domingo, 2 de febrero de 2014

PARADOXAS Nº 193

PARADOXAS

REVISTA VIRTUAL DEL SURREALISMO NEOBARROCO

Año X - N° 193

"Miente la muerte cuando dice que Juan Gelman ya no está"
Eduardo Galeano


INDICE

JUAN - Eduardo Galeano
SOÑANDO... - Marisol C.
HAY MENSAJES... - Marisol .C
ES PRECISO ESA SINFONÍA - Beatriz Graciela Moyano
Predator y los Pavos Reales. - Francisco Antonio Ruiz Caballero
Vírgenes Macarenas Coronadas contra Zombis. - Francisco Antonio Ruiz Caballero
La Jaula Espacial. - Francisco Antonio Ruiz Caballero
DESCONCIERTO PARA PIANO Y TUMBADERAS - F.S.R.Banda
DESCONCIERTO PARA TRES Y TUMBADERAS - F.S.R.Banda

EDITORIAL

“En la literatura, el criterio de la riqueza del idioma no corre para nada, al menos en sus aspectos cuantitativos. Que tal autor use muchas palabras podría ser incluso un punto en contra, un despropósito. La "palabra justa", ese utópico deseo de perfección realista, implica bloquear cualquier tendencia al engolosinamiento con los adjetivos y los sinónimos. En otro frente, Borges confiesa en alguna parte haber dado un paso significativo al abandonar su barroquismo inicial en beneficio de una prosa más económica o directa.” (Roberto Merino). «El idioma es un ordenamiento eficaz de esa enigmática abundancia del mundo. Lo que nombramos sustantivo no es sino abreviatura de adjetivos y su falaz probabilidad, muchas veces. En lugar de contar frío, filoso, hiriente, inquebrantable, brillador, puntiagudo, enunciamos puñal; en sustitución de ausencia del sol y progresión de sombra, decimos que anochece». (Jorge Luis Borges). “Es curiosa la suerte del escritor. Al principio es barroco, vanidosamente barroco, y al cabo de los años puede lograr, si son favorables los astros, no la sencillez, que no es nada, si no la modesta y secreta complejidad.” (Jorge Luis Borges). “Yo diría que barroco es aquel estilo que deliberadamente agota (o quiere agotar) sus posibilidades y que linda con su propia caricatura. … Barroco (Baroco) es el nombre de uno de los modos del silogismo; el siglo XVIII lo aplicó a determinados abusos de la arquitectura y de la pintura del XVII; yo diría que es barroca la etapa final de todo arte, cuando éste exhibe y dilapida sus medios.” (Jorge Luis Borges). “Pude haber escrito como la gente y tener una letra preciosa, clarita, clarita como el agua que corre por los ríos del sur. … Digo podría, pero sé bien que no pude, me faltó rigurosidad y me ganó la farra, el embrujo sórdido del amor mentido. Y creí como una tonta, como una perra lacia me dejé embaucar por alegorías barrocas y palabreríos que sonaban tan relindos.” (Pedro Lemebel)

Recortes personales del Editor. Vale.

El Editor


JUAN
Eduardo Galeano

Hace poquitos días, hablando del gordo soriano y del negro fontanarrosa, dije, o más bien comprobé:
–A veces, la muerte miente.
Y ahora, lo repito: miente la muerte cuando dice que juan gelman ya no está.
El sigue vivo en todos los que lo quisimos, en todos los que lo leímos, en todos los que en su voz hemos escuchado nuestros más profundos adentros.
Nunca encontraremos palabras que expresen nuestra gratitud al hombre que fue muchos, al que fue nosotros y nosotros seguirá siendo en las palabras que nos dejó.


SOÑANDO...
Marisol C.

Quisiera que entendieras que el sol sale despacio en mis navíos, que la luna se vuelve blanca, blanca, vestida de tu ausencia, que el tiempo se detiene a intervalos, que llueve a veces una sonrisa entre los labios pero siempre, siempre, la locura teje un manto hasta tu puerto. Yo pretendo que soy cuerda frente al espejo pero no me cree la figura que me devuelve el reflejo y unos ojos desvarían, me sonríen, alucinan con tu boca, a veces la noche quiere llorar ausencias, pero la detengo en la cornisa, se devuelve la tristeza, entonces recuerda y piensa en tus abrazos, allí en el rincón de las sorpresas, aquellas que danzan me hacen loca, loca errante de tus pensamientos, quiero poner un sol que irradie besos cálidos en la brisa de este otoño en que la hojas caen, hay destellos que traen esperanzas de colores, no busqué el amor, no lo quise cerca y sin entender este se apodera de mí. Mi pasión no se quiere alejar, mis letras muerden cada rincón de la memoria, desvarío en el silencio que gime, mientras espero a que la tarde se vuelva verde esperanza, reciclo los minutos y escribo, escribo para no soñar...


HAY MENSAJES...
Marisol .C

Hay mensajes en huellas que destilan el sabor del dulce palpitar, marcando el silencio entre suspiros que me saben a ti y como un lobo que adueñarse quiere de mis deseos, siento tus ojos y en suaves terciopelos la noche devora mis ansias. Pero me falta el valor de volverme errante en tu cuerpo y sucumbir entre la delicia del miedo, al encanto de tus ojos y perderme a tientas en las tinieblas que me ofreces, hay un fuego intenso que palpita, floreces en mi abrazo nocturno, me quemas... eres tú quien despeja el secreto de mis ansias, la hierba húmeda se siente en mi camino, solo tu y yo ansiosa como espiga en el vaivén de tu brisa caigo, en el crepitar de los sueños me pierdo, en la tempestad que me sofoca me hundo en libertad, sobre tu esencia tiemblo desnuda, de quimeras me llenas y sobre la luna con su manto de agua cristalina y blanca espuma me liberas... hay mensajes que surgen en gemidos y se destila suave la pasión que sabe a mar en tempestad bravío, a tu puerto llego rendida, naufraga y vencida, por tu sed que quema en sueños de colores se me va la vida.


ES PRECISO ESA SINFONÍA
Beatriz Graciela Moyano

Es preciso llegar al fondo de los ojos, resbalar en la caricia del brillo. Una sinfonía silente llega en eco mudo desde el costal sutil de los recuerdos. Ver lo dilatado de los dedos y las huellas. Instrumento sigiloso y taciturno, aún así primordial donde presa de una imagen, navega cautelosas noches en blanco. Descifrar los fundamentos mentales, deshacer, desarmar y perderse al escuchar la música en el azul añil que tapa los oídos, oculta el sonido, oculta siempre, en su languidez de espirales fantasmagóricos. Allí es música lenta y aliento, los acordes llegan bañando horas de días y años, sinfonía, voces, acordes. Sobran los motivos, negar y sacudir, el polvo absurdo en cada afición. Vaivén sonoro, lírico encantador al que las fibras siguen, vacilantes y perplejas en el inconsciente sin lograr sintonía evanescente dentro de la embriaguez del sueño. Hay millares estrellas, constelaciones, queriendo iluminar el cielo. Sumergida sin querer ni poder eludir el paso del viento deshabitado sin versos rozando el pelo que vuela sinrazón, como el tiempo callado, silencioso va borrando las huellas y la voz de los sublevados, nulos de reflejos y consientes de su muerte lenta, sienten el tibio delirio ineludible que suena a sinfonía. Apagar de un soplo la depresión, que precede a la ira.


Predator y los Pavos Reales.
Francisco Antonio Ruiz Caballero

En la nave marciana, equidistante de los dodecaedros, geométricamente imposible, de oro y cristal y níquel, de vidrio azul y rosa y naranja, con formas contrahechas y deformes, prismas y cubos y escaleras sin fin hacia el vacío, el guerrero Predator y sus compañeros de cara de cangrejo, atléticos como gallos de pelea y feos como arañas, se pasean. Están rodeados de pavos reales de cuello azul y copete irisado, majestuosos y silentes, aves de diez grados bajo cero, extásicas como ponientes sevillanos, verdes sus colas que esconden ojos de tigres, altezas imperiales de lo onírico, que recrean con sus bellas plumas un extraño jardín sin flores, entre los cubos y los prismas de cristal violeta y rosa, en las escaleras sin fin hacia el vacío que se despeñan sobre extraños abismos de luz y música de órgano soberbias. Los guerreros, horrorosos y bellos, con sus asquerosas caras y sus cuerpos sublimes, parecen estatuas con extrañas lanzas de oro, y los pavos reales los observan galardonados de electricidad, mientras pasa el minutero del reloj atómico y la nave, catedral y laberinto de topacios y oros, se pasea entre raros mundos de hielo y de fuego, Caribdis y Escilas múltiples, donde llueven los diamantes y las esmeraldas, donde reinan las llamas criminales y las tormentas de luz y de odio, entre soles verdes, naranjas o rojos, entre satélites azules llenos de agua purísima o Hidrógeno o Helio, entre estrellas de neutrones que se tragan la luz y expelen rayos X cancerígenos, entre mundos de mármol negro o rosa, entre lunas de nieve refulgente, entre asteroides de granito destrozados, lentamente poseídos por demonios de mirada roja que juegan a estrellarlos unos contra otros, entre planetas con exóticas vegetaciones y exóticas faunas. Entre planetas nubosos en los que eternamente llueve, o entre planetas desérticos y amarillos en los que sólo hay escorpiones rojos. Los Predatores charlan levemente, musitan leves palabras de amor y de odio, cargando la cruz a cuestas de ser bellísimos de cuerpo y terroríficos de rostro, híbridos de cangrejo y arcángel, productos de la mente de un psicópata, y los pavos reales alzan sus colas y soberbios levantan las orgullosas cabezas azules, inalterables al horror, fríos como el hielo, dolorosos como astillas en las uñas, igual a pellizcos en la carne viva, deliciosos, en toda su sorprendente hermosura, como un premio a la soberbia dionisíaca de sus dueños, desposeídos para siempre de la belleza en sus rostros, pero bellos y musculosos como sublimes panteras. Nunca trémulas las soberbias aves resisten al pavor de la fealdad criminal de sus dueños, hermosos de cuerpo, igual a arcángeles. Guardianes de los secretos del universo, que hacen girar la nave en el espacio entre mundos de acero y cristal, duros como corazones sin Amor, eléctricos como alternadores de Tesla, volcánicos, o desérticos. Suenan las alarmas en la astronave, se encienden las luces rosas y amarillas, aúllan las sirenas como lobos y los Espantos de belleza se despiertan de su letargo y los pavos reales se turban levemente recogiendo sus colas verdes, escondiendo los ojos cíclopes de los tigres de plumas y dejando de picotear las cristalinas losas del suelo de la nave. Son exquisitos los dueños de los pavos, mantienen conversaciones en secreto con la Muerte, hoy tienen que visitar un extraño planeta en el que está castigada la música, y en el que sus moradores se fustigan y se ametrallan y se odian y se estragan, eternamente en Guerra desde su Génesis.


Vírgenes Macarenas Coronadas contra Zombis.
Francisco Antonio Ruiz Caballero

Vírgenes Macarenas contra Zombis. Esperanzas de los Hombres, contra Muertos vivientes. Fluctuaciones solares escandalosas, auras verdes magníficas, pies de Dolorosas sevillanas contra serpientes satánicas, Vírgenes de la Aurora coronadas contra Zombis asquerosos. Ellas llevan puñales de plata traspasando sus corazones, esmeraldas preciosísimas como medallas de generales, lágrimas en los rostros como madres desposeídas, rosarios en las manos, y Fusiles Kalashnikovs AK47. Brillan sus coronas de oro como áureos diapasones, como música de órganos soberbios, despiden fúlgidos resplandores, sus lágrimas de cristal hacen los rostros preciosísimos, enternecen los corazones duros como las piedras, sus dulcísimas manos de Madres de Cristo empuñan los Fusiles con esplendor. Los Zombis atacan con sus babas negras y sus dientes cariados, con bultos en los ojos y en las frentes, con tumoraciones violentas en la espalda, escupiendo gargajos, con camisas blancas manchadas de vómitos verdes o negros, en actitud trémula y nerviosa, como dantescos bailarines sincopados, rabiando por una gota de rocío, pidiendo con soberbia e ira sangre, perfumados de maldad y crímen, deshonestos de toda forma de frambuesa pura, puercos y marranos como bichos y lombrices, insepultos y escleróticos, llenos de vergüenza y lepra, comatosos y anquilosados, o trémulos y macabros, pletóricos de mierda, purulentos, Las Macarenas disparan sus Fusiles AK47. Quieren los Zombis morder y perpetuarse en su insolencia asquerosa, extender su enfermedad como una gota de aceite sobre el agua, como una mancha de tinta indeleble sobre una camisa blanca, con un hedor próximo al paroxismo olfativo, pero las hermosas Vírgenes Macarenas coronadas, dulcísimas como el arrope, disparan sus benditas armas contra la Infección. Los Zombis buscan niños distraídos a los que desangrar, viejos moribundos sobre los que depositar sus babosas bocas con lepra, incautos a los que ofender con su pestilencia, inocentes a los que llevar al patíbulo y sobre los que poner sus monstruosos huevos podridos. El Buen olor del Incienso de las Vírgenes Macarenas las precede, las rosas, los claveles, los geranios, los azahares, las diminutas violetas, los humildes pensamientos, ellos, los zombis, llenos de ira, no pueden soportar ni un minuto de cielo florecido. Los Zombis huyen por las callejas sevillanas, y matan y devoran a los que ven, iracundos, prosélitos de la indecencia y el pecado, perros rabiosos de la lujuria, puercos, con su inmensa podredumbre a cuestas, bailando con rectas y trapecios, rítmicos de una poesía salvaje, bellacos y pérfidos, brutales en su deformidad, dionisíacos de ira y barro, malditos como esputos, lanzando esputos, mordiendo inocentes, transformando al bueno en malo, ruines y cobardes, pero las Vírgenes Macarenas coronadas, luminosas y de oro, los persiguen, no les dan tregua, y los acribillan a balazos. Los Zombis se esconden en las Cloacas de Sevilla, en el Infernal Metro, en el despreciable suburbano, en las galerías y los Leprosarios, pero las Luminosas, las Esplendorosas, Macarenas, Trianeras, y Auroras, bajan al Submundo, con sus Fusiles y sus metralletas, purificando de maldad Sevilla y Triana, bendiciendo las Cloacas pestilentes, derrotando a la Infección, alejándola de los inocentes, mandándola al Infierno. Amén. En lo oscuro de la negra galería, entre ratas enormes grises, como una Flor de oro, como una Luminaria de oro bendito, la Virgen espera al Zombi, y el Zombi la ataca, pero ella, espléndida como una orquídea sublime, le ametralla con su Fusil AK Kalashnikov y le destroza la cabeza de un balazo providencial. Amén. Y ella es guapa. Guapa, y guapa. Y bonita bonita bonita. Amén.


La Jaula Espacial.
Francisco Antonio Ruiz Caballero

Dedicado a mi Madre y a Sevilla.

La Jaula espacial se desliza sobre un rayo de cristal irisado entre Escilas y Caribdis de hielo y fuego y lepra y flores, entre mundos de cristal verde o rosa, o entre centelleantes estrellas de plata y soles llenos de demonios rojos que arden como carbones encendidos y cuya mirada quema la piel como hierros candentes. Extraños animales de dos y tres cabezas, mutantes y heteromorfos hay en esos planetas, extravagantes flores y lirios zigomorfos llenos de espinas o mariposas, escarabajos de elítros de oro fúlgido, o monstruosos caballitos de mar con colmillos de agujas, que podrían entrar en la Jaula si su dueño quisiera, pero la Jaula espacial sólo tiene tres moradores, Alienes, Pavos Reales, y Canarios. Una gran bóveda de cristal recubre toda la abadía central de la barroquísima astronave, ella descubre el infinito y negro espacio exterior con sus soles azules y sus satélites de agua cristalina en la que se zambullen sirenas de doble cerebro, monstruosas y telépatas, que adivinan el provenir y saben el día exacto de su propia muerte y por eso están locas y hacen daño y cuando cantan vuelven al oído esquizoide y lo rellenan de una música satánica bellísima y cruel como sus propios ojos verdes. En la Jaula, de oro refulgente y topacios y ámbares dorados, se ven las estrellas y los rayos eléctricos que como raíces se deslizan sobre la cúpula sublime. Pasillos elevados dan a pasillos elevados y a pasillos elevados que terminan en el vacío o en escaleras para extraños fantasmas que dan a otras plataformas elevadas. Y los Pavos Reales están allí, sobre ese laberinto soberbio de vidrio y cerámica, orgullosos y majestuosos, sublimes de sus penachos azules y sus copetes irisados, posesos del misterio tigresco de sus colas verdes, exóticos como extravagantes, archiducales y exquisitos. Bebiendo a veces en extrañas fuentes cúbicas, entre extraños jarrones de cristal repletos de resina que arden, volando entre las plataformas levemente, saltando entre ellas. Gallináceas de turquesas e iris. Sobre los espaciosos y peligrosos abismos. A veces hay ramas de colores donde reposan Canarios dorados, verdes y rosas, Timbrados españoles y Malinois franceses como flautas, que silban y trinan y gorjean y se pelean entre ellos con escorzos bellísimos, con escherzos de fantasía bachiana, en un caleidoscopio de pluma y armonía obsequiando belleza a la belleza de los Pavos Reales Orgullosos, que despliegan sus colas y llenan la Jaula de ojos de absenta perpleja, impenetrables al examen médico de sus pupilas. Cientos de Grillos azules hay en los trinos y cientos de clarinetes en los gorjeos. Y también están los Alienes. El Alien. Como una estatua de pavor. Quieto, acaso dormido, pero rígido, en tensión, como un muelle o una Mantis Religiosa. El horrible polihíbrido de cocodrilo, lagarto, y pantera, está allí, quieto, esperando una señal, esperando la hora en que un Dios diga AHORA, como un rabioso tiburón que nada y nada y nada hasta el momento en el que enloquece. El ser de doble mandíbulas parece que sueña con infernales submundos de colmillos y más colmillos, que sueña con infiernos donde se desollan ángeles y arcángeles, es un tirador que espera a su presidente Kennedy. Y el Alien se mueve, se desplaza lentamente por las plataformas y los pavos reales alzan sus colas pavorosas con pavor haciendo frente ante la fiera de ácidos neutrónicos coagulados en su linfa, clepsidras de ira y chancro y veneno y muerte, y el Alien se mueve y parece que no respira porque tiene que recibir la orden que le diga DISPARA, y en ese mismo momento el Presidente Kennedy se trepanará los sesos. Y allí están todos los Pavos Reales asustados, pavorecidos, pero acostumbrados al Alien. Es el Demonio que no hace nada, no hay que temerle. Quince alienes tiene la Astronave, quince alienes tiene la Jaula, híbridos de arcángel deforme y rata, híbridos de lepra y crimen, híbridos de cáncer y Sida. Y entonces un Pavo Real alza su cola esplendorosa. Es un Pavo Real Blanco teñido de Fucsia, y un Pavo Real Azul eleva su cola verde, y un Canario Timbrado español despliega su siringa de cristal y grillos azules y un Malinois responde con un silbo perfecto de oro y aguamarinas. Y entonces Dios dice AHORA, mientras deja caer una de sus esmeraldas sobre la tierra, y los Alienes abren sus espantosas dobles dentaduras y se tragan de un bocado las cabezas de los pavos reales, que sangran como surtidores azules de manantiales rojos. Y los canarios echan a volar y se callan y la matanza apoteósica transcurre con pluma y más pluma, Y muchos Pavos reales se agitan sin cabezas en una espléndida armonía que ni un Lorca podría describir completa y otros alzan sus colas y otros saltan de plataforma y de pasillo en pasillo intentando no caerse en el vacío, y los Alienes los persiguen criminales y salvajes con un odio desmesuradamente proporcional a la belleza. Hasta que casi todos los pavos reales están muertos y sus plumas son ya la carcasa de un cadáver sin sangre. Y entonces Dios dice BASTA, y los Alienes se quedan quietos mascando las pechugas y las plumas y las alas pero sin atacar a ningún Kennedy más. Y entonces los Supervivientes ven como regresan los canarios y empiezan a cantar de nuevo. Y es una melodía tan fresca, tan bonita, y tan transparente que es como si aquí no hubiese sucedido nunca nada Y esto fuera un hermosísimo Paraíso para los Pavos Reales. Y efectivamente el Kennedy más valiente alza su cola sorprendente orgulloso y sin temor a la muerte. Y la Música prosigue ante el silencio de DIOS. Entre Planetas en los que llueven diamantes y zirconios rojos purísimos.


Suite “Sonidos desde la Habana Vieja”
F.S.R.Banda

“No es en vuestro cordaje de morados violines / donde la noche golpea.” Noche insular: jardines invisibles. José Lezama Lima

Yo venía por el borde cóncavo de tu voz atravesando sigiloso las comisuras, dejando de lado tus labios a pesar de su íntimo sabor a hierbabuena, vi desmoronarse el cauce de los caracoles y la magnolia que albergaba las salvajes mariposas, un oleaje furtivo coincidía en el relámpago, en la furia somnolienta de los otoños, en la desolación del viento que cuajaba en las arcillas congeladas, oí el crujido del agua en su vertiente como el susurro de una tierna divinidad enmascarada, el rugido intermitente de los minerales habitando en su cristalizaciones el caliche endurecido, los pasos errando los senderos de las piedras, un eco reflejado en la cuadricula horizontal de las pircas inmemoriales, tenté la textura de todas las cortezas, de las ágatas entre espumas, del espacio pequeñito que deja tu boca cuando sueñas. Cautelosa mi mano quiso tu mano como un insecto la luz desatada, gema, bronce o caobas me fui devorando por el laberinto de tus dedos, tus uñas en jardín de bruñidas pedrerías carmesí, rojos intentos de la fugaz caricia en su huida de salamandra u orquídea, uvas de vino dulce que buscan en la ebriedad ciega o dormida el verbo que se despliega en ronca perfidia por los atardeceres que van coloreando las casitas allá abajo hasta que van encendiendo sus luces de mentira los barcos a la gira en el fondeadero del terciopelo nocturno. Una turbiedad de pájaros ausentes se va escurriendo desde tu voz por el abismo de los presentimientos, se deshace en una anilina tenue que diluye las siluetas, la finura de las garzas y los huesos incrustados, una turbulencia que arrasa los templos donde se veneran los ojos que te miran mientras te alejas por los bosques de los castaños siguiendo las iridiscencias de las libélulas o las joyas encendidas de misteriosos escarabajos. Dejo tu rumor inconcluso, deletreo el canto visible de las falanges y las yemas, abrevo en la párvula oquedad de sutiles metacarpos subterráneos, cerco brumas y penumbras, describo el arco que sostiene una vaguedad de cardumen o bandada, asumo las incoherencias y los destierros, me defino duro, frágil, amorfo y transparente como los vidrios de las copas y los ceniceros, escardo los surcos de florecidas malezas y quemo en tu honor las zarzamoras, vago agobiado de certidumbres por la orilla socavada de tu voz cruzando cauteloso el delineado sabor a menta de las comisuras, vadeando el albedo de tus labios para urgir en esta hora indisoluble de quieta medianoche tus párpados.


Suite 162 “Trocadero”
F.S.R.Banda

Le enseñó a rezar a las calas arrebujadas por el lado de las sombras húmedas y los códigos del esperanto al ciruelo cuando con su velamen henchido de sus breves blancos fosforescente cruzaba el azul oscuro de la nocturnidad oceánica del patio allá lejos en la casa de las dalias y los nardos. Dejaba la primavera arrumbada en los descargos del estío para dedicarse con euforias de vagabundo a la verticalidad insoportable de los pinos con telón de mar tormentoso y coronas de albas espumas en los oleajes, acudía más por rutina que por curiosidad de espeleólogo a los ceremoniales de los cangrejos estrellados en las arenas entre las algas y los nácares de las caracolas vencidas. Derogaba el verano que desciende sobre la noche acotada y calurosa porque sus preferencias iban por las mañanas donde giran los girasoles de la Pili diseminando por los rosales sus amarillos estruendosos y su polen habitual, habitados de abejas zumbonas y de las alegrías de la brisa que destila el acacio soberano. Solía agradarse en los recovecos tranquilos de la contemplación de la fuente en su tumulto de gardenias, de antiguos aldabones, de brillantes cristalerías, relucientes porcelanas y borrosos gobelinos, en las burbujas de la pleamar por el malecón y el muro mientras un agua seminal convoca fragancias con el sicoceo del canto desencanto en sus amapolas y surgencias. En su ambigüedad de tropero incauto y botero fluvial se establecía en cualquier esquina del arrabal nostalgiando los rastrojos del manzanar, el callejón ripiado con sus canales y las drupas arracimadas del rojo al negro de sus zarzamoras. Sabía que la garúa en su imperio invernal se escondía bajo las piedras, en las raíces de las correhuelas y en el azul-violáceo de las achicorias y hacía esperar sus soledades de fauno perseguido por los entresijos de un libro o dejando la mirada fija en lontananza más allá de los horizontes constelados. Pero lo aquejaba desde niño una melancolía pausada que le iba arrebatando de la memoria los recuerdos más hermosos y le dejaba los rostros sin ojos, las palabras trabadas en una algarabía de susurros y voces irreconocibles, los atardeceres engañados por los soles equivocados, y el amor confundido con sus propias trampas de bucanero y las sublimes engañifas de circo de fieras. No obstante, en esa fantasmagoría de olvidos enrevesados aun poseía dos breves eternidades; el amigo asombrado por el pez de plata en el pasto y la imagen para siempre de la Maga bajo la luna. Vale.



Revista PARADOXAS N° 193
2 de Febrero de 2014


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