lunes, 7 de marzo de 2011

PARADOXAS Nº 159 Vol. I


PARADOXAS

REVISTA VIRTUAL DEL SURREALISMO NEOBARROCO


Año VII - N° 159 - Volumen I


INDICE

NOCHE - F.S.R.Banda
DEMONIOS - F.S.R.Banda
ATAVISMOS ESENCIALES - F.S.R.Banda
ABANDONOS - F.S.R.Banda
VISITANTES - F.S.R.Banda


EDITORIAL

“Para que a definição e o uso do termo fossem pelo menos aceitáveis, seria necessário que características ditas “barrocas” especificassem todas as obras de uma série determinada e apenas a elas; no entanto, as séries classificadas como “barrocas” são bastante diversas e diferentes de lugar para lugar, de autor para autor, e, principalmente, de uma arte para outra e mesmo de obras para obras de um mesmo autor, de modo que características formais propostas como específicas de “barroco”, quando a noção se aplica às representações do século XVII, não passam de generalidades formuladas como deduções e analogias ―informalidade, irracionalismo, pictórico, fusionismo, contraste, desproporção, deformação, acúmulo, excesso, exuberância, dinamismo, incongruência, dualidade, sentido dilemático, gosto pelas oposições, angústia, jogo de palavras, niilismo temático, horror do vácuo― que explicitam mais as disposições teórico-ideológicas dos lugares institucionais que as aplicam que propriamente a estrutura, a função e o valor históricos dos objetos a que são aplicadas, na medida mesma em que, sendo genéricas, como resultados de esquemas universalizados a-criticamente sem fundamentação empírica, também poderiam ser aplicadas a qualquer outra arte de qualquer outro tempo.”(i)

Pequeño fragmento pirateado de “Barroco, Neobarroco e outras ruínas”, de João Adolfo Hansen, publicado en Destiempos.com, Número 14, Marzo-Abril 2008, Año 3. México, Distrito Federal. (http://www.destiempos.com/n14/hansen2.pdf). Vale.

El Editor


(i) Para que la definición de “barroco” y el uso del término fueran por lo menos aceptables, sería necesario que las características que se dicen “barrocas” especificasen todas las obras de una serie determinada y solamente a ellas; sin embargo, las series clasificadas como “barrocas” son bastante diversas y diferentes del lugar a lugar, de autor a autor, y, principalmente, de un arte a otro y lo mismo de obras a obras de un mismo autor, de modo que características formales propuestas como específicas del “barroco”, cuando la noción se aplica a las representaciones del siglo XVII, no pasan de generalidades formuladas como deducciones y analogías ―informalidad, irracionalismo, pintoresquismo, fusionismo, contraste, desproporción, deformación, acumulación, exceso, exuberancia, dinamismo, incongruencia, dualidad, sentido dilemático, gusto por las oposiciones, angustia, juego de palabras, nihilismo temático, horror al vacío― que explicitan más las disposiciones teórico-ideológicas de los lugares institucionales que las aplican que propiamente la estructura, función y el valor histórico de los objetos a los que son aplicadas, en la misma medida en que, siendo genéricas, como resultados de esquemas universalizados a-críticamente sin fundamentación empírica, también podrían ser aplicadas a cualquier otro arte de cualquier otro tiempo.



IL BAROCCO, LE BAROQUE, EL BARROCO
F.S.R.Banda

“Nuestra apreciación del barroco americano estará destinada a precisar: primero, hay una tensión en el barroco; segundo, un plutonismo, fuego originario que rompe los fragmentos y los unifica; tercero, no es un estilo degenerescente, sino plenario,…” (i).

Proliferaciones insensatas, búsquedas inversas, diversas y perversas, incontinencias verborreicas, adjetivaciones extremas, minuciosas, descaradas. Manierismos decimonónicos, repeticiones machacantes, cursilerías de carnavales paganos y de romerías marianas. Excesos. Detalles y fragmentos fuera o dentro de contexto, desordenes y paradoxas. Inestabilidades verbales. Tautologías infantiles, elipsis, enumeraciones inusitadas o alephicas. Humo, hojarasca. Adjetivos que modifican, disgregan o califican los sustantivos heroicos, las cosas innecesarias, los seres intranquilos, las almas concretas de los meros objetos. Asombros. Imaginarios desbocados, desaforados, desquiciados. Palabras secretas, cifradas, palabrotas de puertos, de lenocinios, de mansiones versallescas, verbos desafiantes, bizarrías. Prisma de infinitos colores, catalogo de texturas, abigarradas colecciones geológicas, entomológicas, gemológicas, microscópicas o museológicas. Artículos necesarios, pronombres codificados, abundancia de preposiciones, adverbios triaxiales, nunca interjecciones y demasiadas conjunciones. Reinas de barajas, palitroques condecorados, príncipes bastardos. Exploraciones diccionaricas, ruidos gramaticales, tumultos retóricos. Desestibaciones. Invenciones, desbordes, torrentes en verbigracias, flujos de pensar florido. Medusarios, galaxias y paradisos, artificios, artesanías, arteros arqueros, arcontes apátridas. Herejías y sacrilegios, obviedades lingüísticas. Miméticas. Deformaciones poéticas y arbitrarias de la realidad, metáforas sobrecargadas, imágenes hermosas, maravillosas, asombrosas e inquietantes, elaboraciones y reelaboraciones. Fantasías, alegorías, imaginaciones irracionales, sueños o pesadillas. Insanías. Mansedumbres de crótalos sangrantes. Utopías ancestrales, botánicas primordiales, zoologías parciales de cobras, colibríes y cocuyos. Lo real maravilloso. Reescrituras, plagios, apropiaciones anónimas. El frío de la noche tenía incrustaciones de violetas (ii). Cubanización del idioma de algunas de las españas, el malecón de La Habana por las ramblas de Barcelona, el mambo por el flamenco, y el Che por el Cid. Lezama Lima por Góngora y Quevedo. Revelaciones y rebeliones. Arte de la contraconquista. Polifonías, carnavalizaciones y parodias. Intertextualidades. Finísimos filigranas, absurdos, voraces, estrafalarios. Palabras amaneradas, exageradas y retorcidas. Devoración consentida del significado por el significante. El travestismo y la metamorfosis. Catedrales sobre templos, mármoles sobre piedra. Incienso sobre sangre. El comienzo de América fue barroco. Y el Barroco en América, un comienzo (iii). Lo kitsch, lo queer, lo camp, lo mágico de esta otra realidad, lo onírico vivido hasta el hartazgo, el horror vacui, lo latinoamericano, lo indoamericano, lo hispanoamericano, lo Not American. Gárgolas y tragaluces. Lo barroco, lo neobarroco, lo transbarroco, lo ultrabarroco. Exageraciones barrocas. Variaciones barrocas. Barroco, barrueco, perla de forma irregular, joya falsa. Barlocco o brillocco. Barro-coco. Baroco. Artificioso y pedante, confuso e impuro, engaño, capricho, extravagancia del pensamiento. Búsqueda de la palabra, de las palabras, para construir desconstruyendo el poema o el texto, indagaciones semióticas, escrituras/lecturas, extradescripciones e intradescripciones. Afanes. Barroco nuestro que estas entre nosotros y el cielo…, etcétera.

Bibliografía.-
(i) La Curiosidad Barroca. José Lezama Lima. 1957.
(ii) Pequeño relato de fantasía. Variación. Francisco Antonio Ruiz Caballero. 2006.
(iii) América barroca: De Lezama a Sarduy. Socorro Jiménez. 2006.


NOCHE
F.S.R.Banda

Las luces se apagan... el silencio reina... los amantes se abrazan, las hadas se acercan sigilosas y sonríen... una mujer se acostará para soñar realidades que la visten de oro y terciopelo... él la observa callado... ella se duerme... los gatos miran la luna. (i)

De oros y terciopelo vestida, como reina seducida sobre el lecho de cristal del castillo que soñó de niña en lo alto de un promontorio florecido de violetas entre un bosque de abetos rojos y pinos silvestres, atravesado por un río de sueñera y de barro por donde las proas vinieron a fundarle la patria, con los barquitos dando tumbos entre los camalotes de la corriente zaina (ii). Las luces se duermen dejando abiertas las puertas a las tibias penumbras y al silencio acunador que viene del bosque con su perfume de pinos y su abrazo de hiedras. Refulgen las hadas sigilosas con sus halos fosforescentes y sus alitas transparentes que destellan los arcoiris atrapados en sus secretos vuelos por el día. La rodean, la cercan, le rozan el pelo y juegan alegres entre sus pestañas, espolvoreando sobre ellas las chispitas plateadas del fino balasto de diamantes que robaron del lucero. Afuera la noche está estrellada y titilan, azules, los astros a lo lejos (iii). En el horizonte se adivina un mar azul tranquilo esperando el pálido fulgor de la luna llena para que ilumine los peces perdidos en el estremecimiento nocturno de las espumas y el oleaje. El viento lleva vibraciones de liras eólicas, y el eco de los tímpanos de plata que suenan los silfos (iv). Ella se deja fluir por el breve caudal del arroyo de los sueños, y en ellos vuela y corretea las mariposas amarillas en un campo de amapolas, y salta entre los charcos asustando a las libélulas y silenciando a las cigarras. En el rincón sujeto a las sombras alguien la mira dulcemente con ojos de silente príncipe encantado. Un lobo aúlla su soledad de bosque, de hierbas y de piedras. Despiertan los gatos con el tenue ruido del roce de la luna al pasar coqueta e impúdica por entre las ramas olorosas de los pinos. En el sueño los amantes se abrazan, ella de oros y terciopelo, él con su uniforme de gala, ambos iluminados por la hadas que sonríen esparciendo su polen de pequeñísimos brillantes del lucero. La realidad se sueña amodorrada en el duermevela del amor que invade los amplios salones del castillo, los senderos lunares del bosque de pinos y abetos, el mar del rumor lejano y los peces extraviados, el rincón solitario del príncipe silente y el lecho de cristal donde ella sueña con los gatos que miran la luna. Vale.


Referencias bibliográficas.-
(i) Noche. Hilda Breer.
(ii) Fundación mítica de Buenos Aires. Jorge Luis Borges
(iii) Poema 20. Pablo Neruda
(iv) A una estrella. Rubén Darío


DEMONIOS
F.S.R.Banda

“Esta dualidad esquizoide yace en la razón del paradigma cartesiano.”
El Reencantamiento del Mundo. Morris Berman.

Demonios ocupando las grietas por donde el tiempo escurre como una arena fina, blanca, cuarcífera. Dioses oscuros y confusos ramoneando en las extensas praderas de la noche iluminados por un fulgor eléctrico, de irritantes destellos estroboscópicos. Demonios inofensivos que arrastran los deseos escondidos, inútiles demiurgos malditos con trajes bufonescos revolviendo la sopa amarga de las pequeñas miserias, incubos ociosos brincando sobre las tumbas vacías y las estatuas olvidadas hasta por los pájaros. Demonios infatuados por su angélica rebelión y divino desacato, gimoteando en vuelos de buitre sobre el cenote tibio que oculta la entrada al negado Paraíso. Crujidera de huesos, rechinar de dientes, ojos extraídos por la uña del terror, bocas con la mueca de pánico congelada en los labios sangrantes. Demonios horripilantes con tres ojos, con garras de marfil fósil, con facciones de ácaros o avispas, con la piel babeante y putrefacta de las iguanas comestibles. Demonios urgidos por la pesadilla de un Dios castigador celoso de las victorias pírricas y de los fastos untuosos de la perversión, la traición, la ignominia y la inverosimilitud del pecado original. Demonios trágicos aferrados a esperanzas insensatas, a sueños imposibles, a desengaños barajados en versitos de cotillón. Demonios vencidos por la eterna inmanencia. Demonios corroídos por la envidia del libre albedrío, de la cercanía de una tibieza con rostro y sexo, de la sensación de la sal húmeda en los labios en las horas crepusculares de todos los mares. Demonios angustiados por una inmortalidad sin sentido que se desgasta lenta e infinitamente sin solución de continuidad ni mínimo vislumbre de ocaso. Demonios enjaulados como aves de parques temáticos, míseros ángeles caídos en el cieno negro del error doloroso de la soberbia siempre victoriosa. Demonios chapoteando en el lodazal del desprecio por indiferencia, ignorados, abandonados a los cuentos infantiles, a los filmes de tercera categoría, a ser sustos sin asombros ni pestañeos. Demonios inconclusos, creados en la premura de aberraciones más domesticas o más creativas. Demonios viejos arrumbados en los sucios y fríos rincones de un Averno vacío, arrastrando sus ridículas patas de arpía o de caprino, con sus alas mefistofélicas resquebrajadas por centurias de desencanto y desidia. Demonios con las cuencas de los ojos vacías esperando que el Creador les conceda, al final del último de los últimos tiempos, la gracia inmerecida de volver a entrar en el Empíreo y volver ver en plenitud la mística Rosa Celestial con sus siete círculos y sus siete cielos bajo el reverbero del brillo cegador de la Esencia Divina.


ATAVISMOS ESENCIALES
F.S.R.Banda

Fue numeral como los signos inscritos en las tablillas de arcilla mesopotámica y las piedras pulidas de los ábacos romanos, tenía la apariencia de insecto nocturno con sus élitros congelados en un canto sin más armonía que sonidos y silencios que se diluía entre los susurros de las grandes bestias dormidas y la vocinglería de los grillos escondidos de la luna en los intersticios de los semiderruidos muros de la mastaba. Sus huellas en las suaves arenas de los barjanes semejaban los orificios de los cangrejos violinistas y podían permanecer por semanas marcando sus idas y venidas en sus espirales caóticas, pero eran borradas apenas aparecía la primera brisa premonitoria del siroco. Entonces se refugiaba en los embelecos de los densos cañaverales fósiles de los travertinos que rodeaban la gran laguna seca con su limo amarillo y los huesitos de saltarín del fango trazando un alfabeto de miles de letras distintas sobre el incoherente vitral definido por las grietas de barro. Algunos monjes que lo vieron a la luz escandalosa de algún plenilunio o bajo la fosforescencia arsenical de los cristales fibrosos y romboédricos de willemita, creyeron erróneamente de que era un simple granate por su forma dodecaédrica y por la variedad de colores que presentaba según la hora de la noche en que se le observara, desde púrpura, rojo, naranja, amarillo, verde, castaño, café y negro al incoloro. El azul, el único color que faltaba se encontró finalmente en un espécimen visto al término de un eclipse solar cambiando de color de azul a rosa rojizo. Se cree que con luz diurna, su color puede tener tonalidades grises, castaños claros y oscuros o verdes y raras veces azules y con luz incandescente, el color cambia a rojizo o rosa purpúreo. Pero nadie hasta ahora ha podido ver uno en la claridad del día, ni de noche iluminado por el haz de una linterna, y tampoco se ha atrapado alguno para verlo bajo la estricta luz de una lámpara. Alguien ha aventurado la teoría de que son solo huesos carpianos de babuino o astrágalos o escafoides de homínidos primitivos enanos. Este origen óseo ha sido desvirtuado por el fragmento de cola reseco que se encontró como estructura vestigial de algo que se creyó era uno de sus embriones nonatos. Las certezas son escasas: es numeral, con apariencia de insecto, sus huellas son simples orificios, suele vivir en travertinos, tiene forma dodecaédrica y puede presentar una gran variedad de colores; púrpura, rojo, rosa, naranja, amarillo, verde, castaño, café, azul, negro y también incoloro. Y peor aun, ni siquiera se sabe si es algo vivo o solo una bizarra cristalización de sales primordiales. Quizás todo no sea más que delirios, alucinaciones, distorsiones y fugas. Carencias o engaños. Ahora bien, este mismo texto es una ilusión, y el lector puede obviar su trabada lectura apelando simplemente al sentido común e iniciar su lectura por esta ultima frase. Vale.
                                                          
Nota justificatoria.- “En lo que escribe hay dos textos. El texto I es reactivo, movido por indignaciones, temores, réplicas interiores, pequeñas paranoias, defensas, escenas. El texto II es activo, movido por el placer. Pero al irse escribiendo, corrigiendo, al irse plegando a la ficción del Estilo, el texto I se hace a su vez activo; entonces pierde su piel reactiva, que sólo subsiste por placas (en pequeños paréntesis).”
“Activo/reactivo” en Roland Barthes par Rolamd Barthes. Editions du Seuil, 1975.


ABANDONOS
F.S.R.Banda

“Animula, vagula, blandula…”
Publius Aelius Hadrianus Imperator.

Todo tenía un aire mayestático pero de alguna manera impenetrable, sobre el plinto de antiquísimo mármol romano del Monte Pentélico, con su blancura uniforme y ese ligero matiz que le da un brillo dorado a la luz del sol, la pequeña estatuilla de Antínoo era de un oro muerto, apagado, avaro. La cristalería lanzaba brillos deformados y caóticos como si la luz azulosa que entraba por los altos ventanales atravesara un agua turbulenta, en continuo movimiento. Las paredes eran negras, opacas, cubiertas por un tenue y delicado polvo de silencios y tristezas que absorbía los sucesos que habían acaecido en el salón sin dejar vestigios de las más mínimas memorias. Y ese olvido continuaba en el opaco barniz caoba de los muebles, en el tapiz raído de los sillones que parecía un musgo denso pero suave de color púrpura estremecido y gitano. El mar, allá lejos, tenia una turbiedad anaranjada y rompía en espumas bermejas y destellos escarlata. Las grandes naos que cruzaban en ambos sentidos entre el horizonte índigo y las rompientes espumosas poseían siluetas demasiado perfectas, siempre nítidas, con toda su arboladura y cordajes pero con el velamen recogido como si presintieran una inminente tormenta. Cuando fue el atardecer el cielo sin nubes tomó una coloración verde muy intensa y el disco solar en su amarillo pálido declinó sin arreboles, cansado e inútil. El crepúsculo fue un resplandor verdoso carcomido por el burdo amarillo solar. Un bergantín de tres mástiles cruzó el extraño poniente dejando una estela que no terminó de deshacerse hasta que el sol desapareció vencido de furiosos verdes iluminados. Detrás una luna menguante tornó turquesa el verde crepuscular del cielo ya apaciguado, y el mar fue violeta y las espumas de un claro rosa repentino. Desde el jardín abandonado a las hiedras olvidadas y a la exuberancia salvaje de las hierbas y los matorrales silvestres, un lobo aulló rasgando la soledad de las estatuas y de la pileta vacía. Otros lobos, desde el bosque de pinos de la cercana colina respondieron con aullidos aun más nostálgicos. Luego volvió el silencio. La toxica luminosidad lunar fue trastrocando los colores, deformando las siluetas, y ya a medianoche todo era de un gris suave y enternecedor, íntimo, tanto así que vista desde cierto ángulo del salón, la pequeña estatuilla de Antínoo parecía sonreír, quizás con la misma sonrisa dulce de la que se enamoró el Divino Adriano. Vale.


VISITANTES
F.S.R.Banda

Pequeños espantos, depredaciones, monstruosas larvas subterráneas de escarabajos. El escarabajo enjoyado verde iridiscente, y su exoesqueleto de células hexagonales, como moléculas en un cristal líquido nemático quiral, que solo de se ve verde cuando recibe luz no polarizada. Las conchas globulosas y helicoidales vacías de los caracoles muertos. Con su color pardo con tonalidades grisáceas y cinco marcas estriadas pardas decayendo lentamente al vil blanco del carbonato meteorizado. Borrándose, diluyéndose, volviendo a ser nada. Polvo al polvo. Las filas multitudinarias de hormigas siguiendo el rastro de una química feromonica, sinuosas líneas cuyos lustrosos e infinitos puntos marrones pertenecen a una recóndita geometría instintiva. Los zumbidos de abejas y avispas en sus vuelos misteriosos según sus propios mapas solares o sus magnetismos ancestrales. Los breves homicidios sagrados de las mantis, y las horrorosas momificaciones en vivo de las arañas. Las orugas masticando y masticando defendidas por sus colores, pelos, apéndices o componentes deletéreos. Hasta ser crisálida dormida en su capullo y morir, disolverse y renacer en la perfecta replica de sus ancestros multicolores. Los pequeñísimos pulgones verdes, amarillos o negros, ápteros o alados, y sus estacionales perversiones partenogénicas. Las heterónimas mariquitas; mariquitillas, chinitas, catarinas, sarantontones, vaquitas de San Antonio o vaquitas de San Antón, pretendiendo satánicas toxicidades en sus vivos colores aposemáticos, brillantes rojos, naranjas y amarillos, estampados de lunares negros. El pololo común de coloración anaranjada que lleva en su espalda la negra cruz de Caravaca, lento, torpe, primaveral polinizador vicioso. Burdos moscardones anaranjados y negros que cruzan las tardes con torpeza de gigantes lerdos. Libélulas con sus grandes ojos alienígenos, joyas depredadoras, raudas sílfides de alas transparentes revoloteando sobre estanques, charcos, y ciénagas para incrustar en esas aguas los huevos de los que nacerán sus ninfas feroces y hambrientas. Larvas de la muerte sumergidas que surgirán como voraces ángeles celestes, amarillos, fucsias, rojos y anaranjados, turquesas, grises y negros, azules y verdes, y rosados, de grandes alas de primitivas nervaduras reticuladas. Y en las oscuridades húmedas las asquerosas cucarachas, omnívoros indiantres espolvoreando sus alergógenos del asma. Chanchitos de tierra, grillos y tijeretas escondidos bajo sus templos de piedras u hojas otoñales, gorgojos taladradores destruyendo con parsimonia elemental los altos árboles orgullosos, moscas y abejorros volando en aparentes rutas caóticas. Mientras el pececillo de plata, lepisma de la harina o del azúcar, con el brillo gris metálico de sus escamas plateadas y su estirpe de cuatrocientos millones de años espera la noche en recónditas grietas invisibles. Arriba, en el aire inmóvil, aletean mariposas, perfecciones del arte de la naturaleza, poseedoras de todos los colores posibles, tornasolados e iridiscentes, sedosos y aterciopelados, fantasías oníricas de dioses delirantes,  artesanías de orfebres ebrios, pruebas irrefutables de que la belleza también existe por mera evolución a través de procesos estocásticos o aleatorios. En fin, alhajas inalcanzables y engendros inimaginables, habitantes de un mundo paralelo, ajeno, donde solo somos efímeros visitantes asombrados. Vale.



Revista PARADOXAS N° 159 - Volumen I
5 de Marzo de 2011
revista_paradoxas@yahoo.com

1 comentario:

  1. uyyy ahora es que leo esto y pienso que con respecto a Paradoxas actual tenia mucho mas variedada de autores y en consecuencia de temas. Por supuesto tus escritos son increibles.......gracias por editar esta revista

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