PARADOXAS
REVISTA VIRTUAL DEL SURREALISMO
NEOBARROCO
Año XI - N° 206
INDICE
DIOSES DEL VIENTO - Ivonne Concha Alarcón
EL MAR DEL ADIÓS - Thania Rincón
MIXTURAS - Beatriz Graciela Moyano
SINÓNIMOS - Guillermina Covarrubias Medina
Cartas del baúl de los recuerdos, mis primeros
escritos... Marisol .C
EDITORIAL
Para Carpentier y Lezama el
barroco es un arte autóctono de América, que tiene sus raíces en la gracia de
su espacio y en el mestizaje de sus habitantes. En su ensayo Lo real y lo real
maravilloso, Alejo Carpentier se apoya en las ideas de Eugenio D'Ors sobre
estilo histórico y espíritu barroco para concebir el barroco como una constante
universal, un espíritu y no un estilo. Pero en su ensayo Tientos y diferencias
asegura que la raíz barroca se debe encontrar en el espacio americano y no en
la estética del siglo XVII. Dice Carpentier: Nuestro arte fue siempre barroco:
desde la espléndida escultura pre-Colombina y el de los Códices, hasta la mejor
novelística actual, pasándose por las catedrales y monasterios coloniales de
nuestro continente. Hasta el amor físico se hace barroco en la encrespada
obscenidad del "guaco peruano". Para Severo Sarduy, el otro gran
exponente del neobarroco, el barroco iberoamericano es precisamente lo opuesto.
Es más bien la irrisión de la naturaleza en su alarde de artificialización. Por
su parte en La expresión Americana, Lezama señala que mientras el barroco
europeo se caracteriza por su "acumulación sin tensión" el barroco
iberoamericano significa lo opuesto. Para Lezama el barroco no es un arte que
se limita a la pura expresión formal, sino que posee un significado profundo.
El barroco americano como estilo, abarca todas las formas imaginables de vida,
desde el lenguaje hasta la comida, desde el vestuario hasta el sexo, es lo que
se puede denominar como el barroco lezamiano de la "contraconquista".
Para Lezama el rasgo diferenciador entre la estética barroca del siglo XVII y
el neobarroco se halla en la riqueza de la naturaleza de América, la que al
formar parte de la gran construcción podía reclamar un estilo, un espléndido
estilo surgiendo paradójicamente de una heroica pobreza. El barroco a la Lezama
ha sido simplistamente singularizado con un peculiar adjetivo: exuberante.
Adjetivo que como oscuro, complejo, hermético, etc intenta situar al barroco en
las antípodas del logicismo y la serenidad clásicas. No es la exuberancia lo
que necesariamente caracteriza al barroco, sino la extremosidad, la ansiedad de
la abundancia y de la dificultad.
En “Barroco y Neobarroco.
Naturaleza, apoteosis, dificultad, oscuridad” de Raúl Romero. Vale.
El Editor
FECÚNDAME EN DOMINGO
Mónica Mares
Tus dedos de poeta me alcanzaron,
me encontraron a distancia un día domingo, en un mágico instante, aquí delante,
de mi fiero corazón, te hice mi amante y me hice tuya en un lecho de palabras
engarzadas en el aire. Así me araste, letra por letra, subido a tus instintos,
así, distintos de país y realidades hicimos el amor de dos ciudades, entre mi
Valparaíso y tu Santo Domingo. Tu semilla, amor mío, tu sencilla manera de
quererme, tu semilla de palabras incrustadas en las mías hurgando denodado esta
carne que aún no tocas en una pasión loca, incontrolable, hecha evangelio, mi
carne penetrada con tu verso, tu carne penetrante en sagradas profecías. Y ya
presos de la gloria de sembrarnos y de maravillarnos día a día con los
brotecitos nuevos que se cantan y recitan, y las entrañas entrenadas en ser uno
del otro, aún somos invitados al mítico
ritual, a la mítica caricia que los sueños multiplican y defienden bendiciendo
mi cuerpo con toda tu simiente. ¿Te trajo el mar? ¿te trajo el viento? cómo fue
que se mezclaron los alientos, cómo fue que abriste los portales de mi alma. Y
te siento, te escucho entrar en mí y repartirte voraz por mis arterias, cómo es
que la materia se construye aquí, en el sentimiento, cómo es que ahora, en este
momento llorando recibo tu semilla que entra a bendecirme, a desleírme en
arpegios orgasmados. De ciclo en ciclo hemos sembrado todo el mar, toda la
tierra de música y de verso, insólitos jardines por todo el universo,
instilados entre nubes de ternura, verdeces enraizadas de tanto copular en la
tersura de tus mieles, mecidos de mareas, maestras de esta danza de mágico
himeneo, sin puentes ni veredas, que podamos llamar nuestras, poseo yo contigo
este dulce amamantarnos de alfabeto, de océanos abiertos al espasmo de tus
besos en la lluvia. Fecúndame poeta por los siglos de los siglos hasta
sentirnos vivos, mas allá de nuestra muerte, sólo tienes que ponerte, con tu
corazón en mí frente a tu equipo de letritas y enfilar ordenadita tu simiente
hasta la mía, -negro útero de web- oscurito, para ser el inefable tálamo no
habido en las camas de la tierra, para instalar el milagro de mi voz seduciendo
tu soneto, en público secreto, a plena luz de día, en la génesis perfecta que
precisa tu semilla fecundada aquí en mi cuerpo enamorado, este domingo, para
que pueda dar a luz tu poesía.
DIOSES DEL VIENTO
Ivonne Concha Alarcón
Se encontró cara a cara con aquel
rostro impenetrable, vio el demonio del rencor, el dolor enardecido, la
arrolladora presencia del que siente disgusto y traición, quiere estar muy
lejos cuando la bestia despierte del letargo, escondiéndose tras el silencio
abrumador, agotador, agobiador, angustioso. Se le acaba la paz, la paciencia,
la serenidad, la calma quiere ser igual que siempre, que nada le cambie, ni le
obstaculice, ni le distraiga de sus afanes, ese deseo de andar a su gusto por
la vida haciendo lo que quiere en libertinaje. Se desespera, se da cuenta que
el monstruo esconde veleidades, antojos, caprichos, ligerezas, maldades. Se
quedó como cruz de cementerio, la tala es arriba al centro y abajo, una mata de
menta y un tren que pasa de cara al mar le divisa entre olas y su almohada de
sueños se golpea duramente entre las rocas marmoladas, los dioses del vientos
sienten el aliento enamorado que sopla huracanes de palabras de fuego que
traspasan los deseos de hombre. Se acercó a otear el horizonte, vio la última
bondad y blancura en sus letras de hombre ingenuo a veces infame, se quedó
enajenado, sufriendo, lamiendo lenguas de fuego que suben y bajan, sobre,
dentro y en su cuerpo humano subjetivo, esa parte que sufre, goza, sueña,
desea, entre muchas derrotas aquel día en que la espera fue tardía o nunca
sucedió, el camino estrecho largo extenso se metamorfosea en colores de otoño
mientras allá en su castillo, entre rejas de fierro fundido por el dolor se
esconden las mariposas salvajes, se dormirán eternas entre sombras de silencio
y de muerte, recaminarán desnudas entre lamentos quejumbrosos en un sueño de
naufrago solitario, perdido entre sus pérdidas y el cielo del infierno en la
cama sola abandonada, conociéndose, recorriéndose en su interna soledad, el mar
se vuelca furioso, le atrapa con sus ojos, con su beso de martes de mala
suerte, las sirenas desvestidas de tiempo salen al encuentro de sus rivales la
hadas buenas, entre ellas murmullan sus cuentos de pescadores cubiertos de sol
malo que rompe sus telas faciales radiadas de rescate del temor de tener que
perder su ángel salvador que le baño de sueños vestidos, el hastío le atrapó
escondido entre las garras del descontento comiéndose los recuerdos que por ser
recuerdos ya se van muriendo allá en el cementerio de las mariposas y aquí en
este planeta ficticio de ambos no quedó nada... nada.
EL MAR DEL ADIÓS
Thania Rincón
Volver al mar que antes
acariciaba con la promesa del encuentro cada mañana, es sentir la sal del
tiempo que seca la piel y endurece los deseos de añorar el ayer: la voz ya no
cobra vida, se la ha llevado como a la ilusión, una ola perdida. En el mundo
somos inédita aparición desde el ensueño que casca insólitos idilios, luego la
calma del silencio todo llena de hastío diluyendo las emociones en el vacío. En
dulce abrigo se transforma la soledad al brotar un sentimiento ciego y fijo, y
al comenzar a descifrarse el acertijo llega el adiós y el acuerdo se vuelve
esquivo. Ausente las figuras en el mar bravío la serenidad de la costa solo
cuenta espejismos y sueños perdidos. Cada gaviota que cruza el horizonte carga
en secreto el cruel designio: cuando la marea choca fuerte, con brío, solo desgasta historias sin destino. A lo
lejos, la bruma levantar una imagen quiere disimular pretende el seco olvido,
mas los nuevos vientos distraídos enmascaran con susurros cualquier pedido y los labios en frugal desaliento musitan el destierro inmisericorde de la presencia por un descuido. Espíritu
invencible, lleno de intentos fallidos, la nostalgia con su estoico lamento
vulnerar pretende el largo mutismo que se quiebra en el letargo del verdadero sentir escondido. En la vieja
alfombra azul del mar solo caminan fantasmas y desvaríos, borrando autómatas el
trayecto que renaciendo está en tristes libros de versos sin destino cuyas
hojas reviven la vitalidad del amor peregrino; sin entender que esté tan
lejos, cada capítulo llora el tiempo
perdido. Las densas nubes de los años amenazan el equilibrio como la prematura
noche de la huida; en vilo el trance nostálgico de la tarde que muere despliega
el desfile imaginario de abrazos sin tiempo nunca proferidos, solo vienen a
saludar al último latido de un corazón desierto, sediento, insolente, sufrido,
que extenuado en la fatalidad detuvo su curso
ante el sublime beso que un triunfo hubiese sido contra el universo
experto en retiros infinitos. Los dedos, únicos enemigos del miedo continúan
navegando breves delirios compartidos, sin aparente dueño, sin lógica ni razón
ni sentido, y desde el eterno reposo,
sin rumbo fijo. Las frías chispas que estallan en la orilla mojando las sombras de la eterna fantasía, se
evaporan con los extraños momentos compartidos y el valor, empapado de dolor,
le dice adiós a la pasión que se siembra y arrebata a la vez en el camino.
Desmantelados los espejos todos quedamos al descubierto, dejamos de ser
sortilegio maravilloso cual lo novedoso, adulador, inaccesible,
misterioso, prohibido…Ajenos al dolor,
inmunes a la claridad de la luna, continuamos dibujando estrellas en almas sin
fortuna para luego convertir los más impetuosos y dulces recorridos en rutina
ambigua que nos salve de los mejores recuerdos y al más puro sentimiento
continuemos transformando en el más grave error cometido en la locura.
MIXTURAS
Beatriz Graciela
Moyano
Respiramos hacia los confines del
mundo, gastadas palabras de intensidades bien amadas, esa luz suave apenas
ilumina las mejillas de nuestro afán, en este tiempo de pertenencia, fiel y
afín a nosotros mismos, buscando denodada-mente el brillo, unión y sonrisa,
amor y placer en el verso, que será poema sin alcanzar la poesía.
Escucho, escribo y leo la
reiteración pegajosa de un enjambre de vocablos, gran sumidero de palabras gira
y gira sin ton ni son detrás de las cortinas, muchos juglares desatinados
giran, dentro de poemas apócrifos, entonces ves a la "nada" que a
"destiempo" revolotea los renglones y a los libros amarillos
exquisitos de literatura codearse en las bibliotecas en son de mordaz crítica.
Y nosotros, empeñados en ser
reverentes colaboradores de su obra, logramos apenas pequeñas brisas que de
tanto soplar aires tibios, nos rozan la piel, nos perfuma de esperanzas y
enseñanzas, pero amanece después y en toda la atmósfera se suceden las
reiteraciones y algunas plagiadas formas, en tiempos como este de buitres gloriosos
y camuflados lagartos.
Pienso: ¿Cómo decir lo simple de
los sentimientos? Veo en el fondo del pocillo la borra del café diciendo que
estás allí, como siempre esperándome, sin saber que hay ríos de azúcar
circulando por mis venas, que mi psiquis salió en manifestación destructiva y
me ata las manos, seca mi pluma. Por fortuna hoy llovió un aguacero con
infinitas respuestas y más aún, me dejó ver en fondo de sus ojos estables, el
sitio donde fijar mi curso y de esa forma dejar fluir la magia, que de no ser
por ellos, dudaría de la magia y su existencia. Palabras florecen desde las
fisuras de la tierra, como milagro. En el cosmos, ya la noche seca y oscura, me
regala la luna compañera de los solitarios poetas, siento la voz lejana de mi
padre y su caricia... Que no culmine la prosa, mi prosa o poema con cansancio,
hastío y desasosiego.
SINÓNIMOS
Guillermina
Covarrubias Medina
Las escrituras fragmentadas
declamando en las esquinas, miente el embrujo miente mientras un cigarrillo se
consume y el humo se arremolina junto al
de ese café que lanza siluetas de mentira que se cuelgan en las tristezas donde
guardo tu esencia en las bifurcaciones del charco que soborna la memoria
aniquilando mi existencia de gárgola rancia, imitando las dalias los musgos
hablantes perpetuando los tiempos para no ser la mujer inconclusa, tengo que
acostumbrarme al olvido de las palabras mustias
encerrarlas en un calabozo de acero sin puertas ni rendijas hasta que el
letargo las asesine, borrando el matiz de la estupidez atestada de inclemencias
que dejan mi ojos salados, como ramera con el pelo revuelto busco los verbos
para perderme y amarte, en los signos demarcados de una mascara risueña debajo
de un paraguas roto que mojan empapando la boca de natre en impíos símbolos
mimetizados en poesías traidoras donde te beso semioculta enredada en las
raíces de la perdición de un sauce en el río, caminando como cangrejo en un mar
de arenas desérticas sin agua sin sal sin mareas, contaminada de sueños
linyeras, entonces ya no quiero imprecar de palabras mi lengua para no sentir
el metal del puñal en mi carne, en este encierro emocional de mierda y escribo
y me leo en un carnaval perpetuo de mis sueños de niña en un cuerpo de mujer
inconclusa irresoluta hilando telarañas, y viajando en ti, quiero tirar tu
nombre desde un avión en vuelo y yo disolverme en el espacio.
Cartas del baúl de los recuerdos, mis primeros escritos...
Marisol C.
Carta 1
Vaciándome suave y torpe en el
papel, me encontré en un silencio que no quiere acompañarme, mudo testigo
alguna vez de mil lágrimas escondidas, de a poco va suicidando mi empeño por
entender entre tus palabras escritas y la ventana cerrada tras de mí.
Me sentí cordial al entregarte mi
última sonrisa, una bendición en tu camino y un adiós que suena a mentira, pues
vives en mi alma, injusto es decir que no es cierto, para que mentirle a la
vida y justo allí donde los ojos se cierran, me siento prosa en la alameda del
tiempo que no se detiene.
Vaciándome en torpes palabras que
no entiendo, pero que escribo para continuar en este laberinto donde me dejas,
por las razones que emergen a la distancia de un te quiero que se guarda y
reconoce mi repentina inspiración, soy torpe, a veces profunda o simplemente
una brisa en el viento que ligera se vuelve otoño de hoja seca.
Y le miento al tiempo, al segundo
del reloj y a ti, me suicido en el intento de vaciarme entera en palabras, mas
solo calla la locura y la razón se apodera pagana de mí, soy un silencio que te
habita.
Lejos de toda cordura existente,
nada que objetar entre tus labios, nada que decir en la distancia, bajo tus
manos hay caricias que se quedan dando vueltas y una lágrima se escurre
solitaria.
Me queda la certeza que hay un
laberinto entre tus pasos, una palabra guardada, una sonrisa dibujada al encontrarme
en aquel silencio que te desarma, no es el tiempo quien nos abandona pues sigue
aquí de puntillas a nuestro lado, dejare que vuelvan las estaciones cada año,
mientras aguardo que el silencio me deje detener el tiempo unos segundos, justo
allí donde mi razón se debilita y vuelve la locura a poseerme, te espero bajo
tu sonrisa y la luna en un costado de la vida...
La forma
de poema es una desgracia pasajera.
Osvaldo Lamborghini, “Die
Verneinug”, 1977.
Revista PARADOXAS N° 206
1º de Marzo de 2015
No hay comentarios:
Publicar un comentario