viernes, 8 de mayo de 2015

PARADOXAS Nº 208

PARADOXAS

REVISTA VIRTUAL DEL SURREALISMO NEOBARROCO

Año XI - N° 208


INDICE

ABRIL - Beatriz Graciela Moyano
REALIDAD - Guillermina Covarrubias
CONCESIVAS LUCIÉRNAGAS - Thania Rincón
CELEBRO - Maria de los Angeles Roccato
Silencio, Rebeldía, Silencio. - Francisco Antonio Ruiz Caballero.
¿DÓNDE TÚ NO HUBISTE? - F.S.R.Banda
Muy breve fragmento de “El Otoño del Patriarca” - Gabriel García Márquez


EDITORIAL

“¿Qué significa hoy en día una práctica del barroco? ¿Cuál es su sentido profundo? ¿Se trata de un deseo de oscuridad, es una exquisitez? Me arriesgo a sostener lo contrario: ser barroco hoy significa amenazar, juzgar y parodiar la economía burguesa, basada en la administración tacaña de los bienes, en su centro y fundamento mismo: el espacio de los signos, el lenguaje, soporte simbólico de la sociedad, garantía de su funcionamiento, de su comunicación. Malgastar, dilapidar, derrochar lenguaje únicamente en función del placer –y no, como en el uso doméstico, en función de información– es un atentado al buen sentido, moralista y natural en que se basa toda la ideología del consumo y la acumulación.”

En ‘El Cristo de la rue Jacob’ de Severo Sarduy, 1987. Vale.

El Editor


RASTROS DE TI
Ivonne Concha Alarcón

Rastros de ti en los espejos, en las molduras de las puertas, en el ruido del silencio tras las cortinas de la aurora, en noches desiertas, en sueños insolentes, sobreviviendo a tu ausencia, buscándote en los escondrijos de mis recuerdos, oyendo las canciones testigos de los tiempos malos y los buenos, añorando tu compañía en todos mis momentos, transitándome a mano con mis dedos recorriendo todos los recuerdos dibujados en las hojas aun no escritas, pendientes de decir todas esas palabras que no se dijeron y sí se sintieron. Buscándote en todos los arpegios, en todas las notas musicales de las canciones que te traen desde el silencio a mi almohada fría y silenciosa con aroma a nada, deseos escritos en letras de ausencias, en campos de Marte, en estrellas sin luz, en el arco iris después de la lluvia reflejada en el rostro curtido de nostalgia. Siento el aroma del recuerdo cuando observo la aurora bajándome de la luz del día, la marca en el territorio en esta loca geografía donde solo ambos existíamos viviendo de a dos en uno, vida de dos vidas. Esa distancia pérfida, sin medida, sin trechos ni caminos transitables imposibles de traspasar hacia el tiempo y los deseos escritos en el árbol de la vida. Ahora faltas a la lista que no te nombra aun cuando miro, oteo, observo tu recuerdo con ansiedad y nostalgia de ti en el lugar que el tiempo desahucia los relojes de nadie, sigo caminando saltando en los charcos de agua turbia donde tampoco te veo...


ABRIL
Beatriz Graciela Moyano

Sobre el río quieto, mío, se ve el azul de un cielo atrapado por el encanto, fascinado cielo de luna roja reflejada en el agua temblorosa, cae en las pupilas de la inmensidad, Abril se enciende, se exalta, todo sucede en un instante, hasta que las nubes pasan un velo de tul al rubor mágico de luna eclipsada. Abril tiene esos desconciertos que sacuden el alma un rato, como a las ramas del álamo y su robustez, la banda migratoria de congos azulinos, cae la tarde y se escucha un cuchicheo ensordecedor hasta que las aves duermen. Abril también duerme después recostado entre hojas vencidas y cuando despierta al alba, dibuja otro cielo de lluvias y sol trepando un arco-iris en degradé de tenues colores, profundo y ágil se desplaza Abril entre sueños, no hay sonidos ni aromas estimulantes capaces de desvelar el arrullo secreto de este mes y su hechizo, hoy aquí y allá son y están las lluvias, viajando e intercalando mojadas ternuras los treinta días, estremeciendo la piel de Abril. Se entrega a los cambios repentinos la estación dorada de hojas, solo el espíritu es, en su lecho crujiente, donde el rojo y naranja reinan, mi reino. Abril le cuenta a los ojos algunos sorprendentes sucesos, como a la luna roja, los tordos azulinos en los álamos. Medio Abril queda atrás y la segunda parte avanza en el tren de las nubes por esos campos mojados de olvido. Lentamente fue despojando la intrepidez que galopa el tordillo de sus años blancos, de los tantos abriles enredados entre hebras de plata. La aburrida sensatez se acompaña de las mal queridas limitaciones, todo es y no, en el Abril de hoy, donde hubo un río ancho y bravío, ahora la calma aniquila utopías, la seducción reposa tras los muros apuntalados, se mece con apacible indiferencia.


REALIDAD
Guillermina Covarrubias

Me quedo aquí mirando desde mi ventana la higuera, yo y mis silencios y la noche que huele a esperma y sabanas perspicaces con cilicio del insomnio latente,  una voz secreta con ecos del tictac de un reloj confuso tritura las sombras con la luz de la lámpara, profanando el sueño de los pájaros que anidan en la higuera, y yo esperando ver la flor mentirosa del día de san Juan, me hago trampas con la silueta mimetizada de un “te olvidé”, soñando tenerte devorando mi ebriedad sin vino, sin ojos, se cierra la noche en laberintos, que susurran tristezas al caer, ya es otoño las veo, las imagino con oído de antaño, ladridos de perros a lo lejos, me quedo con la sensación de un rostro que se repite como dibujando rosas en un inconcluso cuaderno de asignaturas, desencantada de la boca que besé mil veces y de unos ojos apacibles como la tarde de una crónica anunciada.


CONCESIVAS LUCIÉRNAGAS
Thania Rincón

“Seguía erguido como una estatua, rígido como un ídolo –según me pareció entonces-, mientras una mosca se posaba sobre su nariz y sus labios, sin que el reaccionara con el más leve gesto.
¿Dónde estaba? ¿Qué pensaba? ¿Qué sentía? ¿Estaba en el cielo o en el infierno?”
Demian, Hermann Hesse

Volar, explorar el azul de los cielos, nunca más nadar contra la corriente ni orillarse en el mar esperando una mejor suerte que se presume ya inexistente. Volar, formar parte de la melodía del sol con su calor complaciente, desterrar botellas transparentes con notas suicidas que a los amantes atormenten, devolverlas con una rosa incólume que toda tormenta supere. Volar, desde el blanco de una nube con pies de luz inocente, invocando los gritos de libertad del relámpago y del trueno, y a la lluvia entregarle las lágrimas por los sueños atrapados entre las sienes. Volar, y al caer la noche, en suave descenso, llegar a los cuerpos dormidos y en sus ojos cerrados depositar un soplo de vida que los lleve a creer en una gran pasión, para siempre. Envolverse de nuevo en la brisa, elevarse y desde la ceja de la luna, mirar sus mañanas limpias de dolor, llenas de fortuna, con destellos de melancolía iridiscente. Volar y desde el aire vigilar las ventanas, hasta que alguna vez les sonrían a la noche, sin saber por qué, sin sospechar nada, solo sintiendo que el dolor transmuta en paz y que la emoción, que en la oscuridad yacía olvidada, penetre en sus poros, insistente, irrumpiendo en el silencio de sus almas cansadas que se rejuvenecen al nunca más defenderse de la ternura del claro día que les sorprende renacientes. Volar, y verlos convertirse, como tantos esperaban, en verdaderos sobrevivientes que exentos de funesta extrañeza se sientan parte, finalmente, de un mundo sin hostilidad, grato, nutriente, donde millones de luciérnagas estarán presentes para escucharles susurrar sobre la felicidad que reaparece inexplicablemente y así el sufrido enajenamiento que los abraza se evapore hacia el mismo cielo donde siempre se atrapan los caóticos remolinos que contorsionados y vencidos pronto desaparecen, aclarando el temido alba con armónicos tonos y dulces fragancias que mágicamente florecen. Volar, y desde la voluptuosa alfombra de estrellas silentes, portadoras de connotaciones crecientes, saludarles con orgullo, muy gentilmente, porque  el universo canjeó su soledad por la dicha de recuperarles los sentidos y sus deseos de crear, de luchar, de confiar en sus propias leyes, que de nuevo serán el norte para compartir la disconformidad que convierte la vida en arte, el amor en gloria efervescente y la promesa de cada día en cobijo divino contra el crónico frío que las fuerzas ahuyentan y los contactos enmudecen.


CELEBRO
Maria de los Angeles Roccato

Celebro al primer suspiro del padre solar y el postrer bostezo de la seductora luna, jubilosa me humedezco en las cascadas plateadas por ella y mi piel se acuna con los trinos dorados de él. Resplandece nutrido y feliz cada universo celular de mi anatomía adormecida y me permito instalar la vida y el placer en ellos. Saboreo en el viento el trinar del ruiseñor siguiendo a la brisa que desparrama el verde aroma de las mentas y moviliza en amarilla danza a las espigas maduras. Observo analizante y sacra, osada y profana cada rincón donde el malvón en capullos estalla o sigo la huella que atrevida diseña la enredadera invitando a reptar hasta elevarse por la aspereza del muro. Amo la sensualidad contenida en la cascada de las esferas perfectas de las uvas rojas al tocar los labios anhelantes de un ávido ladronzuelo de placeres prohibidos. Me movilizan las traviesas estrellas que tu mirada destila y las chispas canela que las pupilas de Roberta la gata de mi amiga María, regalan y también reconocer el trinar del ruiseñor, el cortejo amoroso de los pequeños gorriones y el colorido aletear presuroso del colibrí Bendigo haber conocido el tizón aterciopelado, el agua marina o la esmeralda detenida en los humanos ojos y la profundidad de cada expresión. Me fascina la síntesis y la lluvia porque ambas presuponen inteligencia y claridad, ritmo y seducción. Amo el despertar y el atardecer de cada día, la brisa que se escabulle susurrante por la urdimbre de mi cabellera alborotándola con sus amantes mensajes y la gama cálida que se detiene breve recortada en la montaña cuando el atardecer se avecina. Disfruto del amor sin fronteras que corretea gimiendo en la sangre y solo basta pensarlo para percibir su fuego. Amo la incansable labor organizada de la hormiga, la ternura del gamo, la belleza de los felinos, la laboriosidad de las abejas, amo porque creo que para eso hemos venido, para amar y ser amados, propuesta que parece haber quedado entrampada en alguna grieta o arruga de la geografía y que ha convenido a los malabaristas de la discordia para alentar sus intereses mezquinos y divisorios fomentando la rabiosa competencia entre pueblos, la violencia de género y la soberbia porque nos planifican la vida desde la remota ilusión de tener y no de ser llevándonos primero a la destrucción personal y colectiva y luego al convencimiento que no hay cambios posibles. Amar es la clave y la llave maestra para abrir el cofre donde atesoramos la visión y las propuestas fraternales, los proyectos y sueños de estrategias justas. Transitemos hacia el interior de nuestro SER hasta encontrar la diamantina luz que nos permita crear volar y honrar en pensamiento, sentimiento y accionar a la humanidad y al planeta reencontrando la maravilla de vivir y la verdad de ser parte vital y transformadora en este plan de evolución planetaria, hasta sentir en alma y en piel “yo soy tu y tu eres yo”, espejo y sendero de la transcendencia, del cambio real y profundo de la humanidad. Namasté.


Silencio, Rebeldía, Silencio.
Francisco Antonio Ruiz Caballero.

Fantasía surrealista sin sentido alguno.

Silencio. Rebeldía. El diapasón de níquel empieza a sonar. Reverberantes turquesas brillan en la corona del rey, reverberantes rubíes brillan en la corona de la reina, relámpagos de oro. En el mar de mercromina flotan los icebergs verdes, cuando se derriten forman manchas de granate esmeralda en el cinabrio bermellón del océano fantasmagórico. Manchas de absenta en el vaso de granadina, flauta y acordeón. El limbo es una superficie de nácar impoluto, una extensión de salitre sin fín, una caliza del terciario tan amplia como la mirada de una diosa virgen, sin fronteras, tan ilimitada como la memoria. En el limbo sólo hay extrañas orquídeas. En cada orquídea hay un insecto de terror. Que nadie se asome a los ocelos del espanto o será devorado por el artrópodo y caerá en un infierno de fuego. Sigamos en el limbo. Alejémonos de las pupilas monstruosas del bicho, prosigamos con flauta y acordeón e ignoremos ese violín frenético que hace bailar bailarinas de bronce sobre bisectrices de espasmos. El limbo se abre para nosotros, exploremos cada orquídea, la de color rubí y la violeta, la de color ámbar, quizás en esta haya un formidable alucinógeno, probémoslo, embriaguémonos con la fundida esencia de las piritas vegetales, no pensemos en la vasta extensión que abierta al horizonte rodea, como en un centro, nuestra dificultad de aprehenderla. Mar de arena, el desierto es blanco, níveo, y cálido, sobre nosotros la inmensidad es azul, y las nubes, nimbos de una belleza purísima, parecen, en sus formas femeninas y voluptuosas, curvas, jarrones, macizos coágulos de algodón. Miremos de nuevos las orquídeas, bajo el filtro del líquido de la ambarina, veremos que son formas florales vivas, lenguas palpitantes, blandos nudibranquios, carnosos, con una lascivia innata, exuberantes labios, lujuriosos cachos de carne, yeserías de mucílago suave, damasquinados de dermis, no miremos el terrorífico insecto que las habita. Contemplemos el hermosísimo pulpo vegetal, de trecho en trecho, como manchas de dálmata en un cánido blanquísimo. Extasiémonos con el limbo, mientras el acordeón y la flauta, opulencias e irisaciones de ginebra y miel, nos adjudica un espacio de profundidad y nieve, cada orquídea será para nosotros una mariposa, una libélula, una mantis. Pero no miremos a los ojos del insecto. No todavía, no mientras no aspiremos el olor a magnolia de este escorbuto, de este chancro, de esta charca, de este mar indescriptible. Olamos el aroma a magnolio, a limón, ahora, miremos de nuevo las orquídeas, como se mueven exhalantes, lujuriosas, como proclaman con gestos obscenos sus vivas y palpitantes corolas, ¡¡¡¡¡miremos ya a los ojos de los monstruos¡¡¡¡¡. Caigamos en sus avernos tórridos, olvidémonos de la flauta y el acordeón, he aquí el violín, el serrucho, la melodía de los triángulos isósceles, afilados como uñas de pantera, durísimos de cardo y lila. Estamos dentro de la pupila infernal, hemos sido devorados por la visión de la naturaleza absoluta. ¿Qué veremos en el infierno?, ¿qué comprobaremos de la melodía de los trapezoides y los dodecaedros?, ¿qué múltiples formas caleidoscópicas herirán nuestra sensibilidad si es que la tenemos?. Alabastros ardiendo, de nuevo el desierto, pero rojo, de nuevo las orquídeas, pero azules, y en cada orquídea, de nuevo, el insecto. Quizás vuelvan ahora el acordeón y la flauta, olvidados en el curvo espacio del recuerdo, marchitos como la hojarasca seca, sobre vasos de agua fermentada, llena de paramecios, extraños de si mismos, nuevos y vírgenes, pero en un territorio demoníaco. Habitemos este territorio sanguinolento, esta carmesí extensión planetaria, esta mancha de tinta roja en la que hemos caído, frenética de ocasos, púrpura hasta un éxtasis de carmín. Digamos que las orquídeas son azules, que los labios glotones, hinchados como vergajos, son azules, cárdenos o violetas. Pero no volvamos a mirar a los ojos del artrópodo, o descubriremos un paraíso de una naturaleza sublime. No miremos a los ojos de la estatua o quedaremos ciegos para siempre. Rebeldía. Silencio.


¿DÓNDE TÚ NO HUBISTE?
F.S.R.Banda

¿Dónde, bajo qué luna te sepultaste sagrada y sangrante en las arenas de tu propia voz? Fue crepúsculo hundiéndose en tus rubores, tú lejana, perdida en los lodazales del destiempo, apenas sugerida por las tardes que iban anegando las calles con el perfume de las últimas rosas que tocaste, tus ojos como dormidos sin asombros ni penas, todo sucedía sin ti, las mareas, las fases de la luna o las migraciones de las aves, las sombras bajo los puentes, o el avance sigiloso de la herrumbre en los clavos de los portalones de los monasterios, así fue sucediendo ausencia al paso del otoño con tu nombre borrándose en los muros mientras florecían los geranios sin esperarte y los grillos insistían en sus cantos funerarios escondidos del invierno sin tu silueta habitando las lluvias. ¿Dónde, en qué mes sin plenilunio te despojaste de tu vetusta solemnidad y abriste un vacío en las finas arcillas de tu imperio de pájaros silenciosos? Allí eras soberana y soberbia en tu delicada consistencia de reina, como si todo te hubiera pertenecido de antes, cuando aun no había noticias de tu nacimiento ni de tu entronización en los reinos de las mariposas y las libélulas, habrá sido por esos rumbos en que fuiste canonizada por los que te amaron sin alcanzar los arpegios ni las nomenclaturas que solían dibujarte a contraluz sobre los jardines del estío. ¿Dónde, sobre qué marasmo de las horas fue que perdió tu estirpe las semillas de tus ojos dejando subterráneos los encantos suspendidos en las magnolias y una tristeza de solitarios celacantos en los verbos que te siguieron buscando? Tú en los cuarzos instalada, en su cristal deshabitada, madreselva de su aroma atardecida, tú en los cántaros y los peces, piedra espejo en la albas desplegadas de tu sonrisa oceánica, necesaria, tú en los cafés y en los rastrojos del manzanar del otro lado del canal de las aguas pardas, en las vidrieras y en el estropicio del otoño, sin los vidrios que soportan los vitrales que ciegos dejan de sentirte carcomiendo los cimientos de las antiguas catedrales, tú, que no hubiste acontecido sin los embrujos de la cercanía insensata de tus manos sobre el vino o la miel, sin el trasiego de los destierros y la penumbra de los eclipses, sin el nocturno aterido que dejaste cuando quedaste inmóvil y sin tiempo contra los tristes arreboles. ¿Dónde tú? que no percibo aun las ternuras en el fulgor de tu nombre.


Muy breve fragmento de “El Otoño del Patriarca”
Gabriel García Márquez

Fueron muy pocos quienes se conmovieron con el transcurso bíblico de la medusa de lumbre que espantó a los venados del cielo y fumigó a la patria con un rastro de polvo radiante de escombros siderales, pues aun los más incrédulos estábamos pendientes de aquella muerte descomunal que había de destruir los principios de la cristiandad e implantar los orígenes del tercer testamento, esperamos en vano hasta el amanecer, regresamos a casa más cansados de esperar que de no dormir por las calles de fin de fiesta donde las mujeres del alba barrían la basura celeste de los residuos del cometa, y ni siquiera entonces nos resignábamos a creer que fuera cierto que nada había pasado, sino al contrario, que habíamos sido víctimas de un nuevo engaño histórico, pues los órganos oficiales proclamaron el paso del cometa como una victoria del régimen contra las fuerzas del mal, se aprovechó la ocasión para desmentir las suposiciones de enfermedades raras con actos inequívocos de la vitalidad del hombre del poder, se renovaron las consignas, se hizo público un mensaje solemne en que él había expresado mi decisión única y soberana de que estaré en mi puesto al servicio de la patria cuando volviera a pasar el cometa, pero en cambio él oyó las músicas y los cohetes como si no fueran de su régimen, oyó sin conmoverse el clamor de la multitud concentrada en la Plaza de Armas con grandes letreros de gloria eterna al benemérito que ha de vivir para contarlo, no le importaban los estorbos del gobierno, delegaba su autoridad en funcionarios menores atormentado por el recuerdo de la brasa de la mano de Manuela Sánchez en su mano, soñando con vivir de nuevo aquel instante feliz aunque se torciera el rumbo de la naturaleza y se estropeara el universo, deseándolo con tanta intensidad que terminó por suplicar a sus astrónomos que le inventaran un cometa de pirotecnia, un lucero fugaz, un dragón de candela, cualquier ingenio sideral que fuera lo bastante terrorífico para causarle un vértigo de eternidad a una mujer hermosa, pero lo único que pudieron encontrar en sus cálculos fue un eclipse total de sol para el miércoles de la semana próxima a las cuatro de la tarde mi general, y él aceptó, de acuerdo, y fue una noche tan verídica a pleno día que se encendieron las estrellas, se marchitaron las flores, las gallinas se recogieron y se sobrecogieron los animales de mejor instinto premonitorio, mientras él aspiraba el aliento crepuscular de Manuela Sánchez que se le iba volviendo nocturno a medida que la rosa languidecía en su mano por el engaño de las sombras, ahí lo tienes, reina, le dijo, es tu eclipse, pero Manuela Sánchez no contestó, no le tocó la mano, no respiraba, parecía tan irreal que él no pudo soportar el anhelo y extendió la mano en la oscuridad para tocar su mano, pero no la encontró, la buscó con la yema de los dedos en el sitio donde había estado su olor, pero tampoco la encontró, siguió buscándola con las dos manos por la casa enorme, braceando con los ojos abiertos de sonámbulo en las tinieblas, preguntándose dolorido dónde estarás Manuela Sánchez de mi desventura que te busco y no te encuentro en la noche desventurada de tu eclipse, dónde estará tu mano inclemente, dónde tu rosa, nadaba como un buzo extraviado en un estanque de aguas invisibles en cuyos aposentos encontraba flotando las langostas prehistóricas de los galvanómetros, los cangrejos de los relojes de música, los bogavantes de tus máquinas de oficios ilusorios, pero en cambio no encontraba ni el aliento de regaliz de tu respiración, y a medida que se disipaban las sombras de la noche efímera se iba encendiendo en su alma la luz de la verdad y se sintió más viejo que Dios en la penumbra del amanecer de las seis de la tarde de la casa desierta, se sintió más triste, más solo que nunca en la soledad eterna de este mundo sin ti, mi reina, perdida para siempre en el enigma del eclipse, para siempre jamás, porque nunca en el resto de los larguísimos años de su poder volvió a encontrar a Manuela Sánchez de mi perdición en el laberinto de su casa, se esfumó en la noche del eclipse mi general, le decían que la vieron en un baile de plenas de Puerto Rico, allá donde cortaron a Elena mi general, pero no era ella, que la vieron en la parranda del velorio de Papá Montero, zumba, canalla rumbero, pero tampoco era ella, que la vieron en el tiquiquitaque de Barlovento sobre la mina, en la cumbiamba de Aracataca, en el bonito viento del tamborito de Panamá, pero ninguna era ella, mi general, se la llevó el carajo, y si entonces no se abandonó al albedrío de la muerte no había sido porque le hiciera falta rabia para morir sino porque sabía que estaba condenado sin remedio a no morir de amor, lo sabía desde una tarde de los principios de su imperio en que recurrió a una pitonisa para que le leyera en las aguas de un lebrillo las claves del destino que no estaban escritas en la palma de su mano, ni en las barajas, ni en el asiento del café, ni en ningún otro medio de averiguación, sólo en aquel espejo de aguas premonitorias donde se vio a sí mismo muerto de muerte natural durante el sueño en la oficina contigua a la sala de audiencias, y se vio tirado bocabajo en el suelo como había dormido todas las noches de la vida desde su nacimiento, con el uniforme de lienzo sin insignias, las polainas, la espuela de oro, el brazo derecho doblado bajo la cabeza para que le sirviera de almohada, y a una edad indefinida entre los 107 y los 232 años.


La forma de poema es una desgracia pasajera.
Osvaldo Lamborghini, “Die Verneinug”, 1977.

Revista PARADOXAS N° 208
3 de Mayo de 2015


PARADOXAS Nº 207

PARADOXAS

REVISTA VIRTUAL DEL SURREALISMO NEOBARROCO

Año XI - N° 207



INDICE

AYER... - Nieves Mª Merino Guerra
ELLA - Guillermina Covarrubias Medina
SINÓNIMO - Guillermina Covarrubias Medina
SOLO MUJER - Ivonne Concha Alarcón
AUSENCIAS ALUCINANTES - Thania J. Rincón P.
RETROSPECTIVA DEL AMOR - Thania J. Rincón P.



EDITORIAL

“Yo quería hacer una poesía lo más independiente de las palabras, que resistiera cualquier traducción y es a través de la prosa, -cuyo ritmo es el que más se acerca al de la sangre- donde se consigue mejor.” (i)

“La pregunta hay que plantearla desde el punto de vista de la relación que se tiene con el lenguaje. El nuestro, digamos que neobarroco, lo es porque está dando tumbos en la maraña, golpeándose, hiriéndose, cicatrizando: lenguaje hendidura, cicatriz; lenguaje orificio, por el que salen expelidas las palabras, renovadas, fétidas, insolentes, desesperadas. Yo siento un odio profundo hacia el lenguaje, es mi enemigo: porque siento un amor profundo por el silencio, del que no soy, nunca, capaz. Soy un monje hablador, un asceta gárrulo, un impotente ante la indisoluble fuerza del silencio espiritual. Amo la Nada que detesto. Porque la amo, hablo; porque la detesto, hablo. Y no sé abrazarla; es decir, callar.” (ii)

Dicho por Jaime Sabines (i) y José Kozer (ii). Vale.

El Editor

Notas biográficas.-
Jaime Sabines Gutiérrez (Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, 25 de marzo de 1926 - Ciudad de México; 19 de marzo de 1999) fue un poeta y político mexicano, considerado como uno de los grandes poetas mexicanos del siglo XX.
José Kozer (La Habana, 28 de marzo de 1940) es un poeta prolífico y traductor cubano radicado en los Estados Unidos desde 1960.



MÁS ALLÁ DE LOS TIEMPOS
Beatriz Graciela Moyano

Inmersos en la holgura de un espacio que carezca de tiempo, emanarán formas, las formas rediseñadas por el ahora en el entonces, una locuaz consecuencia de las revelaciones que brotan y caen de los abetos y sauces, sinrazones maravillosas cuando cae la tarde y se aproxima otro otoño de estaciones y vida. Hay parques paseados mil veces, con la luna al hombro y los cabellos humedecidos de garúas, se ven las estatuas y mármoles que lucen aún sin leyendas talladas, como si un óvalo de luz los protegiera de las inclemencias de los años, todo sucede en este u otro reloj, sin arena ni péndulo, resbalando como en un túnel oscuro, que converge en su vértigo a las aguas del río ancho como mar de arrebatos, allí se hallan todas las imágenes que la memoria gastada despojó de su sitio preferencial, pero es seguro que se confabularán los juncos y jacintos florecidos y las aves de ayer, para unir los trozos de mapas esparcidos por los islotes, por los vagones de algún tren solitario con vías oxidadas en la estación olvido adherida a los huesos. Más allá de la urbe, los pájaros en sus nidos aguardan el fin de ciclo, con los acontecimientos anunciados y ella con su condición de paloma asustada, sale por las rejas del claustro con esa ilusión del libre albedrío que disuelva hasta las piedras, que transmute la cordura y vuelva a ver los girasoles pintados en sus campos mucho antes de la cosecha. En el dedo índice sigue encarnado el ónix negro que la protege en el tiempo de todas las figuras estáticas, un aroma a café guía el rumbo de los pasos por las veredas de la inmensa ciudad de los poetas ilustres y el gentío, pero por si acaso se perdiera en la confusión de los millones de rostros, soltará a volar el barrilete con los colores del arco iris que le regaló el primer día, el primero de todos días, en el primer verso de todos los versos, de los miles de versos que escribió en las rocas, en la corteza de algún árbol de su bosque o en los vidrios de la ventana. Solo entonces en la certeza de las huellas profundas del alma, sentirá los acordes, escuchará una música irresistible, más allá de los tiempos.


AYER...
Nieves Mª Merino Guerra

Amaneció soleado. Un día apacible. Algo cansado. Continuaba lento y al tiempo esperanzado en algo diferente. Un aliciente, un poco de valor sobornando al sopor...Con paso desganado y huesos doloridos siguió su recorrido. Al fondo, la distancia. La mirada inocente que observa diferente. Se despidió en silencio cuando asomó la luna creciente y jubilosa. El cielo despejado sonriendo a las estrellas como un novio encantado durmió al último ángel sellando otra alabanza con algo de tristeza. Llegó la lluvia intensa golpeando la ventana -mojando los cristales y congelando el alma- El viento enfurecido... La noche fue desierta... -Se le nubló la luna y todos los cometas- Hoy todo está empapado. Las calles y mi alerta...


ELLA
Guillermina Covarrubias Medina

Ella quiso caminar sobre sus pisadas desgarrando el reloj sobre un murmuro persistente, que la hace saborear la sal y miel de los minuteros paridos del romanticismo,se figuró Ángeles caídos en una lluvia de sueños incultos,en la llamas de aguas transfiguro el silencio alucinante del infierno,siguió la huella de unos zapatos con el signo de Eros le sangró la boca con los cristales rotos del espejo mágico como un conjuro de madrastra de un cuento de Disney, sin edad o con edad que importaba la inocencia pagando tributo a su sordera secreta, intenta calzar sus huellas,pretende,intenta, hasta que las hace ajustar, encajando y contrayendo las articulaciones de sus dedos adoloridos por el trajín, por hacerlos coincidir, veinte treinta cincuenta, de pronto sus pies se hunden en unos pasos antañones contextualizados, se detiene, donde existe y se resiste la razón, quiere avanzar, no puede, espinas le traspasan el corazón que late sin latir, no quiere quererlo, no se propuso amarlo, entonces injuria contra su propio yo por haberse echo grietas en el alma, fisuras que duelen aun como si fuera un reloj de arena que nunca llega a la hora predispuesta por el relojero que lo construyo, se rinde, se va hundiendo en arenas movedizas que la van tragando como boa que se engulle un borrego, grita sin alzar la voz, llora, solloza, es un tributo al silencio, ella desea salir del pantano porque es tan difícil se pregunta, ella no quiere tener conciencia ni sabiduría ni palabras ni intelectos, ella ya solo quiere volar.


SINÓNIMO
Guillermina Covarrubias Medina

Las escrituras fragmentadas declamando en las esquinas, miente el embrujo miente mientras un cigarrillo se consume y el humo se  arremolina junto al de ese café que lanza siluetas de mentira que se cuelgan en las tristezas donde guardo tu esencia en las bifurcaciones del charco que soborna la memoria aniquilando mi existencia de gárgola rancia, imitando las dalias los musgos hablantes perpetuando los tiempos  para no ser la mujer inconclusa, tengo que acostumbrarme al olvido de las palabras mustias encerrarlas en un calabozo de acero sin puertas ni rendijas hasta que el letargo las asesine, borrando el matiz de la estupidez atestada de inclemencias que dejan mi ojos salados, como ramera con el pelo revuelto busco los verbos para perderme y amarte, en los signos demarcados de una mascara risueña debajo de un paraguas roto que mojan empapando la boca de natre en impíos símbolos mimetizados en poesías traidoras donde te beso semioculta enredada en las raíces de la perdición de un sauce en el río, caminando como cangrejo en un mar de arenas desérticas sin agua sin sal sin mareas, contaminada de sueños linyeras, entonces ya no quiero imprecar de palabras mi lengua para no sentir el metal del puñal en mi carne, en este encierro emocional de mierda y escribo y me leo en un carnaval perpetuo de mis sueños de niña en un cuerpo de mujer inconclusa irresoluta hilando telarañas ,y viajando en ti, quiero tirar tu nombre desde un avión en vuelo y yo disolverme en el espacio.


SOLO MUJER
Ivonne Concha Alarcón

Solo mujer, hembra, verso y las palabras inventadas, fraccionadas, ficción de alma solitaria, deseos en un cuerpo cansado en el casi ocaso y las penumbras, asomado el hastío y el deseo lejano, la pasión y el desaliento. El placer negado, Una danza, un vaivén constante e intermitente delirio de alma solitaria, Desesperación desmedida a ritmo suave intenso distante. La divinidad aparecida de entre los rayos celestes del cosmos universal. Duelen los letargos, las emancipaciones, el crecimiento de lo racional, la inocencia perdida, la transparencia oculta en matices degradé, la luz difuminada en tonos pastel, los sentimientos ocultos entre el ramaje de lo inconsciente, las mariposas cansadas, los pájaros sin alas, los vidrios empañados, el cristal opaco, las letras muertas, negando la verdad prevaleciendo la mentira de los juegos florales primaverales inventados en círculos de fantasías que giran alrededor de los mil versos escritos en romances ya extinguidos, la flor roja que va pereciendo, mustia y flácida, negruzca, de pétalos caídos. La mujer oculta, migajas de vida restringida entre poesías maltratadas, versos paridos en el romanticismo, en la poesía dolorosa del desamor, la poesía del holocausto, los poetas malditos y las huellas de un pasado cuidadoso, relamido, desabrido, sin fragancia, ni aromas, pasión desaparecida. Atrás quedaron los sueños, los deseos ocultos, el sueño pendiente. Ya no va más dice el crupier… Arriba vuela un ave Fenix, resiliente, positivismo, crecimiento, nace de nuevo cada vez. Renace la mujer, muere la antigua... mejora la vida.


AUSENCIAS ALUCINANTES
Thania J. Rincón P.

“Curioso que la gente crea que tender una cama es exactamente lo mismo que tender una cama, que dar la mano es siempre lo mismo que dar la mano, que abrir una lata de sardinas es abrir al infinito una lata de sardinas…”  Las Armas Secretas (Julio Cortázar).

Haber reído con la noche y haber llorado con el alba, cerrar ciclos guindando de un recuerdo que vuelve cuando quiere y cuando no, no eres nadie, no eres nada. Los versos que nombran solo reviven el absurdo vacío que en minutos eternizantes reúne dos almas. La afinidad es un extraño enjambre de felicidad que danza en el infinito; su breve aparición no evita hacer costumbre la nostalgia en la distancia. No es lo mismo añorar que volver a ser, parece vociferar el viento desafiante, mientras la brisa, condescendiente, defiende lisonjas de dardos discriminantes. Ni las flores son tan suaves; ni las espinas, funestamente punzantes. La peor tortura es el encanto y la mayor divinidad, la impertinente aventura de tropezarse con un desafío delirante: entonces arde la sangre y al evaporarse el equilibrio, el presente es torbellino que logra pulverizar todo después y todo antes. En fantasma de circo sin bufones, en mimo olvidado del séptimo arte, se convierte el dolor, esa caricia en la piel cuando solo se ha sentido un frío desgastante. Sin tormenta que el verbo arrase, ni intriga que haga irresistible la tentación de apartarse del mundo por un instante, no será diferente desear que evitar; ni lo mismo, no esperar que desesperarse.


RETROSPECTIVA DEL AMOR
Thania J. Rincón P.

Cuando el sueño se consume
y se consuma la alegría
el cansancio dirá adiós al miedo
y el dolor le hará un guiño a la locura.

En los deseos habita la nostalgia por la presencia fugaz que seductora se impone a los sentidos, doblegando viejas ansias y obsoletos rencores encendidos. Adivinarse tras el aislante entrecejo, sospecharse en la risa irrefragable y en la complicidad espontáneamente desprendida. Encender las glorias que traicionan los silencios y sacuden los instintos que excitados estallan a la deriva. Destruir las invisibles barreras que separan a la libertad de la aventura. Penetrar hábilmente en cada dádiva reprimida, lustrar complaciente las huellas de la soledad o de profundas heridas, evaporando por arte de magia o milagro las vagas recriminaciones y absurdas torturas infructíferamente comprimidas. De allí, del placer del dolor inusitado que sorprende in fraganti a la cordura, emergen los sueños profundos de exóticos aromas y la gama infinita de colores que descubren del mundo su camuflada hermosura. En las ventanas quedan colgadas fosilíferas cavilaciones y las identidades nunca menos confundidas, ante un alguien sin voz y sin rostro que logra quebrar toda estricta o simulada defensiva. En el techo, en las paredes, en las sedas, en la brisa, se reflejan incesantes los ensueños que multiplican incipientes perspectivas sin destino ni idolatría que esculpan imágenes refulgentes con titilantes fisuras. Configurado ya, el momento convierte en maravillosa novedad las escasas horas que justifican con aplomo el hastío de la espera de las tantas vidas. Cada poro siente el peso del gozo, cada vena se transparenta en la carne viva y un fuego fatuo en extraordinaria sumisión se exalta en las ilusas pupilas. El nuevo anhelo, generoso y oneroso huésped que ahuyenta con fuerza las penas guarecidas, exhibe con donaire, en cualquier vibrante u opaco recinto, su talento prodigioso de mostrar la luna con todas las luces del universo encendidas. Danzan en complicidad y jubilosas las estrellas, al suave ritmo de la dulce bienvenida, renaciendo un intenso suspenso que en supremo placer torna la enjambrada tertulia de los huesos y las fibras, hasta rendirse desconsolados los cuerpos en la insoslayable eclosión que conduce a la ruptura y a la taciturna despedida. Solo la noche entona sutilmente su llanto, las farolas develan las sombras que se arropan con tristeza desmedida, aferrándose al sueño que se escapa en los vapores y en las sonrisas dormidas.  Indescifrable y fortuito encuentro sin retorno, extraño otoño sin primavera ni verano ni inverno, singular ocaso sin previa cita. La felicidad, de nuevo en la oscuridad, como un fantasma de la última ciudad perdida, sigilosa también se disipa. Quizá necesariamente reaparecerá en alguna u otra mañana, en cada atractivo ente que vanamente emular el amor exija, y en las almas que crónicamente insatisfechas cubren su realidad con una frágil e intermitente ficción, plena de incongruente, arriesgada, entusiasta y eternamente volátil fantasía.



La forma de poema es una desgracia pasajera.
Osvaldo Lamborghini, “Die Verneinug”, 1977.

Revista PARADOXAS N° 207
2 de Abril de 2015


PARADOXAS Nº 206

PARADOXAS

REVISTA VIRTUAL DEL SURREALISMO NEOBARROCO

Año XI - N° 206


INDICE

DIOSES DEL VIENTO - Ivonne Concha Alarcón
EL MAR DEL ADIÓS - Thania Rincón
MIXTURAS - Beatriz Graciela Moyano
SINÓNIMOS - Guillermina Covarrubias Medina
Cartas del baúl de los recuerdos, mis primeros escritos... Marisol .C


EDITORIAL

Para Carpentier y Lezama el barroco es un arte autóctono de América, que tiene sus raíces en la gracia de su espacio y en el mestizaje de sus habitantes. En su ensayo Lo real y lo real maravilloso, Alejo Carpentier se apoya en las ideas de Eugenio D'Ors sobre estilo histórico y espíritu barroco para concebir el barroco como una constante universal, un espíritu y no un estilo. Pero en su ensayo Tientos y diferencias asegura que la raíz barroca se debe encontrar en el espacio americano y no en la estética del siglo XVII. Dice Carpentier: Nuestro arte fue siempre barroco: desde la espléndida escultura pre-Colombina y el de los Códices, hasta la mejor novelística actual, pasándose por las catedrales y monasterios coloniales de nuestro continente. Hasta el amor físico se hace barroco en la encrespada obscenidad del "guaco peruano". Para Severo Sarduy, el otro gran exponente del neobarroco, el barroco iberoamericano es precisamente lo opuesto. Es más bien la irrisión de la naturaleza en su alarde de artificialización. Por su parte en La expresión Americana, Lezama señala que mientras el barroco europeo se caracteriza por su "acumulación sin tensión" el barroco iberoamericano significa lo opuesto. Para Lezama el barroco no es un arte que se limita a la pura expresión formal, sino que posee un significado profundo. El barroco americano como estilo, abarca todas las formas imaginables de vida, desde el lenguaje hasta la comida, desde el vestuario hasta el sexo, es lo que se puede denominar como el barroco lezamiano de la "contraconquista". Para Lezama el rasgo diferenciador entre la estética barroca del siglo XVII y el neobarroco se halla en la riqueza de la naturaleza de América, la que al formar parte de la gran construcción podía reclamar un estilo, un espléndido estilo surgiendo paradójicamente de una heroica pobreza. El barroco a la Lezama ha sido simplistamente singularizado con un peculiar adjetivo: exuberante. Adjetivo que como oscuro, complejo, hermético, etc intenta situar al barroco en las antípodas del logicismo y la serenidad clásicas. No es la exuberancia lo que necesariamente caracteriza al barroco, sino la extremosidad, la ansiedad de la abundancia y de la dificultad.

En “Barroco y Neobarroco. Naturaleza, apoteosis, dificultad, oscuridad” de Raúl Romero. Vale.

El Editor


FECÚNDAME EN DOMINGO
Mónica Mares

Tus dedos de poeta me alcanzaron, me encontraron a distancia un día domingo, en un mágico instante, aquí delante, de mi fiero corazón, te hice mi amante y me hice tuya en un lecho de palabras engarzadas en el aire. Así me araste, letra por letra, subido a tus instintos, así, distintos de país y realidades hicimos el amor de dos ciudades, entre mi Valparaíso y tu Santo Domingo. Tu semilla, amor mío, tu sencilla manera de quererme, tu semilla de palabras incrustadas en las mías hurgando denodado esta carne que aún no tocas en una pasión loca, incontrolable, hecha evangelio, mi carne penetrada con tu verso, tu carne penetrante en sagradas profecías. Y ya presos de la gloria de sembrarnos y de maravillarnos día a día con los brotecitos nuevos que se cantan y recitan, y las entrañas entrenadas en ser uno del otro, aún somos invitados  al mítico ritual, a la mítica caricia que los sueños multiplican y defienden bendiciendo mi cuerpo con toda tu simiente. ¿Te trajo el mar? ¿te trajo el viento? cómo fue que se mezclaron los alientos, cómo fue que abriste los portales de mi alma. Y te siento, te escucho entrar en mí y repartirte voraz por mis arterias, cómo es que la materia se construye aquí, en el sentimiento, cómo es que ahora, en este momento llorando recibo tu semilla que entra a bendecirme, a desleírme en arpegios orgasmados. De ciclo en ciclo hemos sembrado todo el mar, toda la tierra de música y de verso, insólitos jardines por todo el universo, instilados entre nubes de ternura, verdeces enraizadas de tanto copular en la tersura de tus mieles, mecidos de mareas, maestras de esta danza de mágico himeneo, sin puentes ni veredas, que podamos llamar nuestras, poseo yo contigo este dulce amamantarnos de alfabeto, de océanos abiertos al espasmo de tus besos en la lluvia. Fecúndame poeta por los siglos de los siglos hasta sentirnos vivos, mas allá de nuestra muerte, sólo tienes que ponerte, con tu corazón en mí frente a tu equipo de letritas y enfilar ordenadita tu simiente hasta la mía, -negro útero de web- oscurito, para ser el inefable tálamo no habido en las camas de la tierra, para instalar el milagro de mi voz seduciendo tu soneto, en público secreto, a plena luz de día, en la génesis perfecta que precisa tu semilla fecundada aquí en mi cuerpo enamorado, este domingo, para que pueda dar a luz tu poesía.


DIOSES DEL VIENTO
Ivonne Concha Alarcón

Se encontró cara a cara con aquel rostro impenetrable, vio el demonio del rencor, el dolor enardecido, la arrolladora presencia del que siente disgusto y traición, quiere estar muy lejos cuando la bestia despierte del letargo, escondiéndose tras el silencio abrumador, agotador, agobiador, angustioso. Se le acaba la paz, la paciencia, la serenidad, la calma quiere ser igual que siempre, que nada le cambie, ni le obstaculice, ni le distraiga de sus afanes, ese deseo de andar a su gusto por la vida haciendo lo que quiere en libertinaje. Se desespera, se da cuenta que el monstruo esconde veleidades, antojos, caprichos, ligerezas, maldades. Se quedó como cruz de cementerio, la tala es arriba al centro y abajo, una mata de menta y un tren que pasa de cara al mar le divisa entre olas y su almohada de sueños se golpea duramente entre las rocas marmoladas, los dioses del vientos sienten el aliento enamorado que sopla huracanes de palabras de fuego que traspasan los deseos de hombre. Se acercó a otear el horizonte, vio la última bondad y blancura en sus letras de hombre ingenuo a veces infame, se quedó enajenado, sufriendo, lamiendo lenguas de fuego que suben y bajan, sobre, dentro y en su cuerpo humano subjetivo, esa parte que sufre, goza, sueña, desea, entre muchas derrotas aquel día en que la espera fue tardía o nunca sucedió, el camino estrecho largo extenso se metamorfosea en colores de otoño mientras allá en su castillo, entre rejas de fierro fundido por el dolor se esconden las mariposas salvajes, se dormirán eternas entre sombras de silencio y de muerte, recaminarán desnudas entre lamentos quejumbrosos en un sueño de naufrago solitario, perdido entre sus pérdidas y el cielo del infierno en la cama sola abandonada, conociéndose, recorriéndose en su interna soledad, el mar se vuelca furioso, le atrapa con sus ojos, con su beso de martes de mala suerte, las sirenas desvestidas de tiempo salen al encuentro de sus rivales la hadas buenas, entre ellas murmullan sus cuentos de pescadores cubiertos de sol malo que rompe sus telas faciales radiadas de rescate del temor de tener que perder su ángel salvador que le baño de sueños vestidos, el hastío le atrapó escondido entre las garras del descontento comiéndose los recuerdos que por ser recuerdos ya se van muriendo allá en el cementerio de las mariposas y aquí en este planeta ficticio de ambos no quedó nada... nada.


EL MAR DEL ADIÓS
Thania Rincón

Volver al mar que antes acariciaba con la promesa del encuentro cada mañana, es sentir la sal del tiempo que seca la piel y endurece los deseos de añorar el ayer: la voz ya no cobra vida, se la ha llevado como a la ilusión, una ola perdida. En el mundo somos inédita aparición desde el ensueño que casca insólitos idilios, luego la calma del silencio todo llena de hastío diluyendo las emociones en el vacío. En dulce abrigo se transforma la soledad al brotar un sentimiento ciego y fijo, y al comenzar a descifrarse el acertijo llega el adiós y el acuerdo se vuelve esquivo. Ausente las figuras en el mar bravío la serenidad de la costa solo cuenta espejismos y sueños perdidos. Cada gaviota que cruza el horizonte carga en secreto el cruel designio: cuando la marea choca fuerte, con brío,  solo desgasta historias sin destino. A lo lejos, la bruma levantar una imagen quiere disimular pretende el seco olvido, mas los nuevos vientos distraídos enmascaran con susurros cualquier pedido  y los labios en frugal desaliento  musitan el destierro inmisericorde  de la presencia por un descuido. Espíritu invencible, lleno de intentos fallidos, la nostalgia con su estoico lamento vulnerar pretende el largo mutismo que se quiebra en el letargo  del verdadero sentir escondido. En la vieja alfombra azul del mar solo caminan fantasmas y desvaríos, borrando autómatas el trayecto que renaciendo está en tristes libros de versos sin destino cuyas hojas reviven la vitalidad del amor peregrino; sin entender que esté tan lejos,  cada capítulo llora el tiempo perdido. Las densas nubes de los años amenazan el equilibrio como la prematura noche de la huida; en vilo el trance nostálgico de la tarde que muere despliega el desfile imaginario de abrazos sin tiempo nunca proferidos, solo vienen a saludar al último latido de un corazón desierto, sediento, insolente, sufrido, que extenuado en la fatalidad detuvo su curso   ante el sublime beso que un triunfo hubiese sido contra el universo experto en retiros infinitos. Los dedos, únicos enemigos del miedo continúan navegando breves delirios compartidos, sin aparente dueño, sin lógica ni razón ni sentido,  y desde el eterno reposo, sin rumbo fijo. Las frías chispas que estallan en la orilla  mojando las sombras de la eterna fantasía, se evaporan con los extraños momentos compartidos y el valor, empapado de dolor, le dice adiós a la pasión que se siembra y arrebata a la vez en el camino. Desmantelados los espejos todos quedamos al descubierto, dejamos de ser sortilegio maravilloso cual lo novedoso, adulador, inaccesible, misterioso,  prohibido…Ajenos al dolor, inmunes a la claridad de la luna, continuamos dibujando estrellas en almas sin fortuna para luego convertir los más impetuosos y dulces recorridos en rutina ambigua que nos salve de los mejores recuerdos y al más puro sentimiento continuemos transformando en el más grave error cometido en la locura.


MIXTURAS
Beatriz Graciela Moyano

Respiramos hacia los confines del mundo, gastadas palabras de intensidades bien amadas, esa luz suave apenas ilumina las mejillas de nuestro afán, en este tiempo de pertenencia, fiel y afín a nosotros mismos, buscando denodada-mente el brillo, unión y sonrisa, amor y placer en el verso, que será poema sin alcanzar la poesía.
Escucho, escribo y leo la reiteración pegajosa de un enjambre de vocablos, gran sumidero de palabras gira y gira sin ton ni son detrás de las cortinas, muchos juglares desatinados giran, dentro de poemas apócrifos, entonces ves a la "nada" que a "destiempo" revolotea los renglones y a los libros amarillos exquisitos de literatura codearse en las bibliotecas en son de mordaz crítica.
Y nosotros, empeñados en ser reverentes colaboradores de su obra, logramos apenas pequeñas brisas que de tanto soplar aires tibios, nos rozan la piel, nos perfuma de esperanzas y enseñanzas, pero amanece después y en toda la atmósfera se suceden las reiteraciones y algunas plagiadas formas, en tiempos como este de buitres gloriosos y camuflados lagartos.
Pienso: ¿Cómo decir lo simple de los sentimientos? Veo en el fondo del pocillo la borra del café diciendo que estás allí, como siempre esperándome, sin saber que hay ríos de azúcar circulando por mis venas, que mi psiquis salió en manifestación destructiva y me ata las manos, seca mi pluma. Por fortuna hoy llovió un aguacero con infinitas respuestas y más aún, me dejó ver en fondo de sus ojos estables, el sitio donde fijar mi curso y de esa forma dejar fluir la magia, que de no ser por ellos, dudaría de la magia y su existencia. Palabras florecen desde las fisuras de la tierra, como milagro. En el cosmos, ya la noche seca y oscura, me regala la luna compañera de los solitarios poetas, siento la voz lejana de mi padre y su caricia... Que no culmine la prosa, mi prosa o poema con cansancio, hastío y desasosiego.


SINÓNIMOS
Guillermina Covarrubias Medina

Las escrituras fragmentadas declamando en las esquinas, miente el embrujo miente mientras un cigarrillo se consume y el humo se  arremolina junto al de ese café que lanza siluetas de mentira que se cuelgan en las tristezas donde guardo tu esencia en las bifurcaciones del charco que soborna la memoria aniquilando mi existencia de gárgola rancia, imitando las dalias los musgos hablantes perpetuando los tiempos para no ser la mujer inconclusa, tengo que acostumbrarme al olvido de las palabras mustias  encerrarlas en un calabozo de acero sin puertas ni rendijas hasta que el letargo las asesine, borrando el matiz de la estupidez atestada de inclemencias que dejan mi ojos salados, como ramera con el pelo revuelto busco los verbos para perderme y amarte, en los signos demarcados de una mascara risueña debajo de un paraguas roto que mojan empapando la boca de natre en impíos símbolos mimetizados en poesías traidoras donde te beso semioculta enredada en las raíces de la perdición de un sauce en el río, caminando como cangrejo en un mar de arenas desérticas sin agua sin sal sin mareas, contaminada de sueños linyeras, entonces ya no quiero imprecar de palabras mi lengua para no sentir el metal del puñal en mi carne, en este encierro emocional de mierda y escribo y me leo en un carnaval perpetuo de mis sueños de niña en un cuerpo de mujer inconclusa irresoluta hilando telarañas, y viajando en ti, quiero tirar tu nombre desde un avión en vuelo y yo disolverme en el espacio.


Cartas del baúl de los recuerdos, mis primeros escritos...
Marisol C.

Carta 1

Vaciándome suave y torpe en el papel, me encontré en un silencio que no quiere acompañarme, mudo testigo alguna vez de mil lágrimas escondidas, de a poco va suicidando mi empeño por entender entre tus palabras escritas y la ventana cerrada tras de mí.
Me sentí cordial al entregarte mi última sonrisa, una bendición en tu camino y un adiós que suena a mentira, pues vives en mi alma, injusto es decir que no es cierto, para que mentirle a la vida y justo allí donde los ojos se cierran, me siento prosa en la alameda del tiempo que no se detiene.
Vaciándome en torpes palabras que no entiendo, pero que escribo para continuar en este laberinto donde me dejas, por las razones que emergen a la distancia de un te quiero que se guarda y reconoce mi repentina inspiración, soy torpe, a veces profunda o simplemente una brisa en el viento que ligera se vuelve otoño de hoja seca.
Y le miento al tiempo, al segundo del reloj y a ti, me suicido en el intento de vaciarme entera en palabras, mas solo calla la locura y la razón se apodera pagana de mí, soy un silencio que te habita.
Lejos de toda cordura existente, nada que objetar entre tus labios, nada que decir en la distancia, bajo tus manos hay caricias que se quedan dando vueltas y una lágrima se escurre solitaria.
Me queda la certeza que hay un laberinto entre tus pasos, una palabra guardada, una sonrisa dibujada al encontrarme en aquel silencio que te desarma, no es el tiempo quien nos abandona pues sigue aquí de puntillas a nuestro lado, dejare que vuelvan las estaciones cada año, mientras aguardo que el silencio me deje detener el tiempo unos segundos, justo allí donde mi razón se debilita y vuelve la locura a poseerme, te espero bajo tu sonrisa y la luna en un costado de la vida...



La forma de poema es una desgracia pasajera.
Osvaldo Lamborghini, “Die Verneinug”, 1977.

Revista PARADOXAS N° 206
1º de Marzo de 2015


PARADOXAS Nº 205

PARADOXAS

REVISTA VIRTUAL DEL SURREALISMO NEOBARROCO

Año XI - N° 205


INDICE

Manifiesto (hablo por mi diferencia) - Pedro Lemebel
DESPEDIDA - Bernardo Díaz
Lemebel y los ángeles del cielo - Alex Vigueras
LA NOCHE Y SUS SIETE CAMBIOS - Ivonne Concha Alarcón
PREPARADA A EXTRAÑARTE - Beatriz Graciela Moyano
CORAZÓN - Guillermina Covarrubias
La Fuente. - Francisco Antonio Ruiz Caballero
SIGNIFICANTES - F.S.R.Banda


EDITORIAL

Adiós mariquita linda
Carlos Peña

Se llamaba Pedro Lemebel. Escribió crónicas, novela, columnas, hizo performances. Acaba de morir antes de ayer. ¿Qué significa Pedro Lemebel para la cultura chilena?
Mucho.
Fue proletario, fue comunista y fue homosexual.
Esas tres cosas sumadas resumían, en el Chile de la dictadura, el de los ochenta, e incluso en el de hoy, casi la exageración de la marginalidad. Pero Pedro Lemebel, en vez de disimularlas, de ocultarlas en la sombra de otras cosas, de camuflarlas con el éxito, las puso a plena luz y las transformó en literatura.
Al revés de lo que suele creerse, la literatura no consiste en distraer la realidad sino en desnudarla. La realidad, el día a día, suele llegar hasta las personas envuelta en un vaho de prejuicios, de clichés y de ideología que impiden verla tal cual es. La literatura, la buena literatura, en vez de hacer más tupido ese vaho, lo disipa con las armas de la imaginación y acaba, de esa forma, mostrando la realidad verdadera. Si Nicanor Parra habla el lenguaje de la calle, el lenguaje de ese sujeto que es todos y es nadie; si José Donoso pronuncia el lenguaje de una clase dominante y decaída, la clase que asiste a su propia delicuescencia; Pedro Lemebel habla el lenguaje de lo excluido, de aquello que la cultura se esmera en negar y en borrar y que cuando no lo logra, y como una forma torcida de venganza, lo dulcifica y lo normaliza. Él empleaba el lenguaje, ese barroco extraordinario de los callejones y de los barrios, para sacar a la luz la sensibilidad homosexual y la marginalidad de las poblaciones, mostrando que en ella hay tanta reflexividad y realización de la condición humana, que eso es la cultura, como en cualquier otra clase.
Hoy día también el Partido Comunista, con toda razón, lamentará su partida y saludará, como gusta decir, su obra. Y todo eso está muy bien, pero no hay que olvidar que para el partido fue también inicialmente un excluido. Lo más parecido en esto a la Iglesia Católica, el Partido Comunista chileno también consideró durante mucho tiempo a la homosexualidad una desviación, un trastorno burgués, una forma de decadencia que acababa dañando los intereses de la clase y que, por eso, debía ser disciplinado, sometido a los cánones de lo que se tenía por normal. Ya es mucho que Pedro Lemebel fuera gay , careciera de padre (borró su apellido paterno para recordarse a sí mismo, con orgullo, que era un huacho), tuviera origen proletario y escribiera. Que además se atreviera a ser comunista y gracias a eso cambiara en el comunismo chileno, y es de esperar que para siempre, su actitud hacia lo gay , es parte de la contribución que él hizo a la cultura chilena.
Alguna vez dijo que hablaba y escribía desde la diferencia. Se equivocaba. Cuando se leen sus cuentos, su novela y sus crónicas, el lector siente que en él hay algo distinto al simple deseo de exaltar la mera diferencia. Lo que hay en él es un esfuerzo por rechazar cualquier intento de normalización, una especie de rebeldía frente a quienes querían transformarlo en simple excentricidad, convertirlo en un rareza que entretenía y no causaba daño. Y es que Pedro Lemebel hizo del resentimiento no un sentimiento maligno o ilegítimo, sino la fuente de una rebelión intelectual que mostraba, mediante la palabra y a fuerza de imaginación, que la realidad que se tiene ante los ojos a veces no merece ser respetada. Y que el Zanjón de la Aguada, las poblaciones de la periferia y la pobreza no deben ser vistas solo al trasluz de la injusticia, al amparo del paternalismo: ellas, en su opinión, también son capaces de reflejar lo mejor de la condición humana.
Gracias a su palabra, el Zanjón de la Aguada dejó de ser un resumen de miseria y se transformó en una fuente de resentimiento productivo, en un espejo del revés de la modernización. Y en ese espejo, Pedro Lemebel fue capaz de mirarse y de ver en su imagen al Chile de hoy.
Michel Foucault, poco antes de morir, dijo que escribía, e incluso hablaba de sí mismo, para ocultar su propio rostro.
Quizá Pedro Lemebel no hacía más que ocultarse tras el barroco enrevesado de sus crónicas. Y tal vez detrás de sus desplantes, de sus performances de los años ochenta y de sus alardes de rebeldía, está un rostro por descubrir. Y es que eso es la literatura: un quehacer que desnuda a la realidad al precio de ocultar al indiscreto que, como Lemebel, tiene el talento, y el valor, para revelarla.

En El Mercurio del Domingo 25 de enero de 2015. Vale.

El Editor


Manifiesto (hablo por mi diferencia)
Pedro Lemebel
(Santiago, 21 de noviembre de 1952 - Providencia, Santiago, 23 de enero de 2015)

No soy Passolini pidiendo explicaciones
No soy Ginsberg expulsado de Cuba
No soy un marica disfrazado de poeta
No necesito disfraz
Aquí está mi cara
Hablo por mi diferencia
Defiendo lo que soy
Y no soy tan raro
Me apesta la injusticia
Y sospecho de esta cueca democrática
Pero no me hable del proletariado
Porque ser pobre y maricón es peor
Hay que ser ácido para soportarlo
Es darle un rodeo a los machitos de la esquina
Es un padre que te odia
Porque al hijo se le dobla la patita
Es tener una madre de manos tajeadas por el cloro
Envejecidas de limpieza
Acunándote de enfermo
Por malas costumbres
Por mala suerte
Como la dictadura
Peor que la dictadura
Porque la dictadura pasa
Y viene la democracia
Y detrasito el socialismo
¿Y entonces?
¿Qué harán con nosotros compañero?
¿Nos amarrarán de las trenzas en fardos
con destino a un sidario cubano?
Nos meterán en algún tren de ninguna parte
Como el barco del General Ibañez
Donde aprendimos a nadar
Pero ninguno llegó a la costa
Por eso Valparaíso apagó sus luces rojas
Por eso las casas de caramba
Le brindaron una lágrima negra
A los colizas comidos por las jaibas
Ese año que la Comisión de Derechos Humanos
no recuerda
Por eso compañero le pregunto
¿Existe aún el tren siberiano
de la propaganda reaccionaria?
Ese tren que pasa por sus pupilas
Cuando mi voz se pone demasiado dulce
¿Y usted?
¿Qué hará con ese recuerdo de niños
Pajeandonos y otras cosas
En las vacaciones de Cartagena?
¿El futuro será en blanco y negro?
¿El tiempo en noche y día laboral
sin ambigüedades?
¿No habrá un maricón en alguna esquina
desequilibrando el futuro de su hombre nuevo?
¿Van a dejarnos bordar de pájaros
las banderas de la patria libre?
El fusil se lo dejo a usted
Que tiene la sangre fría
Y no es miedo
El miedo se me fue pasando
De atajar cuchillos
En los sótanos sexuales donde anduve
Y no se sienta agredido
Si le hablo de estas cosas
Y le miro el bulto
No soy hipócrita
¿Acaso las tetas de una mujer
no lo hacen bajar la vista?
¿No cree usted
que solos en la sierra
algo se nos iba a ocurrir?
Aunque después me odie
Por corromper su moral revolucionaria
¿Tiene miedo que se homosexualice la vida?
Y no hablo de meterlo y sacarlo
Y sacarlo y meterlo solamente
Hablo de ternura compañero
Usted no sabe
Cómo cuesta encontrar el amor
En estas condiciones
Usted no sabe
Qué es cargar con esta lepra
La gente guarda las distancias
La gente comprende y dice :
Es marica pero escribe bien
Es marica pero es buen amigo
Super-buena onda
Yo acepto al mundo
Sin pedirle esa buena onda
Pero igual se ríen
Tengo cicatrices de risas en la espalda
Usted cree que pienso con el poto
Y que al primer parrilazo de la CNI
lo iba a soltar todo
No sabe que la hombría
Nunca la aprendí en los cuarteles
Mi hombría me la enseño la noche
Detrás de un poste
Esa hombría de la que usted se jacta
Se la metieron en el regimiento
Un milico asesino
De esos que aún están en el poder
Mi hombría no la recibí del partido
Porque me rechazaron con risitas
Muchas veces
Mi hombría la aprendí participando
En la dura de esos años
Y se rieron de mi voz amariconada
Gritando: Y va a caer, y va a caer
Y aunque usted grita como hombre
No ha conseguido que se vaya
Mi hombría fue la mordaza
No fue ir al estadio
Y agarrarme a combos por el Colo Colo
El fútbol es otra homosexualidad tapada
Como el box, la política y el vino
Mi hombría fue morderme las burlas
Comer rabia para no matar a todo el mundo
Mi hombría es aceptarme diferente
Ser cobarde es mucho más duro
Yo no pongo la otra mejilla
Pongo el culo compañero
Y esa es mi venganza
Mi hombría espera paciente
Que los machos se hagan viejos
Porque a esta altura del partido
La izquierda tranza su culo lacio
En el parlamento
Mi hombría fue difícil
Por eso a este tren no me subo
Sin saber dónde va
Yo no voy a cambiar por el marxismo
Que me rechazó tantas veces
No necesito cambiar
Soy más subversivo que usted
No voy a cambiar solamente
Porque los pobres y los ricos
A otro perro con ese hueso
Tampoco porque el capitalismo es injusto
En Nueva York los maricas se besan en la calle
Pero esa parte se la dejo a usted
Que tanto le interesa
Que la revolución no se pudra del todo
A usted le doy este mensaje
Y no es por mí
Yo estoy viejo
Y su utopía es para las generaciones futuras
Hay tantos niños que van a nacer
Con una alita rota
Y yo quiero que vuelen compañero
Que su revolución
les dé un pedazo de cielo rojo
Para que puedan volar.

[Texto leído como intervención en un acto político, septiembre de 1986, Santiago de Chile.]


DESPEDIDA
Bernardo Díaz

Tuve el privilegio de asistir a su funeral. Sin jamás haberlo conocido en persona, lo sentía muy cercano. Su pluma, y sus plumas, eran las mas vistosas, irreverentes, ingeniosas, tan verdaderas, tan lacerantes, y tan únicas, como no hay otra en Chile hoy. Varios quisieron tironearse al muerto, como dijo uno de sus amigos en el momento de los discursos, como si su memoria le perteneciera a algunos, a los compañeros, o a las organizaciones colas... Error. Nos pertenece a todos. O por lo menos a quienes queremos que así sea. Aunque sea cola no militante. Aunque no sea compañero. Por ti Pedro me pegué una quemada atroz, parezco pancora, porque en la alharaca del sepelio, se me olvidó llevar un sombrero. Y después del entierro, con mi hermano que te amaba como a un padre, o como a un hermano, o un hijo, a quien acompañaste desde la radio durante algunos de sus más oscuros años, nos fuimos a un restaurante peruano a comer y tomar. 5 piscos sour catedral en tu honor. Te fuiste Pedro, demasiado pronto, o tal vez no, porque un caballero, y una dama, siempre saben cuando es momento de retirarse.


Lemebel y los ángeles del cielo
Alex Vigueras *

Ese día, el encargado de protocolo del Departamento de Bienvenidas del Cielo estaba escandalizado. Un grupo de Querubines había quedado de decorar el lugar de la fiesta de bienvenida y, según su criterio, había quedado horrible: tantas flores de colores fuertes, los manteles fucsias y anaranjados, guirnaldas por todas partes y ¡hasta globos habían puesto! Su argumento era que los colores utilizados en la decoración no estaban entre los aceptados por el departamento de protocolos del Cielo. “¡Cuando el Padre se entere!, gritaba como desaforado por los pasillos. “Lo que pasa es que averiguamos lo que le gustaba al celebrado de hoy -se defendía uno de los encargados de la decoración”.
La fiesta de ese día era tan especial que el mismo Espíritu Santo se ofreció para preparar la música. Le habían propuesto algo discreto: tal vez unos violines, un piano para dar elegancia. El Espíritu puso cara de descontento y mandó recado a todo músico que se encontrase cerca. Tenían que ir a la fiesta, cada uno con su instrumento, pues la bienvenida de ese día era importante, de categoría “Premium” (reservada solo para aquellos que en vida han sufrido mucho). Llegaron acordeonistas, guitarreros, flautistas y zampoñeros; llegaron arpas y charangos, bateristas y organilleros. El Espíritu Santo no contenía su alegría al ver tanto instrumento. Para esa noche había que preparar de todo: comenzarían con un gregoriano solemne (para no escandalizar a algunos), pero luego seguirían con tangos, cuecas bravas y boleros, valses peruanos y unos cuantos corridos, para rematar con un repertorio con las mejores 1500 cumbias de la historia.
Cuando la fiesta terminó, el lugar era un desastre: todo desordenado, botellas por el suelo y plumas desperdigadas por todo lugar. ¡Dicen que bailaron como tres días seguidos! Se comenta que algunos ángeles se copetearon e hicieron escándalo. Alguien se dio cuenta de que, en un momento Pedro Lemebel se puso melancólico, tal vez por los que había dejado atrás, o por los recuerdos de todo lo que había sufrido, y que el Hijo con una servilleta le había secado las lágrimas y le habría dicho: “Éstas son las últimas”.
No faltó el que hizo escándalo de cómo estaban vestidos los ángeles: se habían teñido las plumas de colores chillones, pintado los labios rojos y se habían puesto unas coronas de flores en sus cabezas. “Que esa facha era indecente, que no estaba a la altura de su dignidad, que dónde se ha visto a serafines con plumas de colores”. “¡Qué va a decir el Padre!”, era la frase que, como letanía, se escuchó en toda la preparación de la fiesta.
Cuando ya estaba todo preparado, alguien grita: “¡Ya viene!¡Avísenle al Hijo que es quien tiene que recibirlo!”. Cuando apareció Jesús todos se sorprendieron: venía vestido con una túnica naranja, con adornos rojos y amarillos. Nunca lo habían visto vestido de otro color que no fuera el blanco. Obviamente nadie se atrevió a criticarlo. En ese momento el jefe de protocolos anunció solemne: “Damos la bienvenida a nuestro recién llegado: Pedro Segundo Mardones Lemebel”. Cuando apareció bajo los pliegues de las cortinas rosadas, Jesús se acercó, le besó la mano y le dijo con cariño: “Bienvenida”.
Cuando la fiesta terminó, el lugar era un desastre: todo desordenado, botellas por el suelo y plumas desperdigadas por todo lugar. ¡Dicen que bailaron como tres días seguidos! Se comenta que algunos ángeles se copetearon e hicieron escándalo. Alguien se dio cuenta de que, en un momento Pedro Lemebel se puso melancólico, tal vez por los que había dejado atrás, o por los recuerdos de todo lo que había sufrido, y que el Hijo con una servilleta le había secado las lágrimas y le habría dicho: “Éstas son las últimas”.
¡Cuando el Padre supo!… cuando el Padre supo… dicen que se reía a carcajadas y pedía que le contaran una y otra vez los detalles de esa fiesta Premium que sería recordada por los siglos de los siglos y otros siglos.

31 de enero de 2015
* Superior Provincial de la Congregación de los Sagrados Corazones.


LA NOCHE Y SUS SIETE CAMBIOS
Ivonne Concha Alarcón

Aunque la noche haga sus siete cambios nocturnos, se siente gris, opaca, durmiente, el cuerpo se agita buscando su verbo interno, la flor sigue viva resplandeciente aunque se siente borrascoso el calor humano enamorando la vida. La tempestad siempre brinca sobre el rosal sacudiendo las hojas clavando sus filosas espinas, se acerca removiendo la calma desprotegiendo el alma provocando a la vida. Las hojas en invierno en suave murmullo agitado se mecen aireando el paso a los caminantes, caen al suelo entre tempestades feneciendo silenciosas sin duda sin gloria, su enemigo el viento fiero injusto mezquino liviandad efímera sin consistencia sin sentido. Viento susurrante, murmurante, arrullador, rumoroso, apacible, soplando gimiendo incansable gritando silencioso el dolor que a su pecho hiere. Cabello ondeándose al viento meciendo – meciendo se agita apresurado e inquietante e insultante cayendo a la tierra húmeda, barrosa, mojada. Hojas envolventes en caricias ansiosas asomadas gritan los muros deshojados sin ramas sin flores la brisa suave se acerca al oído curioso expectante, gimen los rosales, gimen los niños, gime el silencio. La tarde se clava hastiada en el dintel de la puerta añosa, quebrajada, ruidosa, solitaria, celosa, aldabas resonando se agitan curiosas, celosas, egoístas, los perros ladran alejando las ilusiones de vida, los pensamientos inquietantes se alojan en rencores, despiertan las nostalgias, se agitan los sueños, se asoman los deseos, se incita al riesgo se provoca a la calma dejando un reguero de sentimientos heridos. Se revisan los hechos, se lee el pasado, se aventura el futuro. Es tiempo de juicio, evaluación de lo hecho, el momento de metas. Las hojas siguen huyendo, renacerán los brotes, rebrotará la vida, son las expectativas, alejando lo viejo volverán los sueños, volverán lo anhelos, la vida revivirá como cada mañana abriéndose al amanecer los portones bloqueados, se abrirán los caminos, renacerán las flores, volverá la vida como en cada primavera.


PREPARADA A EXTRAÑARTE
Beatriz Graciela Moyano

Dices que te vas y me preparo a extrañarte, voy a ver qué hago con estas sensaciones, aún no te has ido y  tengo frío, no cae nieve y se escarcha el aire sin el cruce constante en el territorio de las miradas, unidas van nuestras almas siempre y se hacen una en la tarde crepuscular, eso siempre será hasta el fin de los días, pero dices me voy esta noche y los azahares del naranjo se desmenuzan.  Los ojos encierran un dejo de tristeza en el sin brillo de misterio, imagino tu mano que se agita y se columpia el silencio en mi todo, tu mirada también emite rayos de pesadumbre. Escribo o me hundo en la noche entre nubes lejanas y sombrías, ni el canto de los gallos me despiertan, ni los benteveos en lo alto de los árboles consiguen que se rompan los minutos y agonicen las horas hasta llegar la mañana de otro día en un sueño profundo donde apenas siento el delineado de tus caricias, no te has ido todavía y me preparo a extrañar tu aliento que no respiro hasta cruzar las rutas de las palabras que no escucharé, solo horas o días eternos estaré en sueños con la luna amarilla de junio y el solsticio de invierno recién llegado, en misticismo total que me arrebata de las formas reales, aferrado a mi pecho, sereno, dormido te siento. Y yo como en los trances infantiles de ayer, levito por la sala, salgo de la casa al jardín, mi balcón de geranios y malvones, corto una flor, para rosear de pétalos el lecho y seguir soñando juntos, para no extrañarte, amor.


CORAZÓN
Guillermina Covarrubias

Hay cuerdas en el corazón humano que seria mejor no  hacerlas vibrar
(Charles Dickens)

Corazón laberinto de mis sueños en el fondo alunado, se agita y que no dice nada aun frente al espejo suicida, incierto dormido entre llamas del espanto, alquimias y herejías que reptan por los rincones.  Un jeroglífico de pastos heridos rozados como mariposas en el cabello de mis nostalgias, con un perfume equivocado destripo la memoria, con monosílabos en el embrujo del amor, que no ha bebido tu rostro demacrado por las noches sin rumbo dejando la mirada tras las zapatillas  rojas  aterciopeladas del pensamiento abrupto, como de una gacela  perforada por un tiro  de cazador maquiavélico. Y avanzo  por la sublimidad de tus cánticos  embelesados,  como el vuelo de los queltehues,  arrinconados por piedras rotas de una honda milenaria, recuerdo a David y Goliat, un trasatlántico,  el faro del fin del mundo, con sus relámpagos de fuego. Ulises y el enigma de las medusas y el recuerdo de tu voz. Me desosiego los fragmentos miserables subterráneos  que cruzan cada cascada de las caóticas paginas con  esos versitos insomnitos donde se atascan las penas de la rosa ruborosa áurea de sueños. Desaparecidos gorriones en el plenilunios los suspiros susurrados de oruga frugal construyendo musgos en la cavidad  de la almohada  por que la luna llegó atrasada a la repartición de magnolias y metáforas, honduras y desengaños, que empuña en una esquina conocida de un invierno gastado, por los átomos del ocaso  y el refugio mustio de azogue en decadencia entre el negro dulce y rojo agrio te encontré , me encontraste vaciando los cimientos de un sueño paradazo  sobre las ruinas de otro sueño fatídico encapsulado en una botella apagada con silencios, ausente en las palabras del olvido en la luz del amor confundido, en una trampa de primavera arrumbada dentro del pecho.


La Fuente.
Francisco Antonio Ruiz Caballero

La fuente tiene un espejo negro. Tan profundo como la noche. Es la pupila de una muchacha rebelde que furiosa, soberbia, y admirable, se niega a entregar sus encantos al Gran Sultán. Encerrada en su palacio de oro, ella, entre los damasquinados de plata y el terciopelo de los cojines dorados, reposa, rodeada de gatos, mientras toca, de un arpa de vidrio, una melodía verde, dulce, y amarga, en la que flotan colibríes azules. Por la ventana se ve el jardín. Es un jardín dorado lleno de Hibiscos naranjas. La presencia de los pavos reales pone su nota barroca y cristalina a un arroyo transparente que lo cruza. Tienen los pavos reales las astillas de cristal verde de las plumas sobre su cabeza, y la majestad de un jardín en el que no se pone nunca el sol, tan dorado como una playa en verano, de ámbar puro, como una gota de miel de romero observada en un rayito de la tarde. El arroyo canta a su vez una canción de lirios imposibles y se dirige a un estanque donde un solitario nenúfar blanco atrae a una libélula roja que se posa y no se posa en uno de sus pétalos de nácar. La muchacha pulsa una cuerda del arpa, que vibrando en verde, eleva hacia el mediodía un perfume de naturaleza indescifrable, que compite con el sutil aroma de los hibiscos, como dos guerreros fantasmas por un tesoro de perlas. A sus pies un gato cenizoso tiene un collarín amarillo en el que un cascabel de plata suena como un diminuto grillo nocturno. Asciende en toda la habitación el aroma del incienso quemado. Un cojín de seda naranja es arañado con furia por un gatito. La muchacha deja de tocar el arpa y todos los relojes de Samarcanda se detienen de pronto, cuando el verdugo iba en ese mismo instante a depositar su alfanje sobre la cabeza de un hereje. Y en el silencio de la melodía suspendida una gran pompa de jabón perfumado estalla.  Se espesa el silencio como una gran mariposa de alas amarillas, y la muchacha deja el arpa en el suelo, se calza unos zapatitos de níquel y se dirige hacia el gatito, sin que el frío de los azulejos del suelo, le den un pellizquito a sus talones de gacela. Recoge el gatito entre sus manos y lo acaricia y el tacto del armiño es tan suave como la cintura de una nube blanca. El sultán entonces hace sonar las diez mil trompetas de su palacio porque marcha a la guerra, y el gatito, asustado, araña a la muchacha en la cara, con una violencia de terremoto salvaje, y es el cuchillo de la uña del gato un frenesí de diamantes y rubíes, o un Dhinjg de naturaleza de fuego. Corcheas de diamantes se suceden en la partitura escarlata y una chispa naranja salta de un crisoberilo. Sangra la muchacha desde el párpado hasta el labio, por una herida de astillas felinas, y es como si a la luna la sorprendieran bañándose en un abismo negro de brea licuada. Se ha depreciado el valor del tesoro, que el sultán apresaba bajo cuatrocientas llaves. Y un ladrón ha robado de un ánfora de alabastro un perfume de algalia de voluptuosidad infinita. La fuente tiene un espejo negro, es un jardín de noche en el que suspira un jazminero, que hacia el cielo eleva su plegaria nocturna, dulce como una transida mano sin guante. Y tres palomas blancas duermen bajo la luna. Cuando llegue a mi casa me recibirá mi Yorksie, con un festival de cosquillas y lirios, mi perrito pequeño saltará de alegría, dando cabriolas y moviendo el rabito, como una culebrilla o una salamanquesa, y será tan bonito como los colibríes. Mi esfuerzo por alargar este cuento de la Arabia, es como una piedra de bordes afilados, con la que tengo que dibujar en una pared de mármol el nombre de Sevilla en todas las lenguas. ¡¡¡¡Cuánto brilla el Guadalquivir ahora mismo¡¡¡¡. Ojalá conmoviera el canto de los ruiseñores el corazón de los asesinos.

Noviembre 17, 2008


SIGNIFICANTES
F.S.R.Banda

Desato la margen obligada, los renglones de tu voz extraviada en los borrones y la citas a pie de página, dejo los versos inconclusos, la oración sin verbos, el párrafo inacabado, todos mentideros de los ocasos sin ti, borradores donde se aconchan las tintas que te escribirán los últimos palimpsestos, la elegía o el discurso solemne de tu fuga, el responso por tus ojos en vuelo. Codifico la nostalgia en las opacas voces que escapan por sus propios significados en un glorioso caos de sinsentidos y permanencias inútiles, que no soportan el escrutinio de diccionarios o glosarios, que poseen los misterios de tu presencia equivoca y los signos intraducibles de tus pasos. Te incrusto en la realidad ilusoria con manuscritos voraces donde describo con precisos detalles tus labios en los infinitos matices de sus besos, a veces dejo en blanco los lugares donde la gramática me traicionaría o cuando no existe aun el vocablo que describa con luminosa precisión un rasgo, un gesto, un rictus que solo tú posees y te hace única entre todas la antiguas princesas, reinas descoronadas y emperatrices vigentes. Acometo descripciones y écfrasis con tu rostro dibujado en los espejos, la silueta siempre lejana de tu cuerpo, tu sombra en las piedras o en el muro, y el ferviente y nítido recuerdo de aquella vez en que te mire absorto mientras naufragábamos tomados de la mano en el definitivo e irrevocable crepúsculo. Para tu mayor gloria incesante invento en cada frase un lujoso dialecto literario, una complejidad lingüística que solo tú puedas traducir en el estiaje de las tardes del tedio, cuando no encuentras la certidumbre de mi cercanía como un eco reverberando en el silencio. Y mi escritura te narra en sutiles anilinas y te versifica en un rito suntuoso anterior al mismo lenguaje, te rompe en silabas susurradas desde el desasosiego o el insomnio, te fragmenta a veces en metafóricas grafías neobarrocas y te retrata verbalizada por los siglos de los siglos en los furtivos encantos de mis textos inexplicables. Voy dejando tus rastros escritos en todos los antiguos pergaminos que refieren las historias de castas doncellas que encontraron el amor en los primaverales jardines de sus tersas juventudes, que les robaron el primer beso entre los perfumados rosales y que una noche se difuminaron adormecidas antes de la clara luminosidad del alba, para muchos años después volver a evaporarse en un vaho violeta y púrpura un atardecer cualquiera de su dulce madurez inmarcesible.


La forma de poema es una desgracia pasajera.
Osvaldo Lamborghini, “Die Verneinug”, 1977.

Revista PARADOXAS N° 205
1º de Febrero de 2015