jueves, 7 de agosto de 2014

PARADOXAS Nº 197

PARADΘXAS

REVISTA VIRTUAL DEL SURREALISMO NEOBARROCO

Año X - N° 197


INDICE

Estoy sentada... - Marisol C.
ÉCHATE A DORMIR - Beatriz Graciela Moyano
Mientras te esperaba - Ivonne Concha Alarcón
 DICOTOMIA - Elí O. Carranza
Un Tanque de Cristal. - Francisco Antonio Ruiz Caballero
OTOÑAL - F.S.R.Banda


EDITORIAL

“El barroco es un hermetismo descontrolado, proliferante, el primer barroco trabajaba formas métricas como Góngora, Sor Juana, pero que el lenguaje desborde el contenido imposibilita el control, porque además, la poesía no puede tener control, el barroco representa la maquinaria de la mente. ¿De qué está hecha esa maquinaria? ¿Cuáles son los componentes? No lo sabemos, ni la neurología lo sabe, no nos puede decir cómo es que soñamos, cómo es que recordamos. El neobarroco intenta hacer un cientificismo lingüístico del funcionamiento de la mente. Y cuando digo intento, no me estoy refiriendo a la idea de hacer algo para ver qué pasa, sino más bien a un meticuloso trabajo de prueba y error. Creo que hay una consciencia en los poetas neobarrocos con respecto a ello. Los barrocos estaban muy restringidos por la métrica, los neobarrocos desbordamos las posibilidades creativas de la mente, de ahí que el poeta neobarroco como si fuera un gran masturbador, vuelca como referente de su acto lo primero que esté al alcance. Y eso, en un periodo de tiempo, te puede dar un muestreo de infinidad de cosas al alcance. Quizás deberíamos ver a la poesía neobarroca, sobre todo a la de los poetas fieles a ese trabajo de investigación de prueba y error, como un acto de mapeo de la mente. Y dentro de ese mapeo: el deseo, la memoria, la visión, es decir, todos los atributos de conocimiento que tiene el ser humano. Por eso que cuando dicen que el neobarroco es inentendible estamos hablando de personas cuya imbecilidad es total. Es como si alguien que desconozca el significado de la palabra “física” diga que la teoría de la relatividad es difícil de entender. Y me animaría a decir que el neobarroco ha aportado algo que ahora resulta innegable, incluso para la tradición anglosajona (desde su reciente edición, el neobarroco aparece en la Enciclopedia de Princeton University). Dejémonos de boberías si está de moda o no está de moda. ¿Después de esto qué se puede hacer? ¿Qué viene después? Jardiel Poncela decía: “los barbaros búlgaros huyendo de la vacuna” pues bien, no se puede huir del neobarroco, está ahí, no es un accesorio, no es una moda. Es un planteamiento de cómo la poesía puede seguir haciendo un escrutinio de la mente a partir de todo esto y seguir adelante. Creo y más que creo, estoy convencido de que con el neobarroco la poesía ha dado un paso adelante, porque ahora se puede escribir de todo, sobre todo y con todo.”

En “La naturaleza es el único neobarroco que no pasa de moda – Conversación con Eduardo Espina”, Juan Luis Landaeta. Vale.

El Editor


EN LA LEVEDAD DE UN PRENDEDOR DE LÁGRIMAS
Marisa Aragón Willner

Y la memoria del mar se baña en símbolos, ante extraños se descubre su cabellera

escúchala, está cantando en el lenguaje del río y de las piedras, del pez azul y la hiedra

solloza, porque olvidó nuestros nombres cuando un ave la sedujo

y le puso en el vientre un prendedor de lágrimas

¿cómo  fue que la memoria, y el trópico y el viento

y la desolación y la mañana

pudieron bautizarnos con el néctar virtuoso que los dioses aman?

Y ahora me detengo sobre la tibia cornisa de la muerte para hablarte

dejar salir mi voz azul de una garganta raída que antes te leyó en la medianoche

de todos los continentes arrasados por la albricia de la Vida.

Me detengo sobre el pálido nácar de tu espalda para besarte

dejar brotar mil besos de mis labios sedientos que sabían que en cada desierto

hay un oasis detenido que aguardaba el alma vegetal que se cernía

toda flor y raíces sobre su seno de agua .

ay qué avalancha de mundos recreados  en nuestros pensamientos

qué tempestades de amor nos llevaban en gloria como hoja seca sobre las aguas verticales

toda cascada briosa de dos almas en brujerias de abril enlazadas

qué despertar de vientos acariciantes sobre la hondura de los pechos tatuados

por metrallas de besos exploradores que quemaban las pieles viejas de la noche

y las envolvían en fragantes pétalos de magnolias irisadas

todo un cruce de fuegos sobre corazones de guitarra.

qué seducción privilegiada a la memoria es la poesía

que hasta la muerte se siente mujer y abandona su saeta

salpica la primavera su aliento de arco iris sobre las ventanas

guardaremos tú y yo  en un cofre la lluvia para repartirla como una plegaria

una temperatura corporal hambrienta de la metamorfosis de pálidas crisálidas

un anuncio de inocencia antes no develada en el triunfo del desnudo

palpitar del mundo sobre el universo entretejido de dos almas

en la levedad de  un prendedor de lágrimas.

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Estoy sentada...
Marisol C.

Estoy sentada bajo el crepúsculo, las olas incesantes viajan a mi orilla, me siento intermitente, diminuta ¿no te sientes como yo?, me pregunto no soy nada o quizás todo en este influjo del alma que se desborda con frenesí, estoy embrujada bajo el deseo de escuchar tus latidos, quiero reclamar el mundo vestida de sales, diluirme en la espuma de las olas, palpitar en tu centro ,florecer despacio con la luz del amanecer, ¡no te dan ganas! de ser una gaviota que besa la cresta de las olas y sentir la libertad en el viento, recorrer la bahía en un vuelo rasante, sentir el ocaso en la espalda, sonreír como un loco, tener el pecho henchido de placer y la cabeza loca, no te gustaría caminar de aquí para allá sin que te pregunten el porque. Estoy sentada aquí bajo el crepúsculo, con la complicidad del reloj que sigue quieto junto a mi, siento las ganas de ser una gota de sudor viajando por tu piel, ser el rayo que entra de puntillas en tu ventana y se burla de la cortina, amor, amor estás lleno de mis impulsos, no se si pretendes que soy todo bajo el anochecer y me sueñas a escondidas, te preguntaras que paso con mis locuras, pues te cuento que te siguen a hurtadillas todo el tiempo y que por más que intento cerrar los ojos y no verte me sigues hasta los silencios, ¿te pasara lo mismo?. Sabes percibo que soy esa prisa que te invita a correr por los segundos de este reloj de la pared, finges que la vida sigue, mientras el témpano se diluye en ti, ligera con la prisa del viento oeste que nos inunda el alma me diluyo en tu suspiro, no hay tristeza que nos embargue aun en la soledad, a veces me pregunto te pasara lo mismo y espero, espero en el crepúsculo que la noche llegue bajo la luz de la luna para encontrarnos, te preguntaras si me pasa lo mismo y aquí bajo el amparo de esta sublime locura solo te digo que sí, que sí te ansió como en el sinsentido de todas las palabras que se fugan desde mi alma para escribir, que no concibo vivir sin esta dulzura de tus ojos.


ÉCHATE A DORMIR
Beatriz Graciela Moyano

Amiga mía, ya está escrito el destino y la suerte marcada, me echaré a dormir. Aquí crujen los cristales sus anegadas nostalgias, las hojas caen lentamente como calendarios evasores, sumando años al contorno esfumado de una silueta. La melancolía es un gemido, mueca desde el interior, como capricho de nubes huyendo gracias al viento. Se escucha la cadencia del tango triste en un solo de bandoneón y uno se pregunta...¿qué será que la deja en estado de vacío? Hay en la atmósfera rara en torno al nombre que me nombra, brisas húmedas, sonrisas que intentan sutilezas al expresar desaciertos, convencidos del atardecer de los amores vencidos. Cuando el prez agiganta la maleza, recubre hojas verdes, y todo carece de brillo, opacidad del amarillo desdén pintado en oleos. Los vientos -erróneos, falaces- corroen las pinturas en las costas salobres, arenadas y así el paisaje se derrumba. Amiga, hay un ventanal cerrado a las emociones vanas, ni acceso ni filtraciones espurias, al otro lado de la luna habitan los recuerdos que solo pretenden retener las espumas de mar, donde los ríos corren urgidos por lluvias repentinas, los errores se han sumergido en toneles de amatistas trasmutadoras y ahí forman piedras vírgenes, intocadas reliquias para los tiempos. Retoñar verde y rosa es frescura matinal, después de echar a dormir los sueños insoñados, trepar disuelta de hielos es alcanzar el horizonte de los versos y llegar a las almas, contra el frío amargo... la sonora voz contenida en cada despertar, el beso sorpresivo y silencioso, ritual eterno. Que los incrédulos no agoten los anhelos e ilusiones, los ausentes apaguen sus luces y sellen los diálogos y enconos, sin principios, ni final. Hay un nuevo amanecer, créeme -amiga mía, querida-El destino de ave migratoria, desgrana el corazón, desgasta el alma. El cansancio gana sitio a la ternura, su derrumbe es lento y seguro y el estallido, inminente. Echar a dormir los sueños, entregárselos al supremo hacedor es la ventura próspera y dicha en el camino, alojando esencia tibia, pernoctando felices como si no hubiera sucedido el suicidio, como después del renacimiento, donde solo una sombra amorosa sigue mi perfume desde siempre. Amiga ya no nombres esa calle, esa esquina, ese bar, asechan recuerdos de paredes azules con lunas y soles pintados y los retratos colgados por años, ya no nombres su nombre ¿se muere también de nostalgias? Muy lejos, muy dentro las lágrimas son perlas melancólicas, ya sabes. Allí nos reuníamos en tertulia a leer, descubríamos el largo de las falanges y los dedos se tocaban, en el andar dando todo por lo que amamos, ya no la nombres amiga. Desde que patearon a la perra creyendo que estaba sarnosa, me fui, resultó injusto, no vuelvas a nombrar nada de ese tiempo retenido que no se quiere borrar, hablemos de los bueyes que se perdieron en el campo desorbitados, el duelo de esa pérdida es lento, era entrar, sonreír y que sonrieran, se fue, pasó, como tantas cosas pasan de prisa, sin saludar muy a nuestro pesar, al menos nosotras nos vemos en este "boliche" con sones y ecos indiscretos, lleno de gente...


Mientras te esperaba
Ivonne Concha Alarcón

Amaneciendo, otra vez, de nuevo mañana fría, negruzca, triste, celeste opaco ancestral de estrellas en descanso y luna perdida, mirar extraviado entre sueños ansiosos, pesadillas sobrecogedoras extendidas en una larga noche, siéntese en el aire una lejanía en el ahora, a lontananza se ve la vida, se acerca cabalgando rápido recordando el después del ayer perdido, ansiedades inconsumadas entre candelabros de plata envejecidos por los cantos del ayer primaveral, el otoño ensañándose en cuerpos hoy añosos, ayer acariciándose, tocándose, uniendo el aliento jadeante de los deseos entre pensamientos aun despiertos en el existir latente, deseos juveniles, primaverales, deseosos, anhelantes, suspirando incongruencia inaudita entre los antes y el ahora. Todo el viento se asoma entre auroras soplando soplando, contando contando, cantando cantando en un juego excitante sonriendo existiendo entre risas y sonrisas curiosas soñando sueños queriendo ser realidades. Desnudando con mirada egoísta la realidad presente, buscando en recuerdos nostálgicos las efímeras miradas de antaños lejanas y ajenas, esas que ya no son ni están ni estarán porque se fueron al fondo del lago esmeralda en un sur anochecido nocturno profundo, sin salida a la observación del rey sol resplandeciente. Mirando el aura de las arboledas a la orilla de los caminos, alamedas moviéndose en mirada virtual, proyectadas en esa misteriosa esencia reflejada en el alma aparecida entre las sombras y la luna curiosa, desconocidas necesidades internas, eternas, complaciéndose en el interior de los espejos impenetrables de esos recuerdos perdidos que no aparecen entre los altares de las basílicas barrocas plenas de encantos y exuberantes imágenes aparecidas en fantasmales fantasías entre varadas irrealidades y grandiosas cercanas ilusiones sin tiempo, verdades y mentiras del ahora extraviado en las secuelas dejadas enmarcadas en la piel de esos rostros fantasmales difusos perdidos entre nubes moviéndose en un cielo húmedo, mojado, se espantan del miedo de perder la cordura entre las sábanas del lecho solitario nocturno eterno sin esperanzas de un presente misterioso solitario ancho y ajeno a los tiempos congelados de una soledad inminente...


DICOTOMIA
Elí O. Carranza

Busco y rebusco, subo y bajo, del este al oeste,  hacia los  mil puntos cardinales de la rosa alocada de mi corazón; sin rumbo ni fin. De la piel a los huesos. En arrebatos desaforados persigo el martirizante recuerdo de tu sombra distante y silente.

Intoxicado de esperanzas amaso el deseo de arribar a tus costas, encallar mi barca y vivir después. Preciso una leve señal, un mínimo resplandor, como de luciérnaga disminuida por la distancia, que no por pequeña deje de significar para mi el punto de mira por donde traspasar la barrera de olvido que desde la lejanía has construido frente al campo abierto de mi amor.

Rebusco en el cosmos de tus ojos ahora vacíos una señal,  cualquiera, un breve signo, porque leo en el mapa de ruta de mi corazón, que al  final  del túnel de tu olvido  hay una breve luz. En mis noches de tristeza y soledad alimento mi esperanza mutante con bocanadas  de estrellas para fortalecer mi creencia que no hay infinitud en el universo, más sí en la onda expansiva de mi permanente espera, que crece conforme te adentras en la profundidad inmisericorde de tanta lejanía.  En el firmamento  de mi vida fuiste luz del radiante cometa que pasó. Bebí esa luz y tu abrazo mordió mi cuerpo y mi cuerpo se tiñó de tu tinta como un tatuaje de filigrana. En ese tiempo  fui feliz. Fuimos felices.

Sin que yo lo notara,  como el cometa que pasa flotando evaporadamente  te desvaneciste,  y no hubo más resplandor. Te llevaste la luz, me dejaste la duda.

El tiempo gota a gota ha vaciado mi estanque y en el último remanso sedimentado te guardo  y te espero. En ese trance de esperanza y desesperanza practico el noble ejercicio de  avivar mi fe; aunque el perro de tu amor se tornó desleal, contrario a su carácter noble y fiel y mordió mi mano cuando más lo acariciaba. Irracionalmente sigo dibujando con suspiros las mariposas que simbolizan esta  asidua esperanza mía.

En esta bipolaridad ser y no ser cara de la misma moneda,  amar  u olvidar,  crece la dicotomía esperanza y realidad. Dos amigas, dos rivales que se disputan la entereza de mi fe o los despojos de mi desamor. La esperanza me abriga hasta el borde de toda ilusión; me habla de reconstruir puentes  que unieron nuestro amor. La realidad me sumerge en el  lago de aguas turbias de la duda. Me habla de no esperar más, de labrar otras sementeras donde ya no seas más el labrador, de caminar acompañado solo de mi sombra.

Tu partida sin retorno, ese “mudo mutismo”, la cobardía que transpiras, mi anhelo del reencuentro son el limbo de mi vida, son purgatorio, son infierno, pero nunca gloria. Al final de cuentas me percato que mi aturdida esperanza solo es una máscara que uso para ocultarle a mi corazón de cera la realidad: no estás, no vuelves. Solo yo te amo. Pero el amor es cosa de dos…


Un Tanque de Cristal.
Francisco Antonio Ruiz Caballero

Un Tanque Alemán de la Segunda Guerra tuneado por un sabio artífice marchaba por la avenida de la Resolana de Sevilla. Le habían quitado las planchas de metal y le habían puesto planchas de cristal, de tal forma que parecía una especie de gigantesco cangrejo transparente. Dejaba sonar desde no se sabe qué apoteósicos altavoces música moderna repetitiva y vibrante. Era un oxímoron de grandeza y fragilidad. Parecía un enorme y grandioso reloj Swatch, pero al mismo tiempo la apariencia de fragilidad era tan exquisita como la de un cisne. Era una maquinaria bellísima y soberbia. De una exquisitez indescriptible. Marchaba sobre la Avenida como una extraña medusa marina que surgiendo del agua se hubiese puesto a caminar sobre la arena, y brillaba con acuáticos reflejos transparentes al sol del mediodía mientras se acercaba reposada y marcialmente hacia la Muralla de la Macarena.
Sevilla contemplaba el enorme y musical artefacto con estupefacción. A su paso se acercaban los viandantes curiosos que veían una especie de híbrido sobredimensionado de unicornio y cucaracha transparente, grandioso como él solo, insecto de no se sabe qué indescriptibles infiernos marinos.
La Medusa se paró justo un poco más allá del Arco de la Macarena, que con su color amarillo ocre lo contempló con indiferencia y majestuosidad. Los vencejos, negros y ágiles, gritaban cazando moscas en las estribaciones de la hermosa y antigua muralla Almohade. El césped verde parecía seco y húmedo, según el lugar a la que una amable manguera de jardinero se hubiese dignado regar, y brillaba a la luz del sol con gotas de diminutos diamantes afiladísimos. El tanque giró y se puso delante, enfrente justo del Parlamento de Andalucía. El Edificio de piedra, que fuera un antiguo Hospital renacentista en su época observó a la máquina y la máquina observó al edificio de piedra. Multitud de personas rodeaban al gigantesco insecto transparente, con su enorme cañón de acero, falo enorme, poderoso, totalmente erecto, capaz de hacer las delicias de un millón de sodomitas enloquecidos.
Hubo unos momentos de silencio pues la música tecno que salía de aquella crisálida diamantina de acero y vidrio dejó de sonar. El cañón se alzó. En el Interior del Tanque un muchacho estaba especialmente enfervorecido. El silencio no se podía cortar de cuajo pues los vencejos gritaban amanerados y la gente hablaba y reía. De pronto el enorme cañón de la no menos enorme medusa cristalina se alzó unos centímetros. Cayó una hoja amarilla de un árbol al suelo y el monstruo vomitó un proyectil hacia el Parlamento.
El ruido fue brutal, como un chocar de grandes y paleolíticas locomotoras, y el proyectil fue a estrellarse sobre la Fachada del Parlamento mientras al mismo tiempo las grandes planchas de cristal del tanque se hacían trizas quedando el bellísimo monstruo totalmente en ruinas. Sin embargo la Fachada del Parlamento resistió el embate del desproporcionado obús, mostrando tan solo una singular irritación. Los cristales estallados del monstruo no hirieron a la gente, que observaba el hecho, de auténtico milagro. Pero los vencejos huyeron despavoridos.
El muchacho que conducía el ya exbellísimo Leviatán, salió del mismo, y arrojó su casco de soldado al suelo. Con rabia. Otra vez sería.


OTOÑAL
F.S.R.Banda

Entro en el otoño cabizbajo, como siempre melancólico, entro en sus laberintos de nostalgias humedecidas por la fina garúa a recuperar involuntario como cada año las hojas secas que inundan la memoria con sus variaciones sobre los amarillos, sus verdes desolados, sus ocres matizados y sus rojos exultantes. Recupero aquí y allá restos de olvidos impensados, pedazos de mustios recuerdos enterrados como semillas durmientes en mala tierra, breves detalles de un rostro que quizá no fueron, un giro distinto en el verbo de esa boca besada tantas veces o el cercano reflejo de mi cara en unos ojos que la memoria inunda de nombres o lugares o fechas. Es la tarde apacible de un abril en quietud diversa la que me disgrega como arena en el pasado, en sus turbulencias y sus estragos, en el amor extendido, bruma, humo, sobre la perfecta intimidad de los parques, en el vértice marino del rompeolas y en un silencio de pájaros ateridos. Entra el otoño con su marea de nubes y ventoleras, se llega arrastrando los restos de todos los naufragios, malamores, desengaños, fugas cobardes y miedos a rendirse a la obviedad del cariño que me entregaban equivocadas aquellas que hoy son lejanas cenizas. De oscuros crepúsculos se va haciendo la noche, gira sin estrellas un cielo anegado, las negras siluetas de los árboles deshojados asolan las calles buscándome en un brevísimo arrebol descolorido que define allá por el poniente un resplandor apagado por donde irá a verterse el tardío nocturno del sombrío ermitaño. Hay una espera larga de lluvia que no llega, el crujido de los pasos que no di sobre las hojas quebradizas dejan un eco reverberando entre las penas y los preludios de la tristeza. Acometen tarderas las evocaciones de pasados posibles, y me dejan pensando que sí lo fueron y ahora suceden en realidades paralelas generando otras resonancias que ya irán a ser recuerdos en esta vaguedad taciturna que va del estío al invierno. Un olor a sosiego escurre por las calles solitarias dejando encendidos los faroles y cerrados los ventanales, las piedras se van apagando en la sinuosidad cotidiana del otra vez otoño; la gloria de su hojarasca y sus lloviznas, las uvas doradas de los pámpanos en el parrón de la infancia, los rastrojos del manzanar al otro lado de los canales y las zarzamoras con sus moras indecisas aún entre el negro dulce y el ácido rojo, el ciruelo jugando a ser todo el otoño del patio. Vale.


Revista PARADOXAS N° 197
1º Junio de 2014

http://paradoxas-literatura.blogspot.com/

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