jueves, 7 de agosto de 2014

PARADOXAS Nº 199

PARADΘXAS

REVISTA VIRTUAL DEL SURREALISMO NEOBARROCO

Año X - N° 199


INDICE

QUIETUD - Nieves María Merino Guerra
Mignonette - Kike Gómez Saavedra
LA MASCARA - Javier Huamán
Línea divisoria - Roberto Federico Novoa Olvera
E LA NAVE VA - F.S.R.Banda
DIOS MÍO. QUÉ BUEN ESCRITOR SOY. Y NO ME CONOCE NI MI PADRE. - Francisco Antonio Ruiz caballero


EDITORIAL

Sobre el barroco, dijeron:

El farragoso léxico, la sintaxis a veces inextricable y el abuso de los pronombres demostrativos, que con frecuencia obligan al lector a retroceder, entorpecen la lectura seguida...
J. L. Borges

El término comparativo no sólo se va independizando del comparado sino que se multiplica vertiginosamente; una imagen da paso a otra y ésta a otra: así la trama verbal va devorando al objeto que la suscita.
G. Sucre

Modalidades aderezadas con efectismos, promiscuidad de vocablos de rimbombancia churrigueresca, que saltan a la mente como muñecos elásticos, fraseología fatua, que como un aeróstato, más se hincha cuanto más sube de tono; hipérboles gigantes que pasan volando... epítetos que parecen remilgos, frases que son gestos de hipocondríaco.
J. Herrera y Reissig

Espacio del dialoguismo, de la polifonía, de la carnavalización, de la parodia y la intertextualidad, lo barroco se representaría, pues, como una red de conexiones, de sucesivas filigranas, cuya expresión gráfica no sería lineal, bidimensional, plana, sino en volumen, espacial y dinámica. Textos que en la obra establecen un diálogo, un espectáculo teatral cuyos portadores de textos son otros textos; de aquí el carácter polifónico de la obra barroca, de todo código barroco, literario o no
S. Sarduy

Pirateos de varios sitios. Vale.

El Editor


La melodía
Julia Rubiera

La melodía iba poco a poco invadiendo la instancia
intentado desatarla de los nudos que construyen el silencio y la añoranza
Y sin embargo ella seguía en la misma postura
respirando despacio, sintiendo latir su corazón con su reiterado trepidar
por su mente el mismo proverbio peregrinando
retándola a subir las escaleras que dirigen al desván
y allí entre las piezas que mantienen un desorden estudiado
que parecen nunca dormir, de puntillas volver a revivir los momentos
el memorial, las miradas penetrantes, melancólicas y deshabitadas que en ellas moraban
imperecederos amores como estrellas recubren por la noche el firmamento
haciendo a cada recoveco de su alma comprender
que a veces al ayer es preciso volver para poder dar explicación al hoy
hallar una razón para seguir soñando mañana
Hacer concordar el tiempo real con la sapidez envejecida del antes
Brujulear el motivo por el cual los encuentros solo valieron para intensificar los desencuentros
Reflexionar sobre las partidas de ajedrez quedadas en el aire
por acercar la mano con intención de mover el caballo o el alfil y quedar solo en ademán
en las décimas de segundo que tarda en caer al suelo una gota de agua
Reproducir las voces que la hicieron sentir que de ellas era el edredón que las arropaba
Los chirridos de las puertas que con decisión cerró tras de si
el deslizar de las ventanas que sin miedo al estar solo entreabiertas tuvo que abrir
para que la brisa entrara y oponiendo resistencia al que dirían lograr su designio cumplir.
Las resonancias de las emociones que dejan las despedidas trabadas en la garganta
La melodía iba poco a poco invadiendo la instancia
y ella dudaba si aceptar el reto y subir o seguir con la magia que su imaginación creaba
que la enseñaba a poner nombre a la historia de lo que perdió y ganó
a los besos que otorgo, a los que ella no acepto, a los ambiguos
a los que la hicieron sentirse a salvo del dios del inframundo, Hades
Y al fin decidió dejarlos seguir durmiendo aunque jamás dormían
en aquel desván secreto que nadie, solo ella sabía que existía
con incorpóreas divisorias, donde moraban juguetes, fantasías de infancia
el huracán de la juventud, de la madurez el anagrama que no viene en ningún mapa
los mágicos instantes que vivió, dejando espacio para los que aún le quedan por vivir
la calidez del amor que la recuerda que existió ayer, que respira en el hoy
que seguirá albergando en el mañana.


QUIETUD
Nieves María Merino Guerra

Quietud de medianoche desvelada en besos sutiles ansiados escarbando con la mirada su mirada ausente encauzando tus sentidos divagadores por los puertos, madreselvas e insectos que elevas a la altura de lírica coherente e inherente de quien se siente y sabe poeta aunque se deje enroscar por metáforas preñadas , ingrávidas, parturientas mientras la amada se aleja con ése deje de aburrimiento que sostiene realidades sanchas nada amorfas ni trasparentes cuando el rumor se hace eco de la cotidianidad superviviente florecida entre sus dedos armoniosos donde la magia de la lírica se hace patente con sus presentimientos-sentimientos responsables pisando tierra firme -a veces enlodada hasta sus tobillos-denotando y detonando brumas en tu mente ágil y sabedora -consciente- de cada gesto, sonido, huellas ... Luces -penumbras encofradas- de incertidumbres ante la armónica presencia -vuelo simétrico, preciso, precioso- de aves migratorias que desde ahora buscan y encuentran los vientos propicios en senderos celestes hacia éste norte donde se anuncia -estalla- la primavera acogedora, esperanzada sin más veleta ni estrella norte que los instintos heredados -Nunca son las mismas las que regresan, pero lo saben- Como lo sabe la mujer con comisuras de miel y menta ansiando ósculos ebrios de pasión generadora de placeres vacíos de tabúes obsoletos... Delineas-alineas tus palabras al tiempo que tus instintos básicos y profundos -alma y cuerpo- entrelazados también en ADN plantando los surcos de su piel ajada -como la tuya-semillas encendidas como teas entre los rescoldos duros y frágiles indesterrables de amor construido sobre cimientos vagos fortalecidos por los aceros del tiempo. Tu mano entre sus manos es una orgía de sensaciones instintivas amoldando pieles, texturas somáticas deleitándose sin pensamientos vacuos ni dejar de escuchar la sinfonía del agua o el canto del crepúsculo que invita a amar sin cuadraturas entrecerrando los párpados cuajados, placerosos, donde el tiempo es más relativo que nunca. Vuelve el hombre y amanece el poeta entrelazando sus miembros hasta la más profunda oquedad que le inquiera y aquieta. Vadeas su cuerpo con la yema de tus dedos explosionando gemidos. Rompiendo -rasgando- el momento sublime -natural- de vuestro nuevo encuentro existencial.


Mignonette (*)
Kike Gómez Saavedra

Bésame con ira, mignonette... Con la intención férrea de hacerme daño, busca en mis labios el sabor maderoso de una copa de Bourbón y busca en mi pasividad el placer parafílico de saberte superior... Sígueme, mientras te sigo controla tu el retorcido camino hacia las sombras azules de otro dulce alucinógeno... Ámame con violencia, mignonette, atando mis miembros sumisos con correas de demencia negra. Reirás con tal desapego que un cincel tallará en mi mente los contornos de mi tortura y adoraré cada segundo de ello... Que sea de madrugada, mignonette, aunque nuestra sangre intoxicada nos niegue el paso de las horas y nos desnude en un letargo estúpido e incoherente, donde me amas, y me muerdes, me tocas y me amarras, y tu piel, sedosa como nieve busca calor muy dentro de la mía... Encuéntrame de rodillas y apodérate de mi aliento, que yo seré devoto a tu locura y tú devorarás la mía, aunque mignonette, al morir, en la profundidad del encuentro ámbos seremos blancos, entonces, yo aprisionaré tu cordura, esa que nunca fue tuya...

(*) Transposición a prosa de F.S.R.Banda


LA MASCARA
Javier Huamán

Me he ganado el derecho a usar esta máscara. Me ha costado y es por eso que me aferro a ella, y no estoy dispuesto a dejarla ir tan fácilmente. Le he tomado aprecio. No es una impostura, tampoco una colección de argucias, no, ella es tan natural como la primera creación, tan natural como la condensación de las nubes o el endurecimiento de los diamantes, tan natural como las metamorfosis, tan legítima como el camuflaje de los que son depredados y deben mimetizarse. Sí, amo esta máscara mía, la amo profundamente. Ella es mi solución, ella es mi piedra de toque. Con ella de pronto queda abierto mi redil y se escapan mis rebaños, libre mi colección de especimenes raros: hay un dragón que no es mío y al que temo, no obstante regocíjame el verle bramar y lanzar fuegos, hay un caníbal que debo custodiar pero al que me place dejar libre, están mis corceles doblegados de paso cansino, también la anárquica jauría que me resguarda sin que yo la azuce; están mis murciélagos que del día sólo conocen la noche, que entonan un canto para no tropezar con las paredes; están mis luciérnagas, que destilan y queman su propio magro combustible; tengo también por supuesto mi bandada de palomas, llenas todas de smog, humildes y precavidas, muy dignas metabolizando una mala comida y el techo precario. Amo lo que está en mi redil, amo todo lo que en él pueda entrar y cobijarse.
¡Qué angustia, qué dolor cuando debo alejarme de mi máscara!¡Qué terror me invade cuando la pierdo de vista, cuando debo olvidarme y mezclarme en el mundo para pelear el sustento!¡Qué desvalido, qué poco queda de mí en esos momentos! Al final del día me apresuro a sacarla de su escondite, loco la examino sin verla realmente, feliz, estúpidamente feliz de hallarla a salvo. Ella me alienta dulcemente, sus palabras amables van derritiendo la sordera que el día edifica para mí, la amplitud del horizonte de repente se despliega y todo se apresura a converger en el abismo, con nuevo ímpetu la sangre fuerza sus cauces y se agolpa en la superficie de mis ojos; y de pronto inarticulada mi voz, por primera vez la escucho, y ella habla de mí, y ella le contesta al mundo, etc.
Sí, decididamente amo esta máscara mía; amo su razón, amo indefectiblemente los prejuicios nimios que a mí me han zaherido y a ella la han levantado; amo las pequeñas mezquindades de los que comparten conmigo mi mesa y con las cuales debo condescender; amo el asco equívoco y la ciega aversión que he inspirado y que hoy me dan la oportunidad de una última palabra; amo las burdas sospechas, amo las humanas traiciones que han modelado los pómulos de esta mi máscara querida; amo las mentiras que he creído, los desplantes que he sufrido, las amargas palabras que me socavan, el egoísmo que me adula, la benevolencia que me mata, etc.
¡Sí, los que hemos sido humillados tenemos la última palabra, nosotros somos los que debemos redimir este mundo!¡Sí, nadie más que nosotros tiene libres las manos, nadie más podría evocar los hechos, esgrimir la palabra!
Me he ganado el derecho de usar mi máscara. Ella es mi vínculo con el mundo. De ella no quiero despojarme.


Línea divisoria
Roberto Federico Novoa Olvera

Y cuando todos los muertos me tocan en la ciudad de los espejos, un lugar debatido en los ambos lados del ocaso, aclaran la naturalidad básica que obliga con sus fluidos intravenosos la entrada sosegada, tóxica, pura e imperfecta hacia el inicio de tempranas amarguras.
He perdido el sentido de la direccionalidad de la luz, estimaciones imprecisas de una serie de coordenadas que en roca y polvo en la malformación del poniente, atraen la versión terrible de lo que somos; pero se traducen las equivalencias de la sed cósmica de interrogantes que etiquetan la pesadumbre personológica en una nosológia psiquiátrica y de inicio temprano.
Me convertí en filósofo y poeta en una cápsula de procedimientos de una psicosis disfuncional, velocidad y maniobra de todos los sueños que se caen como una casa de cartas, un imperativo biológico que en el dorado de lo desconocido, en la mente orla los pisos originales de los martirios adyacentes.
Acongojado en el ritual de la disolución que atañe a la especie humana, en los brazos de la razón y en una misma frecuencia, el humo de esa grave fístula postoperatoria, declinan la vieja estirpe subyugada que se ha convertido en el gemido circular de un sistema medular y lleno de contradicciones.
Colección de silencios que pronuncian la depurada mendicidad, el delgado sentimiento que determina el momento de la gran carnicería del desajuste, que en un circuito imperativo definen el infierno de nuestra morfología: patria pútrida, saturación de la complicación de mi propio infortunio.


F.S.R.Banda

«Una fantasía, si es auténtica, lo contiene todo y no necesita explicaciones.». Federico Fellini.

Ya nadie sabe donde se van a esconder los delirios cuando vos Maestro no los desarmes ni los tritures en sus topacios y sus rubíes coronados en sus espantos de medianoche sobre el filo mustio de la luna menguante, cuando no sepamos si enmudeciste porque se te abarrotaron las venas de los sacrificios sangrientos o te abandonaron los pájaros del éxtasis de la contemplación en medio de alguna calle de tu Sevilla cerca de la Plaza del Pumarejo, o simplemente dejaste el espacio donde te inclinabas a contar las huellas de los saurios y ahora andas por ahí especulando sobre las nervaduras de las alas de las mariposas con la vista en alto tan alto que ya no ves las miserias que ibas borrando con tus verbos embarrocados hasta los mismísimos delirios que desarmabas y triturabas para que nadie dijera que mentías cuando relatabas en la voz de tus demonios los viajes a los profundos territorios de la locura. Quizá en esas travesías se te fueron escarchando lo recuerdos y el mañana temprano se te volvió cenizas y cuando despertaste del otro sueño, del verdadero, no encontraste la madrugada y seguiste durmiendo para que no se te volaran los ojos con los que mirabas los objetos en sus reales tornasoles y observabas los microscópicos imaginarios de las geografías extraviadas en los antiguos portulanos, las zoologías de las salamandras inverosímiles y las misteriosas botánicas de los musgos y los helechos sangrientos. O se te entumieron las manos con el frío de las cumbres en las alturas marfileñas de tus desvaríos por rastrear los senderos de la belleza sin saber que: 
Los siglos que en sus hojas cuenta un roble,
árbol los cuenta sordo, tronco ciego;
quien más ve, quien más oye, menos dura (i).
Y ahí se están quedando para los siglos los vestiglos y los endriagos que habitaron tus mundos divididos, escindidos, hendidos o rotos, ahí las sublimes mutaciones de la conciencia de realidad de las que apenas escapabas riendo a carcajadas por la mísera fisura de los antipsicóticos y su mágica bioquímica de circo pobre, sin trapecistas ni payasos porque resulta que los dioses sólo se escuchan a si mismos (ii). Y la nave se fue sin tus huesos derrotados, sin que alcanzaras a ver los escorpiones de amatista ni las larvas de los escarabajos de obsidiana que perforaban sus túneles pestíferos en las pequeñas limaduras de tu mente alborotada por los arduos adjetivos con que describías los mínimos detalles de los asombros y las maravillas, y las innumerables versiones a las que te obligaba el soborno de la inalcanzable perfección. Vale.   

(i) Luis de Góngora y Argote. 1620.   
(ii) Francisco Antonio Ruiz Caballero, Noviembre 30 de 2012.


DIOS MÍO. QUÉ BUEN ESCRITOR SOY. Y NO ME CONOCE NI MI PADRE.
Francisco Antonio Ruiz Caballero

Me acabo de leer a mi mismo y he flipado conmigo mismo, qué bueno soy, cojones. Escaso, pero bueno. Lo único malo es que nada más que me leo yo a mi mismo, que nadie más me lee. Pero carajo, soy la ostia. Escasito, pero tremendo. Ante todo Gracias por leerme. Es cierto. No quiero que todo el mundo responda a mis escritos pero a veces me pregunto, ¿me habrá leído alguien o esto no lo ha leído nadie?, es que si no lo lee nadie, pues es como si me arrancasen el corazón, porque yo hago un esfuerzo bastante grande, (Tengo los ojos guarníos de tanto conectarme al internet, chiquititos chiquititos, se me están quedando los ojos guarníos o como se diga). Y efectivamente, soy muy contradictorio. Con decir que a veces creo que estaba a favor de la Guerra de Iraq para que la perdiesen los yanquis. En fín, corramos un tupido velo. Y si no te respondí a una crítica es porque lo mismo estaba supercansado, es que yo escribo con un solo dedo porque no se manejar los cinco dedos para escribir en el teclado y me cuesta la misma vida, me cortan el índice y me llevaría meses aprendiendo a escribir con el anular. En fín, que un beso. Tienes razón, Yaryna. La verdad es que soy un malage. Decía Nietzsche que la capacidad intelectual de un hombre se podía medir por la cantidad de humor que era capaz de generar. Y mis escritos son muy poco simpáticos. O sea que soy mentalmente un gusano. Pero bueno, a mi me gusta lo que escribo, me pongo a leerlo y digo: qué maravilla, y a las tres semanas lo vuelvo a leer, me doy entonces cuenta de los falllos (sic) y me digo a mi mismo: tierra, trágame, que esto lo ha leído todo el mundo y se deben de estar riendo de ti hasta en Australia. Pero bueno, besitos.


Revista PARADOXAS N° 199
7 Agosto de 2014

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