PARADOXAS
REVISTA
VIRTUAL DEL SURREALISMO NEOBARROCO
Año
XIII - N° 229
INDICE
NO SOY YO A QUIEN TOMABA DE LA MANO EN ESA
PLAZA... - Rosana Bustamante Gamboa
QUIEN ENCIENDE LOS FUEGOS - Rosana Bustamante
Gamboa
ASI SUCEDEN... - Ivonne Concha Alarcón
ERRANTE - Beatriz Graciela Moyano
ANILLOS DEL HUMO - André Cruchaga
ESCEPTICISMO - André Cruchaga
LA PALABRA - Pablo Neruda
Plagiando a Borges. - Francisco Antonio Ruiz
Caballero
REFUNDACION DEL OTRO INVIERNO - F.S.R.Banda
EDITORIAL
Las formas y técnicas barrocas, o
alusiones a lo barroco, se están produciendo cada vez con más frecuencia en
diferentes medios. Se trata de expresiones que se han denominado “neobarrocas”
precisamente por su adaptación de diversas estrategias barrocas. Muchos anuncios publicitarios son un buen
ejemplo de este fenómeno. Esto no es de extrañar si consideramos que la
expresión barroca, con su afán por la teatralidad, la ilusión visual, la
proliferación de elementos decorativos, y la tendencia a la hipérbole, resulta
idónea para la creación e interpretación de ciertos mensajes, así como para
llamar la atención no sólo sobre el contenido sino que también sobre la forma
en que se comunica el mensaje. El neobarroco, a diferencia del postmodernismo,
no desintegra las grandes narrativas, sino que las corrompe, las desbarata, o
se burla de ellas, siendo consciente de que forma parte de una tradición
transhistórica e híbrida que, como tal, es parte de una narrativa en sí. El ámbito publicitario no ignora esto, y lo
adopta como técnica de imagen y comercialización.
Características típicas del barroco
como la exuberancia, el dinamismo, el engaño, la ambigüedad, el juego entre
apariencia y realidad, la ilusión y la alusión, la intertextualidad, la
apelación a los sentidos, lo lúdico, la paradoja, los sueños y lo que Eugenio
D’Ors llamó la búsqueda del paraíso perdido, se acomodan perfectamente a la
ideología de las prácticas publicitarias o de ‘marketing’. Pues, con
frecuencia, lo que se pretende es vender una imagen que llegue a trascender la
veracidad del producto en una especie de guiño de complicidad con el
consumidor. Éste, normalmente, es
consciente de la exageración, la apariencia y el engaño que se representa en el
anuncio comercial, pero está dispuesto a “dejarse embaucar” sabiendo que, al
final, es él (o ella) quien tiene la última palabra. No obstante, el objetivo final de la
publicidad es convencer al consumidor para que actúe y compre, y si
consideramos el abundante uso de formas y conceptos neobarrocos en anuncios comerciales,
no es difícil reconocer su potencialidad mercantil. Lo (neo)barroco vende, y
muchos publicistas utilizan técnicas neobarrocas como vehículo de expresión
para obtener determinadas respuesta por parte del público consumidor.
Lo neobarroco resulta útil para
confrontar ciertos modos de pensar, incluso para proponer o articular, si se
considera oportuno, un rechazo del régimen, la razón, y/o la historia lineal.
Además, éste es un mundo global en que la imagen, el símbolo, el emblema o el
logo son aún más prevalentes que en sus tiempos lo era la emblemática barroca.
Por otro lado, tanto en lo barroco como en lo neobarroco los medios artísticos
se encuentran estrechamente entrelazados y se condicionan mutuamente. Debe considerarse también que no es posible
estudiar una obra barroca o neobarroca analizando la forma e ignorando su
fondo, su conceptuación, o su razón de ser; así como el hecho de que la
percepción sensorial (visual, auditiva, etc.) que nos ofrece la forma o
composición de la obra conlleva intrínsecamente su fondo y su temática.
Al respecto, en sus estudios sobre
la teoría sarduyana del neobarroco, Irlemar Chiampi observa que ésta “avanzó
hacia el tema de la simulación/simulacro, logrando ‘ajustarse’ fácilmente a las
teorías de la cultura de masas.”. Así, el signo pasa de ser “reflejo de una
realidad básica” a enmascarar y pervertir esa realidad; luego, en el tercer
estadio lo que el signo enmascara es “la ausencia de una realidad básica”, para
finalizar en el estadio de la actualidad posmoderna a la manera de Jean
Baudrillard en que el signo “no tiene relación con ninguna realidad: es un puro
simulacro”. Éste sería el caso, por
ejemplo, de ciertos logos de la publicidad actual como pueden ser la manzana
que representa tecnología y computadoras (Macintosh); el cocodrilo que
representa ropa deportiva de lujo (Lacoste); o un conejito para representar
todo un imperio de consumo de productos para adultos (Playboy). La manzana, el
cocodrilo y el conejito funcionan como representaciones; y podrían compararse a
la emblemática del barroco histórico, cuyo uso, como indica Lois Parkinson
Zamora, dependía de la interacción entre textos e imágenes que generaba la
alegoría que era preciso descifrar.
Pirateado de “Lo neobarroco como técnica de imagen y comercialización
en el siglo XXI”, Catalina Castillón, Ph. D., Lamar University, Beaumont,
Texas. Se han eliminado algunas referencias bibliográficas para descomplejizar
el texto. Vale.
El Editor
NO SOY YO A QUIEN TOMABA DE LA MANO EN ESA PLAZA...
Rosana
Bustamante Gamboa
…no es
conmigo... con quien se escribía sobre los árboles de avellanas... no es
conmigo con quien se emborrachaba cerca de los gatos... NO SOY YO A QUIEN
TOMABA DE LA MANO EN ESA PLAZA... y le contaba sobre sus viajes, al continente
que le regaló una corona... no es conmigo con quien jugaba a la rayuela, en el
patio de su casa… y Usted, hacía trampas, señor... por eso siempre ha salido
airoso... por eso siempre ha ganado en el juego de los buenos y los malos
besos... porque además los guijarros del camino no eran nuestros... y a pesar
de eso... usted frente a ellos, abrazó un transparente vestido… donde se
escriben las mariposas de papel… y una diminuta muchacha, decide marcharse…
como una desprendida hoja, que en otoño deja que se la lleve el viento.
QUIEN ENCIENDE LOS FUEGOS
Rosana
Bustamante Gamboa
La palabra sabe
QUIEN ENCIENDE LOS FUEGOS/ en el corazón de los árboles que descansan/ conoce
el principio que acribilla escuelas/ en una salitrera donde juegan niños de
pecho/ esperando a un padre venir, con la vida en alto/ con la vida que no
sucumbe ante la rosa de los vientos/ y ese miedo en el entrecejo, ese miedo/
que nos observa por la mira de un revólver/ escoltando las constelaciones que
se acumulan/ en el adentro de una copa donde fallece/ la persona humana y los
paisajes se resisten/ porque quieren volver a la explanada del hombre libre/
donde se conversa con los pájaros y los bosques/ se puede escuchar la voz de
dios que nos habla/ en la belleza de un panal de abejas/ que escriben nuestros
cabellos cuando se descansa/ con los ojos cerrados y confiados de este
continente.
ASI SUCEDEN...
Ivonne
Concha Alarcón
Así suceden una
a una las circunstancias que rozan la piel en el nocturno silencio de los
jarrones de plata escondidos del recuerdo constante, avergonzado de haber sido
testigo de aquel lejano amor de sabor a agua salada, mar encantado, plagado de
sirenas celosas en el roquerío donde el agua salpicaba de risa por los amores
donde el marinero escondió sus jolgorios de triunfos. Hago clic en la memoria
oculta de un ayer no muy lejano donde sonreía maliciosa y cómplice del fauno
oculto entre los rosales amarillos que esconde los anhelos de la tarde
caprichosa. Tal vez un día llegue de nuevo la alegría, enamorada de los rubores
en las mejillas rosadas de aquella mujer del cuadro pintado de colores pastel
que llora cínica el amor fingido... Se asoma la calma del nocturno silencioso
buscando el descanso de lo ocurrido, vuela una mariposa golpeándose en el
cristal, avanza asustada por la juerga al sol que se dio sabiendo que ya su
vida termina habiendo cumplido su proceso de vida, ríe y sonríe ufanándose ante
las cucarachas que se esconden entre las sábanas del perro regalón de la dueña
de la casa de intenso rosa donde duermen las sirenas cansadas de tanto otear...
ERRANTE
Beatriz
Graciela Moyano
Buscando errante
en el camino, pensando frases inútiles, recursos y trazos inverosímiles, se
enredó en sus propias venas intentando desviar el curso de los riachos muertos,
incluso bajo la certeza de que ante la primera creciente inesperada del ancho
río, devastados y anegados quedarían. El cauce ineludible, no se detiene con
vallas de humo. Fue un fracaso en el intento de crear instancias, con válvulas
de escape y sucumbió en los desafíos a las leyes supremas del universo.
Cabalgando sueños dio saltos a postas esperanzadas, ese revisionismo que rasga
la tierra de sus ancestros, prisionera romántica de la verdad leyó cautivada e
hizo proyectos que desvanecieron, derrumbados antes de nacer a su ilusoria
arquitectura. Trepó obsesiones de orden, adicción y afición a toda arte,
filigrana, toque de oro final a los marcos de cuadros o labrados con punzones y
hierros candentes, lustre tintes y muñeca. Una caótica mixtura de todo y nada,
escurriendo las verdaderas pasiones en una incomprensible dentellada a la
juventud, que sin piedad comenzaba a pulverizarse como limadura fina de
obsidiana volátil. Administraba miserias, mientras preparaba valijas para el
viajero ansioso y activo que dejaba correr el tiempo, amando de mil maneras y
viviendo con ardua inquietud lo irrelevante que centellaba en sus anhelos. Los
frutos cayeron maduros de la higuera después que el viejo disfrutara las
tiernas brevas. Los ciclos se consumaron entre la estúpida autosuficiencia de
una trashumante y bajo la ley convertida en alero y cobijo, de ese alguien que
a destiempo evaluó la tolerancia que devino en el errante camino. Finalmente
puso el mundo a sus pies, para entonces con los sueños volados estaba vencida a
los pies del mundo y parecía no escuchar. Ahora son tres, él, ella y la
misteriosa influencia de su desvarío.
ANILLOS DEL HUMO
André
Cruchaga
En las sombras
encaramadas en las sienes, el matorral y los sótanos negros
del humo, los
élitros gastados en la lengua de polvo
de los sombreros
colgados de los armarios como pacíficos guijarros.
Con frecuencia
uno se reduce a lápida mortuoria, a ese mudo hueco que dejan
los gritos a
flor de piel, a esa oscuridad que hurga en el poyetón de los ojos.
Nos sacuden las
fisuras que producen los martillos en las paredes.
El país ha
aprendido a hacerle costuras a las sombras, a morder la corteza
del óxido, y a
asomarse entre huesos a las quemaduras.
Uno va indagando
entre las tantas arqueologías de las telarañas.
En el humo
encorvado de lo improbable, las austeras inclinaciones
de la
descomposición, y los pequeños caminos que levanta el follaje de cipreses.
Sobre el
pavimento las grietas mudas de los ojos.
Oigo el fuego y
enmudezco de ojos: la calle nos consume con su deriva;
después, ni
siquiera he podido recuperar todos los cadáveres, las nostalgias,
ni una sola piel
de todas las que poblaron mi tugurio.
Uno es, después
de todo, las tantas formas en que se enrolla el hilo del tiempo,
el anillo de
humo enrollado en las pupilas como lo haría el búho
con la niebla
difusa de las anguilas.
En suma, se
vacían aquí todos los murmullos. Tal vez mañana sea diferente
la geografía y,
la conciencia, tenga los contrapesos necesarios.
El hastío nos
ata al punto de llevarnos al límite hasta de lo más diminuto.
Barataria,
06.XII.2016
ESCEPTICISMO
André
Cruchaga
Alguna vez, en
lo descampado del escalofrío, el sentido del amanecer:
la mística gris
de los caminos es el oráculo de mi entraña.
En la ilusión,
el mundo y sus infinitas encarnaciones, el universo secreto
del dolor, sus
torbellinos de olvidada quietud.
A través de la
mirada van diciendo adiós todos los nombres que he conocido.
Hundido en los
vacíos de los atrios, las manos nubladas de los cadáveres,
oscura la mugre
de los gemidos,
escéptico frente
a las longitudes del abandono. El ojo ilustra las paradojas
de la oferta y
la demanda, de cuanto el ala lo es en el viento.
De pronto, soy
solo tierra y angustia, miedo omnipotente a las sombras
del desgarro,
miedo a esta vieja lluvia del exilio.
Las calles
guardan todas las sombras desatadas de la ironía. Los espejos
de polvo y sus
falsos estupores. Los ocasos y la perennidad irremediable.
Quiero una sola
palabra que no sea olvido.
Ya no sé si
puedo interpretar el ahora, y abrigar el lenguaje de mi desnudez.
A veces ya no
quiero sentirme ahogado por las enredaderas de la tierra,
ni sobreviviente
de la labor de los crepúsculos.
Yo camino hasta
allá donde están los pequeños caminos olvidados.
(Vivo en la palabra real, univoca, unitaria,
sin ningún juego de purismos;
entiendo la oscuridad y sus catástrofes y su alma
ininteligible.
Lo único que me salva es no tener respuestas para el
absoluto)…
Barataria,
03.XII.2016
LA PALABRA
Pablo
Neruda
Todo lo que
usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y
bajan… Me prosterno ante ellas… Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo,
las derrito… Amo tanto las palabras… Las inesperadas… Las que glotonamente se
esperan, se escuchan, hasta que de pronto caen… Vocablos amados… Brillan como
piedras de colores, saltan como platinados peces, son espuma, hilo, metal,
rocío… Persigo algunas palabras… Son tan hermosas que las quiero poner todas en
mi poema… Las agarro al vuelo, cuando van zumbando, y las atrapo, las limpio,
las pelo, me preparo frente al plato, las siento cristalinas, vibrantes,
ebúrneas, vegetales, aceitosas, como frutas, como algas, como ágatas, como
aceitunas… Y entonces las revuelvo, las agito, me las bebo, me las zampo, las
trituro, las emperejilo, las liberto… Las dejo como estalactitas en mi poema,
como pedacitos de madera bruñida, como carbón, como restos de naufragio,
regalos de la ola… Todo está en la palabra… Una idea entera se cambia porque
una palabra se trasladó de sitio, o porque otra se sentó como una reinita
adentro de una frase que no la esperaba y que le obedeció… Tienen sombra,
transparencia, peso, plumas, pelos, tienen de todo lo que se les fue agregando
de tanto rodar por el río, de tanto transmigrar de patria, de tanto ser raíces…
Son antiquísimas y recientísimas… Viven en el féretro escondido y en la flor
apenas comenzada… Qué buen idioma el mío, qué buena lengua heredamos de los
conquistadores torvos… Estos andaban a zancadas por las tremendas cordilleras,
por las Américas encrespadas, buscando patatas, butifarras, frijolitos, tabaco
negro, oro, maíz, huevos fritos, con aquel apetito voraz que nunca más se ha
visto en el mundo… Todo se lo tragaban, con religiones, pirámides, tribus,
idolatrías iguales a las que ellos traían en sus grandes bolsas… Por donde
pasaban quedaba arrasada la tierra… Pero a los bárbaros se les caían de las
botas, de las barbas, de los yelmos, de las herraduras, como piedrecitas, las
palabras luminosas que se quedaron aquí resplandecientes… el idioma. Salimos
perdiendo… Salimos ganando… Se llevaron el oro y nos dejaron el oro… Se lo
llevaron todo y nos dejaron todo… Nos dejaron las palabras.
Nota.- De
“Confieso que he vivido”, Buenos Aires, Losada, 1974.
Plagiando a Borges.
Francisco
Antonio Ruiz Caballero
El Espejo de Tinta.
(Homenaje a Jorge Luis Borges, léanlo, es un autor soberbio).
I.
Abu Kir tiene el
hacha donde la luna se desliza como una bailarina sobre el hielo. Sus robustos
hombros y brazos sostienen el hacha, cuyo filo, tan afilado como la lengua de
una víbora, pide el pescuezo de doscientos mil gallos, si un molusco, caracol o
babosa, se paseara sobre el filo de la cuchilla la bisectriz de un triángulo
isósceles roto descompondría la luz en sus siete facetas y aún una más, una
faceta negra, como de brea licuada, surgiría manchando el plumaje de los pavos
reales. Abu kir tiene el hacha del verdugo y a una sola orden de Yacub el
sándalo llenaría diez mil vasos con su perfume. Hay en el hacha, prima lejana
de los cuchillos, la apetencia demoníaca de los cuellos de cisne. Y es más frío
el acero terrible que el Enero salvaje en su plumaje de nieve. A los pies de
Abu kir espera Ibrahim, maniatado y preso, de rodillas, genuflexo, una gota de
sudor como una lágrima pequeña se desliza por su frente. Es Ibrahim un muchacho
tan hermoso, que la noche se refleja en él como un caballo en el agua. Y el
caballo tiembla por el hacha que espera con el miedo atroz de la tinta china.
No ha de pasar ni un minuto entre la espera y el acto, y en ese minuto Ibrahim
verá su vida como un carnaval que termina en la uña de un gato. Yacub pedirá la
inmolación de un ciervo, y Abu kir, obediente, le dará una cabeza. Un manantial
de sangre brotará de la noche, Ibrahim perderá el examen de álgebra.
REFUNDACION DEL OTRO
INVIERNO
F.S.R.Banda, mismo
En memoria (siempre viva) de S. del C.
“Sólo quiero el grito que
destroce la garganta, deje en el paladar sabor de entraña y calcine los labios
proficientes”. El Sueño de las Escalinatas. Jorge Zalamea Borda, 1964.
Todo vuelve y permanece pero ya nada será igual. Ella fue ave sobre
el techo de zinc ahí por el lado del ciruelo, o abeja ajetreando en su jardín
florecido y la pequeña chacra que rememoraba perdidas comarcas de su infancia,
fue el pan diario que salía de sus manos como crujientes bendiciones, y el
sonido rítmico de la maquina de coser, o el misterioso silencio con que
habitaba los días de lluvia esperando que escampara. Que de pájaros dejó por
los duraznos y la madreselva, o los humos enrojecidos de atardecer que se
vienen como adentrándose en la noche desde su rumbo dormido allá por el sur del
tranque y el velero niño cuyo velamen aprendió el viento en la ternura madre de
sus manos como una blanca mariposa mágica. Se fue yendo de a poco, a pasos
lentos, como no queriendo, primero el jardín se fue borrando de dalias y
nardos, luego el ciruelo se perdió en las memorias del estío, después fue el
pan y el brasero, hasta que se cansó esa noche y se voló calladita con su
queltehue. Quien vio la palabra
destrozada, los altos muros antiguos, la puerta blanca apoyada en un poste,
supo de ríos aciagos, de negaciones, de calles / paisajes / rompientes. Quien
vio el azul agonizando esparció cenizas de aviario, gránulos de pesebrera /
holladuras. Quien vio a la madre preñada de él mismo esperando las luces de sus
ojos, las manos pequeñas apretando, el llanto niño por las tardes del jardín,
hundió en carne viva la espina y la sal. Quien vio el secreto en podredumbre en
el charco enlarvado e hirviendo es que abrió una puerta blanca, negó la palabra
destrozada y se ha ganado su rincón en el Infierno (i). Volverán en auge
los soles indolentes, el canto del miedo, lo nebuloso y lo turbio, lo oscuro o
tenebroso, la surgencia de las aguas malas en las orillas de destierro, en la
negras arenas donde las huellas de pisadas relumbran por los reflejos dorados
de un lejano sol inmenso que se hunde vencido en su poniente, en las arcillas
donde las algas mustias yacen como la escritura secreta de los arcanos
vencidos. Por todo esto y más, (quizás todo un territorio inconmensurable y un
infinito tiempo irrecuperable que existen en su nombre), que no es posible
describir en un idioma que no posee las palabras necesarias a tanta pena, es
que dejó de herencia su ausencia insoportable. No volverá nunca más para que la
sigamos buscando para siempre.
(i) “Aquel que
vio”. Del poemario Raíces en Arenas Negras, F. S. R. Banda, 2006.
La
forma de poema es una desgracia pasajera.
Osvaldo
Lamborghini, “Die Verneinug”, 1977.
Revista PARADOXAS N° 228
3 de febrero de 2017
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