas, hermano, que tiene la vida! Desde ese momento la empecé a querer.(ii)]

(i) María. Tango. Cátulo Castillo
(ii) Quién hubiera dicho. Tango. Luis César Amadori


F.S.R.Banda

Te vas por sobre las huellas de anónimas pisadas en las grises arenas, a contraluz siempre en un atardecer que te persigue como un perro abandonado, en silueta contra el bruñido oleaje de un mar sereno que refulge en sus tenebrosos laberintos abismales. Alguien camina allá atrás buscando caracolas o algas o simplemente el silencio adormecido del oleaje sin atreverse a acercarse para no ser atrapado en el aura de misterio que te asilueta en el aterido paisaje de esa playa de poetas. Una línea algodonosa de nubes te corona como una guirnalda de un blanco alejado en su brumosidad continua de lejanas lluvias por venir, el horizonte es marino y terrestre, bífido o bifurcado, dividido por ti en sus ambivalencias somnolientas, el caserío y los arbustos, la mar desplegada en ese límite que la separa del azul gris tristón de un cielo confuso en el que tu rostro es una penumbra hierática que no sonríe. Quietos observan en el borde del acantilado de arcaicos estratos geológicos los altos copaos (Eulychinia acida) que esperan la cercana primavera acumulando sus savias para amanecer en sus blancas floraciones, los cuarzos y las micas incrustados en las foliaciones gris plateadas de las micacitas y los esquistos azules, los mínimos circones de los granitos devónicos, y los oscuros granates del atávico imaginario fetichista, el pasto verdeando, las areniscas amarillas y el bordados de las albas espumas. De pie como una esfinge tallada en un roquerío de arcaicas rompientes que surge desde las profundidades metamórficas como feroz inquisidora, sin peces ni gaviotas, sin la sal de los espantos ni el sosiego de las altas mareas, ahí, solemne y soberana con tus manos modeladas en la greda elemental del secano costero. Se te nombra en susurros escondidos bajo apercibimiento de proceder en rebeldía, se te evoca mirando nostálgica las luces lejos de los barcos imaginarios atracados en el nocturno cristal de tu ventana, se te escribe con letra pequeñita y tinta desvaída, se te dibuja sin sombra en los antiguos palimpsestos donde fuiste paloma de altos vuelos inconclusos, se te busca en los abandonados santuarios del desencanto, en los templos donde se profanaron las estatuas de los dioses insensibles que invocaron los cantos del amor extraviado. Te vas incautando los plenilunios, las bajamares y las pleamares, desatando las oscuras gravitaciones que llevas tatuadas en los sortilegios de tu voz concebida sin pecado en tus hechizos lunares y solo dejas un reguero triste de arenas muertas porque hoy es viernes y lloverá mañana.


F.S.R.Banda

“La escritura neobarroca es el intento por recuperar el sentido en la intensidad de una escritura que provoca una dimensión de visualidad imposible”. Sergio Rojas Contreras

Certero ciego inclemente, desbordado por la lluvia de hoy sábado de tu nombre, verso las insistencias de los charcos y las goteras, de los pájaro anegados en sus alturas sin vuelo, escarbo las nostalgias voraces antes que broten los rezagados pastos juguetones de la pequeña Emperatriz de Todas las Reinas. Crezco una y otra vez por entre las hierbas muertas de todos mis inviernos, equivocado como siempre, nunca soñado y secreto, o al menos clandestino. Ya no fragmento la noche en sus granos demolidos, la usurpo por las mañanas si llueve, o la dejo perderse sombra o penumbras en las garúas, sin insomnios ni con las malas artes del perplejo. Decanto las vendimias atrasadas, bebo los vinos agrios del no destierro, escancio los sumos con la paciencia del que tuvo su tiempo y jugó sus cartas, buenas o malas según los caóticos avatares designados por los mustios dioses de piedra. Me someto a las discontinuidades del tiempo, a la mala hora y al desasosiego, a todos los ecos de los cántaros vacíos y a los celacantos que habitan los abismos donde decantan los sueños congelados. Incierto mudo intransigente, incrustado en la tierra madre donde florecen las dalias y el magnolio que sostienen la certeza de su verdadera eternidad desde la aciaga madrugada de la huerfanía y las muy tristes desolaciones. Deserto de las marmóreas alturas, inhabilitado y perpetuo, de la mar que sumerge y se oscurece con las negras aves en sus vuelos helicoidales contra un atardecer remoto de minerales y desierto, distribuyo soterrado las ansiedades siguiendo los túneles de las lombrices o de las larvas subterráneas. En la memoria duermen las semillas latentes de los diurnos estropicios, de las miserias crepusculares y de los tormentos de una sola noche, esperando reverdecer en las grietas de los recuperados olvidos como musgos o mandrágoras, o sobre rompientes y ceremonias, en las bifurcaciones, los bosques embrujados y las escarchas, cercano al vórtice donde van convergiendo en una infinita espiral los crasos errores, los malos silencios, las torpes lejanías, sin llegar nunca a justificarse. En esa vorticidad que será la suma de los fragmentos del rostro que se fue disgregando por todos los espejos. Austero sordo indiferente, atrapado en las conspiraciones de las lentas nostalgias de los furiosos instantes del desespero, por el filo del signo perdido, por sus escombros, por la solemnidad de la última muerte, la imprescindible, la esperada, la inevitable.



La forma de poema es una desgracia pasajera.
Osvaldo Lamborghini, “Die Verneinug”, 1977.


Revista PARADOXAS N° 200
8 de Septiembre de 2014


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