jueves, 1 de junio de 2017

PARADOXAS N° 233

PARADOXAS

REVISTA VIRTUAL DEL SURREALISMO NEOBARROCO

Año XI - N° 233


INDICE

Fundamentos: "Arte de la Intención" - Diamela Eltit
A la misteriosa - Robert Desnos
Dibujo un fauno - Maria Itza
La trasminación de lo rulfiano - Úrsula Fuentesberain
Un laberinto de palabras - Guillermina Covarrubias
SON TAN DISTINTAS TODAS LAS LLUVIAS QUE CONOZCO - Rosana-Mercedes Bustamante-Gamboa
EN ESTE PAÍS LOS MUERTOS SE SIENTAN A COMER CON NOSOTROS... - Rosana-Mercedes Bustamante-Gamboa
LOZANAS ACTRICES ITALIANAS - Rosana Bustamante Gamboa
EN ESE ESPACIO DE CRISTAL, DESNUDOS... - Enriqueta Coüepel / F.S.R.Banda


EDITORIAL

“La literatura es un arte del tatuaje: inscribe, cifra en la masa amorfa del lenguaje los verdaderos signos de la significación”

En ‘Escrito sobre un cuerpo’, de Severo Sarduy, 1968. Vale.

El Editor


Fundamentos: "Arte de la Intención"
Diamela Eltit

Desde los prostíbulos más viles, sórdidos y desamparados de Chile, yo nombro a mi arte como arte de la intención. Yo pido para ellos la permanente iluminación: el desvarío. Digo que no serán excedentes, que no serán más lacras, digo que relucientes serán conventos más espirituales aún. Porque son más puros que las oficinas públicas, más inocentes que los programas de gobierno más límpidos. Porque sus casas son hoy la plusvalía del sistema: su suma dignidad. Y ellos definitivamente marginados, entregan sus cuerpos precarios consumidos a cambio de algún dinero para alimentarse. Y sus hijos crecen en esos lupanares. Pero es nuestra intención que esas calles se abran algún día y bajo los rayos del sol se baile y se cante y que sus cinturas sean apresadas sin violencia en la danza, y que sus hijos copen los colegios y las universidades: que tengan el don del sueño nocturno. Insisto que ellos ya pagaron por todo lo que hicieron travestistas, prostitutas mis iguales.


A la misteriosa
Robert Desnos (i)

Tanto soñé contigo que pierdes tu realidad. ¿Habrá tiempo para alcanzar ese cuerpo vivo y besar sobre esa boca el nacimiento de la voz que quiero? Tanto soñé contigo que mis brazos habituados a cruzarse sobre mi pecho abrazan tu sombra, quizá ya no podrían adaptarse al contorno de tu cuerpo. Y frente a la existencia real de aquello que me obsesiona y me gobierna desde hace días y años seguramente me transformaré en sombra. Oh balances sentimentales. Tanto soñé contigo que seguramente ya no podré despertar. Duermo de pie, con mi cuerpo que se ofrece a todas las apariencias de la vida y del amor y tú, la única que cuenta ahora para mí, más difícil me resultará tocar tu frente y tus labios que los primeros labios y la primera frente que encuentre. Tanto soñé contigo, tanto caminé, hablé, me tendí al lado de tu sombra y de tu fantasma que ya no me resta sino ser fantasma entre los fantasmas, y cien veces más sombra que la sombra que siempre pasea alegremente por el cuadrante solar de tu vida.

(i) Robert Desnos (París, 4 de julio de 1900 - Campo de concentración de Theresienstadt, 8 de junio de 1945) fue un poeta surrealista francés y un miembro de la Resistencia francesa durante la segunda guerra mundial.


Dibujo un fauno
Maria Itza

Eres mi magia secreta, mi fauno de arena y guijarros con alas de mariposas ciegas incrustadas sobre tu piel, resbalas sobre mi cuerpo de crisálida oscura y tu espada de nácar se eleva para abrir la puerta de mi paraíso perdido mientras te pinto el tórax con  dedos de fuego y bailas una ronda borracha entre los anillos de Saturno, mil elfos de mirada turbia y manos de jade y pedrería abren tu corazón y lo convierten en barrilete de colores sobre la abrupta superficie de un mar de fuego y lava derretida que convierte papeles de colores en cenizas de un curioso tono violeta y yo uso esas cenizas para dibujarte sobre la piel tatuada de las estrellas vagabundas donde moran los sueños tatuados en las noches de luna llena y lobizones. Así vas surgiendo poco a poco y decoro tu sonrisa eróticas con claveles rojos como fuego y lágrimas de sal que se evaporan sobre los pétalos ya mustios mientras tu boca se bebe mis pensamientos y crea con ellos un circo de colorines con enanos que reptan a mis pies y payasos de tez encerada que me hacen reverencias y terminan dibujando conmigo el resto de tu cuerpo que ya se pega al mío como una rémora cansada pero ardiente y yo canto un himno desatado y loco a tu memoria...


La trasminación de lo rulfiano
Úrsula Fuentesberain

Escribí este texto para el suplemento cultural “Laberinto” del diario Milenio:

Lo había olvidado, pero ahora que lo releo y me reencuentro con sus arrayanes agrios, con sus malasmujeres, con su polvo que no da ninguna sombra, con sus murmullos, recuerdo: lo rulfiano se trasmina.

Escucho a Macario y pienso en Camilo, el protagonista de uno de mis cuentos, un hombre al que la gente de su pueblo llama loco sólo porque lee las nubes. Veo los pechitos de Tacha hinchándose a la par del río crecido y me acuerdo de que una madre dice esto de su hija en uno de mis relatos: “Su cuerpo de niña parece una membrana lista para la metamorfosis. Temo que se convierta en algo parecido a mí”.

“Para sacarle provecho a Rulfo hay que escarbar mucho, como para buscar la raíz del chinchayote. Rulfo no crece hacia arriba sino hacia adentro”, escribe Poniatowska y me obliga a preguntarme qué forma tienen las mujeres rulfianas. Son las dulcamaras que cubren el llano (dulcis ‘dulce’ y amāra ‘amarga’), hojas pecioladas, acorazonadas, agudas, flores pequeñas, violadas, en ramilletes.

Apalcuachar, totochilo, chilcatole, chacamotear. El lenguaje rulfiano tintinea en mi cabeza igual que las cosas pensadas en sueños. “El idioma de lo inefable” lo llamó él. Además de inventar un habla inventó un país. Un páramo que arde. Un territorio huérfano.

Rulfo está muerto. Murió ayer, es decir, hace tres décadas, es decir, hace unas cuantas horas. Los gusanos se comieron su carne vuelta hediondez y la hediondez se ha vuelto vida, un filón de vida. Y florece. Aflora entre las piedras desmoronadas.


Un laberinto de palabras
Guillermina Covarrubias

La noche de amante poeta, en la sima de su sonrisa con ese sabor sabroso, tendida de espaldas y llenos de flores los senos.
La cabeza barbotea, un huracán, un monstruo gimiendo turbado de espantos en un trípode de huesos, cubierto de blasfemias el papel cuchichea, con guiños y señas, el lápiz como un verdugo ejecuta, ahí donde las arañas hacen laberintos con hilos de plata, entrelazan aullantes en dulces miradas las curvas huecas en mis dedos y las pupilas en el confín del universo, pisando el césped, el corazón... el corazón lleno de rosas naufraga así un barco de papel y la garganta se levanta fugaz así el cuello del cisne negro.
Son gusanos de seda serpentean, me acarician el alma entonces son montañas no puedo evitarlas, porque están en los pliegues de mi pulso conjugando el verbo amar, en el tictac de todos los tiempos.


SON TAN DISTINTAS TODAS LAS LLUVIAS QUE CONOZCO
Rosana-Mercedes Bustamante-Gamboa

hay lluvias que cantan en los tejados... amablemente de noche y hasta la madrugada... otras que mojan a los transeúntes... cuando regresan cansados y a la barriada... otras lluvias caen suavemente sobre los bosques... y los árboles besan las gotas con sus complacientes cloroplastos... abiertos y dispuestos a unirse con la llovizna aquella... otras lluvias caen por las quebradas... y se llevan todo aquello, que no pidió permiso... a su cause y a sus riberas... los perros ladran de miedo en su torrente... hay una lluvia que mojan el rostro de mercedes... y ella como niña, abre la boca ante las gotas... y con su lengua de mariposa bebe su belleza... también hay una lluvia que se viene a mi casa... torrencialmente a tomar el té y no golpea la puerta... sólo trae el infinito destino de una humedad... que se queda treinta años con nosotros... la incertidumbre de no dormir por las noches, aguardando... a zapatos que con nada se secan... y que la lluvia quiere, yo conserve como trofeo… de una vida esperando... esa intermitente precipitación sobre la cabeza.


EN ESTE PAÍS LOS MUERTOS SE SIENTAN A COMER CON NOSOTROS...
Rosana-Mercedes Bustamante-Gamboa

y opinan sobre sus sepelios, dan instrucciones al respecto.. (como cargarlos, que música escuchar, donde velarlos)... leen los periódicos y corrigen los titulares... a veces van del brazo y nos indican direcciones... donde podemos beber café y conversar de política... ellos no parten en definitiva, porque golpean a la puerta... piden ocupar esas sillas que sobran en el recibidor de la casa... o los platos que nadie usa en la lacena, los cubiertos de plaque... son unos pillos porque dejan de pagar impuestos... y tenemos que cargar con sus acreedores, sus no pertenencias... y hasta con sus gatos o perros que nos miran con pena... defendemos sus ideas y posturas, a veces equivocadas... de la vida y como resolver los problemas... francisco y luis emilio, los retan para que se vayan a dormir en paz... pero nuestros muertos son porfiados y negligentes consigo mismos... no les preocupa resfriarse y andar desnudos por los patios... apenas comen y no se peinan antes de conversar con nosotros... tal vez porque nunca aclaramos que sería la muerte... tal vez porque nunca les dijimos antes de partir... que “el que muere, muere y no tiene derecho a opinar”... o que “el que se va al cementerio, en el cementerio se queda”... tal vez, porque después de todo, nuestros muertos... sean la única compañía evidente, que nos queda.


LOZANAS ACTRICES ITALIANAS
Rosana Bustamante Gamboa

Soy esa muchacha de la plaza... desaparecida en octubre una tarde/ por disímiles razones, que no vale la pena mencionar/ ni contar por correo, a las malas lenguas que me vieron/ partir en medio de la lluvia y un oficial que nunca me quiso./ Meretriz del pueblo desde una sórdida niñez/ y que Benito, el muchacho aquel/ no quiere recordar, ni por casualidad/ más bien se ha dedicado desde entonces/ a observar el Viaducto de Malleco/ escribir su simetría en las hojas de un nogal/ bautizar a los pájaros mirlo que anidan en su patio/ responder a regañadientes, a quienes preguntan y nos vieron/ decir que él apenas tomaba mi mano en aquel lugar/ porque su propia juventud, lo engañó cuando decidió amarme/ ¡que mi nombre yace extraviado entre tanto recuerdo!/ de LOZANAS ACTRICES ITALIANAS que vienen a visitarlo/ y esa corona de erudito que le queda tan bien/ mientras yo he envejecido y desvanezco/ entre tanto hiato que no puedo comprender.


TEXTO EN PROGRESO (TRES BORRADORES)

EN ESE ESPACIO DE CRISTAL, DESNUDOS...
Versión original de Enriqueta Coüepel / F.S.R.Banda

Rodríguez Manuel, no ve la lluvia venir... se resiste a dejar escapar, ese acento… mientras ella en su cesto de deseos, agita el vestido y le mira, él sabe que ella sabe de las magnolias que trae escondidas bajo el poncho, que el perfume de primavera atrapada lo delata... y así transcurre la tarde, cuando Manuel se deja escapar… sin un solo ruido, perseguido por el silencio de la tarde en la plaza de provincia donde vio sus ojos bajo la lluvia que venía… temblando, sin comprender… la ausencia de grillos en los entrantes de la noche o de mariposas nocturnas en los ramilletes de geranios... porque finalmente, nada está fuera de esa desnudez, en medio del agua, en medio del temor a ser descubiertos. Y del miedo mayor de perderla, sin llegar a saber su nombre ni domicilio conocido.


EN ESE ESPACIO DE CRISTAL, DESNUDOS...
Versión editada por Enriqueta Coüepel

Rodríguez Manuel, no ve la lluvia venir... se resiste a dejar escapar, ese acento… mientras ella en su delantal de deseos, agita su cabellera y le mira. Él sabe de las magnolias, escondidas bajo el poncho… el perfume de primavera atrapado que le delata... y así transcurre la tarde, cuando Manuel se deja ir… sin ruidos, perseguido por ese silencio de la tarde, en esa plaza de provincia… donde vio los negros ojos bajo la lluvia… temblando, sin comprender… la ausencia de grillos en los entrantes de la noche… o de nocturnas mariposas en los ramilletes de geranios... porque finalmente, nada está fuera de esa mutua desnudez, en medio del agua… en medio del temor a ser descubiertos y del miedo mayor a perderla… sin saber su nombre ni domicilio conocido.


EN ESE ESPACIO DE CRISTAL, DESNUDOS...
Versión editada por F.S.R.Banda

Rodríguez Manuel, no ve la lluvia venir... se resiste a dejar escapar, ese acento… mientras ella en su cesto de deseos, agita el vestido y le mira, él sabe que ella sabe de las magnolias que trae escondidas bajo el poncho, que el perfume de primavera atrapada lo delata... y así transcurre la tarde, cuando Manuel se deja escapar… sin un solo ruido, perseguido por el silencio de la tarde en la plaza de provincia donde vio sus ojos bajo la lluvia que venía… temblando, sin comprender… la ausencia de grillos en los entrantes de la noche o de mariposas nocturnas en los maceteros de geranios... porque finalmente, nada está fuera de esa desnudez, en medio del agua, en medio del temor a ser descubiertos, en medio del miedo mayor de perderla sin llegar a saber su nombre ni domicilio conocido.



La forma de poema es una desgracia pasajera.
Osvaldo Lamborghini, “Die Verneinug”, 1977.

Revista PARADOXAS N° 233
1° de Junio de 2017


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