viernes, 8 de mayo de 2015

PARADOXAS Nº 206

PARADOXAS

REVISTA VIRTUAL DEL SURREALISMO NEOBARROCO

Año XI - N° 206


INDICE

DIOSES DEL VIENTO - Ivonne Concha Alarcón
EL MAR DEL ADIÓS - Thania Rincón
MIXTURAS - Beatriz Graciela Moyano
SINÓNIMOS - Guillermina Covarrubias Medina
Cartas del baúl de los recuerdos, mis primeros escritos... Marisol .C


EDITORIAL

Para Carpentier y Lezama el barroco es un arte autóctono de América, que tiene sus raíces en la gracia de su espacio y en el mestizaje de sus habitantes. En su ensayo Lo real y lo real maravilloso, Alejo Carpentier se apoya en las ideas de Eugenio D'Ors sobre estilo histórico y espíritu barroco para concebir el barroco como una constante universal, un espíritu y no un estilo. Pero en su ensayo Tientos y diferencias asegura que la raíz barroca se debe encontrar en el espacio americano y no en la estética del siglo XVII. Dice Carpentier: Nuestro arte fue siempre barroco: desde la espléndida escultura pre-Colombina y el de los Códices, hasta la mejor novelística actual, pasándose por las catedrales y monasterios coloniales de nuestro continente. Hasta el amor físico se hace barroco en la encrespada obscenidad del "guaco peruano". Para Severo Sarduy, el otro gran exponente del neobarroco, el barroco iberoamericano es precisamente lo opuesto. Es más bien la irrisión de la naturaleza en su alarde de artificialización. Por su parte en La expresión Americana, Lezama señala que mientras el barroco europeo se caracteriza por su "acumulación sin tensión" el barroco iberoamericano significa lo opuesto. Para Lezama el barroco no es un arte que se limita a la pura expresión formal, sino que posee un significado profundo. El barroco americano como estilo, abarca todas las formas imaginables de vida, desde el lenguaje hasta la comida, desde el vestuario hasta el sexo, es lo que se puede denominar como el barroco lezamiano de la "contraconquista". Para Lezama el rasgo diferenciador entre la estética barroca del siglo XVII y el neobarroco se halla en la riqueza de la naturaleza de América, la que al formar parte de la gran construcción podía reclamar un estilo, un espléndido estilo surgiendo paradójicamente de una heroica pobreza. El barroco a la Lezama ha sido simplistamente singularizado con un peculiar adjetivo: exuberante. Adjetivo que como oscuro, complejo, hermético, etc intenta situar al barroco en las antípodas del logicismo y la serenidad clásicas. No es la exuberancia lo que necesariamente caracteriza al barroco, sino la extremosidad, la ansiedad de la abundancia y de la dificultad.

En “Barroco y Neobarroco. Naturaleza, apoteosis, dificultad, oscuridad” de Raúl Romero. Vale.

El Editor


FECÚNDAME EN DOMINGO
Mónica Mares

Tus dedos de poeta me alcanzaron, me encontraron a distancia un día domingo, en un mágico instante, aquí delante, de mi fiero corazón, te hice mi amante y me hice tuya en un lecho de palabras engarzadas en el aire. Así me araste, letra por letra, subido a tus instintos, así, distintos de país y realidades hicimos el amor de dos ciudades, entre mi Valparaíso y tu Santo Domingo. Tu semilla, amor mío, tu sencilla manera de quererme, tu semilla de palabras incrustadas en las mías hurgando denodado esta carne que aún no tocas en una pasión loca, incontrolable, hecha evangelio, mi carne penetrada con tu verso, tu carne penetrante en sagradas profecías. Y ya presos de la gloria de sembrarnos y de maravillarnos día a día con los brotecitos nuevos que se cantan y recitan, y las entrañas entrenadas en ser uno del otro, aún somos invitados  al mítico ritual, a la mítica caricia que los sueños multiplican y defienden bendiciendo mi cuerpo con toda tu simiente. ¿Te trajo el mar? ¿te trajo el viento? cómo fue que se mezclaron los alientos, cómo fue que abriste los portales de mi alma. Y te siento, te escucho entrar en mí y repartirte voraz por mis arterias, cómo es que la materia se construye aquí, en el sentimiento, cómo es que ahora, en este momento llorando recibo tu semilla que entra a bendecirme, a desleírme en arpegios orgasmados. De ciclo en ciclo hemos sembrado todo el mar, toda la tierra de música y de verso, insólitos jardines por todo el universo, instilados entre nubes de ternura, verdeces enraizadas de tanto copular en la tersura de tus mieles, mecidos de mareas, maestras de esta danza de mágico himeneo, sin puentes ni veredas, que podamos llamar nuestras, poseo yo contigo este dulce amamantarnos de alfabeto, de océanos abiertos al espasmo de tus besos en la lluvia. Fecúndame poeta por los siglos de los siglos hasta sentirnos vivos, mas allá de nuestra muerte, sólo tienes que ponerte, con tu corazón en mí frente a tu equipo de letritas y enfilar ordenadita tu simiente hasta la mía, -negro útero de web- oscurito, para ser el inefable tálamo no habido en las camas de la tierra, para instalar el milagro de mi voz seduciendo tu soneto, en público secreto, a plena luz de día, en la génesis perfecta que precisa tu semilla fecundada aquí en mi cuerpo enamorado, este domingo, para que pueda dar a luz tu poesía.


DIOSES DEL VIENTO
Ivonne Concha Alarcón

Se encontró cara a cara con aquel rostro impenetrable, vio el demonio del rencor, el dolor enardecido, la arrolladora presencia del que siente disgusto y traición, quiere estar muy lejos cuando la bestia despierte del letargo, escondiéndose tras el silencio abrumador, agotador, agobiador, angustioso. Se le acaba la paz, la paciencia, la serenidad, la calma quiere ser igual que siempre, que nada le cambie, ni le obstaculice, ni le distraiga de sus afanes, ese deseo de andar a su gusto por la vida haciendo lo que quiere en libertinaje. Se desespera, se da cuenta que el monstruo esconde veleidades, antojos, caprichos, ligerezas, maldades. Se quedó como cruz de cementerio, la tala es arriba al centro y abajo, una mata de menta y un tren que pasa de cara al mar le divisa entre olas y su almohada de sueños se golpea duramente entre las rocas marmoladas, los dioses del vientos sienten el aliento enamorado que sopla huracanes de palabras de fuego que traspasan los deseos de hombre. Se acercó a otear el horizonte, vio la última bondad y blancura en sus letras de hombre ingenuo a veces infame, se quedó enajenado, sufriendo, lamiendo lenguas de fuego que suben y bajan, sobre, dentro y en su cuerpo humano subjetivo, esa parte que sufre, goza, sueña, desea, entre muchas derrotas aquel día en que la espera fue tardía o nunca sucedió, el camino estrecho largo extenso se metamorfosea en colores de otoño mientras allá en su castillo, entre rejas de fierro fundido por el dolor se esconden las mariposas salvajes, se dormirán eternas entre sombras de silencio y de muerte, recaminarán desnudas entre lamentos quejumbrosos en un sueño de naufrago solitario, perdido entre sus pérdidas y el cielo del infierno en la cama sola abandonada, conociéndose, recorriéndose en su interna soledad, el mar se vuelca furioso, le atrapa con sus ojos, con su beso de martes de mala suerte, las sirenas desvestidas de tiempo salen al encuentro de sus rivales la hadas buenas, entre ellas murmullan sus cuentos de pescadores cubiertos de sol malo que rompe sus telas faciales radiadas de rescate del temor de tener que perder su ángel salvador que le baño de sueños vestidos, el hastío le atrapó escondido entre las garras del descontento comiéndose los recuerdos que por ser recuerdos ya se van muriendo allá en el cementerio de las mariposas y aquí en este planeta ficticio de ambos no quedó nada... nada.


EL MAR DEL ADIÓS
Thania Rincón

Volver al mar que antes acariciaba con la promesa del encuentro cada mañana, es sentir la sal del tiempo que seca la piel y endurece los deseos de añorar el ayer: la voz ya no cobra vida, se la ha llevado como a la ilusión, una ola perdida. En el mundo somos inédita aparición desde el ensueño que casca insólitos idilios, luego la calma del silencio todo llena de hastío diluyendo las emociones en el vacío. En dulce abrigo se transforma la soledad al brotar un sentimiento ciego y fijo, y al comenzar a descifrarse el acertijo llega el adiós y el acuerdo se vuelve esquivo. Ausente las figuras en el mar bravío la serenidad de la costa solo cuenta espejismos y sueños perdidos. Cada gaviota que cruza el horizonte carga en secreto el cruel designio: cuando la marea choca fuerte, con brío,  solo desgasta historias sin destino. A lo lejos, la bruma levantar una imagen quiere disimular pretende el seco olvido, mas los nuevos vientos distraídos enmascaran con susurros cualquier pedido  y los labios en frugal desaliento  musitan el destierro inmisericorde  de la presencia por un descuido. Espíritu invencible, lleno de intentos fallidos, la nostalgia con su estoico lamento vulnerar pretende el largo mutismo que se quiebra en el letargo  del verdadero sentir escondido. En la vieja alfombra azul del mar solo caminan fantasmas y desvaríos, borrando autómatas el trayecto que renaciendo está en tristes libros de versos sin destino cuyas hojas reviven la vitalidad del amor peregrino; sin entender que esté tan lejos,  cada capítulo llora el tiempo perdido. Las densas nubes de los años amenazan el equilibrio como la prematura noche de la huida; en vilo el trance nostálgico de la tarde que muere despliega el desfile imaginario de abrazos sin tiempo nunca proferidos, solo vienen a saludar al último latido de un corazón desierto, sediento, insolente, sufrido, que extenuado en la fatalidad detuvo su curso   ante el sublime beso que un triunfo hubiese sido contra el universo experto en retiros infinitos. Los dedos, únicos enemigos del miedo continúan navegando breves delirios compartidos, sin aparente dueño, sin lógica ni razón ni sentido,  y desde el eterno reposo, sin rumbo fijo. Las frías chispas que estallan en la orilla  mojando las sombras de la eterna fantasía, se evaporan con los extraños momentos compartidos y el valor, empapado de dolor, le dice adiós a la pasión que se siembra y arrebata a la vez en el camino. Desmantelados los espejos todos quedamos al descubierto, dejamos de ser sortilegio maravilloso cual lo novedoso, adulador, inaccesible, misterioso,  prohibido…Ajenos al dolor, inmunes a la claridad de la luna, continuamos dibujando estrellas en almas sin fortuna para luego convertir los más impetuosos y dulces recorridos en rutina ambigua que nos salve de los mejores recuerdos y al más puro sentimiento continuemos transformando en el más grave error cometido en la locura.


MIXTURAS
Beatriz Graciela Moyano

Respiramos hacia los confines del mundo, gastadas palabras de intensidades bien amadas, esa luz suave apenas ilumina las mejillas de nuestro afán, en este tiempo de pertenencia, fiel y afín a nosotros mismos, buscando denodada-mente el brillo, unión y sonrisa, amor y placer en el verso, que será poema sin alcanzar la poesía.
Escucho, escribo y leo la reiteración pegajosa de un enjambre de vocablos, gran sumidero de palabras gira y gira sin ton ni son detrás de las cortinas, muchos juglares desatinados giran, dentro de poemas apócrifos, entonces ves a la "nada" que a "destiempo" revolotea los renglones y a los libros amarillos exquisitos de literatura codearse en las bibliotecas en son de mordaz crítica.
Y nosotros, empeñados en ser reverentes colaboradores de su obra, logramos apenas pequeñas brisas que de tanto soplar aires tibios, nos rozan la piel, nos perfuma de esperanzas y enseñanzas, pero amanece después y en toda la atmósfera se suceden las reiteraciones y algunas plagiadas formas, en tiempos como este de buitres gloriosos y camuflados lagartos.
Pienso: ¿Cómo decir lo simple de los sentimientos? Veo en el fondo del pocillo la borra del café diciendo que estás allí, como siempre esperándome, sin saber que hay ríos de azúcar circulando por mis venas, que mi psiquis salió en manifestación destructiva y me ata las manos, seca mi pluma. Por fortuna hoy llovió un aguacero con infinitas respuestas y más aún, me dejó ver en fondo de sus ojos estables, el sitio donde fijar mi curso y de esa forma dejar fluir la magia, que de no ser por ellos, dudaría de la magia y su existencia. Palabras florecen desde las fisuras de la tierra, como milagro. En el cosmos, ya la noche seca y oscura, me regala la luna compañera de los solitarios poetas, siento la voz lejana de mi padre y su caricia... Que no culmine la prosa, mi prosa o poema con cansancio, hastío y desasosiego.


SINÓNIMOS
Guillermina Covarrubias Medina

Las escrituras fragmentadas declamando en las esquinas, miente el embrujo miente mientras un cigarrillo se consume y el humo se  arremolina junto al de ese café que lanza siluetas de mentira que se cuelgan en las tristezas donde guardo tu esencia en las bifurcaciones del charco que soborna la memoria aniquilando mi existencia de gárgola rancia, imitando las dalias los musgos hablantes perpetuando los tiempos para no ser la mujer inconclusa, tengo que acostumbrarme al olvido de las palabras mustias  encerrarlas en un calabozo de acero sin puertas ni rendijas hasta que el letargo las asesine, borrando el matiz de la estupidez atestada de inclemencias que dejan mi ojos salados, como ramera con el pelo revuelto busco los verbos para perderme y amarte, en los signos demarcados de una mascara risueña debajo de un paraguas roto que mojan empapando la boca de natre en impíos símbolos mimetizados en poesías traidoras donde te beso semioculta enredada en las raíces de la perdición de un sauce en el río, caminando como cangrejo en un mar de arenas desérticas sin agua sin sal sin mareas, contaminada de sueños linyeras, entonces ya no quiero imprecar de palabras mi lengua para no sentir el metal del puñal en mi carne, en este encierro emocional de mierda y escribo y me leo en un carnaval perpetuo de mis sueños de niña en un cuerpo de mujer inconclusa irresoluta hilando telarañas, y viajando en ti, quiero tirar tu nombre desde un avión en vuelo y yo disolverme en el espacio.


Cartas del baúl de los recuerdos, mis primeros escritos...
Marisol C.

Carta 1

Vaciándome suave y torpe en el papel, me encontré en un silencio que no quiere acompañarme, mudo testigo alguna vez de mil lágrimas escondidas, de a poco va suicidando mi empeño por entender entre tus palabras escritas y la ventana cerrada tras de mí.
Me sentí cordial al entregarte mi última sonrisa, una bendición en tu camino y un adiós que suena a mentira, pues vives en mi alma, injusto es decir que no es cierto, para que mentirle a la vida y justo allí donde los ojos se cierran, me siento prosa en la alameda del tiempo que no se detiene.
Vaciándome en torpes palabras que no entiendo, pero que escribo para continuar en este laberinto donde me dejas, por las razones que emergen a la distancia de un te quiero que se guarda y reconoce mi repentina inspiración, soy torpe, a veces profunda o simplemente una brisa en el viento que ligera se vuelve otoño de hoja seca.
Y le miento al tiempo, al segundo del reloj y a ti, me suicido en el intento de vaciarme entera en palabras, mas solo calla la locura y la razón se apodera pagana de mí, soy un silencio que te habita.
Lejos de toda cordura existente, nada que objetar entre tus labios, nada que decir en la distancia, bajo tus manos hay caricias que se quedan dando vueltas y una lágrima se escurre solitaria.
Me queda la certeza que hay un laberinto entre tus pasos, una palabra guardada, una sonrisa dibujada al encontrarme en aquel silencio que te desarma, no es el tiempo quien nos abandona pues sigue aquí de puntillas a nuestro lado, dejare que vuelvan las estaciones cada año, mientras aguardo que el silencio me deje detener el tiempo unos segundos, justo allí donde mi razón se debilita y vuelve la locura a poseerme, te espero bajo tu sonrisa y la luna en un costado de la vida...



La forma de poema es una desgracia pasajera.
Osvaldo Lamborghini, “Die Verneinug”, 1977.

Revista PARADOXAS N° 206
1º de Marzo de 2015


No hay comentarios:

Publicar un comentario